Culturas
Cultura riojana en alerta

La Rioja lleva un mes con medidas de confinamiento perimetral y toque de queda, a lo que hay que añadir el cierre de la hostelería y el acceso de su capital, Logroño, abierto hace tan solo una semana, y una cabecera de comarca, Arnedo, en la que el cierre permanece aún activo. Tres meses antes de estas medidas, el 17 de septiembre, el sector cultural de la comunidad ya se manifestaba, junto con otras veinte ciudades españolas, para reivindicar la falta de medidas que ayuden a paliar la crisis en la que está soportando este sector. En el paseo del Espolón de Logroño, cientos de personas vestidas de negro, pertenecientes a diferentes ramas de la industria cultural regional, alzaron su voz cumpliendo estrictamente las medidas de seguridad. Al mismo tiempo, daban ejemplo de cómo se podían organizar eventos multitudinarios de forma totalmente segura.

Con poco más de 300.000 habitantes, sorprende el gran entramado artístico y cultural que posee esta comunidad. Por poner algún ejemplo, solo en la ciudad de Logroño existen 18 escuelas de danza y 12 compañías de teatro, además de multitud de bandas de música o artistas visuales. Esta diversidad cultural lucha por mantenerse a flote, ahora más que nunca en esta difícil situación en la que se han visto tan afectados.

Se ha creado una plataforma para contabilizar el impacto que ha tenido la pandemia en el sector dentro de la región. El total de pérdidas asciende a 1.942.020 euros
 durante los meses de confinamiento y se estima que se elevan hasta 2.259.755 durante el periodo de junio a octubre.

Esta encuesta pone en evidencia la precariedad del sector y revela cómo más de 200 trabajadores eventuales se verán afectados en su principal fuente de ingresos en los próximos meses mientras alrededor de 100 trabajadores fijos y fijos discontinuos están en ERTE o en el paro. Tan solo 165 actividades, de las 2.000 que fueron suspendidas en dos meses, han sido reprogramadas. Y más de 2.000 cuotas de alumnado en educación artística se han visto anuladas.Estos datos permiten hacer una valoración estimada de la gran crisis económica que atraviesa el sector, así como de la importancia de la cultura como industria económica relevante en la región.Desde el Gobierno de La Rioja, la actual Directora General de Cultura, Ana Zabalegui, pone en valor esa “riqueza cultural tan singular” y reconoce como objetivo el “proteger la actividad cultural y que esa actividad continúe”.

Según comenta Zabalegui, que se estrenó en el cargo el 10 de marzo, pocos días antes del anuncio del estado de alarma, se han coordinado con Sanidad para ofrecer una “cultura segura”. Entre de las medidas tomadas en La Rioja se permite un aforo de hasta un 75% en teatros y auditorios, uno de los más amplios comparado con otras comunidades. Los establecimientos culturales, como cines y teatros, han sido declarados servicios esenciales para poder permanecer abiertos. Se han reconvertido 725.000 euros de ayudas para dirigirlas a apoyar más de 100 actividades culturales. “Hemos intentado respetar todas nuestras programaciones culturales y volcarlas en Km0 —recuerda la directora general—, pero es verdad que no somos el mayor programador, sino que la programación directa está más en manos de los ayuntamientos. Nuestra labor es más la de ordenación y apoyo general”.

Sin embargo, varias voces desde el sector cultural mantienen la crítica de que desde las administraciones regionales no se apoya al artista local como se debería. Zabalegui se defiende. “Seguro que hay que apoyar más al artista local, pero a veces la administración trabaja con dos vectores, el ciudadano y el sector, y a veces no coincide con lo que el sector querría. Aunque sí que es verdad que lo que pide la pandemia ahora es hacer más caso al sector, y por ello estamos intentando programar al tejido local”.

