Armas nucleares
A diferencia de la pandemia, la guerra nuclear se puede parar antes de que empiece

75 años tras Hiroshima y Nagasaki, el movimiento antinuclear está dando grandes pasos hacia la abolición de este tipo de armas.

Submarino británico Trident. Fuente: Beyond Nuclear International.
Submarino británico Trident. Fuente: Beyond Nuclear International. Beyond Nuclear
bióloga brasileña, científica medioambiental y escritora independiente. Traducción: Eduardo Pérez
23 ago 2020 05:28

Las armas nucleares han supuesto una amenaza para la humanidad durante 75 años, desde los bombardeos estadounidenses de Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945.

Estos días, nuestro enfoque es, comprensiblemente, el virus covid-19 y la amenaza que supone para la vida humana. Pero mientras conmemoramos el aniversario de estos bombardeos, es importante reconocer que a diferencia del coronavirus las armas nucleares sólo se pueden remediar con prevención. Millones de personas podrían morir si una sola bomba nuclear fuera detonada en una gran ciudad, y las amenazas añadidas de la radiación y las represalias podrían poner en peligro toda vida en la Tierra.

A medida que las incertidumbres políticas y socioeconómicas crecen, el riesgo de conflictos nucleares y de incluso una guerra nuclear global crece cada día. De hecho, los países del mundo con armas nucleares se gastaron la cifra récord de 73.000 millones de dólares en su arsenal de armas de destrucción masiva el año pasado, casi la mitad de la suma representada por Estados Unidos, seguido de China. Movilizar la acción global por la abolición de las armas nucleares —para salvaguardar la salud, la justicia y la paz— es más importante ahora que nunca.

“Cuando las sociedades se vuelven más inestables, todas las formas de violencia se vuelven más probables”, dice Rick Wayman, CEO de la Fundación por la Paz en la Era Nuclear. “Nosotros, como individuos y como humanidad, debemos superar las causas fundamentales que han llevado a los pasados 75 años de armas nucleares. En ausencia de esto, seguiremos teniendo líderes nacionales que se aferran a las armas nucleares”.

La peligrosa elección que todavía se toma por algunos líderes gubernamentales de naciones con armas nucleares ha estado amenazando a la población mundial durante décadas. Pero la amenaza para la salud global presentada por la guerra nuclear se puede parar antes de que empiece. Y la forma de hacerlo es mediante el Tratado sobre la Prohibición de Armas Nucleares (TPNW, por sus siglas en inglés), que ha sido el foco de la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares.

El camino al desarme nuclear

Hoy, nueve países poseen armas nucleares —Estados Unidos, China, Reino Unido, Rusia, Francia, India, Pakistán, Israel y Corea del Norte— y se estima que poseen casi 15.000 cabezas nucleares en total. Pero otro informe muestra que 22 países tienen actualmente un kilogramo o más de materiales nucleares aptos para fabricación nuclear, una cifra que hace seis años era de 32 naciones.

El 7 de julio de 2017, el TPNW fue adoptado por las Naciones Unidas como un instrumento multilateral y vinculante legalmente por el desarme nuclear. Sin embargo, el tratado solo entrará en vigor y prohibirá el desarrollo, prueba y utilización de armas nucleares a nivel mundial una vez que 50 países lo hayan firmado y ratificado. Eso es lo que la Campaña Internacional para Abolir Armas Nucleares (ICAN, por sus siglas en inglés) está intentando conseguir con trabajo duro.

ICAN es una coalición de organizaciones no gubernamentales en más de cien países que ganó un Premio Nobel de la Paz en 2017 por sus esfuerzos para conseguir un tratado de prohibición de armas nucleares global. Han estado trabajando para suscitar conciencia pública sobre las catastróficas consecuencias de las armas de destrucción masiva, así como persuadir a los dirigentes y movilizar a los ciudadanos para presionar a sus gobiernos para firmar y ratificar el TPN, un tratado que han conseguido presentar tras años de reuniones de promoción en Naciones Unidas y en parlamentos nacionales.

Solo se necesitan diez ratificaciones más para que el tratado de prohibición global entre en vigor

Daniel Högsta, coordinador de campañas de ICAN, dice que el TPNW “es el nuevo vehículo más prometedor para cambiar las actitudes y el status quo político sobre las armas nucleares”. Añade que los vecinos y líderes municipales “tienen una especial responsabilidad y obligación para posicionarse sobre este asunto” a favor del desarme nuclear, dado que estos lugares son los principales objetivos de los ataques nucleares. ICAN desarrolló una iniciativa de Llamamiento a las Ciudades y una campaña online #ICANSave, para animar a las autoridades locales para liderar el camino en el apoyo al tratado, creando impulso para que los gobiernos nacionales lo firmen y ratifiquen. Esto se hace normalmente mediante resoluciones de los ayuntamientos, declaraciones oficiales o notas de prensa de autoridades municipales que comunican su apoyo al tratado de prohibición global, a veces incluyendo compromisos de desinversión en armas nucleares.

“Hemos estado muy excitados por las respuestas positivas de ciudades de todo el mundo”, dice Högsta. “Acabamos de sobrepasar 300 ciudades y pueblos que se han unido [al llamamiento del ICAN], lo que incluye municipios de todos los tamaños, desde enormes áreas metropolitanas como Los Ángeles, Berlín, Sydney, París y Toronto hasta ciudades pequeñas pero no obstante comprometidas”.

