Uruguay
Isabel Zerboni: “No solo construyes tu casa, también construyes comunidad, barrio y lazos afectivos”

Isabel Zerboni, vicepresidenta de la Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua.

En Uruguay las cooperativas de vivienda tienen una larga trayectoria de raíz obrera. Hoy es una política pública de éxito con 50 años de historia. Las primeras cooperativas fueron impulsadas a finales de los años 60 por los sindicatos en un contexto convulso marcado por una gran politización y la brutal represión que daría lugar a la dictadura. Muy pronto se organizarán en torno a la Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por la Ayuda Mutua (FUCVAM), que hoy  agrupa a unas 730 cooperativas y representa a más de 35.000 familias. Durante más de 50 años, FUCVAM ha trabajado para que el modelo  de vivienda cooperativa sea accesible para los sectores populares y para promover la participación activa de las cooperativistas en la construcción de sus viviendas a través de la autogestión directa. 

Su vicepresidenta, Isabel Zerboni, visitó recientemente Barcelona para participar en el Festival Internacional de Vivienda Social. Durante una visita a la vivienda cooperativa Cirerers, en el barrio de Roquetes (Barcelona), La Directa conversó con ella sobre la experiencia uruguaya. Zerboni nació y se crió en una cooperativa. Hoy vive en El Hormiguero, la vivienda cooperativa que construyó junto con otras hijas e hijos de cooperativistas, porque en el momento de independizarse vieron que solo de esta manera podían acceder a una vivienda digna.

¿Qué papel han desempeñado las cooperativas en la lucha por el derecho de la vivienda de los sectores populares de Uruguay?
Fucvam desde sus inicios ha jugado un papel muy importante en la lucha por el cumplimiento de la Ley de Vivienda Uruguaya del 68. Se trata de una Ley que garantiza la vivienda como un derecho humano, pero además incluye la posibilidad de la propiedad colectiva. Es en este marco donde se genera el modelo de cooperativas de ayuda mutua y de autogestión. La lucha del movimiento cooperativo ha sido una movilización constante por el derecho a terrenos y por el derecho a acceder a la financiación para construir vivienda popular. La Ley de Vivienda del Uruguay es buena, pero hay que pelear todo el tiempo para que se cumpla. Que haya continuado el cooperativismo a lo largo del tiempo es precisamente resultado de la lucha social.             

La ayuda mutua y la autogestión son dos pilares del modelo de cooperatives de vivienda en Uruguay. En la práctica, ¿cómo se concretan?
La autogestión está vinculada con la forma de organizarnos. Nosotros funcionamos de manera horizontal y asamblearia . Además, contratamos el asesoramiento técnico, con el que trabajamos el proyecto constructivo para luego presentarlo frente al Ministerio y pelear por la financiación. Todos estos pasos los vamos autogestionando y las decisiones son siempre colectivas. 

La ayuda mutua son las horas que ponemos de trabajo en la obra; o sea, nosotros trabajamos como peonas y peones de la construcción. Hacemos un mínimo 21 horas de trabajo semanal. Por ejemplo, las cerámicas de mi casa las puse yo. Iba todos los días a las 8 de la mañana hasta las 12 y hacía la tarea que el capataz o maestro de obra me asignaba. Al principio trabajé en la carpintería apoyando a los carpinteros y luego pasé a la albañilería, donde los albañiles me enseñaron a pegar cerámica. Había otras compañeras que levantaban pared, que empezaron como peonas, alcanzando el balde y terminaron arriba de los andamios, levantando las paredes de ladrillo.

La Ley de Vivienda del Uruguay es buena, pero hay que pelear todo el tiempo para que se cumpla. Que haya continuado el cooperativismo a lo largo del tiempo es precisamente resultado de la lucha socia

Gracias a la ayuda mutua, entonces, una vivienda construida por una cooperativa sale más económica que una vivienda construida por el Estado.
La ayuda mutua significa un ahorro del 15% del valor de la vivienda cooperativa. Hay cooperativas que han llegado a hacer 40 horas de trabajo semanal por núcleo familiar. Pero desde el Estado también se han dado cuenta de que las cooperativas de ayuda mutua en Uruguay somos promotoras de organización, y además de levantar edificios levantamos a la gente. Por otro lado, la participación en la cooperativa es formación. Hay compañeros, por ejemplo, que aprenden a hacer yeso durante la obra y ahora trabajan en la construcción. En algunos casos, para gente que no tenía trabajo ha implicado una salida laboral de calidad.

