Convenio 189 columna Pablo - 2

La semana política
El lenguaje de la victoria

Las organizaciones de trabajadoras de hogar consiguen que España ratifique el convenio 189 de la OIT.
Pablo Elorduy
Foto de Álvaro Minguito
11 jun 2022 06:00

Uno de los aspectos que reveló el informe sobre el partygate que esta semana puso al borde del despido al primer ministro británico, Boris Johnson, es que, en el fragor de las fiestas que tuvieron lugar en Downing Street durante el confinamiento, los juerguistas faltaron al respeto “en múltiples ocasiones” al personal de limpieza. La noticia no es tanto que los 83 invitados a esos saraos maltrataran a quienes estaban limpiando su mierda, sino que el reporte de Sue Gray lo incluyera y que eso haya permitido medir las consecuencias del partygate, no solo como un insulto en diferido a los estratos sociales que se escandalizan por la conducta de Johnson y sus amigotes, sino como una humillación directa, un insulto en vivo, a las que limpian.

Ese punto de las conclusiones del informe sobre la desmesura de los tories recuerda una realidad que funciona en todo el globo, especialmente en occidente. El trabajo de limpieza está situado en la parte baja del escalafón sociolaboral. Lo está en el nivel de derechos y, como consecuencia, también en la consideración cultural y social. Esa realidad afecta especialmente a las trabajadoras de hogar, histórica y específicamente discriminadas por la legislación. En ningún otro sector se permite que, como en el trabajo doméstico, no haya derecho a vacaciones ni a paro, los empleadores puedan despedir sin previo aviso a las trabajadoras de la noche a la mañana, se impongan horas extra de manera abusiva y no haya inspecciones de trabajo. 

Laboral
Trabajo indigno, trabajo decente
Es curioso que durante la misma semana se vaya a debatir en el Congreso la legislación sobre las vidas y los cuerpos de las chachas y las putas, en su inmensa mayoría mujeres migrantes, sin haberlas tenido en cuenta durante el proceso.


No se trata de invisibilización, no solo. Hay algo más corrosivo, que es la imposibilidad por parte de la opinión pública de comprender las razones de estas trabajadoras, migradas en su mayor parte. Una negativa radical a ponerse en la piel de las más explotados por el sistema, quienes hacen las jornadas más duras a cambio de menos salarios y con menos derechos, que también funciona en el caso de los manteros o las jornaleras. Es una posición que agrega racismo y clasismo a un instinto de preservación de estatus. En el mejor de los casos se aprecia una predisposición a integrarlos en los mecanismos de representación al uso, pero esto es conflictivo, en cuanto se produce una sustracción de la agencia de los movimientos por parte de aquellos que “solo querían ayudar”. 
Lo es, por supuesto, para el periodismo hegemónico, que prefiere mirar y aplaudir a los representantes políticos afines al movimiento que a las protagonistas del proceso. Es también problemático para los partidos de izquierda, que funcionan con estándares opuestos al lenguaje del hombro con hombro y el apoyo mutuo que emplean estas trabajadoras.

Las trabajadoras de hogar que esta semana han celebrado la ratificación por parte de España del convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo hablan un idioma rico, callejero, con una sintaxis que mezcla estructuras latinoamericanas y españolas. Hablan también el lenguaje de los afectos y las emociones, con unos acentos que no han sido tamizados por la comunicación política profesional ni por el derrotismo o el cinismo de organizaciones vapuleadas por mil y una derrotas y renuncias. El caso es que hablan todo eso y durante al menos la última década han conseguido una victoria mayor que la ratificación de esa normativa de carácter internacional: han conseguido ser oídas.

Alegría desbordada

Jueves 9 de junio. Un centenar de personas, en su mayoría mujeres, y un puñado de periodistas —también personas si no se demuestra lo contrario— esperan a que se confirme la ratificación del convenio 189. Un poco antes de las 18h de la tarde estalla el júbilo. Suenan las canciones, revientan los abrazos y los besos. No todos los días se celebra una victoria así. 

