Alpinismo
Tania Plaza: “Veo más mujeres en la montaña, y solas, y eso me gusta porque antes no se veía tanto”

La asturiana Tania Plaza es la titular del Refugio del Meicín, Tuiza, en el Parque Natural de Las Ubiñas y La Mesa.
Refugio del Meicín - 4
Tania Plaza, refugiera del Meicín. Elena Plaza

Tania Plaza es presentada como la primer mujer titular de un refugio de montaña en el Estado español, pero a ella le gusta matizar lo de titular, porque las mujeres siempre trabajaron en los refugios. “Yo siempre digo que la primera que hubo aquí, en los años 60, fue Lecia, una paisana que cuando llegaban los de la Federación de Montaña y Escalada del Principado de Asturias (FEMPA) a hacer cursillos, ella venía para darles de comer y cuidarlos”, explica a modo de homenaje. Hablamos del Refugio del Meicín.

Esta langreana se despidió de su trabajo como camarera con 25 años para hacer lo que más le gustaba: marchar al monte. Dice que su idea era estar durante un año por los montes asturies, pero aquella primera semana paró en los Puertos de Güeria, en el entorno de las Ubiñas, donde estuvo nueve días después de los cuales bajó a Tuiza de Arriba. La suerte, o el destino, quiso que se cruzara con Gelito y, después de hablar un pedazo, el paisano le ofreció una cabaña: “Y aquí pasé veinte meses; fue entonces cuando salió la licitación de este refugio, una cosa llevó a la otra y aquí acabé”.

Le viene a la memoria que le dijeron los de Tuiza que “aquí no aguanta nadie; como no lo lleves tú… Claro, me vieron aquí arriba veinte meses en una cabaña sin luz ni agua, nada más con lo justo: una mesa, dos sillas, una litera, una cocinina de gas, un armario y una chimenea. Te das cuenta de que con tener para comer y calor es bastante”.

“Me gustaba mucho la travesía, coger la mochila y tirarme al monte dos o tres días y dormir en vivac. Nunca usé tienda: dormíamos en una cabaña abierta, una cuadra o donde pintara. Es lo que me gustó siempre. Luego empecé a hacer más alpinismo, invernales, y me prestaba mucho. Ahora no hago nada desde que llevo el refugio. Y si tengo tiempo libre bajo a portear a Tuiza o descanso”, explica Plaza.

Al igual que el ganado, sube para los puertos desde el 10 de mayo hasta cuando lo bajan, a finales de octubre, día arriba o día abajo, dependiendo del tiempo que haga. Para el invierno abren fines de semana y festivos, aunque reconoce que “cuando llega octubre ya estamos agotados. Normalmente para noviembre cerramos por la lluvia. Hasta que cae la primera nevada no tienes a nadie. Estar aquí para nada no tiene mucho sentido y así descansamos un poquitín. Pero si viene un mes bueno, estamos aquí. Para cerrar como tal no tenemos un mes en concreto”. Como si fueran vaqueiros de alzada (un grupo social identitario que hace la trashumancia dentro del contexto asturiano), Tania y Gummo, su compañero, bajan al pueblo xaldo (los vaqueiros se diferenciaban de los xaldos, el resto de la población, que no hacían trashumancia, resumiendo mucho la explicación).

Pero mientras se puede, la gente sigue yendo a comer su exitosa fabada o lo huevos fritos con patatas y picadillo, jamón o chorizo. “Todo lo compro en el pequeño comercio, no compramos nada en grandes superficies a menos que sea necesario, cosas que no haya en otro sitio. Pero yo compro las patatas en Campumanes, el picadillo y el chorizo también, luego el pan a Los Chatos en la Pola L.lena… Prefiero más dejar el dinero a un paisano que a una cadena. Y todo productos asturianos, y dar publicidad al concejo y al prerrománico que tiene L.lena”.

