Racismo
La izquierda y el racismo: cegueras y reacciones

La crítica al racismo brilla por su alarmante y sospechosa ausencia.

CIE Aluche 1
Internos del CIE de Aluche protestan en el tejado, en octubre de 2016. Dani Gago
Helios F. Garcés
17 mar 2017 15:52

Se trata de una cuestión política de importancia fundamental en las sociedades de la modernidad que, sin embargo, ha sido y es tradicionalmente marginada, especialmente en los territorios del Estado español.

No nos referimos a una mera enfermedad moral o a una anomalía en el seno de una sociedad sana, sino a un patrón estructural del poder moderno occidental y occidentalizado cuya naturaleza institucional no ocupa un lugar relevante en los debates públicos protagonizados por los intelectuales pertenecientes a la denominada izquierda transformadora.

Es cierto que durante mucho tiempo nos hemos limitado a señalar amargamente la inexistencia de dicha discusión.

Es hora de reconocer que tal actitud, al menos en su reverso moral, no es más que una lamentable consecuencia psicosocial de las lógicas perversas del integracionismo, lógicas que a menudo se materializan en las aspiraciones sociales de aquellos que tratamos de desarrollar un proyecto político antirracista.
Si eso que llamamos racismo no forma parte de los intereses políticos de la izquierda del Estado español no es por simple descuido o falta de atención, sino por puro interés
Admitámoslo, a muchos de nosotros nos han convencido para que deseemos fervientemente el trofeo de la integración, solo que en este caso hablamos de un deseo inconsciente que nos proyecta una y otra vez hacia los espacios de la izquierda tal y como la conocemos por el momento: “Por favor, hablen de racismo”, hemos pregonado. Ha sido un grave error.

Sobre todo porque la petición partía de un diagnóstico equivocado. Si eso que llamamos racismo no forma parte de los intereses políticos de la izquierda del Estado español –en toda su heterogeneidad– no es por simple descuido o falta de atención, sino por puro interés.

Notamos cómo poco a poco se arquean ciertas cejas y cómo la indignación sonroja algunos rostros. Pero no pretendemos negar la sensibilidad y la honestidad política de determinados individuos, así como tampoco obviar que en la propia izquierda militan personas racializadas y migrantes respetables y admirables. Lo afirmado es una observación política general.

Quizás todo cambie cuando consecuencias más insospechadas del problema salpiquen de forma más determinante el ágora del blanco –“ser blanco es una relación social y eso es lo que hay que definir”–, lugar que no es únicamente físico, sino simbólico; de hecho, es el lugar simbólico del régimen, el obligatorio, el lugar simbólico por antonomasia.

Será entonces cuando ahí donde se deciden ignorar pretenciosamente los naturales límites del pensamiento socialista moderno en todas sus vertientes –filosofía que en gran medida vertebra los enfoques y prácticas de los movimientos sociales–, sus discípulos españoles comiencen a hacerse las preguntas que otros en África, el Medio Oriente o Abya Yala se hicieron mucho antes.

Si tales interrogantes se realizan con sinceridad es posible que conduzcan al descubrimiento de lo que allá por el año 1994 afirmara en EE UU el lúcido filósofo Cornel West: la raza importa.

Y si la raza importa, debería también despertar el ávido interés a aquellos que en el mapa de las identidades racializadas ocupan el lugar de la cúspide: los gadje. No es una demanda, es un frío diagnóstico; les debería interesar, ya que los sedimentos de su naturalizada identidad representan la férrea condición de posibilidad del racismo, pero no sólo eso.

Si están verdaderamente interesados en resolver su crisis civilizatoria tendrán que entender que otros cuerpos sienten que dicha crisis comenzó con esa civilización. Que donde ustedes ven una consecuencia del capitalismo, otros ojos ven un proyecto civilizatorio destructivo del que el capitalismo forma parte; que donde ustedes perciben una crisis sin precedentes, otras mentes reconocen una antigua crisis genocida, epistemicida, extractivista y colonial que dura ya más de 500 años.

Hay que advertir que los sujetos ancestrales que encarnan el asunto que nos ocupa forman parte indisoluble de los discursos cotidianos; no como seres humanos que respiran, piensan y sienten, sino como objetos de estudio sobre los que se celebran simposios, se escriben artículos, se presentan tesis; sobre los que se habla con arrogancia y susurra con recelo.

Sujetos constantemente vaciados en torno a cuya vida y muerte también se sienta cátedra y legisla; cuerpos y mentes subalternizados a los que se golpea psicológica, policial, jurídica, económica, políticamente; a los que se violenta y aniquila tanto a un nivel simbólico como material; subjetividades que combaten, resisten y sobreviven con dignidad al Estado español desde que éste comienza a conformarse y a ser lo que es: herencia colonial.