Este reportaje tiene como objetivo mostrar esa riqueza artística y cultural, tan diversa en la Rioja, desde un punto de vista íntimo. Dar voz a las historias personales y encarnan en estos perfiles la crisis que atraviesa este sector.

Diego M. Continente – Músico, banda Messura

Diego es la voz de Messura, emergente banda riojana de rock que, con solo tres años de andadura, ya se ha convertido en uno de los grupos más conocidos de La Rioja. Para 2020, ya tenían contratada una gira importante a nivel nacional e internacional, con conciertos en grandes ciudades como Londres, pero todo se ha suspendido por la pandemia. Al tener ya tanto volumen de trabajo contratado, habían hecho una gran inversión económica para terminar de profesionalizar la banda. “Lo que se hará el año que viene, si es que se hace algo, será lo que ya estaba contratado, y lo poco que haya nuevo va para los grupos grandes ya muy consolidados”. Para una banda emergente como Mesura, supone un gran problema y dan el año por perdido mientras lo aprovechan para componer y grabar un nuevo disco. Para esa grabación esperan la resolución de una solicitud de ayuda a la creación artística que ofrece el Gobierno de La Rioja. “El problema es que luego no tendremos dónde hacer actuaciones para presentarlo”.

No ve apoyo a nivel institucional hacia las bandas locales: “Hay muchas bandas locales y no se da ninguna facilidad ni motivación, ni siquiera hay locales de ensayo públicos”. También lamenta que ese apoyo muchas veces tampoco viene desde el público. Señala cómo “la mayoría de la gente no va a ver a los grupos de aquí, sino a los grandes de fuera y creo que esto pasa porque no hay un interés artístico o cultural real con la música, sino que se la relaciona solo con fiesta, con beber”.

En definitiva, se queja de cómo la música “no se entiende como cultura ni a nivel del público y por tanto tampoco a nivel institucional. Hay muy poca sensibilidad hacia el sector de la música artísticamente hablando”.

Diego es, además, el director de la Academia de Música Amadeus en Logroño. “Dar clases me llena el frigo y dar conciertos me llena el alma”. Pero se lamenta de que, debido al miedo, ha habido un gran descenso en las matrículas este año, de hasta un 60%. “Este era el año que más matrículas había. Esto ha sido como un jarro de agua fría, un baño de realidad que ha puesto de manifiesto nuestra vulnerabilidad”.

Tamara Mendaza – Artista visual 

Tamara es una artista visual que utiliza la ilustración, la cerámica y el diseño de moda como modo de expresión artística. Comenzó sus estudios en la Escuela Superior de Diseño de La Rioja, en Logroño, y los terminó en la universidad de West Bohemia en República Checa. Ha trabajado en Madrid y ahora vive de nuevo en La Rioja donde ha realizado varios trabajos y exposiciones. Actualmente es la artista residente en La Lonja, una galería de arte de Logroño que, además de realizar exposiciones y eventos artísticos, produce proyectos de artistas residentes. La presentación de su proyecto se ha ido aplazando por la pandemia, de momento hasta marzo de 2021.

Tamara explica que, a excepción de algunas galerías, no hay mucho apoyo al arte local. Sin embargo, desde hace un tiempo ciertos pequeños municipios del entorno rural están apostando por los eventos culturales. “Se está llevando el arte y la cultura a los pequeños pueblos y eso es magnífico”. Este año ha participado en Camprovinarte, una de estas iniciativas en la que se realizan diferentes intervenciones artísticas en el pueblo. “Este tipo de eventos funciona muy bien en los pueblos, ya que sus habitantes se apropian de ese arte, lo hacen suyo y les encanta. De esta manera lo valoran porque ya lo asocian con su entorno, con ese arraigo que se tiene a la tradición”. Ella misma está organizando Sierra Sonora, un proyecto cultural en su pueblo, Viniegra de Abajo. “Consiste en un ciclo artístico estacional que intenta englobar todas las artes para recuperar las tradiciones populares y generar encuentros de conversación y así dinamizar el pueblo”.

