Universidad
Ecos de la reacción

La Plataforma Universitaria por la Mejora Acádemica, surgida en Extremadura, tiene el objetivo de aportar respuestas en la transformación cualitativa de la sociedad desde una interpretación multifactorial de los principales movimientos políticos, sociológicos y económicos. De la misma forma, defienden la regeneración del sistema educativo estatal "sobre las bases del pensamiento crítico y la estimulación creativa y conceptual que supere el eurocentrismo" en especial "en las carreras de humanidades".

Universidad Extremadura uex

Run, Run, Run, suenan los ecos de la reacción. Nuestra joven asociación, la Plataforma Universitaria por la Mejora Académica (PUMA), nacida hace apenas unos años en Cáceres, expresa su máxima repulsa a la deriva reaccionaria de las diferentes estructuras: sociológica, política, jurídica o económica, que se está desarrollando en el Estado español.

PUMA, a pesar de ser solo una limitada y pequeña organización estudiantil, tiene el objetivo de aportar respuestas, o intentarlo al menos, en la transformación cualitativa de la sociedad desde una interpretación multifactorial de los principales movimientos políticos, sociológicos y económicos. Nuestros principios en ningún momento estarán ocultos, puesto que, siendo coherentes con la transparencia que asumimos, de forma performativa exponemos nuestra visión ideológica esgrimiendo unos principios progresistas, laicos, feministas y republicanos.

De la misma forma, defendemos la regeneración del sistema educativo estatal sobre las bases del pensamiento crítico y la estimulación creativa y conceptual en una óptica sinóptica que supere el eurocentrismo, sobre todo, en las carreras de humanidades. No construimos esta plataforma porque creamos que aportar un grano de arena fomente un desarrollo que es inevitable, nuestra visión pasa por un análisis de las dinámicas históricas y una actuación, en la medida de nuestras limitadas posibilidades, que responda a nivel estudiantil, pero ante todo, humano, a todas las esferas y desde una clara toma de partido conceptual e ideológica. Y aún con todo ello el presente es cada vez más desolador. 

Los asuntos políticos y sociológicos españoles, que ahora analizaremos, palidecen en comparación con todo el desarrollo del capitalismo digital y especulativo y su lógica cultural posmoderna. Puesto que más que nunca la sociedad líquida elimina cualquier crítica al sistema introduciéndose en los individuos. Globalización, mercantilización de la educación, cambio climático, choques geopolíticos entre Rusia y Estados Unidos y sus consecuencias imperialistas (Siria, Irak, Libia, Donbáss), crisis de los refugiados, desequilibrio en los países subdesarrollados…. Aunque sea una quimera mencionar cualquier solución, y más desde una plataforma estudiantil como esta, aceptar su naturalización y la imposibilidad de su superación fortalece su hegemonía cultural, con lo que seguir apostando por un análisis y una crítica de estos movimientos se hace más que nunca imprescindible.

Los asuntos políticos y sociológicos españoles, que ahora analizaremos, palidecen en comparación con todo el desarrollo del capitalismo digital y especulativo y su lógica cultural posmoderna. Puesto que más que nunca la sociedad líquida elimina cualquier crítica al sistema introduciéndose en los individuos.
¿Automatización del trabajo?, ¿socialización de los datos? Estos conceptos, que si bien no entramos a exponer, deben, al menos, abrirse para su debate y para la construcción de una nueva hegemonía contracultural, algo que desde PUMA se apoyara con la mejor de las intenciones.

