Opinión
UDC. Destrozo. ¿Abolicionismo?

Desde una defensa firme de la libertad de cátedra y de la autonomía universitaria, el autor señala algunos intereses que se pueden ocultar detrás de la campaña por la supresión de las Jornadas sobre trabajo sexual que se iban a celebrar en la Universidade da Coruña (UDC).

8M Coruña
Unhas 40.000 persoas, segundo a Policía local, percorreron as rúas da Coruña. Foto: Concello da Coruña
Profesor de Derecho de UDC, fue organizador de actividades académicas sobre trabajo sexual en la misma universidad.
17 sep 2019 13:16

UDC. Universidade da Coruña. Este es el nombre de la comunidad universitaria a la cual pertenezco, que esta semana ha visto cómo se censuraba un seminario académico sobre trabajo sexual, con importante presencia de mujeres dedicadas a esa actividad. Desafortunadamente, un buen número de las personas que han demandado la prohibición de ese seminario ni siquiera lograron escribir correctamente el nombre de la institución universitaria en la que se iba a celebrar (Universidad de Galicia fue seguramente la denominación más divertida). Esa es la mejor muestra de que los miembros de la UDC vivimos una pugna de poder que se jugaba en casa ajena. Por desgracia, tampoco las promotoras del oportuno manifiesto Por el derecho a debatir en la Universidad han logrado tener en cuenta las voces de nuestra comunidad académica, lo que —dicho sea de paso— no ha contribuido al esfuerzo de quienes estábamos intentando evitar la prohibición desde aquí al lado.

Destrozo. La palabra más escuchada estos días a pie de calle entre las personas de la UDC. No es difícil fundamentar, como han dicho activistas mucho más acreditadas, que todo esto ha sido un gran destrozo para los feminismos. Al lado de eso ha sido, sin dudas, un gran destrozo para la UDC, en particular para sus instituciones, incluidas aquellas que, como el CEXEF o la Oficina para a Igualdade de Xénero (Oficina para la Igualdad de Género) deben de estar llamadas a luchar por la superación de las brechas de género. Estas instituciones no han sido capaces de encontrar una solución ante la agresiva campaña lanzada contra las jornadas sobre el trabajo sexual que no fuese una decisión sancionadora, materialmente de censura, que afecta a la parte más débil, a las organizadoras.

Han sentado un precedente muy grave de desconsideración de la libertad de expresión y de las libertades académicas con las que tienen que estar comprometidas

No han conseguido evitar la incómoda imagen de rechazar una actividad académica cuando, en las mismas semanas, se le prestaban altavoces para charlas de signo contrario, financiando la participación de personas que estaban impulsando la campaña prohibicionista. Han sentado un precedente muy grave de desconsideración de la libertad de expresión y de las libertades académicas con las que tienen que estar comprometidas. Con todo, esto no es solo un problema institucional. Es un destrozo para el conjunto de la comunidad de la UDC. Excepto excepciones —la más importante el largo millar de personas que firmaron una petición pública contra la suspensión de las jornadas—, no supimos, no pudimos o no quisimos evitar este grave menoscabo de la condición de la universidad como espacio de protección del debate libre de ideas.

¿Abolicionismo? Como todo en los feminismos, el abolicionismo no tiene sentido en singular. Los abolicionismos son, afortunadamente, plurales. Sin embargo, vivimos tiempos convulsos, en los que es fácil constatar que las riquezas de los pensamientos abolicionistas están siendo cada vez más sometidas a una metonimia, a la construcción de un abolicionismo hegemónico o realmente existente. El resultado, sinceramente, tiene poco interés, por la voluntad de cerrarse en las cadenas del simulacro, sin mayor conexión con lo real. El resultado no tiene capacidad —ni aparentemente disposición— para responder a las preguntas que verdaderamente importan, cuestiones como: ¿Por qué docenas de mujeres nigerianas son encerradas anualmente en los CIE o docenas de mujeres paraguayas son deportadas por ser trabajadoras sexuales? O, ¿por qué después de años y años de políticas de lucha contra la trata envasadas en racionalidades abolicionistas los resultados —como enseña la reciente memoria de la Fiscalía General del Estado— no superan el estado de la insignificancia?