Yo digo que es verdad que debemos estar un poco giraos para aguantar tanto tiempo porque al final no es nada fácil

¿Cómo pasasteis la covid?
La pasamos aquí. Tenemos casa en Llangréu, pero en cuanto vimos lo que se avecinaba decidimos pasarlo aquí. La verdad es que fue un poco angustioso, tampoco podíamos salir a caminar ni nada, además de que venía mucho el GREIM de la Guardia Civil. Alguien nos denunció diciendo que estábamos haciendo montaña y yo estoy aquí empadronada. Vinieron a identificarnos. Luego pasamos 30 días de niebla, amanecía por la mañana y ya subía la niebla y quedábamos a ciegas el resto del día. Eso fue un poco estresante, la verdad. ¡Qué angustia! Al final la pasamos aquí encerrados. La envidia llegó hasta aquí arriba. Los policías de blancón [balcón], que decían abajo, también llegaron hasta aquí. A mí me prestó porque todos los días seguía colgando cosas en el Facebook o en Instagram: colgaba un vídeo de cómo estaba aquí, entonces muchísima gente empezó a seguirnos y agradecieron ver la montaña. Eso estuvo guay.

Los paisanos de Tuiza te decían que si no aguantabas tú, no aguantaba nadie. Y hablas del estrés que produce 30 días seguidos de niebla. Hay que ser de una madera especial para estar aquí.
Tiene que gustarte lo que haces porque al final esto no es un trabajo, es una forma de vida. Yo aquí estoy trabajando pero es mi casa: duermo aquí, como aquí, vivo aquí. Yo digo que es verdad que debemos estar un poco giraos para aguantar tanto tiempo porque al final no es nada fácil: si quieres algo, tienes que comprarlo a 25 kilómetros y subirlo con los caballos. Tengo la suerte de que Gummo está tan girao como yo y nos entendemos. Conlleva que la pareja que tengas ha de vivir aquí contigo. Si a él no le gustara esto no estaríamos juntos, probablemente. Él hizo un cambio de vida muy grande por estar aquí.

Refugio del Meicín - 2
Refugio del Meicín, con Peña Cerreos a la izquierda y Peña Ubiña la Grande tapada por la niebla. Elena Plaza


  ¿Y los días que no sube nadie?
Limpiamos, que hay mucho que limpiar o cambiar. Estamos siempre haciendo obra. Por ejemplo, montamos la barra en la entrada, que antes se cogía la bebida en la cocina. Pusimos placas solares. Si quieres mejorar siempre hay alguna obra que hacer.

Pero todo esto es por cuenta de tu bolsillo.
Sí, sí, todo nuestro, nadie nos da nada. A veces no cobro un duro porque lo que saco de vender vuelvo a invertirlo en el refugio. Hay días que cansa, pero al final compensa. Pasan los años y yo voy comprando un poco, un poco… Si marcho de aquí… tienen que hacer una inversión muy grande, que al final es mucho: estructuras, placas solares, generadores, baterías…

*

Dice que los inicios fueron duro porque no funcionaba nada. “Estaba regentado por la Federación de Montaña de Asturias, pero no era un refugio al que podías venir, comer y pasar el día. No tenían nada. Y yo cuando empecé aquí regalaba comida. Llegaba la gente y a lo mejor sacaba un cazuelo de carne guisada, unas fabes… Cuando veía un poco de movimiento sacaba el perolo de fabes y la gente comentaba: “Hostia, ¿das de comer?”. Y otro día subían a comer, y uno traía a otro y poco a poco… El boca a boca y las redes sociales, por supuesto, mover el Facebook e Instagram fue prioritario y vital”.

