República del Sudán
Sudán, las guerras no tan lejanas y la urgencia de un nuevo pacifismo

Un día las bombas se empiezan a escuchar más cerca, tu casa ya no es un lugar seguro, las calles se llenan de gente armada que podría matarte, los cafés se vacían, los hospitales colapsan, la guerra ya está ahí, y tú no estás preparado.
Jartum - 6
Puente sobre el río Nilo en el norte de Jartum Álvaro Minguito
Sarah Babiker
15 may 2023 14:29

Un día tienes tu casa, tu trabajo, tus rutinas cotidianas, tus tareas pendientes. Y de pronto empiezan a caer bombas y ya no tienes nada. O quizás tú vida era ya muy precaria, vivías en el alambre, sobreviviendo. Y empiezan a caer las bombas y te das cuenta de que algo sí que tenías: La seguridad de caminar por la calle sin miedo. Porque la guerra trae muchas cosas, trae por supuesto la muerte, la destrucción, la parálisis de lo normal, el colapso. Pero sobre todo lo que trae la guerra es el miedo. Un miedo difuso, omnipresente, pues en ningún lugar estas a salvo. Hace un mes que en Sudán se instaló el miedo.

Algo más de un año atrás, mucha gente pudo imaginarse cómo era que un día, un día cualquiera, se acabara ir al colegio, dirigirse a la oficina, ir a ver a tus padres, porque había estallado una guerra. Pudimos hacernos una idea de cómo era eso de sentir las bombas cayendo arbitrariamente sobre la ciudad, ver los edificios otrora llenos de vida, heridos por artillería pesada, conocimos las historias de gente afrontando un miedo inédito, atrapada en sus casas. Niños, abuelas, jóvenes universitarios, se asomaban a nuestras pantallas, lo hacían real.

Todo aquello pasaba en Europa, a personas blancas con un pase privilegiado hacia la empatía. Podías haber sido tú, pero también podrías haber sido tú la madre que se encerraba en casa con sus hijos en el 2011 en Damasco, podías haber sido tú el estudiante aniquilado en Bagdad en 2003. Sin embargo, no fue hasta Ucrania que la narrativa del podías ser tú relumbró en las televisiones e interpeló tanto que no faltó quien dijo, son como nosotros, hay que salvarles. Hubo mucha más gente que no lo dijo, que tan siquiera lo pensó, pero mientras ese como nosotros se había instalado en su empatía y marcaba el ritmo de su emoción y de sus acciones. La guerra en Sudán pasa mucho más lejos, allá donde no se pueden imaginar las vidas interrumpidas y la televisión no te las muestra, allá donde se muere en abstracto como si fuera una costumbre ancestral adquirida por un continente entero.

La guerra en Sudán pasa lejos, allá donde no se pueden imaginar las vidas interrumpidas y la televisión no te las muestra, allá donde se muere en abstracto como si fuera una costumbre ancestral adquirida por un continente entero

Las bombas no se oyen desde lejos, no interrumpen tu cotidianeidad hasta que no eres tú quien las tiene encima. No es un discurso culpabilizador, es un hecho. Pasó en Ucrania, donde en realidad la guerra empezó en el 2014 en el Donbás. Pasó durante casi toda la historia del Sudán independiente cuando la gente moría en el Sur, ahora independiente, o en Darfur. Allá en Jartum o Kiev, a cientos, miles de kilómetros de distancia, la vida seguía aunque fuera a trompicones, con sus manifestaciones y revueltas, con sus pugnas políticas y represión, con la precariedad enguyendo economías y futuro, no era fácil, pero no caían las bombas. Había en ambas ciudades desplazados de las guerras de periferia, gente llegada allí ya como víctimas, como problema a gestionar. Pero la guerra es un cáncer que se descontrola, una infección que se extiende quizás no en seguida, puede tardar años o décadas, pero un día, las bombas se empiezan a escuchar más cerca, tu casa ya no es un lugar seguro, las calles se llenan de gente armada que podría matarte, los cafés se vacían, los hospitales colapsan, la guerra ya está ahí, y tú no estás preparado.