Reconoce que cada vez es más difícil ganarse la vida y que tiene que buscar otros trabajos complementarios para poder vivir. “Ahora con toda esta situación excepcional es todavía mucho más difícil, y aquí en La Rioja todavía más, ya que no se reconoce a los artistas, todo el mundo se va fuera, aunque a mí me gusta quedarme a pesar de las dificultades. Es como un reto. Hay que ser valiente”.

Al igual que Diego, Tamara denuncia la falta de apoyo institucional, no solo como creadora sino también para la puesta en valor de la actividad artística en el público que la consume. “Es un deber de las instituciones facilitar el acercamiento al arte para que la gente se apropie de ello, y no se hace”. Tanto más en este periodo de pandemia en el que “existe una nube amenazadora de odio y miedo muy peligrosa” contra la que Tamara cree que el único remedio es la cultura ya que “es liberadora, es el lugar común donde encontrarse y poder conversar”.

Alfredo Lázaro – Sala de conciertos Stereo 

Alfredo es uno de los tres socios que regentan el Bar Stereo, mítica sala de conciertos de la noche logroñesa que cuenta con 17 años de historia, desde que un día uno de sus socios le propuso abrir una local “para poner la música que nos gusta”. Ahora el Stereo permanece cerrado por la pandemia. Durante el verano pudieron abrir un tiempo e hicieron tres conciertos con entrada libre, cumpliendo todas las medidas y protocolos de seguridad. Pero en salas pequeñas es muy difícil seguir adelante con estas medidas, ya que el aforo es muy reducido. “No podemos abrir, pero aunque pudiéramos no nos compensa el hacer conciertos ahora mismo. Andamos mal cuando podemos utilizar el 100% del aforo, así que imagínate ahora”.

En los conciertos que se organizan en el Stereo, el dinero de la venta de entradas va íntegro para el grupo, a los que pagan alojamiento y cena si vienen de fuera, el dinero para el local es el que sale de la barra. “Si lo hubiésemos hecho por dinero, hubiéramos dejado de hacer conciertos hace tiempo. Para hacer esto tienes que ser un romántico. Te tiene que gustar mucho, ya que da mucho trabajo y no se saca dinero con ello. Tenemos que trabajar en otras cosas para poder subsistir”.

Tanto Alfredo como sus otros dos socios tocan en diferentes bandas locales. Él es uno de los integrantes del grupo de rock Mutagénicos, que al igual que tantas otras bandas han visto cancelados todos sus conciertos debido a la pandemia. Está deseando volver a tocar: “No se ha valorado nunca la música en este país. Sientes que el trabajo de los artistas no se valora desde ningún lado, y lo veo desde diferentes ángulos, tanto a nivel de grupo musical como de local de conciertos. Cuesta que la gente pague una entrada para ver música, y son entradas que van desde los cinco euros. Desde las instituciones tampoco se valora. Lo tratan como ocio, no como cultura, y claro que es cultura, que además nos ha salvado en el confinamiento. ¡Así que mira si es importante! Al final creo que la Administración es el reflejo de la sociedad. Si la gente no le da valor, la Administración tampoco”.

De nuevo, destaca la gran cantidad de grupos de música que hay en Logroño para ser una ciudad de pequeño tamaño. “La gente está deseando tocar, y no hay casi sitios. Aquí en Logroño ahora solo estamos nosotros y el Biribay. No hace falta llamar a nadie. La gente te escribe directamente para poder tocar. Teníamos todo el año con fechas de conciertos que se han tenido que suspender, y no podemos abrir el bar”.

Ante la oferta de ayudas institucionales, destaca que son escasas o inútiles “Hemos presentado proyectos para ciclos musicales de diferentes tipos y no nos han hecho ni caso”. Este año ya lo da por perdido porque no cree que pueda abrir. “Si al final tenemos que cerrar las salas ya no habrá sitios donde la gente pueda tocar. Por eso creo que deberían cuidar las pocas salas que hay. Claro que eso sería si se valorara la música y quisieran que de nuestra zona salieran grupos buenos”.