Por su parte, la sociedad española, entre la apatía y el desencanto, fluctúa con vaivenes sentimentales a los sucesivos acontecimientos manifestados durante los últimos años. El estallido de la crisis sistémica de 2008 impulsó una serie de movimientos sociales llamados a transformar, o al menos poner en cuestión, el modelo del 78. El movimiento 15M, la marea verde, la marea blanca, las Huelgas Generales y la canalización de esto a través de nuevas fuerzas políticas, o la renovación de otras, como Podemos, Equo, las mareas, Compromís, Barcelona en Comú, Ahora Madrid, etc., abrieron una importante brecha o un resquicio de transformación significativa que se vio truncada por la derrota de Unidos Podemos en junio de 2016. El intento post-marxista en pos de lograr conformar una nueva hegemonía no solo ha fracasado, sino que, a consecuencia de ello, el repliegue reaccionario, muy en la línea de la oleada derechista que se está dando en todo occidente (Le Pen, Trump, AfD, Liga Norte...) ha fortalecido al que parecía moribundo proyecto posfranquista.

En paralelo, el devenir del Procés catalán, otra manifestación clara de la crisis del modelo del 78, también ha supuesto un cuestionamiento del orden imperante así como de la integridad territorial, pero no solo no ha conseguido su objetivo primordial, sino que cualquier debate sobre la plurinacionalidad o el derecho a decidir se ha ido diluyendo frente a la acción autoritaria de las instituciones estatales y los actos de violencia policial y represión tristemente aplaudidos por una significativa parte de la sociedad española. El 1-O y la infame respuesta de los cuerpos de seguridad del Estado fueron el punto de inflexión necesario para la reacción; frente al nacionalismo catalán se respondió con un ferviente sentimiento nacionalista español, el cual esconde tras la rojigualda los viejos sentimientos conservadores embellecidos a través del patriotismo constitucional, alcanzando una nueva dimensión con su alineamiento con los posos del franquismo sociológico y con la contracción reaccionaria y constitucionalista del mass media español, siendo PRISA y el diario El país un exponente singular de la actuación periodística de medios auto-considerados como "progresistas". Con ello se induce al mantenimiento de un statu-quo basado en una Transición a la que se le elimina todo tipo de sometimiento racional mínimamente crítico.

Frente al nacionalismo catalán se respondió con un ferviente sentimiento nacionalista español, el cual esconde tras la rojigualda los viejos sentimientos conservadores embellecidos a través del patriotismo constitucional, alcanzando una nueva dimensión con su alineamiento con los posos del franquismo sociológico
La situación política en el horizonte no es nada halagüeña: el Partido Popular, el partido político más corrupto de toda Europa Occidental, pese a abandonar el gobierno, mantiene sus tentáculos en todos los niveles políticos e institucionales del Estado y representa fielmente la esencia del modelo del 78; el desarrollo del franquismo tardío y su transformación liberal manteniendo las estructuras clientelares y nepóticas.

Por su parte, el fenómeno de Ciudadanos supone, al menos, tres elementos. El primero es la respuesta política y organizada del mercado en su búsqueda para mantener la hegemonía neoliberal post-2008, en la línea de En Marcha de Macron en Francia, Macri en Argentina o Trudeau en Canadá, todo ello recubierto de una acción que prima por la imagen y que recurre a unas dinámicas de fetichismo pocas veces vistas con anterioridad. En segundo lugar, es fruto de dos crisis paralelas y superpuestas: la crisis del bipartidismo iniciada en 2008 y la crisis de la socialdemocracia -esta con un recorrido que se desarrolla desde el último cuarto del siglo XX-. Ciudadanos, y el resto de los movimientos europeos similares vienen a ser una síntesis rejuvenecedora del constitucionalismo liberal de los viejos partidos y, a la vez, una nueva ola de la "tercera vía" socialdemócrata, en su fase más desarrollada, fulminando cualquier denominación progresista clásica. En tercer lugar, exclusiva en el caso español, Ciudadanos absorbe, fruto del franquismo sociológico, tanto unas tendencias liberales y desrregularizadoras como unos elementos más reaccionarios y nacionalistas, un espectro tan transversal que hace un verdadero daño al Partido Popular y, por otro lado, a la configuración de una alternativa de izquierda real, ya que recibe el trascendental impulso mediático de las tradicionales esferas mediáticas “socialdemócratas”.