Mueves bien las redes sociales y todo el mundo conoce fuera de Asturias el refu del Meicín. Esto es una ventaja para el concejo, que se vende como Puerta de Asturias.
Pero es muy hipócrita que quieran dar publicidad al Parque de las Ubiñas, el ciclismo… cuando luego lo que está dejando dinero en el concejo es la montaña y, en concreto, el refugio porque este año está viniendo mucha gente de Almería, Barcelona, Cantabria, Bilbao… Gente que viene a conocernos, a comer, que nunca vieron las Ubiñas; vienen, hacen un pico, comen aquí pero se quedan abajo, en un hotel o donde sea. Hacen gasto abajo, van a comprar comida y pan, y a comer a no sé dónde, y esas son riquezas que estamos trayendo al concejo. Lo decía un paisano de Cantabria: “Lo triste es que la publicidad que tienen en este concejo seas tú porque yo, gracias a ti, conocí esto, y sin embargo nadie te ayuda”. A mí ya me da igual, a mí con que me dejen trabajar, me vale.

*

De lo que habla Tania Plaza es de que este refugio no depende de la FEMPA, sino del Ayuntamiento de L.lena, que no aporta nada. Ni les facilita ser un espacio cardioprotegido: por eso están haciendo una colecta comunitaria para conseguir el dinero con el que comprar un desfibrilador. Es decir, aportas dinero en un bote y te recogen los datos para hacer el agradecimiento en cuanto lo compren.

Eso quiere decir que lo haces bien, lo de mover las redes.
Cuando empecé con el refu, lo hacía un amigo, Andrés de la Torre, que trabaja con estas cosas. Al principio colgada una foto por la mañana, otra por la noche. De aquella, que te dieran 80 o 100 me gusta era la hostia. ¡Cuánta gente! Ahora tenemos una media de 2.000, que es una barbaridad. El cambio fue empezar a hacer vídeos, la gente quiere ver, quiere conocer, quiere saber qué hiciste hoy, si tuviste gente, si te pasó algo especial… y cada vez que hacemos un vídeo contando una historia vemos que se disparan los me gusta y la gente a la que llegamos. Te das cuenta de que si no estás en internet, no existes. Hubo que moverlo de alguna manera.

Cuando estuvimos cerrados desde noviembre hasta mayo, no quería dejar de publicar nada porque la gente te sigue y si dejas de publicar, cuando vuelvas a hacerlo pierdes gente. Entonces me dediqué a explicar la toponimia de los picos, que a mí me parece algo muy guapo, siempre me moló mogollón la toponimia y saber por qué un pico se llama de esa manera. No es porque se lo puso uno, sino que quiere decir algo del terreno. Fue algo que tuvo mucha aceptación, y luego van surgiendo cosas, como ‘visitas prestosas’. Lo de Salú, amor y montaña fue algo que en el confinamiento me salió: que nunca nos falte. Y la gente lo tomó como algo propio, del refu: de hecho la gente empieza a saludar así, y me presta. Y lo patenté y todo, porque se me fue de las manos.

Hay 58 dosmiles, pero yo todos no los hice, como las agujas de escalar. Y también tienes que ser enfermera… ¡tienes que saber de todo!

E hiciste camisetas.
Las hice porque teníamos que cerrar y yo seguía pagando todos los recibos, soy autónoma. Son de vestir y puse lo Salú, amor y montaña. Mandamos camisetas a California, a Texas… y al resto de España ¡Impresionante! Fue increíble la cantidad de gente; y todos los días a Correos a mandar unos paquetazos para gente que nos seguía por las redes sociales. Venderíamos 300 o 400 camisetas en nada. Y como tenemos desde la talla XXL a la de dos años, familias enteras. Eso mola. Puse tres euros de recargo para la Cocina Económica: al final del verano, recuento y donaremos todo el dinero y lo pondremos en las redes porque después del covid queríamos hacer algo así, social.

Oye, seremos muy de redes sociales, pero luego la gente no saluda en el monte (ni en ningún lado).
Gummo dice: “O es sordo o mal educado”. Lo normal era la cultura montañera de encontrar a alguien y saludar: “¿Cómo está para arriba?”. Intercambiabas un poco de información. Y ahora te miran como raro, como ¡meca, me habló!

