Rusia
Natalia Nikulenkova, artista rusa: “El movimiento contra la guerra se ha vuelto totalmente clandestino”

Esta artista visual mantiene un hilo clandestino de amistades en Rusia y Ucrania con los que comparte el estupor ante la guerra y desarrolla redes de apoyo mutuo pese a la represión de un régimen que estrecha el cerco sobre los opositores.
Natalia Nikulenkova
Natalia Nikulenkova, antimilitarista rusa y artista visual.
13 abr 2022 05:50

Natalia Nikulenkova (1987, Nizhny Novgorod) es una artista, activista y documentalista residente en Moscú. En sus proyectos investiga prácticas comprometidas socialmente en entornos urbanos, combinando prácticas activistas y expresión artística. Participa activamente en el movimiento feminista ruso y en el movimiento contra la guerra que se está desarrollando en las últimas semanas. En un momento en el que hablar públicamente contra la guerra se ha vuelto ilegal y peligroso en Rusia, Natalia ha dado un valiente paso para romper el silencio y hablar con Hordago.

En primer lugar, ¿cuál es el clima político que estáis viviendo en Rusia? ¿Cuáles son las principales actitudes que existen en la sociedad ante la guerra?
Mi impresión es que el porcentaje entre los que apoyan a Putin y los que justifican la guerra, por un lado, y los que se oponen a ella por el otro, se divide más o menos por la mitad. Y también es importante entender que, por ejemplo, en Moscú, existe un movimiento de protesta importante que empezó en torno a 2011, en la plaza Bolotnaya, con el movimiento de las “cintas blancas” [movimiento de protesta contra Putin]. En esa época, la mayoría de los moscovitas estaba en contra de las políticas de Putin y, a través ese movimiento, las protestas fueron realmente masivas y mucha gente salió a la calle. Todo el centro estaba lleno de gente y existía un movimiento llamado Occupy, con el cual la gente montaba tiendas de campaña y se quedaba en las plazas.

En el año 2014 salían unas dos mil personas a la calle y no nos parecían muchas. Ahora, en cambio, que dos mil personas se reúnan en un lugar nos parece muchísimo

Existía el sentimiento de que se podían cambiar las cosas, porque había diferentes partes involucradas en esas protestas y había mucha oposición. Pero, poco a poco, todo el mundo empezó a ser detenido o encarcelado. Y luego vino la primera ola de represión política, los presos políticos, los anarquistas… Muchos compañeros se vieron directamente afectados, ya que tuvieron que cumplir varios años de prisión por asistir a manifestaciones.

En aquella época salían unas dos mil personas a la calle y no nos parecían muchas. Ahora, en cambio, que dos mil personas se reúnan en un lugar nos parece muchísimo, porque en la situación actual es imposible que se junte tanta gente en una plaza; nos detendrían a todos. La gente ahora sale muy dispersa, es decir, aparece en diferentes lugares a la vez e intenta protestar de alguna manera.

Hace poco he visitado a un amigo al que le rompieron la mandíbula por poner pegatinas contra la guerra. Un transeúnte que pasaba le vio y tuvieron un enfrentamiento bastante serio, por lo que tuvo que ser llevado a urgencias para ser operado. Pero él dice que cuando su mandíbula se cure, él seguirá luchando, y que se quedará en Rusia para seguir luchando por Ucrania desde Moscú. Y es que, como mucha gente, él también piensa que aquí habrá una guerra civil. Algunos compañeros se están llevando sus objetos de valor a otros lugares cerca de la ciudad porque creen que aquí habrá saqueadores. Ese es el ambiente que estamos viviendo ahora.

¿Y cuáles son las posiciones de la izquierda rusa, entendida en un sentido amplio, en torno a la guerra?
Tal y como yo lo veo, toda la oposición se está marchando del país. De mis amigos, muy pocos se están quedando. Y así es como se expresa la protesta ahora, porque no se puede influir en la situación de ninguna otra manera. Y esta migración es tan masiva, se está expresando en un movimiento de protesta tan grande, que está ocurriendo un éxodo. Naturalmente, la gente también está tratando de organizar algún tipo de movimiento clandestino de protesta desde aquí, por ejemplo, imprimiendo fanzines.