Y entonces, da igual lo aguerrido que seas, las ideas que tengas, lo inteligente o astuta que te muestres, nada se puede contra las armas, solo puedes huir. Si en algo ha avanzado la humanidad es en su capacidad de destrucción, el repertorio de cacharros hechos para matar, la eficacia de la tecnología para aplastar vidas, desgarrar músculos, atravesar la carne. Solo resta escapar e intentar ponerse a salvo, mientras tu destino y el de tu ciudad se discute en foros lejanos, entre rivales a quienes no importas, auspiciados por una comunidad internacional a quienes no interesas demasiado, no más que preservar sus intereses, en cualquier caso.

¿Qué puede hacer la larga trayectoria contestataria sudanesa, su tradición sindicalista, su movimiento de mujeres, qué puede hacer todo un pueblo, por más digno y valiente que sea, frente a un conflicto entre señores de la guerra?

Mientras ellos hablan tú intentas huir. Con millones de personas desplazadas y refugiadas en el mundo, poder vivir en la ciudad donde naciste, ha devenido un privilegio. Te arriesgas en un viaje hacia la incertidumbre porque lo único cierto es que las bombas, los hospitales colapsados, los hombres disparando artillería en las calles, causan muertes. De esa certeza huyes hacia una incertidumbre que tal vez también te mate. Pero tienes que intentarlo. Por el camino descubres que las fronteras no son empáticas, no se conmueven con tu terror, no se ablandan ante tu desesperación. Quizás tu pasaporte quedó en una de esas embajadas extranjeras que evacuaron en cuanto pudieron, pues la primera y casi única misión de los países fue evacuar a las vidas que importan, las de sus nacionales. Y tú, que llevas una vida esquivando las guerras periféricas, te ves en la misma situación que muchos otros de tus compatriotas antes en Melilla o en Libia —la gente de tu país a la que llegó antes la guerra— pasando días enteros en la frontera con Egipto, con el corazón en la mano. Los países aliados de quienes te masacran no son precisamente amigos del pueblo masacrado, no te acogerán con los brazos abiertos.

Y a quienes combaten no les importas una mierda, unos son el ejército regular, el mismo que da golpes de estado cada tanto, que ha apoyado masacres en todas las periferias, que se comprometió a una transición hacia un gobierno civil y traicionó al pueblo a penas vio sus intereses amenazados. Otros son mercenarios advenedizos, no hay lazo social, lealtad vínculos, con el pueblo que dicen defender. Se convirtieron en una eficaz arma de guerra, una rentable aniquiladora de revueltas, al servicio del mejor postor, y se han vuelto ingobernables. ¿Qué puede hacer la larga trayectoria contestataria sudanesa, su partido comunista histórico, su tradición sindicalista, su movimiento de mujeres? ¿Qué pueden hacer sus asociaciones profesionales que se organizaron para luchar por la democracia, su extensa diáspora? ¿Qué pueden hacer los comités de resistencia que coordinan la revolución y el apoyo mutuo en los barrios? ¿Qué puede hacer todo un pueblo, por más digno y valiente que sea, frente a un conflicto entre señores de la guerra?

Con sus revoluciones extinguidas a golpes, sus refugiados y sus diásporas, sus hombres fuertes desligados de cualquier lealtad al pueblo Sudán muestra una dialéctica irresoluble que irá tragándose más mundo adentro

Ha pasado un mes desde que empezara al guerra, los sudaneses se preguntan cuándo va a acabar. No existen las guerras rápidas, las guerras fugaces, lo saben ellos cuyo país vivió tantos años incendiado en conflictos periféricos. Vivir así, lejos de casa o sobreviviendo entre bombas, es una de las formas posibles de vida, así viven generaciones enteras. Las armas que tronaban lejos comenzaron a disparar cerca, la ciudad que conociste se ha llenado de agujeros, salpican las noticias muertes de gente conocida, gente anónima, todos fueron importantes para alguien,y ya no están, no pudieron hacer nada para salvarse. La guerra es una maestría en impotencia, una escuela de fatalismo y derrota para un pueblo que se ha levantado tantas veces.