Ese lenguaje mestizo y rico de las protagonistas de esta victoria se desata en los discursos: “Gracias a todas las mujeres conscientes y consecuentes con esta lucha”, dice una de las sindicalistas; “No solo sabemos pedir, sabemos proponer”, comenta aquella; “ni una se va a quedar atrás”, termina otra militante, en referencia a las trabajadoras internas; “es la figura sindical la que nos va a llevar a lograr la equiparación de los derechos laborales, hay que pelearlo, porque es así como se conquistan los derechos”, resume otra de las trabajadoras.

Algunos de los nombres de sus portavoces —Rafaela Pimentel, Donatilda Gamarra, Marina Díaz— ya son conocidos, pero son sus organizaciones las que forman el eje de este movimiento: Territorio Doméstico, el Sindicato de Trabajadoras del Hogar y los Cuidados, Grupo Turín, la Asociación Servicio Doméstico Activo (Sedoac), la Asociación Intercultural de Profesionales del Hogar y de los Cuidados, el Observatorio Jeanneth Beltrán, etcétera, etcétera. 

En un tiempo en el que la reivindicación de la subjetividad, de aquellas características que nos hacen únicos, aparece como condición indispensable para reafirmarse en el activismo, la militancia de esas organizaciones, el hecho de que se agrupen bajo siglas que hablan del nosotras y reducen el egocentrismo a su mínima expresión, señala que el sindicalismo de las trabajadoras de hogar es hoy uno de los reductos más activos de la autonomía obrera, un escenario principal de la lucha de clases realmente existente. En el que se cruzan determinantes de clase, raza y género. Más que del movimiento obrero del pasado nos habla del futuro: transfronterizo y feminista. Y bailongo.

La escritora Brenda Navarro, autora de Ceniza en la Boca (Sexto Piso, 2022), explicaba en una entrevista en El Salto aún inédita, su convencimiento de que el conocimiento y entendimiento del mundo de las mujeres migrantes, aquellas que dejaron a los suyos para cuidar a los nuestros, no se está aprovechando culturalmente en los países de acogida. La celebración de la ratificación del convenio 189 es un momento simbólico. A estas trabajadoras les queda mucho camino por recorrer hasta que los compromisos adquiridos con la Organización Internacional del Trabajo se plasmen en leyes, reglamentos y en los presupuestos generales. Hasta que se termine la invisibilización y el abuso. Aprovechar políticamente la victoria que las trabajadoras de hogar han conseguido esta semana no significa apropiárselo sino comprender que definitivamente sin ellas no se mueve el mundo, que sin contar con ellas, su fuerza y su modo de organizarse, no va a haber forma de ganar un futuro.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Solo para socias
Solo para socias Nueva carta mensual: “Redactor en crisis”, por Pablo Elorduy
Después de La Semana Política, el coordinador de Política de El Salto regresa a un formato periódico.
La semana política
La semana política Lo que pasó, pasó
Hora de algunas despedidas. Ada Colau tiene difícil volver a ser alcaldesa de Barcelona y la izquierda tiene difícil volver a convocar el espíritu de una época en la que pudieron cambiar muchas cosas.
La semana política
La Semana Política La nave del misterio electoral
La compra de votos en Melilla y otros puntos del Estado agita la última semana de campaña y muestra el auge del conspiracionismo.
Genocidio
Genocidio Los Gobiernos europeos reprimen las muestras de apoyo a Palestina ante la inminente masacre de Rafah
Estados Unidos suspende por el momento la entrega de bombas a Israel ante la perspectiva del arrasamiento de Rafah. La UE organiza un seminario con el ministro de Exteriores y sus gobiernos reprimen las muestras de apoyo a Palestina.
Universidad pública
Acampadas propalestinas “Es nuestro deber señalar la complicidad de nuestras universidades con el genocidio”
Arrancan las acampadas universitarias en Madrid para exigir el fin de las relaciones con Israel y el apoyo a las víctimas del genocidio. Las acciones de protesta están ubicadas en Ciudad Universitaria, centro simbólico de la lucha universitaria.
Opinión
Opinión ¿Por qué lo hacen?
Los estudiantes que ocupan Bolonia y otros lugares no pueden detener el Holocausto. Pero pueden señalar que estamos del lado de los colonizados de todo el mundo y que desertamos de la guerra que los nuevos Hitler nos están imponiendo.
Palestina
Universidades Estudiantes de la Universidad de Alicante acampan para pedir el final del genocidio
Comienzan la acampada con una jornada en la que han realizado charlas, asambleas y un taller de pancartas en el campus de San Vicent del Raspeig.
Desempleo
Reforma Podemos apoyará el nuevo decreto de subsidio al no incluir el recorte en la cotización para mayores de 52 años
Este acuerdo desatasca la Componente 23 para la recepción de fondos Next Generation y fue tumbado el pasado enero en el Congreso con los votos en contra de Podemos, PP, UPN y Vox.
Elecciones
Elecciones Aliança Catalana: a las puertas del Parlament de Catalunya atizando la xenofobia y escondiendo la ‘estelada’
El partido liderado por Sílvia Orriols llega con una campaña mediática promovida por los principales medios españolistas del Estado, con el discurso antiinmigración como punta de lanza y con el deseo explícito de hacerse con parte del voto de Vox.
Crisis climática
Nuevo hito climático El pasado mes fue el abril más caluroso jamás registrado
Con una temperatura promedio del aire en la superficie de 15,03ºC, el pasado mes fue 0,67ºC más caluroso que el promedio de dicho mes entre los años 1991-2020 y 0,14ºC más que el anterior récord, el de abril de 2016.