En cuanto a las movilizaciones de protesta contra la guerra, ¿cómo se ha organizado ese movimiento y cuánta fuerza tiene?
El movimiento contra la guerra se ha vuelto totalmente clandestino, porque existe la amenaza real de penas de prisión para sus participantes. Los primeros días, por supuesto, todo el mundo salió a la calle pero muchísima gente fue arrestada. Y ahora se están poniendo en marcha procesos judiciales y se están llevando a cabo investigaciones penales, así que la cosa se está poniendo seria.

Mis compañeros y yo hemos organizado una Coalición Global Contra la Guerra llamada así, que incluye a varias figuras culturales de todo el mundo, amigos, artistas, escritores, etc. Básicamente, gente que se preocupa por este tema. Así que lo primero que hicimos fue empezar a reunir dinero y a buscar amigos. Empezamos a escribir a todo el mundo, preguntando a todos cuál era su situación. Yo publiqué muchos posts en mis redes sociales. Al principio, había muchos rusos que nos apoyaban y empezamos a transferir dinero a nuestros amigos que intentaban irse de Ucrania, pero luego hemos visto que muchos han tenido que quedarse, porque se prohibió que los hombres salieran del país. También empezamos a imprimir fanzines, y ahora seguimos resistiendo de otras maneras.

[La ley contra “noticias falsas”] es una ley que actúa como un mecanismo de propaganda, porque influye directamente en el pensamiento de la gente común y hace que ésta tenga miedo a hablar

Y es que nos damos cuenta de lo inútil que es salir a la calle porque, por ejemplo, hay coches de policía alrededor de nuestras casas. Si sales ahora te van a detener inmediatamente, sin importar lo que hayas hecho; es algo inútil. Y empezamos a pensar en cómo podríamos hacer las cosas de otra manera. Por supuesto, estamos todos muy asustados, porque podrían meternos en la cárcel por nuestra actividad.

El gobierno ha establecido una nueva ley por la que, entre otras cosas, posibilita penas de prisión de hasta 15 años por la difusión de “noticias falsas”. ¿Cuál es la situación de la libertad de expresión y de prensa?
Todos los medios de comunicación de la oposición han sido bloqueados y creo que muchos están bajo investigación criminal. Pero apenas se sabe nada al respecto, contamos con muy poca información. En cualquier caso, esta es una ley que da mucho miedo y, ante todo, creo que es una ley que actúa como un mecanismo de propaganda, porque influye directamente en el pensamiento de la gente común y hace que ésta tenga miedo a hablar.

Además, ahora han puesto en vigor una nueva ley que también castiga la traición a la patria. En realidad, la “alta traición” ya estaba legislada desde hace tiempo, pero es ahora que están empezando a aclarar qué significa eso exactamente. Alta traición es cualquier tipo de apoyo a Ucrania.

He leído algunos estudios sociológicos que explican que los sociólogos no tienen ningún dato sobre cuánta gente apoya la guerra y la política de Putin, y cuánta no, porque cuando llaman para hacer encuestas, la gente suele responder: “Usted sabe que dan 15 años por esto, no voy a hablar con usted”, y simplemente cuelgan. Y ahora todo el mundo tiene miedo a publicar algo, porque incluso por una simple publicación en Facebook o Instagram, que ahora son reconocidas como organizaciones extremistas, se puede obtener una verdadera condena.

Yo sigo haciendo todo esto y mis amigos me dicen que he perdido la cabeza. Pero estoy cansada de tener miedo, simplemente no puedo vivir más en el miedo constante.

