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Análisis
Las cuatro causas de Aristóteles
De acuerdo con Aristóteles no podemos entender algo a menos que entendamos lo que lo causa, pero la “causa” para Aristóteles era un concepto complejo y multiestratificado. En el caso de la actual guerra entre Ucrania y Rusia, Aristóteles habría descrito la invasión rusa de Ucrania como la causa eficiente –el precipitante inmediato–, pero habría argumentado que una comprensión más exhaustiva del acontecimiento debe incluir la historia material de Europa; la forma dada a esa historia por la Segunda Guerra Mundial y sus dilatadas y persistentes consecuencias, que otorgaron a Estados Unidos el control efectivo del continente; y la dirección final o general de la historia que está en juego en el conflicto.
Quiero concentrarme aquí en la forma dada al conflicto por el papel preponderante desempeñado por Estados Unidos en la política europea. Me centraré en cinco cuestiones interrelacionadas entre sí: la relación general de Estados Unidos con Europa; el autogobierno europeo; la cuestión alemana; la cuestión rusa; y Eurasia.
El punto de partida para comprender el papel de Estados Unidos en Europa debe ser la Doctrina Monroe de 1823. Provocada por las revueltas latinoamericanas contra España, la doctrina pretendía impedir la intervención europea en el hemisferio occidental, pretensión reequilibrada, sin embargo, por la promesa, expresada en palabras del presidente Monroe, de “no interferir en los asuntos internos de ninguna potencia [europea]”, es decir, “considerar de facto a todo gobierno [europeo existente] como el gobierno legítimo a nuestros ojos”.
La doctrina se modificó en el siglo XX, primero por el rechazo de Woodrow Wilson a la política de equilibrio de poder y su apelación al “internacionalismo”, pero este cambio fue siempre unilateral. Estados Unidos conservó su “derecho”, basado en la Doctrina Monroe, a excluir la injerencia “extranjera” en el hemisferio occidental, pero asumió un nuevo derecho a interferir en cualquier otra parte del mundo, lo cual despejó el camino a la situación actual: Estados Unidos no sólo es preponderante en Europa a día de día, sino que esta preponderancia refleja un enorme desequilibrio global.
Estados Unidos ha sido fundamental para fomentar el desarrollo económico de Europa del Este, pero a costa de potenciar los grupos más rusófobos de la región, que históricamente se han situado en la derecha
En segundo lugar, el poder desproporcionado de Estados Unidos refleja las antiguas dificultades que ha tenido Europa para organizar sus propias relaciones. En efecto, los gobiernos europeos han sido infantilizados desde la Segunda Guerra Mundial. El ejemplo más evidente es el hecho de que el Comandante Supremo Aliado de la OTAN en Europa tenga que ser un general estadounidense. Los gobiernos europeos desconfían unos de otros, pero en lugar de resolver sus diferencias, se apoyan en Estados Unidos. También desde el punto de vista financiero, la seguridad europea está respaldada por la riqueza estadounidense a costa de la autonomía europea. La Declaración de la Cumbre de Bucarest de 2008 a tenor de la cual “la OTAN da la bienvenida a las aspiraciones euroatlánticas de Ucrania y Georgia”, se topó con la oposición de Francia y Alemania, pero fue en vano. Esto tiene enormes consecuencias para la crisis actual.
En tercer lugar, el poder estadounidense en Europa ha ocupado el lugar de la solución a largo plazo de la “cuestión alemana”. En virtud de su tamaño, su posición geográfica y su poder económico, Alemania debería desempeñar un papel destacado en la mediación entre el Este y el Oeste, es decir, entre Rusia y Europa Occidental, pero, en buena parte debido a la catástrofe del nazismo, se ha mostrado reacia a tenerlo, lo cual ha provocado un vacío, que Estados Unidos ha llenado de forma negativa mediante la perpetuación de la división entre Europa Occidental y Oriental, iniciada como una forma de colonialismo tras la Segunda Guerra Mundial. Sin duda, Estados Unidos ha sido fundamental para fomentar el desarrollo económico de Europa del Este, pero a costa de potenciar los grupos más rusófobos de la región, que históricamente se han situado en la derecha. El papel de Polonia en la organización de los “centros clandestinos de detención y tortura” de la CIA es un ejemplo de lo que quiero decir.
Opinión
El problema ruso
En cuarto lugar, las posibilidades de paz que la Unión Soviética ofreció tanto a Europa como a Estados Unidos en 1989-1990 durante el mandato de Gorbachov fueron de un tipo que se presenta muy raramente, tal vez ni siquiera una vez cada cien años. Gorbachov habló de ”nuestro hogar común europeo“. Sin embargo, bajo el liderazgo estadounidense, la respuesta de Occidente fue ampliar la OTAN, una alianza antirrusa tanto en sus orígenes como en la actualidad, e imponer el modelo de la terapia de choque a la economía rusa. Históricamente, Rusia siempre ha tenido elementos democráticos y estatistas. El papel preponderante de Estados Unidos fomentó el lado estatista de su política, que no era en absoluto inevitablemente dominante. Nadie puede decir realmente cómo se habría desarrollado la Rusia después de 1989 si no hubiera sido tratada con desdén y hostilidad, pero esas son las condiciones que produjeron a Putin.
En quinto lugar, el “internacionalismo” estadounidense, como demuestra su desproporcionado papel en Europa, tiene implicaciones globales, especialmente para Asia Oriental. A finales del siglo XIX y principios del XX, cuando la política exterior estadounidense empezó a pasar del equilibrio de poder implícito en la Doctrina Monroe a su grandioso y vago “internacionalismo”, pensadores como Halford Mackinder (1861-1947), posiblemente el geógrafo favorito de Theodore Roosevelt, empezaron a considerar el valor de mantener la península europea dividida de Rusia. Para Mackinder, esa división era preferible a formas de paz y cooperación que harían de Eurasia, el “corazón del mundo”, el centro de la geopolítica, lo cual reduciría el poder marítimo estadounidense a un papel secundario. De forma consciente o no, los pensadores estadounidenses se guiaron por esta idea no sólo en 1989, sino también en 1917 y 1945. En otras palabras, han tratado de mantener a Europa y a Rusia divididas, lo cual tiene implicaciones para las actuales relaciones de Estados Unidos no sólo con Rusia, sino también con China.
Para concluir, creo que no cabe duda de que Estados Unidos ha contribuido a la paz mundial, especialmente por el papel desempeñado en la derrota del fascismo alemán e italiano y del militarismo japonés, y por llenar el vacío creado en Europa tras la Segunda Guerra Mundial. Pero esta historia ha dejado la política mundial con un problema fundamental en su centro: el papel desproporcionado de Estados Unidos. Este problema no es meramente contingente, es estructural. Estados Unidos, que no tiene problemas de seguridad propios, lanza regularmente guerras en el exterior, como en Vietnam, Iraq o Afganistán, y fomenta procesos de militarización por delegación, como en Europa del Este y Ucrania, sin pagar ningún precio por ello y sin aprender nada en absoluto de sus errores. El resultado es la arrogancia. Esto tiene implicaciones inmediatas para el conflicto de Ucrania, porque los dirigentes estadounidenses tienen interés en que la guerra continúe. Como argumentó Aristóteles, no podemos entender ningún acontecimiento simplemente en su contexto inmediato, sino que necesitamos comprender las causas a largo plazo, tanto en el sentido de lo que provocó el acontecimiento como en el sentido de la ”causa final" a la que este sirve.
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