Ciudadanos absorbe, fruto del franquismo sociológico, tanto unas tendencias liberales y desrregularizadoras como unos elementos más reaccionarios y nacionalistas
El PSOE en su deriva pasokizadora, independientemente de su momento dulce desde la llegada al poder de Pedro Sánchez, sigue arrastrando los votos de una gran parte de la ciudadanía que se define a sí misma como progresista, pero la socialdemocracia europea en general y española en particular encierran en su simbología “socialista” un reformismo que une la retórica modernista con la asunción del neoliberalismo, siendo el principal bastión histórico para el mantenimiento del capitalismo con su lucha por acabar con sus contradicciones internas, pero, a fin de cuentas, asumiéndolo esencialmente. El gobierno en estos meses ha iniciado una potente campaña en pos de la forma; es decir, revestirse de rasgos izquierdistas a través de la imagen. Un proceso que, lamentablemente, limita la carga regeneradora en cuestiones insustanciales y superficiales sin tocar, de fondo, ninguno de las estructuras fundamentales del Estado y de la economía.
La socialdemocracia europea en general y española en particular encierran en su simbología “socialista” un reformismo que une la retórica modernista con la asunción del neoliberalismo
Por su parte, la izquierda con tintes más o menos radicalizantes manifestada en Podemos en su búsqueda de hegemonía, olvidó lo más importante: la construcción de un genuino discurso significativamente alternativo. Su oscilación entre viejas tesis socialdemócratas y keynesianas, absorbidas por el abandono por parte de los partidos socialistas en los 80, y la combinación con interpretaciones post-marxistas y del populismo teórico, no ha sido capaz realmente de "tomar los cielos", en su lugar le esperan duros años de vagar por el desierto. Errejón irrumpió con los significantes vacíos: pero en lugar de resiGnificar conceptos y símbolos en pos de la articulación de un discurso emancipador el significante, engulló cualquier significado: el resultado es la significación de elementos reaccionarios como izquierdistas, abriendo la puerta a la izquierda reaccionaria, la mayor victoria en ciernes de la contra-hegemonía de la alt-right. Por su parte el activismo y la protesta, engullidos culturalmente por una postmodernidad y un régimen socioeconómico que convierte toda contracultura en cultura, se han ido diluyendo tras la irrupción de Podemos, salvo en contadas ocasiones, y en los casos que siguen desarrollándose se ven incapaz de salir de una dinámica Folk que prima por el instante, lo local y lo parcial y que no es capaz de construir una verdadera alternativa al orden actual de las cosas.
Errejón irrumpió con los significantes vacíos: pero en lugar de resinificar conceptos y símbolos en pos de la articulación de un discurso emancipador el significante, engulló cualquier significado: el resultado es la significación de elementos reaccionarios como izquierdistas, abriendo la puerta a la izquierda reaccionaria
Pero si la posmodernidad ha sido considerada como la derrota histórica de la izquierda en los 70 y 80, su cénit tras la crisis de 2008 abre la puerta a la reacción. La oleada reaccionaria que hemos ido mencionando desde el principio de este manifiesto tiene un eje común: la alt-right y el fenómeno Bannon. La batalla es global y la reacción está jugando muy bien sus cartas: respuestas internacionales a fenómenos internacionales. El particularismo de la protesta anti-sistema es una respuesta estéril e insuficiente, porque cuando ya no se podía ir a peor con el ascenso de la deriva neoconservadora en el PP de la mano del engreído profano y absurdo Pablo Casado, irrumpe exponencialmente VOX.

El fenómeno de VOX no solo supone un riesgo político inmediato: la victoria del tripartito reaccionario en las elecciones de abril, sino que ha abierto el debate público - siempre impuesto por el mass media- a debates ya olvidados: aborto, inmigración, matrimonio homosexual y cruzada anti-feminista. La articulación política de la izquierda no se debe reducir a hacer un frente contra el enemigo común, sino que debe plantear una verdadera alternativa radical al orden actual de las cosas, no sólo a la Reacción como tal.