Hemos vivido durante ocho años en una especie de calma, parecía como si nada estuviera pasando, aunque la guerra ya estuviera en marcha

En numerosas ocasiones las mujeres han sido pioneras en los movimientos contra la guerra. ¿Cómo se organiza hoy el movimiento feminista ruso contra la guerra?
Por lo que yo veo, el movimiento feminista ruso es uno de los más fuertes en este momento. Es decir, no conozco mucho sobre los demás. Entre ayer y hoy [19 de marzo] los rusos están celebrando la anexión de Crimea, y he visto a mucha gente con la bandera rusa por la calle, pero el movimiento feminista ha hecho otro llamamiento para salir a la calle vestidas de negro junto a nuestras amigas y compañeras. El negro es el color del luto, y también llevaremos una rosa blanca como signo del movimiento antifascista que se inició en Alemania. Ese movimiento de las rosas blancas fue iniciado por Sophie Scholl, una activista alemana.

Guerra en Ucrania
Mujeres en la guerra Hablé con ellas
Lola, Melania, Mila y Elena son mujeres atravesadas por la guerra de Ucrania. Su voz no será escuchada en los grandes medios pero será necesario contar con ellas para imaginar la paz por venir.


Antes también, cuando se celebraba el 8 de marzo, las mujeres salían con flores y las colocaban en los monumentos a los soldados caídos en la Segunda Guerra Mundial, como reconocimiento por su resistencia al fascismo. Pero ahora, para nosotras los fascistas son los del ejército ruso. Por ejemplo, mi abuelo también ayudó a liberar al mundo de los fascistas, y realmente… A veces pienso que es bueno que no haya vivido hasta estos días, porque no fue por esta Rusia que él luchó.

Has vivido en Ucrania. En un poema tuyo decías que se tardarán diez años en limpiar el Donbás de las minas y que nadie quiere la guerra… ¿Pudiste prever lo que está pasando?
La primera vez que estuve en Ucrania fue en una residencia donde realizábamos estudios sobre cuestiones de discriminación de todo tipo, y después trabajé como periodista en un medio llamado Politiczna Krytyka.

Escribimos este poema porque estábamos investigando y comunicándonos con soldados en un hospital militar de Odessa, soldados que habían estado en el Donbás. Por supuesto, nadie había previsto esta situación y hemos vivido durante ocho años en una especie de calma, parecía como si nada estuviera pasando, aunque la guerra ya estuviera en marcha. Para mí fue una sorpresa cuando llegué a Ucrania en 2017 y 2018. La resistencia ha durado durante estos ocho años en el Donbás, pero nadie esperaba que esto pudiera pasar.

Nunca he recibido palabras de amor tan cálidas y amables como las que escucho de mis amigos ucranianos, y es que me apoyan mucho y me dan mucha fuerza para seguir actuando

En la izquierda occidental se cree extendida la presencia de la extrema derecha y de los fascistas tanto en el ejército como en las instituciones ucranianas. ¿Crees que es así?
Sí que existen organizaciones de ultraderecha, pero no creo que sean muchas. Y algunos están en el poder, es verdad. Pero también hay muchos activistas, un movimiento de izquierda muy potente que está resistiendo a todo ello. Me sorprendió mucho cuando me encontré con esto e incluso me planteé quedarme allí para siempre, porque vi a verdaderos activistas, a gente real luchando por su futuro.

Y entre los soldados, bueno, puede que haya nacionalistas, pero yo no conocí a ninguno. Los soldados que conocí me dijeron que, a pesar de estar en guerra con Rusia, los rusos siguen siendo como hermanos para ellos, y que la política es algo separado del pueblo, así que no podían creer que ahora estemos viviendo una situación de conflicto. Hablamos con ese soldado en 2017. Ahora nadie diría que somos pueblos hermanos, porque esa frase en realidad proviene de la propaganda soviética; en 2022 no se podría afirmar algo así.

