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Feminismos
8M en el año de la pandemia
Desde esa fecha, hemos ido viviendo el día a día de esta enfermedad, aprendiendo, escuchando, observando, sufriendo, trabajando, muriendo, obedeciendo… pero, sobre todo, soportando la negligente y miserable clase política que hemos tenido que padecer, al demostrar su manifiesta incapacidad, su intento de crispación de la vida pública y el egoísmo partidista por querer ocupar el poder, ya sea desde el gobierno, ya sea desde la oposición, politizando la pandemia, olvidándose del sufrimiento de la población, jugando a su política partidaria y circense que a nadie interesa pero que a la mayoría de la población perjudica.
Miles y miles de muertos; miles de personas mayores directamente desahuciadas de la vida y abandonadas a la soledad, la segregación y asunción de su muerte; millones de personas que han perdido el trabajo; una juventud absorta ante su impotencia por un futuro posible; la totalidad de la población afectada por el miedo y la salud mental; una emergencia sanitaria sumada a la económica de la que todavía no alcanzamos a imaginar sus consecuencias… Este es el panorama dramático por el estamos pasando en este año de pandemia.
Los efectos de la pandemia se han dejado sentir de forma contundente en la clase trabajadora, especialmente entre los sectores más vulnerables y precarizados y de forma absolutamente descarnada con las mujeres, viendo aumentar las discriminaciones, desigualdades, brecha salarial y brecha en las pensiones por motivos de género.
En este cuadro dantesco y calamitoso, no exageramos si identificamos a las mujeres como las que han sufrido más directamente los efectos de la pandemia. Las mujeres hemos sido las mayores víctimas en este año, sobre todo, porque se nos ha señalado con inquina como culpables de este desastre sanitario y económico. ¡Qué casualidad! ¡Las mujeres, otra vez las malas de la película! Igual que se hizo el pasado año, se sigue criminalizando el movimiento feminista, el 8M y con ello a las mujeres como principales transmisoras del contagio de la pandemia.
Sin duda, el sufrimiento ha sido generalizado, pero si además eres mujer, trabajadora, precaria, migrante, cuidadora y libre para elegir tu identidad sexual y personal… el resultado es que hemos retrocedido en la lucha por la igualdad, los derechos y la libertad. La pandemia solo ha venido a ratificar e incrementar la desigualdad galopante que sigue regulando los derechos civiles y relaciones laborales de hombres y mujeres.
Para argumentar esto que decimos, tan solo reseñar algunos datos esclarecedores y contundentes, como se recogen en los materiales e informes editados por la CGT con motivo de este 8M de 2021 y que se pueden consultar en sus webs1 .
Algunos datos contundentes:
+ La tasa de paro que señala la última Encuesta de población Activa (EPA) de 2020, creció un 17,2% con respecto al 4º trimestre del año anterior, hasta alcanzar una tasa de masculina del 14,17% frente a una tasa femenina del 18,33%.
+ La crisis por pandemia deja casi 2 millones de mujeres paradas (trescientas mil mujeres más que en el cuarto trimestre de 2019).
+ La mayor tasa de temporalidad y la mayoría del trabajo a tiempo parcial (las tres cuartas partes) son trabajos desempeñados por mujeres. El 26,6% de las mujeres asalariadas tienen un contrato temporal (4% más que los hombres). Mientras que el 6,8% de los contratos de los hombres es a tiempo parcial, el de las mujeres llega al 23,46%.
+ Sólo el 20% de las mujeres dice tener un contrato parcial para poder conciliar los trabajos de cuidados y un 52% reconoce tener ese contrato de forma involuntaria. No olvidemos que los contratos parciales son el mecanismo para contratar más barato y no pagar horas extras (el 47% de las horas extras no se pagan). Según datos de la EPA, las mujeres hicieron 1343 horas extras a la semana pagadas y 1216 horas sin pagar.
+ La brecha salarial (medida como salario bruto anual), ha aumentado hasta el 28,6%, constatándose que se incrementa a medida que aumenta la edad de las personas.
