Violencia machista
Un juez fuerza a una madre a entregar a sus dos hijos al hombre que los ha amenazado de muerte

¿Entregarías a tus hijos a un hombre que te ha enviado una oda a José Bretón? Eso es lo que un juez pide hacer a Verónica. Su expareja ha sido señalada por sus dos hijos mellizos como autor de tocamientos y malos tratos. Así lo acreditan varios informes de profesionales.
Verónica S. madre protectora
Verónica S., madre protectora. Rodrigo Minguez

“Piensa bien las cosas, que van a terminar muy mal” es el mensaje que la expareja de Verónica S. le envió por WhatsApp debajo de un enlace. El enlace dirigía a una canción que encumbra a José Bretón, el hombre que asesinó a sus hijos de 2 y 8 años en Córdoba y luego quemó sus cuerpos. Pero esta amenaza no ha sido suficiente para el juez que podría poner medidas. Tampoco lo es una segunda amenaza reciente que Verónica recibió a través de Instagram y, de hecho, el juez ha pedido a la mujer que entregue a sus hijos ignorando la petición de la fiscal de suspender cautelarmente las visitas y dictar una orden de protección. “Los ha amenazado de muerte, si en una visita él mata a mis hijos, ¿cómo vivo yo sabiendo que he permitido eso?”, dice Verónica, que el pasado viernes debería haber entregado a los niños.

Hasta ahora, los juzgados que han escuchado el caso de esta mujer han fallado a favor del padre, hasta el punto de que, en un auto del 11 de diciembre de 2020 al que ha tenido acceso este periódico se le advierte a la madre de estos dos mellizos de que, si no reanuda el contacto paterno filial, perderá la custodia. El auto advierte a la mujer de que, “o regresa de inmediato con sus hijos a la Comunidad de Madrid [...] o se acordará, también de inmediato, el cambio de guarda y custodia” al tiempo que ignora el artículo 92.7. del Código Civil que indica que no procede la guarda y custodia compartida cuando alguno de los padres esté incurso en un procedimiento penal por atentar el otro cónyuge o de los hijos que convivan con ambos, como es el caso, ya que en este momento existe una orden de protección concedida a la madre por violencia machista y un procedimiento penal abierto por amenazas y abusos sexuales a los hijos menores de edad.

Papá no me deja dormir

La historia de Verónica empieza un día de diciembre de 2019 en que los niños estaban con su abuela. A ella le expresó uno de los niños, que entonces tenían 4 años, que su padre no le dejaba dormir porque le tocaba. El niño le explicó que se levantaba y tenía los pantalones del pijama bajados. La abuela, sorprendida, grabó la conversación para poder mostrársela a la madre de los niños.

“Después del desmorone inicial, hablo con una amiga que es psicóloga, me dice que lo tengo que denunciar. Llamo a la comisaría, lo explico, me pasan con la Unidad de Familia y también me dicen que tengo que denunciar y yo, muerta de miedo, decido no hacerlo”. A partir de entonces, Verónica decide no dejar a los niños a solas en ningún momento con el padre, mientras busca profesionales que evalúen al niño que ha verbalizado los tocamientos. “La verdad es que a mí también me costaba creerle”, confiesa. 

En diciembre de 2019 uno de los niños expresa ante su abuela que su padre no le dejaba dormir porque  le tocaba, y Verónica pide al padre una evaluación psicológica del pequeño para valorar qué está pasando

Para tantear al padre, Verónica le cuenta el caso de una conocida que ha denunciado indicios de abusos sexuales del padre hacia su hija: “Y me dice, ‘bueno, no sabemos si la niña ha consentido’”. Esto alarma a Verónica, que le explica que uno de los niños ha expresado que él mismo le tocaba por las noches y que necesitaba asegurarse con una evaluación psicológica de lo que está pasando. El padre se niega, retrasa hasta dos veces el examen que primero dice autorizar, y Verónica le da un ultimátum: si no accede a que el niño sea evaluado por profesionales, debe irse de casa: “Yo no podía vivir con la duda”. 