Los ucranianos y los rusos han mantenido históricamente una relación estrecha (ucranianos que viven en Rusia y viceversa, familias “mezcladas”…). ¿Cómo está influyendo la guerra en esas relaciones? ¿Hasta qué punto ha despertado el odio o el miedo mutuo o, por el contrario, ha reforzado iniciativas conjuntas contra la guerra y la cooperación entre rusos y ucranianos?
Bueno, no sé cómo estarán viviendo esta situación en las familias en las que ven la televisión y están convencidas de que en Ucrania hay unos fascistas de los que se debe liberar el país.

Probablemente, en cierto sentido, los lazos se hayan ido cortando. Por ejemplo, los soldados con los que hablé me dijeron que sus parientes de Rusia habían decidido no ir a Ucrania a alguna boda, porque tenían miedo de que los seguidores de [Stepán] Bandera [fascistas ucranianos] les cortaran la cabeza si iban a Ucrania. Y estos soldados me decían: “bueno, ¿pero qué Bandera?”. Es verdad que se han vivido situaciones de ese tipo.

En mi entorno, sin embargo, ocurre lo contrario, y es que el apoyo se ha vuelto aún más fuerte. Es decir, ahora estamos muy unidos entre nosotros, siempre estoy en contacto con mis amigos ucranianos, nos llamamos o escribimos todos los días. Personalmente, cuento con unas 50 personas en mi entorno con las que nos ayudamos mutuamente y moralmente. Nunca he recibido palabras de amor tan cálidas y amables como las que escucho de mis amigos ucranianos, y es que me apoyan mucho y me dan mucha fuerza para seguir actuando. Si no fuera por ellos, si no tuviera esos amigos, no sé lo que pasaría conmigo. Probablemente habría caído en una especie de desesperación, de abatimiento. Pero resulta que eso es lo único que me mantiene a flote ahora mismo, el hecho de tener un vínculo tan fuerte con ellos.

Imagen contra la guerra de Natalia Nikulenkova.
Natalia Nikulenkova en una protesta contra la guerra.


¿Cómo están viviendo tus amigos ucranianos toda esta situación?
Mi ex-novio está allí ahora, en Lviv, y puede ser reclutado en cualquier momento. Es periodista y escribe sobre la situación; estoy en contacto constante con él y con todos mis otros amigos. Todas mis amigas, por supuesto, ya se han ido a Europa. Las que tienen hijos se los han llevado con ellas, claro. Los hombres se han tenido que quedar. Y, evidentemente, está siendo difícil para los que se han quedado. Cuando llamé hace poco a mis amigos, estaban todos sentados en un refugio antibombas, parece que había sonado una alarma y tenían que bajar a algún sitio, a algún pasillo. Y mi amigo me hablaba desde ahí, desde el refugio antibombas. Fue espeluznante.

Voy a editar una especie de diario en vídeo, con lo que ocurre día a día en Rusia y en Ucrania, para mostrar cómo lo estamos viviendo todos

Estuvimos discutiendo la situación, tratando de entender qué podemos hacer, cómo seguir viviendo y qué pasará ahora. Pero nadie tiene la respuesta para eso. La gente se puede acostumbrar a todo, incluso a la guerra. Pero igualmente se ofrecen como voluntarios para lo que sea, los que tienen coche llevan a los refugiados. Otros cocinan para la gente, con un movimiento llamado Food Not Bombs. Otros ayudan en el hospital… He oído que sólo un amigo ha ido al frente, a la primera línea, y no se qué habrá pasado con él. Por supuesto, estoy muy preocupada. Pero todos los demás siguen en los refugios antiaéreos, aunque entienden que eso tarde o temprano se acabará y que ellos también serán reclutados. En general, da mucho miedo. He estado llorando todos los días, llevo semanas levantándome cada mañana y llorando.

En un momento dado, estaba tan harta que fui a hablar con la policía. Simplemente cogí mi cámara y empecé a hacerles preguntas sobre a quién estaban vigilando y por qué eran tantos. Y empezaron a convencerme de que, “chica, no te preocupes, la policía no te hará daño, sólo mantenemos el orden”. Ese tío me hizo reír. Pero realmente piensa así, tiene algunos ideales románticos en su cabeza y realmente piensa que la policía tiene algún buen propósito ahora.