+ En 2019, como consecuencia de la precariedad y el techo de cristal, el 38,8% del total de mujeres asalariadas (3,4 millones) no llegaron al Salario Mínimo Interprofesional (SMI).
+ No hay ni un solo sector en que las mujeres ganen más o lo mismo que los hombres (la ganancia media de los hombres se sitúa en 26.391,84 euros y la de las mujeres, en 20.607,85€).
+ A la vista de los datos de trabajadoras pobres de Eurostat, el 7% de las mujeres con contrato indefinido y el 23% de las asalariadas con contrato temporal viven por debajo del umbral de pobreza y en riesgo de exclusión social ya que su salario es de miseria.
+ Como consecuencia de la brecha salarial que podemos cifrar superior al 28%, la brecha de género en las pensiones públicas se estipula superior al 37%.
+ Ninguna de las pensiones medias cobradas por las mujeres alcanza el Salario Mínimo Interprofesional (950 euros). Las pensiones medias percibidas por las mujeres se sitúan en 825,48 euros, lo que supone un desfase del 54,66% con las pensiones medias que cobran los hombres. Además, según un informe del IMSERSO, el 64,73% de las pensiones no contributivas las perciben mujeres, con una cuantía media de 393,54 euros.
Los motivos que explican estos datos son también muy elocuentes:
+ La feminización de los sectores más precarios y más dañados durante los últimos meses (turismo, restauración, comercio y especialmente en el sector de empleadas del hogar y cuidados).
+ Las consecuencias del teletrabajo que ha traído la pandemia, el incremento de cuidados, del trabajo doméstico y de crianza, la pérdida de empleo... han sido asumidas por las mujeres dando lugar a una creciente brecha entre hombre y mujeres.
+ La brecha salarial en pensiones está en función de los años cotizados y los salarios percibidos y las mujeres, durante su vida laboral, han tenido salarios más bajos y han cotizado menos años, existiendo además un claro sesgo de segregación profesional de manera que los trabajos feminizados son los más precarios, los más invisibles, los peor remunerados, los más eventuales y temporales.
+ Las mujeres somos las primeras en ser despedidas, en pasar a situación de ERTE, las que más tiempo pasamos en el desempleo, lo que se traduce en que la media de la prestación contributiva es significativamente menor que la de los hombres.
+ Las mujeres sufren trayectorias laborales más cortas, con menos años de cotización y además con una mayor precariedad, por tanto, con unas bases de cotización mucho más bajas. La maternidad suele ser un tiempo de ruptura con la carrera profesional y el parón en los años de cotización provoca que haya esta enorme brecha por género.
+ A las mujeres, el sistema patriarcal les asigna el desempeño de trabajos como la crianza, el trabajo doméstico, el trabajo de cuidados que directamente son no remunerados, por lo tanto, no cotizan y en consecuencia no generan derecho a pensión contributiva. Esto supone un gran ahorro para el estado y garantiza el funcionamiento del sistema a costa de la explotación de las mujeres
+ Para colmo de males, la actual pandemia ha venido precisamente a profundizar el drama de la desigualdad, de injusticia social y marginación que sufren las mujeres. Con la pandemia, el paro, los trabajos parciales de las mujeres ha aumentado con respecto al de los hombres.
+ Con la precariedad actual, con la volatilidad de los contratos parciales, eventuales, inestabilidad, etc., que viven las mujeres, sus futuras pensiones tampoco se verían beneficiadas por los previsibles planes de empresa privados que contemplan las recomendaciones del Pacto de Toledo.
+ En el Pacto de Toledo ni se mencionan las mujeres del mundo rural, ni las jóvenes, ni las dependientes, ni con diversidad funcional, ni las que trabajan sin contratos en cuidados, ni las viudas o huérfanas, ni las mujeres migrantes...
+ El aumento de 15 a 25 años, incluso a los 35 años que tienen previsto plantear en la próxima ley de reforma de las pensiones, para calcular el computo de la futura pensión, sin duda, perjudicará directamente a las mujeres dada las enormes dificultades que tienen actualmente para incorporarse al mundo del trabajo o continuar en el mismo de manera estable. Si, además se aumenta el numero de años para tener derecho a una pensión publica, esa medida está provocando una menor pensión o simplemente será una no contributiva.