Verónica toma la decisión de separarse, algo que había valorado en anteriores ocasiones por los continuos malos tratos de él, que es, cuenta, un hombre violento y vinculado a grupos de ideología nazi. Aconsejada por una abogada, le pide que abandone el domicilio familiar mediante un mensaje de WhastApp. A partir de ahí, le permite ir a ver a los niños cuando quiera aunque “siempre en mi presencia”, dice. Es en una de esas visitas cuando él, un fin de semana, se lleva a los niños sin avisar en la primera semana de marzo. Cuatro días antes, le había enviado el mensaje amenazante —“Piensa bien las cosas, que van a terminar muy mal”— junto al link con la “Oda a José Bretón”. “No te voy a dejar en paz”, añadía en el mensaje. “Los niños llegaron muy alterados, fue dramático”, dice Verónica, que explica varias veces en la entrevista que sus hijos están diagnosticados con Trastorno del Espectro Autista y necesitan explicaciones claras y anticipación. 

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Por eso, ante la posibilidad de que esto vuelva a ocurrir, ya que el padre expresa su deseo de llevárselos el 19 de marzo, día del padre, ella interpone una denuncia en comisaría. En esa denuncia menciona los abusos, pero la Policía detecta que se trata de un caso de violencia de género y, así, se celebra un juicio rápido al día siguiente. Es en ese juicio, celebrado el 20 de marzo, donde Verónica se da cuenta por primera vez de que la justicia no está de su parte: el juez ignora la petición de Fiscalía y deniega tanto la orden de protección para Verónica como las visitas vigiladas para sus hijos. “El juez decide que no hay peligro para nadie y dice que no hay indicios de abusos sin practicar ninguna diligencia”, explica.

Así que la mujer tiene que seguir permitiendo las visitas, ya en las primeras semanas del estado de alarma: “Yo intento que siga el contacto, mientras se esclarecen los hechos”. En una de esas visitas, él llega a casa y entra en cólera porque ella está maquillada: “Estaba haciendo un Tik Tok con mi prima y mi hermana”, explica Verónica. Aquello fue “la hecatombe”. “Me dijo que era una zorra, una guarra, que con quién estaba follando; le dije que me dejara, me senté a calmarme y me fui al baño para peinarme y acabar el Tik Tok”. Él la encerró en el baño, le puso unas tijeras en el cuello y le dio una paliza. “Vino la policía, se lo llevaron detenido, pasé la noche en el hospital en plena pandemia. A las 5.30 me recogió la Policía. Me habían puesto ansiolíticos y, sin haber dormido ni comido ni bebido agua, me hicieron declarar a las seis de la mañana. Declaré quedándome dormida”.

Al día siguiente, el 4 de mayo, tiene lugar el juicio. El juez, el mismo que no vio peligro en el proceso anterior, no puede negarle esta vez la orden de protección. Pero no considera que un hombre violento sea un peligro para los niños y le concede un amplio régimen de visitas mientras vuelve a decir que no hay indicio de abusos sin ordenar ninguna diligencia.

Informe pericial

Es entonces cuando el Punto de Violencia sobre la Mujer de Pozuelo le informa de que puede pedir la evaluación psicológica de su hijo mientras la orden de protección esté vigente, y Verónica cierra una cita con el centro donde había pedido información meses antes: acuerdan que la cita sea en Lleida. Por este motivo, Verónica pasa unos días en Tarragona, donde vive su familia. Allí “me sucedió algo que fue simplemente dormir tranquila y sin miedo”.

Mientras tanto, su expareja entra a vandalizar y robar el negocio que ella tiene en un centro comercial. Las cámaras de seguridad recogen cómo dos personas, una de ellas su expareja, entran al negocio. Se celebra un juicio, pero el caso queda sobreseído por el mismo juez que no vio necesidad de proteger a los hijos de Verónica, una decisión que está ahora pendiente de recurso.

Sin embargo, Verónica sabe que no puede impedir las visitas con el padre, y en julio se dirige a los niños para hacerles saber que pasarían períodos con él. Ante la reacción negativa de ellos, Verónica pide una ampliación del informe pericial que ya tenía.

En esta ampliación del informe, la perita recoge que no solo el niño que había manifestado tocamientos del padre, sino también su hermano, “expresan y verbalizan que cuando están en compañía de su padre y de sus abuelos paternos, estos les pegan y además, indican los tocamientos en la zona genital de ambos por las noches cuando están en la cama con su padre”. Con esta información, Verónica acude en agosto a un juzgado a interponer una denuncia por abusos sexuales contra el padre y el abuelo de los niños.