No es nada optimista al hablar del futuro: “Los locales de noche tienen los días contados. Creo que estamos condenados a morir”.

Daniel Cristóbal – Técnico 

Daniel es técnico de sonido y trabaja como autónomo. Es el técnico de sistemas de Alejandro Sanz y su jefe del equipo de sonido en España. También es el responsable de sonido del escenario principal de grandes festivales como el Mad Cool o el Download Festival de Madrid, además de trabajar en otros muchos espectáculos y conciertos como la gira de OT, o de grupos como Fito y Fitipaldis, Hueco o Lagarto Amarillo entre otros. Cuando no está de gira, su vida la pasa entre Madrid y Autol, su pueblo natal.

Aquí en La Rioja, trabaja para festivales como el Actual o Ezcaray Fest entre otros. Desde los 14 años quería dedicarse a esto, cuando sus padres le llevaron a ver un musical. Empezó a encargarse del sonido y la iluminación en los actos del instituto. Finalizados sus estudios secundarios, se fue a Madrid a estudiar en el Centro Tecnológico del Espectáculo, para dedicarse a ello profesionalmente, a pesar de que recuerda que el director de su instituto le decía “nunca llegarás a nada con esto, así que déjalo y ponte a estudiar”. “Ahora hago lo que me gusta hacer, y a pesar de que también nos perdemos muchas cosas de la familia y los amigos por estar de gira, es un trabajo maravilloso”.

El confinamiento le sorprendió en Colombia en mitad de la gira latinoamericana de Alejandro Sanz. “Una vez montado todo me dijeron que teníamos que desmontar y volver a España, y no entendía nada porque allí todavía no había llegado la pandemia con tanta fuerza”. El 12 de marzo aterrizó en Madrid y de ahí se vino a La Rioja. Desde entonces lleva viviendo en Autol, ayudando a su padre en el negocio familiar, ya que exceptuando tres trabajos que le han salido en Madrid estos días, no tiene nada más programado. Tanto la gira centroamericana como la española de Alejadro Sanz que tenía previstas se han suspendido. “Ahora ya no tengo absolutamente nada de trabajo. Tuve que dejar mi piso en Madrid y venir a vivir con mis padres a Autol. Pero tengo que seguir pagando la cuota de autónomos, el renting del coche y el material que compré antes de la gira y que no puedo amortizar ahora. Aquí lo tengo todo parado en el almacén”.

La nueva situación ha obligado a Daniel a reinventarse para intentar poder trabajar. “Estamos proponiendo nuevos proyectos, en los que incluimos todas las medidas de seguridad, con planes de prevención, etc. Pero cuando se lleva a las administraciones municipales no te hacen caso. Lo rechazan todo diciendo que prefieren no hacer nada. Aquí en La Rioja, no se potencia la música en directo. No se valora y por tanto es lo primero de lo que se prescinde”. Se queja de que tampoco la sociedad valora a su sector como se merece. “No se valora nuestra profesionalidad, no se ve todo el gran trabajo que hacemos, hay que hacer predicciones, planos, cálculos para que todo suene bien, y conlleva una gran responsabilidad”.

El futuro lo ve muy incierto para los técnicos. “Los precios se están tirando por los suelos. Se está volviendo a valores de hace diez años como en la crisis anterior. No parece que vaya a haber nada, y en lo poco que se haga se reducirá el número de técnicos contratados. El año que viene ya se está viendo que no habrá giras y ya hay muchas empresas específicas de este sector que están poniendo fechas de cierre. Muchos compañeros ya se están dedicando a otros trabajos y ya no volverán a este oficio”.