Entonces las cooperativas construyen casas, pero no solo.
Aprendemos mucho en el transcurso de la obra. No sólo construyes la casa donde vas a vivir, también construyes comunidad, barrio, lazos afectivos con gente que no conocías, y acabas compartiendo con ellos más que con tu propia familia. ¿Por qué? Porque tomas decisiones conjuntamente sobre cómo va a ser tu casa pero también sobre cómo va a ser la casa de las demás personas y los espacios colectivos. La vivienda cooperativa es mucho más que una vivienda, es una porción de ciudad que habitas y en el proceso aprendemos cosas que nos mejoran como seres humanos. Y luego puedes compartir lo aprendido. Mi cooperativa ha estado trabajando con la cooperativa que está enfrente trasladándole toda la experiencia vivida. 

Las cooperativas de ayuda mutua en Uruguay somos promotoras de organización, y además de levantar edificios levantamos a la gente

¿Cuál es el papel del Estado?
La vivienda cooperativa en Uruguay es una política pública de éxito que tiene más de 50 años. El Estado establece una reglamentación que regula toda la vida de la cooperativa. El proceso es el siguiente: tu pones en marcha la cooperativa y luego la inscribes en el Ministerio de Vivienda; a continuación contratas a un instituto de asesoramiento técnico que esté avalado por el Ministerio y que te ayudará a armar el proyecto arquitectónico. En cuanto el Ministerio te aprueba el proyecto, pasas a una segunda etapa de espera a la financiación. Entre los recursos que se otorgan, se incluye el pago de la tierra, el pago del instituto de asesoramiento técnico, el pago de los materiales de construcción y de los salarios de las personas contratadas para la obra. Se trata, en realidad, de un préstamo que cubre el 75% del coste total y que se tiene que devolver en 25 años. Pero todo esto también depende del Gobierno que haya, si prioriza o no esta política. La llegada del Frente Amplio, por ejemplo, fue un avance, pero luego se paró la cosa. Hemos llegado a tener 80 obras en marcha al mismo tiempo; ahora sólo tenemos 14, y són obras más pequeñas. 

La Federación cuenta con una comisión de género. ¿Cómo surge y en qué temas está trabajando?
En el 2015 un grupo de compañeras planteamos la importancia de trabajar el tema de género, recibimos formación del ámbito universitario y desde el 2016 se pone en funcionamiento de forma ininterrumpida el área de género con compañeras de distintas cooperativas. Ahí resolvimos trabajar sobre tres ejes. El primero es la violencia de género en las cooperativas. El segundo es la participación en los espacios de  decisión del movimiento porque, a pesar de ser un movimiento fuertemente feminizado en su base, en  estos espacios sobre todo hay hombres. Y finalmente el tercer eje sobre las lógicas fuertemente machistas que se dan en estos espacios. 

En la práctica, el tema de la violencia machista nos ocupó gran parte del tiempo. Había temporadas que nos llegaban dos casos semanales, así que estuvimos muy ocupadas generando herramientas para proteger el derecho a la vivienda de las compañeras, para que el costo de la situación de violencia no fuera quedarse en la calle. Llevamos el debate a las cooperativas y hubo un gran trabajo de sensibilización.

Cuando el tema tiene nombre y apellido es muy difícil tomar una decisión, sobre todo cuando se trata de un compañero que quizá es un gran cooperativista. Porque muchas veces son encantadores para afuera. Además de tener una psicóloga que nos apoya, y hace las derivaciones y orientaciones necesarias, tenemos un protocolo de actuación que está en proceso de actualización con lo que venimos aprendiendo. En esta línea, actualmente estamos trabajando en la cotitularidad y en avanzar hacia un urbanismo feminista.