La querella por abusos

La querella criminal contra el padre y el abuelo se admite a trámite y el fiscal pide de nuevo un punto de encuentro, pero el juzgado se inhibe en favor del juzgado del municipio de Madrid donde sucedieron los hechos. Es aquí donde se propone realizar una prueba preconstituida con cámara Gessell. 

Cuando llega el juicio, existen varios informes que acreditan la posible existencia de abusos sexuales contra las niños así como malos tratos. Por un lado, la psicóloga que trata habitualmente a los niños ha expresado la necesidad de que se tomen medidas. “Las verbalizaciones de los menores con respecto a su relación con el progenitor son indicadores graves de conductas agresivas en el entorno paterno”. Su forma de narrar lo ocurrido, especifica, es acorde al TEA que ambos tienen diagnosticado: “El hecho de que no puedan dar detalles o contextualizar es una característica propia de los menores con autismo”, por lo que “se hace absolutamente necesario investigar los hechos”. La psicóloga explica además que las personas con TEA son “difícilmente sugestionables”.

En el juicio por abusos contra el padre y el abuelo se presentaron hasta cuatro informes que otorgan credibilidad al testimonio de los niños, pero la prueba Gessel pedida por el juzgado concluye que no sus verbalizaciones “están vacías de contenido”

Además, está el informe solicitado por la madre a una perito forense profesional. Ante ella, los niños expresan tanto tocamientos por parte del padre como situaciones de malos tratos físicos. La perita concluye que “en base a las sesiones y pruebas efectuadas con los menores se considera que los menores presentan una afectación significativa emocional que los menores vinculan al entorno paterno”. También recomienda que las verbalizaciones de los menores se pongan en conocimiento del servicio de pediatría y sean derivados a una unidad especializada correspondiente si lo consideran oportuno.

Verónica aporta además un informe de comunicación gestual hecho a uno de los niños y que concluye que su relato es creíble. Un cuarto documento lo firma el servicio especializado de atención integral que existe en Tarragona, la casa Barnahus, que ruega acudir a las pruebas ya recogidas para evitar la revictimización de los niños.

Sin embargo, la prueba solicitada por el juzgado y en la que “los niños contaron todo o casi todo”, explica Verónica,concluye que las verbalizaciones de los niños “están vacías de contenido”. El informe indica que la denuncia “se incardina en una situación de conflicto entre los progenitores” por lo que “no se puede descartar una ganancia secundaria de la madre”. Es decir, se sustenta en el falso Síndrome de Alienación Parental, desaconsejado por el Consejo General del Poder Judicial en una guía de 2016 y que la Ley de Infancia prevé prohibir, para restar credibilidad a la denuncia.

El caso está pendiente de sentencia.

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Pero, pese a que sabe que en cualquier momento pueden forzarla a entregar a sus hijos, ella mantiene su decisión de seguir protegiendo, explica. “La gente te habla del mal menor, mejor que pase cada 15 días a que tenga la custodia, pero es que si entrego a mis hijos estoy aceptando que abusen de ellos”.

Verónica sabe que el suyo no es un caso aislado y, de hecho, su caso es uno de los que recoge la Federación de Asociaciones Consejo Nacional de Mujeres Resilientes de la Violencia de Género, que pide actuar contra el maltrato institucional que sufren cuando denuncian. Los casos de Patricia GonzálezMaría UgarteAna María BayoMaría Sevilla, Silvia Aquiles, María Isabel Martínez o Daria Sidorkevich son otros de los que recoge este escrito.

“Denunciar  abuso sexual por parte del padre es cavarte una tumba”, dice Verónica, consciente de que la mayoría de denuncias de abusos sexuales a la infancia acaban en un sobreseimiento, como recoge una investigación de Save the Children. “Yo que aun tengo a mis hijos tengo que hacer algo antes de que me los quiten; espero que la justicia recapacite y realice las investigaciones que realmente saquen la verdad a la luz”.

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#91471
2/6/2021 13:14

Lo que no se puede aceptar es que amenacen de muerte y con pruebas a los menores y a la madre y siga suelto. Te dicen que denuncies para que ellos sigan sueltos. Donde vamos a llegar si cada dia mas mujeres muertas y menores a manos del ex

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