Estamos cenando en un restaurante marroquí, en Vallecas, con parte de la diáspora sudanesa, mi padre, y uno de sus mejores amigos. Miran todo el tiempo en sus móviles vídeos de bombardeos, sus grupos de wassap hierven de testimonios de la destrucción, familiares que lograron salir, otros que siguen aterrorizados, sobrinos intentan habituarse a su nueva condición de refugiados en colas eternas ante la Acnur. La de Sudán es una guerra lejana que queda personalmente cerca. No conseguí acabar ningún artículo sobre Sudán.

Mis hijas, nietas de un par de diásporas, escuchan hablar de lo que supone una guerra mientras juegan. Y yo no puedo dejar de pensar, que con sus revoluciones extinguidas a golpes, sus refugiados y sus diásporas, sus hombres fuertes desligados de cualquier lealtad al pueblo, dedicados en cuerpo y alma al extractivismo, bien servidos de sofisticadas armas, artistas del divide y vencerás, Sudán muestra una dialéctica irresoluble que irá tragándose más mundo adentro. Habrá que pensar revoluciones a la altura de estos desafíos, pacifismos que alcancen a las guerras lejanas, una solidaridad internacional que trascienda el racismo.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Pacifismo
Guerra en Europa Prepararse para la paz
El movimiento por la paz en todo el Estado afronta los aires de guerra en el continente sin la fuerza de otros momentos históricos.
Opinión
Opinión Las políticas de progreso que no lo son
El mejor camino para construir la paz es promover procesos de seguridad común entre países que facilite la multipolaridad, la confianza mutua, y el apoyo entre estados para alcanzar una seguridad compartida.
Análisis
Análisis “De la guerra”: del manual a la realidad
Un repaso actualizado al concepto de guerra de Clausewitz, a sus implicaciones políticas y morales y a su eco actual, desde Ucrania a Palestina.
Paco Caro
16/5/2023 9:42

Mientras sigamos creyendo (como en siglos pasados) que la guerra es el derecho de cada nación, no podremos acabar con las guerras (al menos la mayoría de ellas). La guerra debe ser un delito perseguido internacionalmente. Para que sea efectivo, es necesario que las naciones cedan parte de su soberanía, a administraciones supranacionales, que formen una Gobernanza Global. Los ejércitos nacionales deben ser licenciados, la industria del armamento desmantelada, la guerra prohibida. Basta con una fuerza de paz global, infinitamente más barata que lo que cuestan los ejércitos de todo el mundo.

1
0
Hodei Alcantara
Hodei Alcantara
16/5/2023 7:24

Un escrito de una calidad enorme, hace ver a la perfección cómo funciona el interés occidental: Solidaridad con los ucranianos pero abandono de los sudaneses.
En Sudán estamos observando otra guerra más entre ejércitos mercenarios, cuyo único objetivo es defender a las corporaciones y potencias extranjeras, mientras el pueblo sufre y carece de derechos.
Es urgente aplicar un programa desarrollista y nacionalista que de soberanía al país, genere y redistribuya la producción y corte con los intereses foráneos.

0
0
Análisis
IPC y Salarios ¿Es la inflación igual para todos?
El IPC y la inflación, para el cálculo del incremento de salarios y de pensiones, son ambos un continuo y acumulativo vector de desigualdad social.
Palestina
Acampadas pro palestinas Las acampadas advierten que el comunicado de los rectores busca la desmovilización
En diferentes comunicados y ruedas de prensa, las asambleas de las acampadas califican de hipócrita e insuficiente la posición de la CRUE
Literatura
Opinión Lectura enemiga y lectura aliada
La lectura enemiga aprueba las infiltraciones, las escuchas ilegales, el patrullaje cibernético, se sienten autorizados a meter las narices en las ideas que movilizan la vida de los otros.
Catalunya
Elecciones en Catalunya Andrés García Berrio: “Nuestro objetivo es evitar el retorno de la sociovergencia y las medidas del pasado”
Entrevista con el abogado y activista Andrés García Berrio, que da el salto a la política como número tres en la lista de Comuns Sumar en la provincia de Barcelona.
Extrema derecha
Perspectivas electorales La ultraderecha en Austria aprende a cabalgar el tigre
El Partido de la Libertad de Austria (FPÖ) lidera desde hace meses los sondeos para las próximas elecciones europeas en el país centroeuropeo, con entre un 22% y un 28% de la intención de voto.
Crisis climática
Crisis climática El podio en emisiones y el vertido de Perú centran la triple protesta en la junta de accionistas de Repsol
La nula reducción de emisiones por parte de la empresa española que más contribuye a la crisis climática y su escasa respuesta ante el desastre de la refinería peruana de La Pampilla en 2022 han centrado las protestas de las organizaciones sociales.

