Agricultura
Pacto Intervegas: las huertas como herramienta de cambio

La Red Intervegas “por la soberanía alimentaria, la protección y dinamización de los Territorios Agrícolas Históricos y la sostenibilidad” nace con la firme convicción de ser una herramienta fundamental para luchar contra la despoblación rural y cambiar un modelo económico, social y ambientalmente colapsado.

Huertas

En noviembre de 2015 la plataforma Salvemos La Vega, junto al Ayuntamiento de Granada, organizaba las I Jornadas de la Federación Intervegas. En ellas se sentaban las bases para impulsar un gran acuerdo a nivel estatal con la firme intención de tejer un entramado social, organizativo y administrativo que hiciera realidad el “Pacto por la soberanía alimentaria, la protección y dinamización de los Territorios Agrícolas Históricos (TAH) y la sostenibilidad”.

En estas jornadas, donde estuvieron representantes de Territorios Agrarios Históricos (TAH) de las diecisiete Comunidades Autónomas del Estado español, se aprobó la Estrategia 2015-2031. Diecisiete años por cada una de las Comunidades donde realizar una ronda de encuentros que finalicen con la consecución de una Ley Estatal que proteja estos territorios y que sea la base para su pervivencia, dinamización y recuperación de aquellos entornos degradados.

Dos años después, tras las jornadas realizadas en Villena y Fuenlabrada y después de compartir la información, el trabajo y los retos a los que se han enfrentado en cada territorio agrario se han consensuado y mejorado las nuevas líneas de trabajo conjunto. Además de eso, se ha extendido la Red, consiguiendo los apoyos y las firmas de diferentes entes administrativos, sociales y culturales.

Así, desde que comenzara a caminar la Federación o Red Intervegas, los apoyos suscritos han llegado desde Parlamentos como el de Andalucía o Murcia, estando en trámites para su firma en las dos Castillas, Valencia y La Rioja o en Ayuntamientos como el de Granada, Valladolid, Córdoba, Elche o Logroño, alcanzando ya al centenar de ayuntamientos y mancomunidades. Si algo tiene de especial este pacto es lo multidisciplinar en la búsqueda de apoyos y consensos, por lo que también se han sumado Universidades como la de Murcia y Granada o el Centro Europeo de Información y Promoción del Medio Rural.

Intervegas recuerda que en los Territorios Agrícolas Históricos los principales actores son los hombres y mujeres que se dedican a la agricultura, la ganadería por cuenta propia o ajena y que viven de ello

Esta búsqueda de consensos es uno de los pilares fundamentales de la Red y es condición sin la cual sería imposible alcanzar objetivos tan ambiciosos y necesarios como el de la Soberanía Alimentaria. Aún así, la realidad es más compleja, ya que este concepto y los mecanismos que nos pueden llevar a ella chocan frontalmente con las políticas llevadas hasta ahora en materia agrícola, de distribución, consumo y desarrollo del territorio.

El pacto y su decálogo para llevar a cabo sus objetivos tiene dos elementos que me parecen fundamentales. El primero es que nos hace entender que la soberanía alimentaria no es solo una cuestión de producción y consumo, sino que sin proteger, dinamizar y dotar de servicios y vida los territorios agrarios, no solo sería imposible su consecución, sino que posiblemente estaríamos reproduciendo los modelos actuales del mercado.

La democratización y la protección de sus recursos, la defensa de sus valores históricos, la actualización de sus catálogos patrimoniales, la movilidad sostenible y la ayuda en la reconversión de los cultivos son elementos necesarios para la reactivación y la resiliencia de los TAH.

El segundo elemento a destacar es que saca el concepto de la soberanía alimentaria del encorsetamiento rural que a veces se le da a la función productiva e introduce a las ciudades, a los mercados y sus gentes como el eje dinamizador y con capacidad de revertir los actuales modelos productivos y de consumo en manos de las grandes cadenas. Solo tejiendo alianzas campo-ciudad y con la incorporación de los productos de los TAH en circuitos cortos y de comercialización directa se puede modificar el actual modelo agroindustrial.

Pero si por algo este pacto se hace tan necesario en la actualidad, es porque da salida a un modelo obsoleto, tanto social como ecológica y económicamente. El actual modelo agropecuario, lejos de mejorar las zonas rurales que históricamente han producido los alimentos que consumíamos, los ha empobrecido, degradado social y ecológicamente y, finalmente, despoblado una vez que se pueden importar alimentos lejos de las desagradables normas ambientales y laborales de las que nos han dejado dotarnos.

Así, al mismo tiempo que el pacto solicita la clasificación de los TAH como suelo protegido para asegurar el uso para los que fueron concebidos, denuncia el modelo de especulación urbanística y destrucción del territorio que se ha derivado del abandono de las labores agrarias. Se ha perdido la vista de cuál es su principal valor, la de la producción de alimentos, sustituido por la de venta de suelo o la producción de valores especulativos con forma de mazorca.

Vivimos en un planeta donde la agroindustria y la especulación financiera que de los alimentos se realiza han esculpido un mundo donde 800 millones de personas viven con hambre.

Además, como recordamos siempre que hablamos de soberanía alimentaria, son las personas las que deben estar en el centro de las políticas, lejos de las exigencias de mercados y empresas. Por ello, si antes hablábamos de los consumidores, Intervegas recuerda que en los TAH los principales actores son los hombres y mujeres que se dedican a la agricultura, la ganadería por cuenta propia o ajena y que viven de ello. Estos colectivos y sus representantes deben ser objeto de reconocimiento y protagonismo en la vida social y productiva de este nuevo modelo.

Todo esto, ante lo que a priori nadie podría estar en desacuerdo, choca frontalmente con los actuales modos de vida y con las decisiones políticas y de gestión que las administraciones locales, estatales y europeas toman día a día.

Por ello, apoyar este Pacto Intervegas y no oponerse a los Tratados de Libre Comercio, a la Política Agraria Común, al control de las semillas por las multinacionales o a los intermediarios que inflan los precios de consumo mientras arruinan al pequeño agricultor, es un gesto sin sentido, corriendo el peligro de que esta declaración de intenciones se quede en eso, en una simple declaración de intenciones.

Vivimos en un Estado donde se dan situaciones tan incomprensibles como que España importe la misma cantidad de pollo que exporta o que, siendo el mayor productor de lechuga de Europa, importe a su vez 14.740 toneladas al año, es decir, más de un tercio de las que exportamos. Vivimos en un planeta donde la agroindustria y la especulación financiera que de los alimentos se realiza han esculpido un mundo donde 800 millones de personas viven con hambre.

Intervegas defiende y difunde un nuevo modelo de desarrollo sostenible e integral que beneficie al ser humano y preserve los valores económicos, culturales y ambientales para disfrute de las futuras generaciones y como alternativa estable de un nuevo modelo productivo local y global.

Es momento de exigir los cambios que nos lleven a un nuevo horizonte de producción, distribución y consumo. En definitiva, trabajar desde abajo, desde los huertos sociales, los pequeños productores y las cooperativas, generando sinergias campo-ciudad y haciendo que los Territorios Agrarios y las huertas que los componen sean no solo nuestras despensas, sino un motor de cambio.

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