Estos pasos no solo están acelerando el éxito del TPNW, explica Högsta, sino que también están desafiando la asunción de que los políticos locales no pueden tener influencia en las decisiones sobre política exterior. En Estados Unidos, por ejemplo, muchos líderes municipales se han unido al llamamiento del ICAN y se han comprometido a desinvertir fondos de pensiones públicos de empresas de armas nucleares, aunque el presidente Trump todavía no ha mostrado el mismo interés.

El llamamiento humanitario

Las ciudades de Hiroshima y Nagasaki fueron completamente destruidas por las bombas nucleares lanzadas sobre Japón, que mataron a más de 20.000 personas inmediatamente e hirieron a incontables más. Aquellas que sobrevivieron sufrieron efectos en la salud a largo plazo tales como cáncer y enfermedades crónicas debido a la exposición a la radiación. Pero su historia sigue en gran parte viva.

Algunas personas hibakusha —supervivientes de los bombardeos atómicos de hace 75 años— se han asociado con el ICAN para compartir sus testimonios y asegurarse de que el mundo no se olvida de las catastróficas consecuencias de los conflictos nucleares. Setsuko Thurlow, una de las supervivientes y activista antinuclear, ha estado enviando cartas a líderes gubernamentales de todo el mundo para animarles a unirse al TPNW. Envió una carta a Donald Trump el mes pasado.

Médicos de todo el mundo han estado advirtiendo sobre las terribles consecuencias de potenciales conflictos nucleares en medio de la pandemia de coronavirus, dado que los profesionales e instalaciones sanitarias ya están saturados. Un reciente estudio mostró que un intercambio nuclear limitado entre sólo dos países, como India y Pakistán, sería suficiente para causar un desastre global en la producción de comida y los ecosistemas naturales. Eso es por lo que estas armas no se deben usar y los países deberían comprometerse a prohibirlas de una vez por todas, antes de que se haga un daño irreversible a la humanidad y al planeta.

Afortunadamente, estamos cerca de se consigue. Chuck Johnson, director de programas nucleares en Médicos Internacionales para la Prevención de la Guerra Nuclear, la organización fundadora de ICAN, dice que 82 naciones ya han firmado el TPNW y 40 lo han ratificado. Eso significa que solo se necesitan diez ratificaciones más para que el tratado de prohibición global entre en vigor.

El mundo nunca ha estado tan cerca de abolir las armas nucleares y hay esperanza de que esto se pueda conseguir para finales de este año. Después de todo, la pandemia está enseñando a los líderes de gobiernos sobre la necesidad de poner a la humanidad en el centro de los planes de seguridad.

El papel de la educación para la paz

La Fundación para la Paz en la Era Nuclear es una organización asociada a la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares. Pero su enfoque ha estado en formar a la gente en educación para la paz.

Wayman dice que para conseguir un mundo libre de armas nucleares –y libre de otros problemas serios como guerras, matanzas, racismo y sexismo tenemos que mirar hacia las raíces principales de por qué nuestra sociedad sigue adoptando estas formas de violencia. Y todo se reduce a necesidades humanas no físicas, como pertenencia, autoestima y trascendencia. “Si la gente no puede encontrar maneras sanas de llenarlas, encontrarán maneras insanas”, dice Wayman.

Los países del mundo con armas nucleares se gastaron la cifra récord de 73.000 millones de dólares en su arsenal de armas de destrucción masiva el año pasado

Él cree que la educación para la paz puede dar a la gente “las herramientas que necesita para reconocer, abordar y curar las raíces fundamentales de estos serios problemas que plagan las sociedades de todo el mundo”. Eso es crucial porque si la gente no se enfrenta a las causas fundamentales de la violencia y se involucra en relaciones sanas y pacíficas con ellos mismos y otros, puede que las armas nucleares no sean completamente abolidas.

Tomemos la esclavitud, por ejemplo. La mayoría de los países del mundo aprobaron leyes para abolir la esclavitud en los siglos XIX y XX, pero todavía se informa sobre condiciones de trabajo similares a la esclavitud y trabajo forzoso. Eso es porque el racismo y otras formas insanas y violentas de relaciones humanas no han dejado de existir y a menudo no son desalentadas por individuos, organizaciones o políticos.

Por lo tanto, aprobar leyes para prohibir las armas nucleares es un paso importante, pero probablemente no es suficiente para acabar con esta amenaza a la salud pública. Educar a la gente, en todos los niveles de la sociedad, sobre la importancia de no hacer daño y practicar la no violencia es fundamental para construir un futuro donde la paz, no la guerra, sea el status quo.

Dados los inmensos retos que nuestra sociedad global está enfrentando hoy, especialmente en términos de salud, es momento de movilizarse por el desarme nuclear. Como Setsuko Thurlow, una hibakusha, dice en su carta al presidente Trump: “Cada segundo de cada día, las armas nucleares ponen en peligro a todos los que amamos y a todo lo que valoramos. ¿No es aún el momento del examen de conciencia, del pensamiento crítico y la acción positiva sobre las elecciones que hacemos por la supervivencia humana?”.

waging nonviolence
Artículo publicado originalmente en Waging Nonviolence. Traducción de Eduardo Pérez

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