Sidecar
La halcón de Estonia

La primera ministra estonia, Kaja Kallas, aúna las demostraciones de adhesión al atlantismo con una férrea querencia neoliberal. Este liderazgo se ve sometido a fuertes tensiones territoriales por el peso de la minoría rusa.
Kaja Kallas
Kallas se ha convertido en el rostro del consenso estonio del siglo XXI, alineando a su país con el Occidente ilustrado. / Flickr
23 mar 2023 06:00

En Europa, el rostro de la determinación férrea es femenino. Mientras que Olaf Scholz y Emmanuel Macron son ridiculizados por su supuesta debilidad y falta de fiabilidad, Sanna Marin, la primera ministra de Finlandia, y Annalena Baerbock, la ministra de Asuntos Exteriores de Alemania, son celebradas como la conciencia del continente, inquebrantables en su respuesta a la agresión rusa. Esta fórmula –mujer, joven, telegénica, de línea dura, neoliberal, frontal– ha tenido un éxito notable desde febrero de 2022. El concepto de «política exterior feminista», introducido por primera vez por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Suecia hace casi una década, ha sido adoptado recientemente por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Alemania y está ganando adeptos en el norte de Europa. Países asociados durante mucho tiempo con el activismo pacifista antinuclear abrazan ahora un militarismo de nuevo cuño.

Esta fórmula –mujer, joven, telegénica, de línea dura, neoliberal, frontal– ha tenido un éxito notable desde febrero de 2022

El mismo patrón se ha puesto en evidencia en las elecciones generales celebradas en Estonia el pasado 5 de marzo en las que la actual primera ministra, Kaja Kallas, y su Partido Reformista, de centro-derecha, obtuvieron una victoria decisiva, haciéndose con el 31 por 100 de los votos e incrementando de 34 a 37 escaños su cuota de representación. Kallas se ha convertido en un icono del nuevo atlantismo feminista: se autoproclama «la Dama de Hierro de Europa», exige el procesamiento de Putin por crímenes de guerra, anima a los líderes mundiales a romper todo diálogo con él y se opone firmemente a cualquier acuerdo de paz en Ucrania (al tiempo que declaraba a The Times que «si las mujeres estuvieran al mando, habría menos violencia»). Durante el mandato de Kallas, Estonia ha concedido en torno a 400 millones de dólares en ayudas a Kiev, aproximadamente el 50 por 100 de su actual presupuesto anual de defensa. Evaluada en función del ratio población/PIB, la contribución de Estonia al esfuerzo bélico ucraniano ha sido mayor que la de cualquier otra nación. Y hasta el mes pasado, aproximadamente 43.000 refugiados procedentes de Ucrania habían solicitado el estatuto de protección temporal, lo que convierte a Estonia en el país que recibe el mayor número de refugiados ucranianos per cápita.

Kallas se ha convertido en un icono del nuevo atlantismo feminista: se autoproclama «la Dama de Hierro de Europa»

Aunque Kallas ha llegado a encarnar a la lideresa decidida que no se deja intimidar por el hombre fuerte del Kremlin, ello no ha supuesto demasiados cambios para las mujeres estonias. La diferencia salarial entre hombres y mujeres sigue siendo la segunda mayor de la UE: el salario medio por hora de las mujeres es el 21 por 100 inferior al de los hombres. El país también tiene la inflación más alta del bloque comercial, habiendo registrado un máximo del 25,2 por 100 en agosto. Estos hechos han sido explotados por el Partido Popular Conservador (EKRE), adscrito a la derecha populista y el mayor opositor a la política exterior de Kallas, cuya campaña electoral argumentó que la gigantesca ayuda militar socavaba los intereses nacionales de Estonia, mientras que la afluencia de refugiados erosionaba su identidad. Los primeros sondeos electorales indicaron que este mensaje había calado entre los votantes. Sin embargo, el mes pasado, Politico publicó un artículo en el que alegaba que el grupo paramilitar ruso Wagner había planeado llevar a cabo «operaciones de influencia» en apoyo del EKRE antes de las elecciones al Parlamento Europeo de 2019, como parte de un intento más amplio de «agitar el euroescepticismo y la desconfianza hacia la OTAN». Esta acusación mermó la popularidad del partido en el periodo previo a las recientes elecciones generales. Al final, el EKRE no cumplió las expectativas y sólo obtuvo el 16,1 por 100 de los sufragios en las mismas.