Últimas

Ocupación israelí
Palestina Una manifestación estatal conmemora la fecha de Al Nakba palestina en Madrid
Este sábado se realiza la tercera marcha unitaria que hará no solo de conmemoración de Al Nakba de 1948 sino que se suma a la intensa movilización mundial de protesta contra el genocidio palestino.
Ayuntamiento de Madrid
Lucha vecinal El pelotazo de los curas salesianos con una pista de pádel que provoca la indignación vecinal
Con un informe pericial que demuestra que el sonido que genera la pista de pádel dentro de los domicilios supera lo que marca la ley, vecinas y vecinos de Tetuán denuncian el uso lucrativo de un espacio educativo como es el colegio San Juan Bautista.
Formación El Salto
Formación El Salto Fotoperiodismo y movimientos sociales: una mirada a las luchas desde abajo a través de un objetivo
La Escuela de Periodismo Crítico de El Salto ofrece su primer curso presencial, en el que abordaremos, de la mano de nuestros fotógrafos, cómo plasmar a través de la imagen movilizaciones y resistencias.
Más noticias
Opinión
Opinión El futuro tiene una fecha límite: tenemos que atrevernos a ganar ahora
La alienación general, la apatía y el escaso análisis material respecto al significado de nuestras crisis combinadas son muy preocupantes. Este no es un camino para avanzar, no tiene ninguna posibilidad de éxito.
Palestina
Palestina El grito contra la masacre israelí en Gaza florece en la primera acampada de las universidades gallegas
Estudiantes del campus de Elviña de la Universidade da Coruña han hecho de avanzadilla del movimiento estudiantil que ultima los detalles para las asambleas que se sucederán en las tres universidades gallegas a comienzos de la semana que viene.
Análisis
Análisis El engaño comercial vuelve bajo el disfraz panafricanista
El Banco Mundial, principal defensor de la Zona de Libre Comercio Continental Africana, afirma que esta acelerará el crecimiento económico, pero la evidencia empírica indica que los beneficios esperados no serán tales.
Violencia machista
Ayuntamiento de Madrid Almeida aloja a víctimas de violencia machista en hoteles por la falta de plazas en los recursos de emergencia
En la semifinal de la Champions un hotel ordenó desalojar a tres mujeres víctimas de violencia machista, una de ellas derivada fuera de la ciudad, algo “puntual” según el Ayuntamiento.

Recomendadas

Crisis climática
Ana Moreno, científica “La política no está entendiendo la gravedad de la emergencia”
Ana Moreno, investiga Instituto Pirenaico de Ecología, fue invitada a hablar ante el Pleno del Ayuntamiento de Zaragoza sobre el porqué de la acción de desobediencia civil protagonizada por Rebelión Científica en abril de 2022 en el Congreso.
Universidad
Movilizaciones Las universidades españolas romperán las relaciones con los centros israelís que no se comprometan con la paz
La junta de rectores y rectoras, que agrupa a 76 universidades de España, 50 públicas y 26 privadas, emite un comunicado en el que anuncia que se revisarán los acuerdos de investigación con actores israelíes que no se comprometan con la paz.
Exhumación de fosas comunes
Memoria histórica Víctimas de la fosa de Paterna se querellan por desaparición forzosa
CEAQUA presenta una nueva demanda judicial en la que cuatro víctimas del franquismo alegan que el asesinato de sus familiares fueron crímenes de lesa humanidad.
Investigación
Investigación Diez millones a dedo en cinco años: así pagaron Feijóo y Rueda la lealtad de la prensa afín con dinero público
Desde ‘La Voz de Galicia’ hasta el canal de extrema derecha de Javier Negre, los últimos dos presidentes de la Xunta de Galicia han repartido entre la prensa más acrítica con la gestión de sus gobiernos al menos 3.686 contratos sin concurso previo.