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Opinión
El dinero de Ferrovial no tiene alma ni bandera
Por dinero se vende hasta el alma. El sucio, el ruin metal, no para de envenenar las relaciones humanas, subordinando al interés supremo de las ganancias, en forma de dividendos, absolutamente a cualquier ideal, cualquier principio de cohesión social, cualquier sentimiento humano. Aún hay quienes defienden el Capitalismo, como si de un nuevo maná se tratara, cuando realmente lleva miles de años intoxicando todo lo que es radicalmente humano, acumulando mediante el robo más descarado riquezas infinitas. Un invento este del dinero, que más de una persona piensa hayan traído al planeta tierra seres extraterrestres. Y ahora en este planeta tierra globalizado, se ha convertido en inmaterial, constreñido a transacciones digitales de secuencias de 1 y 0 en diálogo permanente con ordenadores en todo el orbe conocido. Y además permitiendo inventarse grandes fortunas sin rubor alguno. Cuanto más se predica de transparencia mayor opacidad existe.
La lacónica noticia dice así: "La Junta de Accionistas de Ferrovial, contó con un quorum del 77,6% de accionistas presentes y representados, aprobó por mayoría suficiente el punto décimo del orden del día, el que se refiere al proyecto de fusión por absorción de la matriz española Ferrovial SA por la filial en Países Bajos, Ferrovial International SE (FISE)”. Y parece que quien cubre la noticia no refleja que este acuerdo convierte automáticamente a Ferrovial SA en una empresa “extranjera” pasando su sede fiscal (que es donde se pagan los impuestos) de Madrid a Ámsterdam. Y las gentes de esta “patria” llamada España, se quedan atónitos ante este “robo” patrimonial que sufre el conjunto de la sociedad. Quienes defienden el Capitalismo insisten en que lo privado puede hacer lo que crea conveniente, porque para eso hay libertad. ¿Una libertad que sólo el dinero proporciona? En el mundo real solo vive dignamente quien puede permitírselo y para ello, aunque se pretenda vivir modestísimamente es imprescindible el maligno “argent”, la “plata”, el “parné”, los “cuartos”, la “pasta” o la “guita”. El dinero es consustancial con el Capitalismo y mientras esté ligado a este, intrínsecamente maléfico, sistema económico nunca podrá realizar la única función social posible: ser un “intercambiador” de la energía humana que desarrolla actividad socialmente necesaria.
Y el colmo de este entramado es que detrás —o al frente del mismo— se encuentran fieles cristianos de “alto standing”, que les trae al pairo que ese “paraíso neoliberal capitalista” está condenado nada más y nada menos que por su iglesia católica. Así de clara es la advertencia de Pablo VI, en su Octogesima Adveniens en la que dice: “Tampoco apoya el cristiano la ideología liberal, que cree exaltar la libertad individual sustrayéndola a toda limitación, estimulándola con la búsqueda exclusiva del interés y del poder, y considerando las solidaridades sociales como consecuencias más o menos automáticas de iniciativas individuales y no ya como fin y motivo primario del valor de la organización social”. Y es que no se enteran y por ello no puede extrañar que mucho “neoliberal” se apunte a todos los ritos y ceremonias litúrgicas de la Iglesia católica. Porque como escrito está: No se puede servir a dos señores. ¿Excomulgará la Iglesia a Rafael del Pino, presidente de Ferrovial? D. Rafael —anacronías del nombre que significa “salud de dios”— justificó el traslado de sede porque “se enmarca en la libertad de establecimiento que nutre la esencia misma de la Unión Europea”. Y no estaría mal traído esto de la UE siempre que todos los impuestos dentro de ella fueran idénticos y el reparto de los fondos fuera equitativo, que ni lo uno ni lo otro son. Ya que de serlo daría igual pagar por ejemplo el IVA, en La Línea, Algeciras, Ámsterdam o Berlín… Pero eso sería una Unión Europea, esencialmente de los pueblos y no la de los Capitalistas que es la que existe. Tomen nota los políticos de este país y a Ferrovial (o quien siga su estela, que las habrá) “ni agua”. Aunque como dirá D. Rafael “Que me quiten lo bailado”, pues esta quinta fortuna de España con un patrimonio que ronda los 3000 millones de euros, dirige una empresa que ya se ha llevado más de 9000 millones en contratos sólo del Ministerio de Fomento en estos 30 últimos años.
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Todo este tipo de empresas gigantescas tienen poderosos lobbies, conseguidores, corruptores, sobornadores, amén de abogados y expertos financieros o fiscales para aburrir.
Y, por si eso fuera poco poder el que tienen esa clase de empresas, resulta que estamos en la Europa del capital, de los chanchullos, de las leyes del embudo (a favor, claro, de estas empresas), etc., etc., etc.
Vamos, que los jefes, dueños, accionistas gordos de Ferrovial tienen que estar preocupadísimos con las jaculatorias (falsas de sujetos falsos y lame-almorranas como los Pedro Sánchez de la vida, por ejemplo) de que van a ser excomulgados del Pseudoestado y blablablá.
¡Qué risa!