Valeria - Bailarina de danza oriental 

Valeria lleva dedicándose a la danza oriental desde hace más de veinte años, tanto como bailarina como profesora. “La danza es vida. Para mí, es una expresión total de amor hacia ti misma, hacia lo que haces y hacia la gente. Es poder expresar todo lo que llevas dentro y ofrecerlo, al igual que un pintor, una bailarina utiliza su cuerpo como lienzo”. Se formó en la escuela de danza Nesma Al-Andalus de Madrid, una de las más importantes para este tipo de danza. “Esta danza tiene muchos beneficios físicos y psíquicos, hace que conectes con tu cuerpo. El público se emociona mucho al verla, no solo por la belleza, sino también por esa conexión. Eso es lo que hace el arte, nos mantiene viva la emoción, y es una parte muy importante de nosotros”, comenta Valeria.

Debido a la pandemia, se han suspendido todas las actuaciones que tenía proyectadas para este 2020. En cuanto a las clases, que es lo que más le proporciona el sustento económico, la situación es muy grave. Con la segunda oleada, este nuevo curso ha sido casi por completo eliminado. Su horario se ha reducido a tan solo tres horas semanales. “Muchos talleres se han suspendido directamente porque las clases no se pueden hacer con mascarilla, ya que físicamente es muy enérgico y necesitas respirar, y otros en los que es factible usar mascarilla se han caído debido porque hay mucho miedo, a pesar de que hacemos las clases con todas las medidas de seguridad. Así que lo que me ha quedado no da para vivir”.

Con esta situación, Valeria está empezando a replantearse su vida. “A día de hoy es casi imposible vivir de esto. Ya de por si es muy complicado que te salgan actuaciones y que te las paguen. Así que ahora con esta situación de pandemia ya es casi imposible. Te ves que ya después de tantos años te tienes que replantear tu vida y buscar alternativas para pagar las facturas”.

Además de la pérdida económica personal, Valeria también señala la pérdida ya a un nivel emocional. El perder la ilusión de no poder expresar con el baile. En definitiva, la pérdida de riqueza cultural como tal, del disfrute que supone. “Creo que se podrían hacer cosas con todas las medidas y protocolos de seguridad, creo que la cultura es segura”. Explica que esto ha supuesto también una pérdida económica a nivel social, ya que muchos de sus espectáculos los realizaba en eventos benéficos en donde se recaudaban fondos para diversas causas.

Valeria vino desde Elche hace 15 años. Ahora se siente riojana de adopción y lo que más le gusta de aquí es la riqueza cultural que existe. “Siempre hay gente que se mueve y hace cosas, hay muchas propuestas e iniciativas particulares, hay mucha inquietud artística”. Pero cree que esta riqueza cultural no se ve valorada por parte de las instituciones: “Pienso que desde las administraciones se podía apoyar más y apostar por el valor de la gente que tenemos aquí, porque hay muy buenos profesionales poco valorados, y hacen falta más espacios públicos para poder actuar”.

En cuanto al futuro, prefiere pensar de forma optimista. “Quiero pensar que esto es un parón temporal, que va a pasar y vamos a volver, porque tengo que bailar hasta el día en que me muera. Pero vamos a tener mucho trabajo por delante para volver a lo que teníamos antes. Si seguimos así, al final quedarán solo las grandes empresas y las pequeñas compañías no podremos sobrevivir. Aunque lo que más miedo me da del hecho de parar es que se acostumbre a la gente a vivir sin actividades culturales. Para mí eso sería horrible, ya que el arte me enriquece el alma y me hace feliz”.