Y ya van once años que viniste para acá, de los que llevas ocho como guardesa.
Nunca me planteé tener un refugio de montaña ni ser guarda. Los refugios eran de la Federación (incluso este, hasta que se acabó la concesión) y era algo tan cerrado… De hecho, mi familia me decía: “Pues mira qué bien te iba a venir a ti llevar el refugio ése, que está donde vives”. Pero tienes que aprender muchas cosas, porque a mí me gustaba cocinar, pero para cocinar para 40 personas yo no sabía calcular… Y tienes que hacer de todo, tienes que guiar a la gente, explicarles las rutas, tienes que conocer el Parque (de las Ubiñas y la Mesa) para dar la mejor información que puedas. Lo bueno fue que en los veinte meses que viví en la cabaña todos los días salía a caminar. Después de subir todas las cimas, las rodeaba… Vas conociendo mejor. Hay 58 dosmiles, pero yo todos no los hice, como las agujas de escalar. Y también tienes que ser enfermera… ¡tienes que saber de todo! Y Gummo lleva el mantenimiento. Si esperas que suba aquí un fontanero… ya puedes esperar. ¡Y págalo! (Risas).

Refugio del Meicín - 1
Colada. Elena Plaza


  Supongo que cuando llegó Gummo se te hizo más sencillo al tener compañía. ¿Cómo lo llevabas antes de eso?
Yo llegué en 2013 y Gummo en 2016. Tuve gente currando conmigo, no estaba sola del todo, salvo el primer año. Cuando tenía mucha gente para cenar acababa reventada, porque había que hacer la cena, servir, recoger, fregar, preparar los desayunos… Esas jornadas tan largas las hacía antes, ahora ya no puedo, no aguanto. Cambia porque si te pasa algo y estás aquí sola… ¿cómo lo soluciono? Yo lo apañaba. Cuando llegó, Gummo echaba la manos a la cabeza: “Pero ¿cómo tienes esto así?”. “Bueno, yo lo apañé”. “Ya, apañado está, pero no puedes tener esto de esta manera”. Y el pobre cuando vino para acá se pegó una pechada de la hostia trabajando.

La masificación de Ubiña fue momentánea, por un año. Ahora mismo puedes tener un día con gente está muy tranquilo. Fue impactante

Y lo subís todo en porteo.
Todo, con cuatro caballos, y es Gummo el que se encarga, organiza la mercancía. Yo hago la lista de la compra y este año por primera vez llamamos al helicóptero, porque nos sale muy caro pero apañamos con otras dos personas. A los Picos de Europa se les paga unos viajes por el Gobierno del Principado y aquí no. Porteamos cuatro días a la semana de normal con los cuatro caballos para todo lo que se vaya consumiendo. Por eso lo de las reservas es importante, para calcular. Ahora ya lo tengo todo organizado y lo bueno es que, al comprar al pequeño comercio, tengo el teléfono, que funciona con satélite.

Cuáles son las época de más trabajo, porque el turismo es más estacional pero la actividad de montaña es también invernal.
Este refugio siempre fue para invernales. Viene mucha gente de Portugal. Sin embargo, este último año y el pasado fueron el verano totalmente. El verano pasado, en Asturias en general, hubo un boom del turismo y este año está bastante más flojo; pero en comidas y todo eso se vende mucho más en verano. El año pasado era de lunes a domingo, fue flipante. Viene muchísima gente que no es montañera, familias con neños, porque llegas aquí y dejas a los guajes por ahí corriendo, ¡y arreando!