La crítica al racismo brilla por su alarmante y sospechosa ausencia. En general, la Academia española se limita a rodear de puntillas el problema, a utilizar conceptos y vericuetos cada vez más sofisticados e inofensivos para evadirlo, para apaciguarlo, en definitiva: para invisibilizarlo.

Para la mayoría de sus adalides, el racismo es una materia, una asignatura, como mucho un juguete intelectual a través del cual medrar en la estructura universitaria y justificar congresos o becas de departamento.

Mientras, gran parte de la izquierda militante reacciona a la defensiva reduciendo neuróticamente sus causas a una relación superestructural de la categoría social de raza con el capitalismo estructural. El capitalismo es entonces la “madre del cordero”, el sistema económico cuyo derrocamiento provocará por arte de magia la destrucción de cualquier otra jerarquía del poder.

No sólo es una forma de invisibilizar el racismo, sino que es también una manera limitada de percibir el propio capitalismo, construyendo estanterías estancas con jerarquías de poder que en realidad se producen complejamente imbricadas entre sí. Pero no es el momento de abordar esto, por ahora.

Al mismo tiempo, la relación fetichista que los partidos políticos ponen en marcha con las comunidades racializadas y/o migrantes está atravesada por el mismo utilitarismo paternalista del que hace gala la Academia. El proceso es fácilmente localizable en los dos ámbitos.

En primer lugar se busca y selecciona a los individuos más atractivos de dichas comunidades, se coquetea intensamente con ellos; posteriormente se les agasaja con extrema amabilidad y por último se les procura aturdir para que inviertan sus prioridades originales.

Se les promete implícita y explícitamente un lugar de dignidad en la agenda política de sus formaciones y se les saca a pasear como si fueran simpáticas mascotas o estandartes hieráticos que mostrar los días de gala. Pareciera que de este modo se blinda la buena conciencia política progresista ante cualquier recelo antirracista, pero en realidad es su propio complejo de culpabilidad secreto el que procura aplacar.

El paroxismo psicológico en el que desemboca lo anteriormente mencionado se manifiesta con una claridad asombrosa en el exotismo revolucionario que esa misma izquierda sufre –y digo “sufre” porque se trata de una patología– en su relación emocional con, por ejemplo, célebres fenómenos como el Black Power representado por el Partido de los Panteras Negras, con algunos matices simbólicos del atractivo pensamiento anticolonial de Frantz Fanon –atractivo literariamente– o con aspectos particulares de movimientos indígenas como el ya pasado de moda movimiento zapatista o el actualmente de moda proceso kurdo. O lo que es lo mismo: cuanto más lejos, mejor. Debe quedar fuera de toda duda que no es al apoyo político veraz y a las alianzas estratégicas con nobles y encomiables movimientos como los mencionados a lo que nos referimos.

Hemos escuchado en numerosas ocasiones a cabezas visibles como Pablo Iglesias, entre tantos otros, departir sobre racismo en EE UU, citar a Malcolm X, rememorar la lucha de Toussaint Louverture o hablar sobre “subalternidad” sin que les tiemble un ápice la voz.

La pregunta no se hace esperar: ¿por qué debería temblarles la voz? Porque se trata de una voz que se apresura a elogiar aquello que no cumple en casa. Y es que la voz ética y política, no la individual, sólo tiembla cuando se alza con la humildad que otorga la consciencia del lugar social que se ocupa para verbalizar lo que ocurre en la propia casa.

Pero la historia y presente del racismo en el Estado español, primer estado moderno de Europa, construido en base al genocidio y epistemicidio de la otredad humana racializada, no representa una preocupación, aunque el hilo rojo que conecta su tradición colonial con la actualidad siga gozando de extraordinaria salud.

¿Qué ocurre en la propia casa?

A pesar del efecto que determinadas influencias generales de la postmodernidad y su correspondiente neurosis antiidentitaria convertida en antiesencialismo radical como proyecto colonial desde la izquierda, esa misma izquierda ha demostrado tener una identidad clara y definida que se resiste a reconocer a pesar de que a menudo rezuma un escandaloso afecto por la misma: es blanca. Es decir, en lo que respecta a las relaciones sociales marcadas por el racismo ocupa el lugar de la dominación.

Desde esa misma trinchera en la que se afirma “todos somos iguales”, “no existen las razas” “nacional o extranjera, la misma clase obrera” se niega el racismo repetitivamente y se niega la palabra y la experiencia de aquellos seres humanos que afirman su antigua existencia.