La vivienda cooperativa es mucho más que una vivienda, es una porción de ciudad que habitas y en el proceso aprendemos cosas que nos mejoran como seres humanos

¿Qué aporta la  perspectiva feminista a los proyectos de vivienda cooperativa?
Estamos empezando a pensar que el proyecto cooperativo es más que la vivienda, en la importancia que tiene para el desarrollo de la vida cotidiana y para la sostenibilidad de las familias. Empezamos primero por el marco teórico. Y pensar la interrelación de tres escalas que tienen que ver con el cuerpo, la casa y la ciudad. Hicimos una especie de proyecto piloto con la universidad en el que se trabajó con cuatro cooperativas, justo durante la pandemia, así que había una convivencia muy intensa. Se observó donde se daban los cuidados de los niños, de las personas mayores y también de los enfermos dentro de la cooperativa. Cómo se estaban usando los espacios comunes, para  pensar qué cosas se habían tenido en cuenta y qué otras no, o cómo organizar los espacios de forma diferente para sentirlos como propios. 

Va ganando importancia pensar colectivamente los espacios comunes y no centrarse tanto en el privativo?
Esa es la idea: priorizar espacios comunes y no solo el espacio individual de la vivienda. Lo que pasó es que las reglamentaciones han recortado metros de espacios colectivos, y eso es un problema. Antes sobraba espacio común; había espacio para una cancha, para el huerto y otros servicios. Hubo cooperativas que construyeron una escuela en el edificio y se la donaron al Estado, que aportó las maestras y el personal. Eso fue en la periferia de Montevideo, donde no había nada, ni transporte, ni servicios, ni salud, ni educación. Entonces dijeron: lo que no haga el Estado, lo hacemos nosotras. La idea ahora es pelear por más espacio común, porque esto también es pelear por una mejor calidad de las viviendas.  

Las cooperativas en Uruguay nacen con toda la formación política y la pelea por los derechos de las personas trabajadoras del sindicalismo de los años 80

¿Qué estaba pasando en Uruguay en el 68 para que se aprobara una Ley de Vivienda como ésta, que da un impulso a la vivienda cooperativa que dura hasta hoy?
Sí, llama mucho la atención que se apruebe una Ley como ésta en ese momento, justo antes de la dictadura. Ya había un contexto de fuerte represión de los sindicatos y grupos políticos. Todavía no se habían disuelto las cámaras y se coló como una iniciativa para generar movimiento económico a través de las empresas y la construcción. Nadie se animó a alzar la voz para oponerse. 

Además, había mucha represión porque también había mucha organización y formación política, sindicatos muy fuertes, movilizaciones,  la presencia del movimiento estudiantil o de las organizaciones guerrilleras. Ese momento de ebullición tenía que ver con las necesidades que estaba pasando la gente, que no tenía ni para comer y entonces salía a pelear y a organizarse, a tomar la fábrica o el centro estudiantil. En ese contexto de confrontación y lucha se aprueba esta Ley de Vivienda como una válvula de escape, para rebajar las tensiones. 

Y ahí fue fundamental el papel de los sindicatos. 
En un momento de fuerte politización, de impulso de la propiedad colectiva, el movimiento sindical da un paso al frente y los sindicatos ponen en marcha las primeras cooperativas. Al principio eran cooperativas enormes en torno a los gremios textiles, gráficos, bancarios. En las cooperativas textiles había  titulares mujeres, porque eran las afiliadas a esta rama del sindicato o   las compañeras que tenían sus parejas presas,  que generalmente eran presos políticos, también podían acceder a las cooperativas como titulares.

Las cooperativas en Uruguay nacen con toda la formación política y la pelea por los derechos de las personas trabajadoras del sindicalismo de los años 80. De las primeras 14 cooperativas, que son de más de 100 personas, nace la federación. En FUCVAM hoy somos más de 700 cooperativas afiliadas, de ellas 550 ya construidas y el resto en proceso de construcción o formación, muchas peleando por el terreno. Otra pelea que estamos dando ahora es por terrenos más céntricos.. Recientemente tuvimos una importante victoria: un montón de cooperativas accedieron a suelo en el centro de Montevideo y lo celebramos con una gran fiesta.

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