COP25
Comienza la cumbre del clima más a contrarreloj

Entre el 2 y el 13 de diciembre Madrid acoge la COP25, el evento que debería terminar de concretar la puesta en marcha del Acuerdo de París y ampliar la ambición climática de un planeta que, hoy por hoy, se dirige a un aumento de la temperatura media de 3,5ºC.

Sede de la COP25 en IFEMA
Sede de la COP25 en IFEMA Álvaro Minguito

Coordinador de Clima y Medio Ambiente en El Salto. @PabloRCebo

2 dic 2019 07:01

Los gestos se suceden por todo el mundo ante un evento de tal magnitud: la COP25, oficialmente 25ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, una cita que se celebra en Madrid entre el 2 y el 13 de diciembre y se ha preparado a marchas forzadas tras la renuncia a albergarlo del presidente chileno, Sebastián Piñera, debido a la crisis política que vive el país andino. El Parlamento Europeo, por ejemplo, publicaba este jueves una resolución en la que declara una “emergencia climática y medioambiental” en Europa y a nivel global, una proclama por la que se pide a la Comisión Europea “que garantice que todas sus propuestas legislativas y presupuestarias tienen en cuenta el objetivo de limitar el calentamiento global a un máximo de 1,5°C”. Es una iniciativa similar a la petición que aprobaba el Congreso de los Diputados el 17 de septiembre, por la que se pedía al Gobierno que declarase la emergencia climática, y que desde las organizaciones ecologistas se tildó de “papel mojado” o de “mera declaración”. 

“No es suficiente”, señalan fuentes de Greenpeace, que añaden “esta declaración, por sí sola, no es la solución y que la Unión Europea debe tomar medidas urgentes”. Aunque en el caso de la UE será en el Consejo Europeo de los días 12 y el 13 de diciembre donde los 28 decidirán formalmente cuanto aumentará su ambición climática —el objetivo de rebaja de emisiones de cara a 2030—, se espera su anuncio previo —la nueva presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, ya adelantó que quiere una reducción del 50%— y un papel destacado de la Unión en la COP25, el lugar donde está en juego el futuro de la climatología del planeta. 

Y en una cumbre patrocinada por el Ibex 35 donde compañías como Endesa, la empresa más contaminante del país —emitió 30,2 millones de toneladas de CO2 equivalente a la atmósfera en 2018, lo que supone el 23% de las emisiones fijas el 9% del total— o Iberdrola, sexto contaminante español, han puesto dinero sobre la mesa como les pidió Pedro Sánchez, una cosa son las apariencias y otra los hechos. 

Los hecho son que, con los compromisos actuales, el planeta se encamina a un calentamiento global de 3,5ºC sobre los niveles preindustriales. Es más, si la UE, una de las entidades gubernamentales que más ambición climática plantea, cumpliese lo que pide el Parlamento europeo —un aumento de su objetivo de reducción del 55% de las emisiones para 2030 con respecto a los niveles de 1990— tampoco llegaríamos: “Ni siquiera sería suficiente para limitar el calentamiento global a 2°C, y mucho menos a 1,5 °C”, señalan desde Greenpeace. 

“Pedimos que, a nivel Europeo, el objetivo sea del 65%”, señala Javier Andaluz, coordinador de Energía y Clima de Ecologistas en Acción (EeA), “y España debería redundar a la misma tendencia en 2030”. Lejos de ello, el Estado español solo ha firmado un compromiso de reducción del 20% para 2030, a años luz del 65% que piden los ecologistas, algo para lo que habría que reducir entre un 7% y un 10% anual las emisiones. Es una cifra lejana también al 40% que plantea Unidas Podemos, previsible socio de Gobierno si los planes de Sánchez e Iglesias salen adelante.

Cumbre técnica

Con este panorama, todas las miradas están puestas en lo que pueda salir de una cumbre muy técnica que debería cerrar decisiones que se llevan postergando desde 2015, principalmente una concreción de un Acuerdo de París pensado para entrar en vigor en 2021 y sustituir al Protocolo de Kyoto —que expira el año que viene— como principal herramienta global de lucha contra la emergencia climática.

“La Cumbre del clima de Madrid deberá estar a la altura de las circunstancias y dejar atados varios apartados dentro del Acuerdo que garanticen la acción de todas las partes en coherencia con la ciencia”, señalan desde Amigos de la Tierra. Con cifras récord de emisiones globales y de gases de efecto invernadero en la atmósfera —la Organización Meteorológica Mundial anunciaba el 25 de noviembre un nuevo récord de CO2, con 407,8 partes por millón— los escollos para avanzar de forma real y efectiva en la lucha contra la emergencia climática son varios.

“Hay una serie de cuestiones procedimentales pendientes”, señala Javier Andaluz. Una de ellas, clave para la puesta en marcha del Acuerdo de París, es el proceso de la ambición o de las llamadas Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC), los planes que cada país pone sobre la mesa y que utilizan para determinar y cuantificar cuál es su reducción de emisiones. Todo ello en un contexto en el que las contribuciones planteadas por las naciones llevan a un calentamiento muy superior a los 2ºC de máximo planteados por el Acuerdo de París, y al 1,5ºC que exige la comunidad científica. “Eso es lo que se tiene que cerrar, porque si no podemos llegar a un 2021 en que tengamos un Acuerdo de París donde haya una serie de herramientas que no están aprobadas y pueden ponerlo en riesgo”, señala el experto de EeA.

Además, “el lenguaje oculto es que muchos de los bloqueos que tenemos aquí son bloqueos que no tienen que ver con la redacción del texto, sino con posiciones mucho más de fondo de muchos países”, explica Andaluz. “Por ejemplo, mientras no se desbloquee la financiación necesaria es muy probable que muchos países bloqueen las NDC”.

Financiación y bloqueos

El Fondo Verde para el Clima, uno de los principales instrumentos económicos para luchar contra la crisis climática, es otro de los escollos, ya que “lleva varios años intentando llenarse pero faltan 10.000 millones de dólares para 2020”, tal como señala el coordinador de Energía y Clima de EeA. Asimismo, está por definir quién puede y de qué forma contribuir, con la posibilidad de que entren grandes compañías a financiarlo.

Otra de las cuestiones que tendrán que resolverse será como se contabilizan determinados parámetros, especialmente las cuestiones relacionadas con bosques, sumideros de CO2, y con los cambios de uso del suelo.

Especial atención habrá que poner al polémico artículo 6, que regula la posibilidad de crear un mercado de carbono entre países y empresas —existe a nivel europeo pero no a nivel internacional— y los mecanismos de desarrollo limpio (MDL) por los cuales países del norte global pueden financiar proyectos de mitigación de emisiones de gases de efecto invernadero en países del sur. Son cuestiones que, hoy por hoy, se encuentran aún verdes en el Acuerdo de París.

Mientras tanto, la sociedad civil, que se articulará mediante la Cumbre Social por el Clima que tendrá lugar paralelamente a la cumbre en la Universidad Complutense de Madrid entre el 6 y 13 de diciembre, promete estar vigilante y presionar para que los países hagan sus deberes. La cita más importante que han convocado los movimiento sociales: una manifestación que saldrá de la estación de Atocha a las 18 horas el 6 de diciembre.

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