Alfredo Cordero – Cines 7 Infantes 

Alfredo es el gerente de las salas de cine 7 infantes en Logroño desde el año 2013. Además de cine comercial, en estas salas se puede disfrutar de películas independientes y pases en versión original subtitulada, algo muy poco frecuente en esta ciudad. Además, ofrece otro tipo de proyecciones como cortometrajes. Cada año colaboran con el festival Octubre Corto que se celebra en la ciudad de Arnedo. En estas salas se pueden ver todos los cortos de la sección oficial paralelamente al festival, que este año se ha visto aplazado por la pandemia. Después de cerrar el 12 de marzo por el confinamiento, los cines 7 infantes volvieron a abrir el 26 de junio con un 70% de aforo permitido, desde entonces la facturación ha sido tan solo una tercera parte de lo que se facturó en el mismo período del año pasado. 

Alfredo comenta que en Logroño sí hay una gran demanda de cine, que a pesar de ser una ciudad pequeña, existen otras tres salas aparte de la suya, aunque una de ellas ya no volverá a abrir después de esta crisis. A pesar de que se haya reducido el público debido al miedo, sigue asistiendo al cine. “A la gente le gusta la experiencia de venir al cine, pero la situación es difícil. Estamos intentando no reducir la plantilla pero es complicado. Ahora estamos once trabajadores que están en ERTE al 50% y hemos tenido que tomar la decisión de cerrar los lunes y martes y eliminar la última sesión para adecuarlo al nuevo toque de queda”.

Explica que el problema no es tanto por las medidas de seguridad y la reducción de aforos, ya que como son salas grandes no hay dificultad en ese sentido, sino que el gran problema es la falta de estrenos. “Los grandes estrenos es lo que se vende en el cine, la novedad. Es con lo que nos sustentamos económicamente, con las películas más taquilleras. Pero todos se han pospuesto al año que viene y se han suspendido los rodajes. Para esta Navidad no tenemos nada”.

Paradójicamente, son ahora las películas menos taquilleras, el cine independiente, el que les está ayudando a sobrevivir, ya que estas sí se van estrenando. “El haber apostado por este tipo de cine ahora nos está viniendo bien, ya que el abanico de nuestro público es mayor”.

Sobre el futuro, piensa que”posiblemente las salas de cine tengan los días contados y acabarán en unos años, pero hoy por hoy hay interés por venir al cine, aunque con esta situación habrá que esperar a ver qué pasa”.

Justo Sacristán - Circo Holiday 

Justo Sacristán es el director del circo Holiday desde 1987. Junto con sus seis hermanos, Justo es la quinta generación circense de su familia, y con sus hijos hace posible una sexta generación. “Decidimos continuar con la labor que heredamos de nuestros tatarabuelos. Llevamos el circo en la sangre”, asegura.

Este circo tradicional está en una crisis sin precedentes. Se encuentran parados en su pueblo riojano, Alcanadre, desde hace ocho meses. Sin poder trabajar, no tienen ningún ingreso económico. “Teníamos la gira preparada y se suspendió todo. Me da miedo que tengamos que cerrar las puertas después de tantos años y tener que olvidarnos del circo después de tantas generaciones. Nos moriremos de pena, porque el circo no es solo un trabajo, es un modo de vida. Llevamos haciendo esto desde siempre. Es nuestra vida”.

En este circo viven y trabajan 31 personas. Algunas de ellas se encuentran en ERTE, otras han conseguido trabajar en la vendimia contratados por agricultores de la zona. Pero el dinero es escaso. Se están alimentando gracias a las donaciones de asociaciones humanitarias y alguna empresa conservera y particulares del pueblo que les proporcionan alimentos.

Desde la crisis de 2008 el mundo del circo ya venía muy castigado. Pero la nueva situación producida por la pandemia les ha afectado tremendamente. “Si no tenemos ayuda por parte de las instituciones, no vamos a poder sobrevivir. Aunque pudiéramos empezar a trabajar, vamos a tener que hacer una gran inversión con todos los vehículos que llevan aquí parados tanto tiempo: itv, mantenimiento, seguros, etc. No vamos a poder asumirla. Pedimos un ICO que tenemos que devolver y a día de hoy ya no tenemos dinero”. Recibían una subvención para las giras y otra para la manutención del profesor que llevan con ellos, ya que tienen un colegio ambulante para los niños en uno de los camiones. Ambas ayudas se han cancelado este año.