El triunfo de Kallas coincidió con el primer «voto electrónico» mayoritario verificado en Estonia. De un total de 615.009 votos, la impresionante cifra de 313.514 se emitió en línea (lo que provocó un encarnizado debate entre el gobierno y el EKRE sobre la fiabilidad y constitucionalidad de las elecciones). Para los partidos liberales, se trata de un paso adelante hacia la tan cacareada «sociedad digital» estonia. Desde su independencia en 1991, el país ha puesto en marcha toda una serie de servicios públicos digitales, como la declaración de impuestos electrónica, la residencia electrónica, la firma electrónica, las recetas electrónicas y los documentos de identidad digitales. El espíritu libertario de «e-Estonia» (el país tiene un impuesto sobre la renta plano) ha suscitado elogios desde los barrios esperados y así el Cato Institute lo considera «el país del futuro». Estonia pretende marcar la ruptura con el pasado soviético de la nación, construyendo un paraíso empresarial a partir de las ruinas de la obsolescencia tecnológica. Al fusionar este proyecto modernizador con un talante hiperatlantista, Kallas se ha convertido en el rostro del consenso estonio del siglo XXI, alineando a su país con el Occidente ilustrado.

El espíritu libertario de «e-Estonia» (el país tiene un impuesto sobre la renta plano) ha suscitado elogios desde los barrios esperados

Sin embargo, Estonia sigue compartiendo 383 kilómetros de frontera con Rusia y aproximadamente la cuarta parte de sus 1,3 millones de habitantes son de etnia rusa. En el condado de Ida-Viru, al noreste del país, donde se encuentra Narva, la tercera ciudad de Estonia, los rusos constituyen aproximadamente las tres cuartas partes de la población, lo cual ha convertido la zona en un foco de tensiones de larga data. La OTAN ha advertido de un «escenario Narva» en el que Rusia podría intentar explotar las fisuras étnicas existentes, o incluso anexionarse territorio estonio, en un intento de proyectar su influencia hacia el oeste. En diciembre, Kallas aprobó una ley a tenor de la cual se establecía la transición integral a la educación exclusivamente en estonio, medida que entraría en vigor en 2024: una iniciativa que los críticos calificaron de «asimilación forzosa». El gobierno también retiró un monumento de la Segunda Guerra Mundial consistente en un tanque soviético en la ciudad de Narva y detuvo a ocho residentes de la ciudad el verano pasado, supuestamente para evitar «disturbios masivos». La política de monumentos históricos es especialmente cruda en Estonia. En abril de 2007 estallaron disturbios en respuesta a los planes del gobierno de reubicar la estatua de bronce de un soldado del Ejército Rojo en Tallin. Un intenso periodo de disturbios, saqueos e incendios provocados –conocido como las «Noches de Bronce»– se saldó con ciento cincuenta y seis heridos y un muerto.

Durante el último año, la minoría rusa se ha distanciado cada vez más de la política estonia. Muchos ciudadanos del antiguo corazón industrial, que tiene la tasa de desempleo más alta del país, se han sentido alienados por el planteamiento belicista de Kallas. En marzo, la participación electoral más baja se registró en el condado de Ida-Viru, donde el candidato del partido prorruso Izquierda Unida, sucesor del Partido Comunista de Estonia, obtuvo unos resultados excepcionales. El número total de votos del partido aumentó de sólo 510 en 2019 a 14.605: «una señal de advertencia muy clara», según la alcaldesa socialdemócrata de Narva, Katri Raik, que añadió que ello «debería hacer que sonase las alarmas». De momento, puede que Kallas haya vencido a sus rivales electorales y consolidado el apoyo al esfuerzo bélico de la OTAN, pero una parte significativa de la población no comparte su visión y los intentos de integrarla a la fuerza en el paraíso atlantista de e-Estonia pueden provocar una reacción violenta.

Véase Joachim Becker, «La otra periferia de Europa», NLR 99.

Sidecar
Artículo original: Estonia's Hawk, publicado por Sidecar, el blog de la New Left Review, y traducido con permiso expreso por El Salto.
Archivado en: Sidecar
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Sidecar
Sidecar Fantasmas de 1968
Las universidades estadounidenses se han transformado paulatinamente en organizaciones policiales y carcelarias público-privadas, que responden ante los benefactores y los políticos, no ante los estudiantes ni el profesorado.
Sidecar
Sidecar Robert Fico en el punto de mira
La política de Fico, salpicada de conservadurismo y ramalazos contra “la ideología de género”, le ha granjeado muchos enemigos entre los atlantistas liberales europeos por su posición respecto a Ucrania y Gaza.
Sidecar
Sidecar Problema Trump
Los críticos siempre han tratado a Trump como un desgracia que hay que deplorar, más que como un problema que hay que resolver.
Davidez
23/3/2023 11:55