Y con tanta gente por aquí…
La gente se portó. Lo que menos entienden es lo de la basura. Hay que bajarla a Tuiza, aquí no hay contenedores, no llega el camión de la basura. Yo tengo que bajarla a mochila o a caballo. También pensé que iba a haber más rescates, porque las Ubiñas es un lugar con muchos rescates. La gente es más de venir a tomar el vermú, unas cervezas, comer y para abajo. A veces los ves bufando echados en un prao… (risas). Pienso que la gente descubrió sitios que no conocía y que estaban al lado de casa. No tenemos que salir fuera para conocer una montaña de la hostia o para descubrir un chigrín (un bar de los de siempre). Creo que dejó mucha riqueza en el pequeño comercio y en los negocios familiares. Pero según viene, marcha; son modas. El año pasado estaba de moda venir a comer al Meicín y este año repetirá quien quiera y quien no nunca más va a volver. La masificación de Ubiña fue momentánea, por un año. Ahora mismo puedes tener un día con gente está muy tranquilo. Fue impactante. Estaba bien temprano preparando los desayunos y ya empezaba a llegar gente, y cafés y cafés, y gente. Después cañas y cañas… desde las diez de la mañana hasta las ocho de la tarde sin despegarse del cañero. Y el camino del prao marcado, que nunca estuvo marcado de tanto caminar.

Lo guapo sería que después la gente se animara a salir al monte.
Preguntaban mucho y este año puse un cartel ahí con respuestas a preguntas frecuentes. Yo creo que nos falta cultura montañera: saber cómo funciona la montaña, que tienes que llevar al monte una mochilina con algo de comida, agua y abrigo siempre. Para lo que esperábamos no hubo accidentes ni nada.

Como refugieros también tenéis una formación.
Sí, hacemos una formación y tenemos que saber los protocolos del helicóptero y demás, porque si hay un accidente tienes que movilizar a toda la gente: primero es que te recojan todo lo que pueda volar, quitar ropa, mesas, sillas, uno y otro. Eso no me cuesta, enseguida “Tú, tú, tú, ¡a recoger!”. Y luego estar atenta a lo que te diga el piloto, el médico o quien toque. La Federación sí que nos paga un curso en La Morgal con el 112 a todos los refugios. Es vital para estar aquí arriba. Y de hecho queremos hacer uno más especial de cardio y pertenecer a la red de cardioprotección de Asturies. Puse el bote ése y comenzó todo, porque se lo comenté a un paisano de Sotiel.lo, Leandro, que vive en Cataluña y viene todos los años con la familia aquí a dormir un día. Y me dio los cinco primeros euros, y uno que estaba escuchando al lado puso otros. Y así comenzó un montón de gente aportando. Les recojo los datos para hacer un listado.

Cuando estás aquí muchos meses de seguido, la cabeza da muchas vueltas y hace falta tener estímulos de fuera. Aquí no deja de ser una monotonía, todos los días lo mismo

Lo que tendrás es bien de anécdotas.
Lo peor de los rescates es no saber luego si esa persona está bien o está mal. Un rescate bastante duro fue de una moza polaca que estaba haciendo un corredor invernal y se despeñó. Estuvo muy malina, con muerte cerebral, y al final la desenchufaron. Fue bastante duro porque nosotros estábamos aquí, el helicóptero no podía, se tuvo que posar el bombero, hacer una base, poner la camilla para transportarla… Tenían reserva aquí para comer les fabes y cuando bajó el compañero a decirme que era la chavala que iba con él… Y cuando la gente que te toca de cerca, lo paso muy mal. La primera persona que perdí en la montaña fue un amigo bastante íntimo, se mató en Picos (de Europa). Luego hay gente que te llama al refugio y te dice: “Oye, estoy perdido” o “Estoy aquí mangao, que ni para arriba ni para abajo, pero no avises a nadie”. ¿Entonces para qué me llamas? Yo en el momento en que tú llamas para decirme que estás mangao en una pared o que estás perdido, tengo que dar aviso, porque si te pasa algo ¡la responsabilidad es mía!