Estabas haciendo una película sobre Ucrania, y ahora que estás en Moscú la quieres terminar, con la intención de reflejar también la situación actual. ¿Qué tipo de película es y cuál es su mirada?
Como he dicho antes, estuve en un hospital militar en Odessa. Es ahí donde empieza esta película, con un soldado reclutado que me dice que en 2014 no se creía que estuvieran en guerra con Rusia hasta que le llevaron a Donetsk, le dieron armas y le dijeron que disparase. Dice que no podía creer en absoluto que tuviera que disparar a los rusos. Y decía tales cosas que todos los presentes lloraban a su alrededor. Contaba que él antes trabajaba de barman en Kazantip, en Crimea, donde se hacían raves y fiestas de todo tipo. Y ahora, con la guerra, es el infierno total. Pero seguía hablando bien de los rusos, a pesar de la guerra.

Ahora continúo realizando esta película. Estoy terminando la segunda parte y, para ello, simplemente estoy documentando lo que ocurre a mi alrededor. Por ejemplo, filmo las actividades de la Coalición Global que mencionaba antes, filmo las calles ocupadas por la policía, filmo a algunos de mis amigos afectados en los movimientos de protesta. Y también pido a mis amigos ucranianos que hagan un diario en vídeo de lo que ven allí, de cómo pasan el tiempo en esos refugios antibombas, de cómo hacen voluntariado, etc. Y con todo ello voy a editar una especie de diario en vídeo, con lo que ocurre día a día en Rusia y en Ucrania, para mostrar cómo lo estamos viviendo todos.

Una vez iniciada la invasión de Ucrania, las políticas priorizadas por la Unión Europea han sido el apoyo armamentístico a Ucrania, la imposición de sanciones económicas a Rusia y un aumento importante del gasto militar. ¿Qué opinas sobre eso?
Creo que siempre es la gente común la que sufre en esta situación, por desgracia. Al parecer, la UE no tiene ningún otro instrumento para influir en la política de Rusia que no sea la imposición de sanciones, no lo sé, pero todo esto afecta sobre todo a la gente de a pie. Y a Putin, a grandes rasgos, parece que le importa un carajo lo que pasa con la economía, o lo que pasa con la gente en general; lo que nos transmite es que él persigue sus propios objetivos. A él le importan un carajo estas sanciones, esa es la sensación.

No sé en absoluto qué hacer en esta situación, pero desde luego no estoy muy contenta con este proceso en general, porque realmente aumentarán la pobreza y la delincuencia por ello. Todo el mundo tiene mucho miedo de eso, de que esto se convierta en un infierno. Por ejemplo, mucha gente está perdiendo el empleo, los precios están creciendo y no está claro cómo va a sobrevivir la gente en esta situación; incluso existe el miedo de que empiece una guerra civil. Todo esto es una mierda.

¿Qué crees que deberíamos hacer los ciudadanos de la Unión Europea en esta situación?
No lo sé… Pero también siento cierto apoyo de mis amigos de la UE. Todo el mundo se está uniendo de alguna manera, solidarizándose. Ahora es importante salvar a las personas que realmente corren peligro en Rusia. A los que son perseguidos por la policía hay que rescatarlos ahora, conseguirles visados, ayudarles con dinero y acogerlos, alquilarles viviendas, etc. Porque, bueno, nosotros somos portadores de una determinada cultura, y si perdemos esto ahora, si Europa no nos ayuda, será el fin.

Argia
Contenido compartido con Argia, publicado en euskera por esta revista: “Gerraren aurkako mugimendua erabat klandestino bihurtu da Errusian”.

 


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Muy bien, ya sabemos que Occidente no tiene nada de inocente en este conflicto, pero presentar a Putin como un luchador para combatir a los ultraderechistas ucranios (que los hay) me parece una manipulación en toda regla.

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