Alemania
Sal de Alemania, Joseph

La sociedad civil alemana respondía este sábado a la extrema derecha con una masiva movilización. La polarización de la sociedad lleva a no pocas personas a plantearse la posibilidad de emigrar... tanto a la izquierda como a la derecha del arco político.

No Pasarán -Berlín 13 octubre 2018
Pancarta con el lema No Pasarán en la manifestación antirracista de Berlín, el 13 octubre 2018. Carmela Negrete
16 oct 2018 06:14

Una manifestación masiva a la que acudieron cientos de miles de alemanes por una “sociedad abierta” y contra el racismo y la exclusión social de todo tipo, también la económica, era la respuesta de buena parte de la sociedad civil alemana que ve en peligro los valores demócraticos. Las manifestaciones de la extrema derecha, los ataques xenófobos y el ascenso del populismo de derechas han creado una brecha ante la cual no pocos alemanes se plantean abandonar el país.

“Quien no ama a Alemania, debe abandonar Alemania”. Éste es uno de los lemas coreados más en las manifestaciones de la extrema derecha alemana. ¿Y al contrario? ¿Aman a su patria los alemanes que se marchan a vivir a otros países? Según una encuesta publicada la semana pasada por YouGov a más de la mitad de los alemanes, a un 55%, les gustaría vivir un tiempo o definitivamente en el extranjero. Menos estrés, un mejor clima o una mayor calidad de vida serían los motivos. Pero también “una situación de mayor estabilidad política”.

Unas 30.000 personas de media se marcharon en los últimos años en dirección a Turquía. En muchos casos se trataba de hijos de turcos en segunda o tercera generación

La columnista kurda Mely Kiyak, de forma medio medio irónica, medio en serio escribía en su columna de la web del teatro berlinés Gorki una cuestión: “¿Nos deportarán en autobús?”. Es una sátira, en la que se pregunta si esta vez los nazis usarán el autobús porque el tren en los últimos tiempos siempre se retrasa. El servicio del Deutsche Bahn ya no es lo que era. Entretanto se pregunta: “Da igual dónde esté. (…) Todos se preguntan si el final está cercano. ¿Hay que irse? ¿Cuándo?” Para Kiyak las personas son como los pájaros que sienten el cambio del tiempo cuando va a llegar una tormenta y se preparan para ello.

La pregunta de si marcharse, en este caso, se refiere a la comunidad turca. Y no es gratuita: el saldo migratorio con este país es negativo. Unas 30.000 personas de media se marcharon en los últimos años en dirección a Turquía. En muchos casos se trataba de hijos de turcos en segunda o tercera generación, con pasaporte alemán, que no se sienten alemanes o que creen que en Turquía podrían tener mejores oportunidades.

TODO LISTO PARA EMIGRAR

No es un tema del que se hable en público, por lo que nuestros entrevistados prefieren permanecer en el anonimato. Pero, ¿qué haría usted si el partido ultranacionalista Alternativa para Alemania llegase al poder? Joel H. ya tiene todo listo en Latinoamérica. Su salario de profesor de universidad le permite pagar su alquiler en Alemania y un minúsculo piso en la ciudad argentina de Rosario.

“Ya tengo el pasaporte, el permiso de trabajo y el certificado de antecedentes penales”. Joel cree que, si los ultras llegan a gobernar el país, no estará seguro por sus relaciones con la izquierda, a pesar de que él mismo no milita en ningún partido o sindicato. “Lo pago con mi hermano, que vive en Austria y se vendría conmigo”. Asegura que en Viena el clima ha cambiado sobremanera desde que la derecha populista llegase al gobierno. “¿Crees que si llega un momento así te van a dar los papeles en el mismo día?”, pregunta.

Un parlamentario de Die Linke preguntado es menos alarmista, pero asegura haber pensado sobre la posibilidad de tener que exiliarse por motivos políticos “si la situación continúa empeorándose, con la Alternativa para Alemania ya como tercera fuerza en el parlamento”. ¿Dónde se marcharía? “Seguramente me iría a Rusia o algún país del este de Europa”, explica. Sin embargo cree que hablar de este tema en público podría tener efectos contraproducentes.