Últimas

Formación El Salto
Formación El Salto Fotoperiodismo y movimientos sociales: una mirada a las luchas desde abajo a través de un objetivo
La Escuela de Periodismo Crítico de El Salto ofrece su primer curso presencial, en el que abordaremos, de la mano de nuestros fotógrafos, cómo plasmar a través de la imagen movilizaciones y resistencias.
Educación pública
Huelga de profesorado La Marea Verde vuelve a vaciar las aulas para tomar las calles de Madrid
Con un seguimiento que supera el 65% la primera jornada de huelga del profesorado madrileño transcurre entre piquetes y marchas por todos los puntos de la Comunidad de Madrid para exigir que se reviertan los recortes.
Sphera
Libertades civiles La secuela de un infiltrado
Los nuevos movimientos ecologistas llevan tiempo siendo objeto de vigilancia y criminalización por parte de los cuerpos de seguridad del estado y la judicatura.
Energía nuclear
Cerrar Almaraz Una primavera para empezar a cerrar Almaraz
Unas palabras para explicar la urgencia del necesario cierre de la contestada central nuclear de Almaraz y sus argumentos.
Más noticias
Ecología
¿RENOVABLES? La lucha contra los megaproyectos eólicos en Euskal Herria
Dicen querer luchar contra el cambio climático, pero el despliegue renovable no va acompañado por medidas reales para reducir el consumo fósil.
Aborto
"Mi voz, mi decisión" Madrid se llena de estatuas masculinas en favor del aborto
Una acción del colectivo Violetas(N) viste al famoso Oso y el Madroño o al exministro Alonso Martínez con el pañuelo verde en defensa del derecho al aborto, dentro de la campaña “Mi voz, mi decisión” para combatir el auge de la extrema derecha.
Palestina
Opinión Israel deja a la humanidad sin refugio
Otra vez Israel nos demuestra que puede hacer lo que quiera. Sus tentáculos de intereses económicos y sus sofisticadas bombas son capaces de asesinar a la justicia misma.
Sanidad pública
Sanidad Pública Aumenta el gasto en conciertos sanitarios mientras el Ministerio crea un observatorio de la corrupción
Organizaciones como Mareas Blancas piden la derogación de la ley 15/97, al tiempo que esperan el borrador de una nueva ley de gestión pública que el Ministerio de Sanidad estaría ultimando con los diferentes grupos parlamentarios.

Recomendadas

Cómic
Julie Doucet “Cada cómic es un experimento, no me gusta ceñirme a categorías asignadas por otros”
Julie Doucet, icono del cómic alternativo y feminista de los años 90, publica ‘El río’, su nueva novela gráfica que constituye un hito editorial, dado que llevaba un cuarto de siglo alejada del medio.
Universidad pública
Protestas contra el genocidio El consejero de Educación de Madrid pide sacar “la política” de la facultad de Políticas
La Comunidad de Madrid reacciona contra una declaración universitaria que exige al Santander, con quien la UCM mantiene un convenio, que deje de financiar proyectos contaminantes y a la industria armamentística corresponsable del genocidio en Gaza.