+ Las recomendaciones del Pacto de Toledo no contemplan ninguna mejora para reducir esta brecha de género a pesar de que más de la mitad de las personas pensionistas, prácticamente unos 5 millones, son mujeres.
+ Por el contrario, la recomendación número 17 del Pacto de Toledo está dedicada a las mujeres pero solo para denigrarlas una vez más al asignarles el papel de meras cuidadoras.
Las soluciones pasan por:
+ La equiparación salarial entre hombres y mujeres, por el reparto del trabajo de cuidados y doméstico.
+ Liberar a las mujeres de su mero papel de cuidadoras e incentivar su incorporación activa al mundo laboral en igualdad de oportunidades con el hombre.
+ Reconocer los trabajos domésticos, de crianza y de cuidados, remunerarlos y así garantizar la independencia económica de las mujeres.
+ Eliminar los contratos a tiempo parcial y contratos precarios, mayoritariamente asumidos por las mujeres al tener que compatibilizarlos con la crianza y el trabajo de cuidados de personas dependientes.
+ Aumentar el Salario Mínimo y la pensión mínima hasta 1.084 euros como indica la Carta Social Europea.
+ Integrar a las empleadas del hogar en el Régimen General de la Seguridad Social para que, además de adquirir el derecho al desempleo, logren una mayor pensión en el futuro.
+ Reducir la jornada laboral y garantizar la escolarización desde los 0 años, además de la equiparación para que los hombres asuman la mitad del trabajo de cuidados.
Para concluir
No es casualidad que se siga identificando el feminismo y las movilizaciones del 8M como agentes principales del contagio y expansión de la pandemia porque el objetivo es atacar la lucha histórica de la mujer por su emancipación total, ya sea desde el supremacismo machista, el negacionismo de la violencia contra las mujeres, desde la alianza del capitalismo y patriarcado, y ahora desde la instrumentalización de la pandemia.
Las mujeres hemos sufrido en primera persona, en primera fila, las consecuencias de la pandemia. Es inimaginable que en este modelo social, el patriarcado y el capitalismo permitieran otra cosa.
Pues es mentira, es falso, es una fake news más de las muchas que el patriarcado se inventa para no perder sus privilegios. Las mujeres no somos portadoras de muerte ni de odio, pero no nos extraña, no nos coge de sorpresa esta criminalización a la que se nos ha sometido en este año de pandemia.
En cualquier caso, si advertimos, que las mujeres tenemos desarrollada la capacidad de resistencia y de lucha. Llevamos siglos reivindicando la igualdad, reivindicando una revolución que nos saque del patriarcado y de una sociedad de explotación capitalista.
Este 8M de 2021, el año de la pandemia, las mujeres vamos a reflexionar una vez más en voz alta sobre las circunstancias de la vida que tenemos y lo vamos a hacer sin demagogias, sin populismo, sin sentirnos culpables pero con convicción, con energía y rebeldía porque la lucha de las mujeres, la lucha feminista, anarcofeminista, ecofeminista es imparable, es inteligente, constructiva, inclusiva, mira de tú a tú al futuro, un futuro de igualdad, justicia social y libertad en el que tenemos cabida toda la humanidad.
Desde la responsabilidad y garantizando la seguridad de las personas, vamos a seguir ocupando la calle, el espacio público, para dar a conocer nuestras reivindicaciones, haciendo uso de nuestros derechos civiles y libertades. Prohibir las movilizaciones de mujeres este 8M de 2021 es un síntoma más de la discriminación y estigmatización a la que se sigue sometiendo al feminismo.
La llama de la rebeldía feminista ha prendido de manera imparable y la pandemia, utilizada de forma perversa por el patriarcado, no va a apagarla.
1 https://cgt.org.es/panel/mujer-trabajadora-en-tiempos-de-covid/
http://rojoynegro.info/ https://cgt.org.es http://rojoynegrotv.org/
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