Podrían trabajar cumpliendo todas las medidas de seguridad que dicta el Gobierno, pero son los ayuntamientos los que no les dan la autorización para hacerlo. “Da igual el partido que esté en el ayuntamiento. No quieren autorizarnos. Llevamos seis meses intentando trabajar pero ningún ayuntamiento nos da el permiso. Nos dicen que cómo se va a autorizar un circo ahora. Nosotros cumplimos todos los protocolos de seguridad, y ya se ha visto que no hay contagios en cultura, que es segura. Y el circo es cultura”. “Hemos solicitado para Navidad actuar en Logroño —añade—, y estamos esperando a ver qué nos dicen. Somos el circo de La Rioja, pero La Rioja tampoco se acuerda de nosotros. Nos sentimos abandonados”.

El futuro no es nada alentador para Justo: “Lo veo muy mal. Si seguimos así llegará un momento en que no vamos a tener para pagar y nos embargarán. Si al final conseguimos empezar a trabajar va a ser muy difícil sacar esto adelante porque creo que mucha gente va a estar muy mal de dinero con esta crisis y seguramente prescindirá de venir al circo”.

SAPO Producciones – Compañía de Teatro 

La compañía de teatro SAPO se fundó en 1995. Con 25 años de historia, es la compañía en activo más antigua de La Rioja. Hacen espectáculos de pequeño y gran formato, animaciones de calle, espectáculos de sala, y rutas teatralizadas. “Vivir solo de espectáculos de sala es muy difícil”, comenta Josué, uno de los fundadores de la compañía. Algunos de los integrantes de SAPO también trabajan para otras compañías riojanas. A pesar de que les gustaría, les resulta imposible poder hacer contratos fijos a los actores, así que los contratan por funciones.

En los últimos años, el sector de la cultura teatral en La Rioja parecía haber vivido un despertar. La asociación de compañías profesionales de artes escénicas en La Rioja, AESCENA, agrupa ya a 12 compañías. “Cuando empezamos, en La Rioja había solo tres o cuatro compañías”, comenta Josué. “Culturalmente en esta región hemos estado atrasados, como aislados. Vivir de esto aquí era muy difícil. Ahora estábamos empezando a que se nos viera. Llevábamos unos años en que se programaba y se demandaba espectáculos teatrales y cultura. Parecía que la cosa iba bien”.

Sin embargo, a nivel institucional “no se ha valorado el cultivo cultural que había aquí. No se le ha considerado importante. Entonces la gente se tenía que ir fuera. No había una estructura para poder trabajar aquí, y todavía tenemos que luchar para conseguirla”, apunta María, una actriz de la compañía.

Una vez más, se quejan de que no se apoya al artista local. “Se tiene que aprender a valorar lo que hay aquí. Porque lo que tenemos es muy digno, muy profesional y muy bueno y creo que las instituciones tienen que abrir los ojos y apostar por esto, y más todavía ahora con lo del km0”, señala María.

“Por parte de las instituciones hay de todo, depende de las personas que te toquen. Creo que ha habido personas que han estado muy comprometidas y muy interesadas y valorando lo que hacíamos. Sin embargo otros que todo lo contrario. Es decir, a nivel personal si nos pueden valorar pero a la hora de hacer una contratación más global, no de cosas tan particulares, ahí se quedan cortos. Ahí es cuando cuesta. Es difícil que se establezcan las obras como algo fijo. Tenemos que pelear mucho por hacer nuestro trabajo”.