Muchos de sus militantes temen la palabra raza y reaccionan jacobinamente al escucharla con más virulencia que con la que reaccionan ante el propio racismo, especialmente si la pronuncia una persona subalternizada. Es mejor usar etnia, es más suave, más antropológica, más científica.

Sin embargo, la raza, categoría social y no realidad biológica, vertebra las relaciones de poder en el mundo moderno; la usamos, no porque nos agrade, sino porque así se visibilizan sus vitales y mortales consecuencias, y lo hacemos, no desde una intención racialista, sino desde una perspectiva decolonial.

Hace unos días, Santiago Alba Rico, a tenor de un vídeo viral sobre el maltrato que unos empleados blancos de supermercado dispensaron a dos mujeres gitanas en Italia, se preguntaba en un artículo publicado en Cuarto Poder: “¿Por qué es fácil torturar a un inocente?”.

La pregunta, interrogante que deberíamos volver a plantearnos una y otra vez atendiendo a las jerarquías determinantes que hacen de una humanidad –la occidental/blanca– la única posible y por lo tanto respetable, era respondida a lo largo del texto a través de varias respuestas que desembocaban en una llamada a la movilización antirracista y feminista, “es decir, derechos humanos y civilización”, como escribía el mismo autor.

En lo que respecta al antirracismo, si pretende ir más allá de un proyecto moral y desembocar en una cuestión política, no podemos sino advertir que el problema reside precisamente en el mismo discurso civilizatorio; que los derechos humanos demuestran una y otra vez su ineficacia porque están creados por y para aquellos que no están dispuestos a descolonizar su civilización; que el racismo moderno como sistema institucional es una consecuencia de la civilización: de la civilización occidental.

Ninguna respuesta que no esté verdaderamente preocupada en revisar y deconstruir la dimensión colonial de la propia civilización conseguirá efecto alguno sobre las raíces del racismo. Esperamos con total honestidad que ese movimiento tan necesario comience a producirse pronto y lo haga como resultado de un debate fecundo.

DEBATE
Inauguramos con este texto un debate a dos voces y en dos medios sobre izquierda y racismo. Helios F. Garcés en El Salto y Santiago Alba Rico en Cuarto Poder abordarán esta cuestión de crucial importancia pero muy a menudo marginada de las reflexiones, los debates y las actuaciones dentro de la izquierda.
La próxima semana, Alba Rico responderá a este artículo en Cuarto Poder. Serán los dos primeros de una serie de ocho textos que completarán el debate.
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Racismo
Análisis Corporativismo racial penitenciario
Las personas migrantes en situación irregular, si se hallan en la cárcel no tienen ningún problema administrativo para trabajar, pero estando en libertad deben empezar el arduo camino de regularizar su situación administrativa.
Literatura
Azahara Palomeque “Yo quería hacer una novela que fuera un torrente de voz”
Azahara Palomeque realiza en su última obra, ‘Huracán de negras palomas’, un ácido repaso de la desigualdad, la racialización y la soledad, en el marco de unos Estados Unidos de difícil redención ética.
El Salto Twitch
Antirracismo Frente a su racismo, respuesta comunitaria antirracista
El tema de “Entre el nopal y el olivo” de hoy nace desde la reflexión (no nuestra y no nueva) de cómo responder desde la colectividad a la violencia racista. Cómo imaginamos un horizonte antirracista. Cómo pensar estrategias juntas.
Irán
Irán La muerte del presidente de Irán sacude un escenario internacional convulso
Teherán comunica la muerte de su jefe de Gobierno, Ebrahim Raisi, y su ministro de exteriores, Hossein Amirabdollahian, después de que su helicóptero se estrellara en la tarde del domingo.
Crisis climática
Overshoot Day España entra en déficit ecológico
Este 20 de mayo se cumple el Día de la Sobrecapacidad de la Tierra en España, lo que significa que el país ya ha consumido el límite de recursos naturales por año que permitiría al planeta regenerarse.
Industria
Transición ecosocial El sindicato ELA se prepara para demandar a la multinacional Stellantis por el cierre de la fábrica Mecaner
Considera que Stellantis ha podido vulnerar derechos básicos como la tutela judicial efectiva y la libertad sindical al empujar a los trabajadores a elegir una indemnización que triplica el mínimo y que implica renunciar a una demanda colectiva.
Fascismo
Visita de Milei Javier Milei y Santiago Abascal: amor al odio y fascismo de mercado
Las ultraderechas son el experimento aún inacabado de la fórmula orgánica mediante la cual el capital concentrado aplicará su programa tras el progresivo agotamiento de la fórmula neoliberal.
Unión Europea
Unión Europea Derechos humanos frente a militarización: 600 entidades interpelan a los partidos ante las elecciones europeas
A tres semanas de las elecciones para el Parlamento de Europa, seiscientas organizaciones no gubernamentales se han unido para exigir una Europa que blinde los derechos humanos ante la escalada en las políticas belicistas.
Contigo empezó todo
El Salto libros El Salto lanza su propia línea editorial con un libro sobre la otra historia de España
El Salto Libros se estrena con el volumen ‘Contigo empezó todo’, del periodista Eduardo Pérez, otra visión de la historia de España a través de 30 episodios olvidados. Suscríbete y te lo enviamos gratis.
Europa del Este
Cáucaso Marta Ter: “Chechenia pasó de ser la piedra en el zapato del Kremlin a su principal aliado”
Marta Ter Ferrer, especialista en el Cáucaso Norte relata en su libro ‘La Chechenia de Kadírov’ las duras condiciones de vida que sufre la población chechena bajo el régimen de Ramzán Kadírov.