La articulación política de la izquierda no se debe reducir a hacer un frente contra el enemigo común, sino que debe plantear una verdadera alternativa radical al orden actual de las cosas, no sólo a la Reacción como tal
El debate institucional sobre sus límites siempre debe estar presente, la democracia no es conceptualmente democrática sino se cuestiona a sí misma. Esto se evidencia cuando se interpreta en su totalidad: la máxima expresión de las contradicciones del Estado español se encuentra en la Corona, la guinda del pastel del régimen del 78. Sin entrar en cuestionamientos en la legitimidad de la línea dinástica heredera del franquismo, la pervivencia de este reducto anti-democrático y vitalicio constituye ya de por sí una ofensa a cualquier persona que se considere mínimamente demócrata independientemente de su ideología. Por si fuera poco, a diferencia de otras monarquías europeas, igualmente cuestionables, el alarde elitista y hermético de la institución española añade un grotesco insulto ante cualquier medida política que busque "regenerar", "democratizar" o, peor aún, "modernizar" al sector público, muy en boca de los representantes políticos.

Pero, ¿qué se puede esperar de un modelo institucional que se sostiene sobre las aguas fangosas de la Transición, y, por ende, de la dictadura franquista? Sí, el franquismo, esa dictadura que se fraguó con la sangre de más de 140.000 personas en un conflicto y una represión demenciales en la que cualquier intento actual de desentrañar es considerado “abrir viejas heridas”. ¡Qué heridas van abrirse! ¿Las que nunca cerraron?, ¿las emponzoñadas? -¡Muerte al intelectual! ¡Viva la muerte! Clamaba Millán-Astray. ¿En serio es comparable un régimen tercerposicionista, reaccionario, filofascista, caciquil, tradicional y católico, amparado por la Alemania Nazi y la Italia fascista con una República democrática? Es igual, ¡qué más da! El debate no está ahí… ¡Nunca ha estado ahí! ¡Los debates siempre los marcan los medios! Se habla de Fake News y nuestros simpáticos periodistas declaran la guerra a la posverdad, ¡ay! Pero se olvidan decir para quien trabajan, ¡quién es dueño de los medios es dueño de la verdad!

La máxima expresión de las contradicciones del Estado español se encuentra en la Corona, la guinda del pastel del régimen del 78. La pervivencia de este reducto anti-democrático y vitalicio constituye ya de por sí una ofensa a cualquier persona que se considere mínimamente demócrata
Manifestar que desde PUMA estaremos siempre en apoyo de la Memoria Histórica, un concepto que la única forma en la que es cuestionado es por su propia naturaleza nominal y no conceptual, es decir, por la propia palabra. Concepto replegado en su palabra ¡Qué desdicha! Pero mientras se debate intelectualmente sobre estos temas, ¡nimiedades!, miles de muertos siguen en las cunetas. No viene mal recordar que España, gracias a la lúgubre herencia de la represión, es el segundo país del mundo con mayor número de desaparecidos en cunetas.
Es normal que en un régimen constitucional en las que sus estructuras estatales se configuren sobre la mutación de un régimen así huela a putrefacto desde el primer momento. Estado aconfesional pero no laico, religión católica mencionada en el artículo 16, indisoluble unidad de la nación española, la corona y lo más indignante: la no separación de poderes, y más en un órgano como el judicial, en la que la depuración de jueces franquistas nunca se llevó a cabo. Estado de Derecho lo llaman… ¡Y nos obligan a postrarnos ante él como si per se fuese un elemento democrático! Todo en pos del consenso y la bien amada Constitución, diosa de la democracia.
Reformas laborales, Ley Mordaza, LOMCE, Ley Sinde, Concordatos con la Santa Sede, IVA cultural, la tauromaquia y el maltrato animal.

