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Antifascismo
Un antifascismo metafórico
El PSOE de Pedro Sánchez ha contestado a los últimos ataques de la extrema derecha reafirmando su antifascismo. Ahora bien, ¿es su respuesta suficiente?
“Somos y seguiremos siendo el dique de contención ante la extrema derecha”. Esta ha sido la respuesta del PSOE después de que un puñado de fascistas del autodenominado Hogar Social Madrid irrumpiera en su sede central de Ferraz. Que el objetivo de estos últimos era aprovechar la coyuntura y, asaltando el repertorio de acciones de los movimientos sociales, mendigar un poco de atención mediática después de varios meses languidecientes, es algo tan obvio que no es digno de mayor atención. En cambio, la declaración tuitera socialista sí que merece algún comentario, siquiera porque contiene una de las claves de la próxima legislatura.
Un compromiso que no se materializa en hechos contundentes, sino en fórmulas literarias de una naturaleza más bien tranquilizadora
Efectivamente, tal y como revelan estas palabras, el próximo gobierno será antifascista. Es la penúltima reinvención del PSOE, en la que poco o muy poco tienen que ver sus socios de coalición, quienes previsiblemente tendrán un papel menos relevante de lo que creemos. El partido socialista ha echado mano cuando lo ha necesitado al dóberman de Cascos y no ha tenido ningún miramiento en recordar la antología de tics de la derecha que tanto recuerdan a la dictadura. Cabe incluso la sospecha de que en ocasiones se le haya escapado el dóberman, como cuando en las elecciones de abril del año pasado Pedro Sánchez azuzó el miedo a la ultraderecha, sobrerrepresentando su protagonismo de entonces. Hoy en día, como ya sabemos de sobra, Vox es la tercera fuerza parlamentaria, si bien el premio a la formación más extremista se encuentra muy disputado entre los tres partidos de la derecha española con presencia en la Cámara.
Con todo, este rechazo del fascismo se trataba de fuegos artificiales si lo comparamos con el compromiso de ahora. Un compromiso que no se materializa en hechos contundentes, sino en fórmulas literarias de una naturaleza más bien tranquilizadora. Como indica la metáfora utilizada, no pretenden emplear su fuerza -no pensemos, por supuesto, en fuerza física, sino en fuerza política, social, mediática, etc.- en combatirlo, sino en contenerlo, en aguantarlo.
Son un dique, vale, no pidamos más. Tal vez pueda parecer suficiente para lo que es el PSOE, aunque esto implique el riesgo de banalizar un problema de carácter global. El incremento de las posiciones autoritarias y su cuestionamiento de todo statu quo fundamentado en un contrato social, por más precario que sea este, tiene dos vías seguras de salida: el enfrentamiento civil y la dictadura. Mientras no se produzca una acumulación de fuerzas y el rojo deje de ser un denuesto para infundir respeto, habrá que presionar para que el antifascismo sea de obras más que de imágenes. Nos va la existencia en ello.
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Ahora mismo parece que al PSOE le interese más la supervivencia del fascismo, para sacar rédito electoralista. Si él y su partido fueran realmente antifascistas, irian más allá y lo combatirian con todas las armas del estado, en defensa de las clases populares