También tuve la suerte de ver osos, y lobos, y los sentí aullar mucho. Tuvimos una temporada un lobo que estaba solo por aquí. Cada vez que se despeñaba algo, él bajaba a comer y yo a hacerles vídeos y fotos. Cuando ves un animal así avisas a los guardas del Parque y les das la información que tengas. Me decía el guarda que ese lobo me tenía más controlada a mí que yo a él.

Refugio del Meicín - 3
Tania Plaza y Gummo. Elena Plaza


  Y cuál es la sensación cuando bajas a la civilización después de estar aquí una temporada larga.
Cuando llevo mucho aquí, me pongo nerviosa abajo. Bajo y estoy como intranquila, me da la sensación de que no sé ni caminar por la calle. En invierno vivo abajo, en una casa a tomar por saco de la civilización. Y sí que me estreso mucho, como que no estoy tranquila, es una angustia, pero también es necesario bajar porque cuando estás aquí muchos meses de seguido, la cabeza da muchas vueltas y hace falta tener estímulos de fuera. Aquí no deja de ser una monotonía, todos los días lo mismo. Al final necesitas esparcer. Aquí intimidad cero, tengo mi cuarto y un baño, pero luego lo comparto todo, me levanto a tomar un café y estoy en el trabajo, y hay momentos en que se necesita intimidad.

Empezábamos hablando de que eres la primer mujer… ¿Cómo lo vives como jefa?
Ahora bien, pero al principio los paisanos si tenían que preguntar a alguien iban directamente a Gummo o a quien tuviera conmigo, paisanos trabajando para mí, e iban a preguntarles a ellos. Y cuando comenzó Gummo me hacía gracia porque decía él: “Vienen a preguntarme a mí y yo no tengo ni idea”. No conocía esto todavía de aquélla, ahora lo conoce muy bien. O llegaban y te decían: “Oye, ¿tú sabrás cómo se sube a Ubiña?”. ¡Home, pero bueno! Alguna vez subí… Ahora va cambiando, pero ante todo van a preguntar siempre a él.

¿Y va cambiando porque saben que tu eres la guardesa o por mentalidad?
No, yo creo que porque saben que soy la guarda. Lo que presta es que vas viendo más mujeres en la montaña, y solas, y eso me gusta porque antes no se veía tanto. Ver a una mujer sola o que viniera aquí a quedarse sola no era muy común. Yo cuando empecé a salir iba con tíos, de vez en cuando alguna amiga. Cuando estaba aquí sola no paraban de decirme: “¿No tienes miedo de estar allí sola?”. ¿Miedo a qué? ¿Al lobo? ¿Al oso? No, tú estás preguntándome si tengo miedo a que venga un tío y me haga algo. Y eso es lo que te están preguntando: “¿Tú tienes miedo a que venga un paisano y te haga algo?”. Pues no, pero si te lo dicen mucho, al final acabas teniéndolo. Pero seguramente si estuviera Gummo aquí solo no le iban a preguntar eso: “¿No tienes miedo de estar allí arriba solo y que venga una mujer y te haga algo?”. Si yo fuera un paisano, la cosa iba a ser distinta.

Estás en monte pero haces menos monte.
Antes era ocio. Ahora si tienes ocio va para casa o a comprar. Montaña cero, y a veces acabas tan cansada que ninguno de los hacemos nada, salvo el camino del porteo. Y si tengo un rato prefiero ir a echar la siesta porque estoy mayada. A mí un paisano, Lin, me decía que “el puertu faite vagu, quies más tar na camera que dir a caminar”. Y sí, es verdad, a veces tienes que obligarte. Cuando es por hobby, va, venga, voy para la montaña, pero cuando estás aquí…

Nortes
Entrevista publicada originalmente en asturiano en Nortes.me: “Presta que vas viendo más muyeres na montaña, y soles, y eso gústame porque enantes nun se vía tanto”.

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JordiRigau
7/10/2021 19:09

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