Podría parecer que con todo esto es suficiente, ¡pero no! Porque una nube igualmente oscura cubre nuestro país. La principal víctima: la libertad de expresión. Presos políticos, censura artística y cultural, ataque a todo tipo de manifestaciones, delitos de "injuria" a instituciones no democráticas.

¿Venezuela, Cuba, Corea del Norte, los Estados Unidos de Trump? ¡No!, el Estado español.

No es un juicio moral ni ideológico, en este asunto concreto no es el momento ni en lugar. La reivindicación es necesaria y debe penetrar en todos los estratos sociales e ideológicos. "Restricción desproporcionada de la libertad de expresión" así se pronunciaba Amnistía Internacional en su Informe Anual por países. The New York Times o The Guardian también se han manifestado de forma contundente sobre esta situación.
Arkaitz Terrón, Santiago Sierra, los “Jordis”, Valtonyc, Dani Mateo, Cassandra Vera y un largo etcétera. Todos ellos víctimas de la ponzoña reaccionaria de un Estado que es incapaz de tolerar la autocrítica y el propio cuestionamiento tan básicos para la configuración de cualquier modelo que se precie conceptualmente como "democrático".

No es momento de estar callados o de dejarse llevar por las propias dinámicas lógicas que se están dando en todas las esferas, no es solo el futuro el que está en juego, sino el presente de muchas personas honradas que se han atrevido a alzar su grito desesperado en forma de rabia contra un sistema que, hoy más que nunca, no nos representa.

Uno de los elementos más fundamentales, que hemos dejado para el final, es la cuestión de género. La sociedad española y, en especial, el colectivo femenino, se manifestó masivamente en la Huelga General Feminista del 8 de marzo del pasado año, síntoma evidente de que la estructura heteropatriarcal está empezando a desquebrajarse o, al menos, a cuestionarse. Una lástima que jornadas así sean engullidas por el sistema y, por tanto, convertidas en imágenes eliminando cualquier elemento contracultural que pueda brotar. De la misma forma, el repliegue reaccionario ha golpeado muy de lleno con el movimiento feminista, encontrando amparo en el carcomido sistema judicial español, tal y como hemos mencionado, pudiendo observarse de forma muy reveladora en la miserable y execrable sentencia del mediático caso de “la manada”. Permítannos que nos guardemos el comentario ante esto. No obstante, no solo desde PUMA manifestamos el compromiso hacia el feminismo, sino la más sincera convicción. El feminismo no ha de remitirse exclusivamente a una cuestión jurídica y de legalidad –de igualdad de derechos formales-, la batalla está en todas partes, es ideológica (¡por supuesto!), es cultural, es sociológica y es conceptual y lingüística, y desde nuestra acción colectiva intentaremos apoyar estos elementos con todos nuestros medios y más ahora que se ha convertido en el principal campo de batalla de la reacción.

Nuestro objetivo es comenzar a crear redes que aporten elementos de cuestionamiento crítico y contra-hegemónicos y de la misma forma, generar relaciones coordinadas con colectivos de diversos ámbitos para dar respuesta a problemas en diversas escalas
Hemos tocado una gran variedad de temas a todos los niveles, ¡la ambición que no falte!, pero nuestro objetivo no es conseguir transforma la realidad, lo cual es imposible, sino comenzar a crear redes que aporten elementos de cuestionamiento crítico y contra-hegemónicos y de la misma forma, generar relaciones coordinadas con colectivos de diversos ámbitos para dar respuesta a problemas en diversas escalas. Nuestros métodos de actuación serán muy diversos, desde la organización de coloquios, pasando por la convocatoria de actos y manifestaciones en temáticas tan fundamentales como en la problemática de la libertad de expresión y la Memoria Histórica, así como la defensa, la promoción y la divulgación del Patrimonio en todas sus formas.
Debatir, cuestionar, reivindicar, conocer, dudar… No marcaremos la diferencia, pero, al menos, no nos quedaremos sentados.

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