Coinciden en que el principal problema es la falta de valoración de su actividad, que muchas veces se considera como una profesión secundaria. “Hay mucho trabajo detrás de cada proyecto pero no se le da el valor real. No se paga dignamente y hemos asumido el rol de que nuestro trabajo es precario”, comenta Alex. Según Josué, “el problema es que la cultura no da el dinero que pueden dar otras cosas, y no se valora todo lo que realmente da, lo que enriquece a la sociedad. Hay otros lugares en los que sí se valora más”.

En lo que más trabajan últimamente es realizando rutas teatralizadas por los diferentes pueblos y ciudades de La Rioja, Navarra y País Vasco. “Aquí sí tenemos la suerte de que los ayuntamientos apuestan por ello, ya que también incluye la parte de turismo, de enseñar las ciudades y pueblos, sus monumentos y particularidades —explica María—, pero si no eres tú el que ofrece el producto ya elaborado y cerrado es difícil que te llamen a ti para trabajar”.

En los últimos meses han podido trabajar una cuarta parte de lo que venían haciendo. Ahora, con la segunda ola de covid-19 no tienen nada de trabajo programado. “Hemos presentado proyectos y propuestas a las instituciones adaptándonos a las nuevas situaciones con las medidas y protocolos para trabajar de forma segura, exigiendo también desde las asociaciones que se fijen legalmente estos protocolos, pero los ayuntamientos no quieren programar, ni siquiera vía streaming”.

Josué se encuentra ahora mismo en ERTE y los demás actores están en el paro. “No sabemos qué va a pasar, pero la previsión es muy mala. Tenemos todo vacío —señala María—, no sé cómo vamos a subsistir”. “Entendemos que ahora lo más importante es la salud, por supuesto, y que se invierta esfuerzos y dinero en sanidad, pero si esto sigue así, sin ningún trabajo, va a ser complicado subsistir, y creo que la cultura es segura, que se pueden hacer cosas”, señala Alex. “Hay que hacer un esfuerzo por parte de todos para mantenerlo, porque la cultura y el arte es también una medicina para el alma”, apunta Josué.

Rubén García– Actor 

Ruben es actor. Estudió en Madrid Teatro musical y después volvió a Logroño donde comenzó a trabajar con SAPO, compañía de teatro con la que ya lleva doce años. Es el director de la Asociación teatral Las Varietes Riojanas, en la que hace espectáculos de todo tipo caracterizado como su personaje Bárbara, la reina de la pantaloneta. Desde que empezó el confinamiento viene haciendo un programa online gratuito entreteniendo a la población riojana.

Todo el trabajo que tenía programado se le ha ido suspendiendo. “Tenía actuaciones que se habían reprogramado tras el confinamiento pero al final no se han hecho. He tenido suerte de poder trabajar un poco durante el verano, pero ahora ya no tengo nada”. Se lamenta de que no se apoya el teatro riojano. “En otras comunidades han aumentado las ayudas a la producción por la pandemia y han tomado ciertas medidas que me parecen muy acertadas, como abrir los teatros principales a las compañías locales apostando por el teatro de cercanía, aquí no. Veo que prefieren no hacer nada para evitar posibles responsabilidades. Antes no había mucha intención en programar. Ahora menos”.

Destaca cómo desde las diferentes asociaciones se están proponiendo alternativas para poder trabajar con todas las medidas de seguridad. Están intentando reinventarse, proponer actividades online y hasta aplicaciones para el móvil. “Hemos enseñado propuestas con todos los planes de seguridad. Todo hecho. Pero no nos hacen caso. No hay intención. Solo unos pocos ayuntamientos han programado alguna actividad”.

En cuanto al futuro, es bastante pesimista. “Pinta muy mal. No hay nada a la vista”. Ruben señala que el problema es que “no hay intención de hacer nada”. “Ni siquiera quieren quedar con nosotros cuando proponemos cosas, y sí que hay demanda por parte del público. ¡La gente quiere consumir cultura! Lo que más me preocupa es que el público se termine desacostumbrando a consumir cultura. Eso sería gravísimo, porque como personas necesitamos la cultura”.