JUDÍOS EN LA ALTERNATIVA POR ALEMANIA

La comunidad judía asegura desde hace meses sentirse más insegura en Alemania por el aumento del antisemitismo. En Chemnitz, después de los disturbios xenófobos que tuvieron lugar en septiembre, hubo un ataque contra un restaurante judío. Hablamos con un rabino que no quiere dar a conocer su nombre: “Desde hace años hago bromas con que la AfD llegará al poder, pero ahora lo pienso en serio.” Es por ello que asegura pensar la posibilidad de marcharse del país “Tal vez me iría a los EE UU”, explica.

A pesar de que asegura no estar de acuerdo con la política inmigratoria de Trump, cree que estaría mas seguro debido a su religión por la existencia de un movimiento bien organizado a la izquierda en el país norteamericano. “Si la CDU de Merkel entrase en coalición con la Alternativa para Alemania, el clima político cambiaría mucho”, teme.

La Alternativa para Alemania constituyó la semana pasada un grupo de judíos dentro del partido. La justificación para unirse al partido de los, hasta ahora, 19 miembros de la comunidad judía sería la posición en contra de la inmigración musulmana. Un movimiento que buena parte de la comunidad judía ha recibido como una estrategia puramente propagandística. El domingo 7 de octubre, de hecho, hubo una concentración de judíos en contra del partido en Fráncfort.

La AfD ha sido criticada en varias ocasiones por los comentarios de figuras relevantes como el presidente de la formación en Turingia, Björn Höcke, que habló del monumento al holocausto en Berlín como un “monumento de la vergüenza” y ha animado a los alemanes una y otra vez a abandonar “el sentimiento de culpa”. El líder de la AfD Alexander Gauland habló de la era nazi como “una cagada de pájaro en la historia” y ha sido criticado esta misma semana por un artículo que publicó el Frankfurter Allgemeine Zeitung que recuerda a la retórica nazi, en concreto a un discurso de Hitler en 1933. A pesar de que Gauland ha negado haber reproducido el discurso, el parecido es indudable.

Hitler hablaba de “un pequeño clan, desarraigado e internacional” que “está en todas partes en casa y en ninguna, que hoy vive en Berlín y mañana en Bruselas”, a diferencia de el pueblo que no le puede competir con ellos, porque “está encadenado a la tierra, a su patria, a las posibilidades de vida de su Estado, de la nación”. Hitler hablaba por supuesto de los judíos, que es lo que le demandaba el público de la empresa Siemens donde dio dicho discurso. El artículo de Gauland habla en un tono parecido de “una clase global”, cuyos miembros se sienten ciudadanos del mundo, “trabajan en empresas, organizaciones como la ONU, los medios, las start-ups, en los partidos y sus aparatos” y más adelante asegura que “viven en las grandes ciudades, hablan inglés, y cuando cambian de ciudad por trabajo de Berlín a Londres o a Singapur encuentran apartamentos, casas, restaurantes, comercios y escuelas privadas similares”. Esta “clase global” sería quien pone en peligro a los alemanes atados a sus jubilaciones miserables.

Los alemanes se marchan de su país en un número cada vez más elevado. Si en 2008 eran unos cien mil jubilados los que vivían en el extranjero hoy son unos 330.000. Los principales países de emigración alemana son, por este orden: Suiza, Estados Unidos, Austria, Gran Bretaña, Polonia, Francia y España. En el caso suizo se trata en su mayoría de alemanes que allí reciben un salario más alto, en otros países buscan el nivel de vida más bajo con el que vivir mejor, mejores tratamientos médicos o el calor.

Desde 2015 hay una nueva razón que ha aparecido en la esfera pública y por la que no solo emigran jubilados, sino gente en edad de trabajar: marcharse del país porque con los refugiados supuestamente la seguridad nacional no es la misma, pero también por las posibles crisis económicas que estarían a las puertas.

El reportero Michel Abdollahi de la cadena pública ARD visitaba a uno de estos “emigrantes miedosos” que se había marchado a Panamá. Otros aparecieron en 2016 marchándose a Hungría porque allí pensaban que con la política antimigratoria de Viktor Orbán estarían más seguros. En un reportaje titulado “refugiarse de los refugiados” unos reporteros del programa Report München visitaban a un matrimonio que se había marchado por estos motivos.

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