espíritu "libertariano", no libertario

0
0
Movimiento BDS
Palestina La Universidad Autónoma de Barcelona y la ciencia europea al servicio de Israel
Una investigación destapa los lazos entre la universidad catalana y el entramado universitario israelí, así como sus vínculos con tecnologías armamentísticas.
Migración
Migraciones Patera vacía: navegando en la necropolítica migratoria
Seguimos a un grupo de gente que se resiste a aceptar el designio de la suerte y del azar que hace que haya víctimas o supervivientes de manera injustamente aleatoria.
Periodismo
Jesús Cintora “Nunca había estado tanto tiempo fuera de la televisión o la radio... no sé por qué será”
El expresentador de Las mañanas de Cuatro publica ‘El precio de la verdad’ (Editorial B, 2024), un ensayo sobre el estado actual del periodismo español.
Contigo empezó todo
El Salto libros El Salto lanza su propia línea editorial con un libro sobre la otra historia de España
El Salto Libros se estrena con el volumen ‘Contigo empezó todo’, del periodista Eduardo Pérez, otra visión de la historia de España a través de 30 episodios olvidados. Suscríbete y te lo enviamos gratis.
Que no te lo cuenten
Que no te lo cuenten De infiltrados y organizaciones humanitarias
VV.AA.
Destacamos un nuevo caso de agentes policiales infiltrados en movimientos sociales y recordamos que Israel ya lleva 8 ataques a entidades de ayuda humanitaria
La vida y ya
La vida y ya Acampadas
Alguien anuncia el comienzo del taller y se acerca un montón de gente. Practican cómo resistir de forma activa y no violenta ante la policía.

Últimas

Deportes
Deportes Ilegales de Vallecas: rugby de barrio y deporte feminista
Este sábado 18 de mayo tuvo lugar el I Torneo Ilegales en Vallecas, una propuesta para fomentar el tejido social y los lazos entre mujeres de diversas generaciones.
Gobierno de coalición
Gobierno de coalición Sumar pisa el acelerador y se anima al choque con Sánchez
En el grupo parlamentario están decididos a aprovechar la crisis de los “días de reflexión” para marcar perfil propio y recobrar iniciativa con medidas de agenda “social y democratizadora”.
Más noticias
Cómic
Cómic ‘Grandville’, de ucronías antropomórficas y viñetas ‘steampunk’ victorianas
‘Grandville’, el cómic creado por Bryan Talbot, situó París en una realidad alternativa donde es la ciudad más grande de un mundo poblado por animales, y advirtió del riesgo de creer que los horrores pasados no se repetirán.
Formación El Salto
Formación El Salto Fotoperiodismo y movimientos sociales: una mirada a las luchas desde abajo a través de un objetivo
La Escuela de Periodismo Crítico de El Salto ofrece su primer curso presencial, en el que abordaremos, de la mano de nuestros fotógrafos, cómo plasmar a través de la imagen movilizaciones y resistencias.
Que no te lo cuenten
Que no te lo cuenten De infiltrados y organizaciones humanitarias
VV.AA.
Destacamos un nuevo caso de agentes policiales infiltrados en movimientos sociales y recordamos que Israel ya lleva 8 ataques a entidades de ayuda humanitaria
Opinión
Geopolítica El efecto mariposa en la geopolítica de nuestro tiempo
El planeta se encuentra inmerso en cuatro encrucijadas, cada una de las cuales por sí misma, tiene la potencia para dislocar el mundo que conocimos.
LGTBIfobia
Lesbicidio Cientos de personas en vigilia ante la embajada argentina: “Fue lesbicidio”
Una vigilia en el centro de Madrid señala la responsabilidad del gobierno de Milei en el asesinato de tres mujeres lesbianas en Buenos Aires que fueron quemadas vivas el pasado 6 de mayo: “Es el responsable”.

Recomendadas

Migración
Migración y Asilo La Europa Fortaleza ya está en marcha en Líbano
Líbano devuelve 200 refugiados a Siria en el primer retorno supuestamente voluntario desde que Von der Leyen anunciara el pacto anti-inmigración con Beirut.
Entrevista La Poderío
Cristina Consuegra “La cultura es aquello que te posiciona contra la barbarie”
A Cristina Consuegra es difícil encajarla en una cosa. Consuegra es un torbellino de colores que lo lleva to' palante. Lo mismo organiza un festival de cine de índole nacional en los barrios, que la escuchas en la radio, por citar algo. Consuegra es mucha Cristina y Cristina es demasiada Consuegra.
LGTBIAQ+
Lesbofobia El triple lesbicidio en Argentina evidencia el impacto de los discursos de odio
La escasa repercusión mediática de un brutal feminicidio de tres mujeres lesbianas en una pensión de Buenos Aires alerta sobre la normalización de los discursos estigmatizantes.