Últimas

Palestina
Manifestaciones por la Nakba Quince poblaciones del País Valencià salen a la calle por Palestina
La quinta movilización estatal contra el genocidio ha visibilizado este fin de semana en las principales poblaciones valencianas el clamor de la condena al sionismo.
Educación pública
Educación pública El profesorado madrileño vivirá este martes su quinta jornada de huelga desde el inicio del curso
El personal de enseñanzas no universitarias de la Comunidad de Madrid vivirá otro paro tejido desde abajo con reclamaciones como la reducción de las horas lectivas o la bajada de las ratios.
Formación El Salto
Formación El Salto Fotoperiodismo y movimientos sociales: una mirada a las luchas desde abajo a través de un objetivo
La Escuela de Periodismo Crítico de El Salto ofrece su primer curso presencial, en el que abordaremos, de la mano de nuestros fotógrafos, cómo plasmar a través de la imagen movilizaciones y resistencias.
Green European Journal
Green European Journal Agricultores indignados y olas de calor: elecciones en la India
En el contexto de las elecciones de la India, las cuestiones económicas y sociales se entremezclan con las crecientes temperaturas y el declive de las cosechas.
Más noticias
Educación
Recortes Clamor en las escuelas de idiomas del País Valencià contra los recortes
Los recortes de la Conselleria de Educación cara al próximo curso han desatado indignación ante lo que la comunidad educativa considera un ataque a la educación pública.
Memoria histórica
Memoria histórica El Archivo Histórico de Movimientos Sociales toma cuerpo en Alcalá de Henares
Tres años después de su aprobación, a partir de septiembre cualquier persona podrá consultar archivos que, en muchos casos, fueron generados durante la clandestinidad o en el exilio por diferentes organizaciones política y sociales.
Movimiento BDS
Palestina La Universidad Autónoma de Barcelona y la ciencia europea al servicio de Israel
Una investigación destapa los lazos entre la universidad catalana y el entramado universitario israelí, así como sus vínculos con tecnologías armamentísticas.
Represión
Represión policial Andalucía con Palestina señala como “atropello antidemocrático” la actitud policial en una manifestación
Durante la manifestación el sábado 18 de mayo en Sevilla en apoyo a Palestina y por el 76 aniversario de la Nakba, los agentes policiales denunciaron por desobediencia al activista Isidoro Moreno e identificaron y multaron a varias participantes.

Recomendadas

Migración
Migraciones Patera vacía: navegando en la necropolítica migratoria
Seguimos a un grupo de gente que se resiste a aceptar el designio de la suerte y del azar que hace que haya víctimas o supervivientes de manera injustamente aleatoria.
Periodismo
Jesús Cintora “Nunca había estado tanto tiempo fuera de la televisión o la radio... no sé por qué será”
El expresentador de Las mañanas de Cuatro publica ‘El precio de la verdad’ (Editorial B, 2024), un ensayo sobre el estado actual del periodismo español.
Migración
Migración y Asilo La Europa Fortaleza ya está en marcha en Líbano
Líbano devuelve 200 refugiados a Siria en el primer retorno supuestamente voluntario desde que Von der Leyen anunciara el pacto anti-inmigración con Beirut.
Entrevista La Poderío
Cristina Consuegra “La cultura es aquello que te posiciona contra la barbarie”
A Cristina Consuegra es difícil encajarla en una cosa. Consuegra es un torbellino de colores que lo lleva to' palante. Lo mismo organiza un festival de cine de índole nacional en los barrios, que la escuchas en la radio, por citar algo. Consuegra es mucha Cristina y Cristina es demasiada Consuegra.