La fase de la crisis política que habitamos está caracterizada por una apuesta del Partido Socialista de demostrar que tiene más capacidad que sus contendientes para llevar a cabo la restauración

En realidad, lo que vivimos en la UDC en estos últimos días parece tener poco que ver con los diferentes programas de los feminismos sobre la gestión de las consecuencias, para las mujeres y para la sociedad, del trabajo sexual/prostitución. Parece más conectado con cuestiones que desbordan por completo a la comunidad de la UDC e incluso a los mismos feminismos. En junio de 2018, cuando Pedro Sánchez presentó su equipo de gobierno cayó el telón para la narrativa que describía al actual presidente del gobierno central como una suerte de Maverick en rebeldía contra diversos segmentos de las élites. La fase de la crisis política que habitamos desde entonces está caracterizada por una apuesta del Partido Socialista de demostrar que tiene más capacidad que sus contendientes —esencialmente el PP y Ciudadanos— para llevar a cabo la restauración como programa soberano de solución de esa crisis. En sustancia, sus credenciales son dos. Una, evidenciar que está en mejor situación que los demás para encarnar el Estado y sus aparatos. Dos, probar que tiene condiciones para cooptar y desactivar los disensos que consolidaron la crisis política, desde hace ya siente u ocho años (sobre los peligros de una estrategia de estas características, vid. el reciente The Courage of Hopelessness, de Slavoj Žižek).

La síntesis de ambas credenciales consiste en hacer lo mismo que haría cualquier otro partido de extremo centro (o quizá de las derechas), pero con mayor mesura y, sobre todo, con narrativas diferentes. Esto último requiere acumular capital político suficiente para resignificar demandas de justicia social (de género, racial, etc.) que surgen desde la calle.

La discusión se está empobreciendo y, sobre todo, se está declinando en una dirección preocupante

Sin prejuicio de que el abolicionismo realmente existente cotiza al alza en todos los partidos estatales, este programa gubernativo está afectando notablemente al debate público sobre como enfrentar el trabajo sexual/prostitución. La discusión se está empobreciendo y, sobre todo, se está declinando en una dirección preocupante. No es de extrañar, porque el autoritarismo es la tendencia de una temporada que ya está durando demasiado. Si las políticas y demandas de género en los por tantos motivos felices años ’00 se orientaron hacia la ampliación de derechos, en el período actual están adquiriendo un tono más autoritario, pensado desde la prohibición y el anatema. Lo que ha estado pasando en la UDC en estas semanas tiene que ver, antes que nada, con estos juegos de poder y de acumulación de capital político. Por desgracia, ni es el primer caso ni va a ser el último de la ola anti-derechos que estamos viviendo.

Desde esa perspectiva, se ve con claridad un último aspecto del destrozo. La campaña prohibicionista estuvo impulsada —también— por declaraciones institucionales, como el tuit gubernativo en el que se afirmaba, erróneamente, que el trabajo sexual/prostitución es una actividad “ILÍCITA” (sic, en mayúsculas). La UDC, en particular sus autoridades, no han logrado —tampoco— parapetar la autonomía universitaria. La suspensión de las jornadas sobre trabajo sexual ha sido un hecho mayor de erosión de las libertades académicas en los veintinueve años de historia de nuestra universidad. Del mismo modo, lo recordaremos también como un momento de escasa salud de nuestra autonomía.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Trabajo sexual
Estudio sobre trabajo sexual De la Policía, los dueños de locales y los clientes: así es la violencia que sufren las trabajadoras sexuales
Las trabajadoras sexuales sufren múltiples violencias y un estudio las recoge en sus propios términos. Las violencias más frecuentes por parte de los clientes consisten en la retirada del condón sin consentimiento o malos tratos verbales.
Trabajo sexual
Trabajo sexual Más perseguidas y precarias: así impactaría la propuesta abolicionista del PSOE en las trabajadoras sexuales
Colectivos de trabajadoras sexuales lamentan una nueva arremetida del PSOE, que ha presentado en solitario una proposición de ley que penaliza el proxenetismo en todas sus formas, sin diferenciar si es o no coactivo.
Feminismos
Beatriz Ranea “Hay que cuestionar la libertad de ellos para consumir prostitución”
La práctica de pagar por el consumo de sexo que no tiene un perfil concreto ni edad, como explica la socióloga Beatriz Ranea Triviño en su libro ‘Puteros’.
#39470
18/9/2019 11:45

Muy de acuerdo. Vergonzoso que mientras los abolicionistas han tenido foros donde solo han hablado los defensores de esta posición, estos mismos abolicionistas se quejaban de que ellos no pudieran participar en el que iban a participar las trabajadoras sexuales como uno de sus argumentos para pedir la prohibición
.

2
0
Movimiento BDS
Palestina La Universidad Autónoma de Barcelona y la ciencia europea al servicio de Israel
Una investigación destapa los lazos entre la universidad catalana y el entramado universitario israelí, así como sus vínculos con tecnologías armamentísticas.
Migración
Migraciones Patera vacía: navegando en la necropolítica migratoria
Seguimos a un grupo de gente que se resiste a aceptar el designio de la suerte y del azar que hace que haya víctimas o supervivientes de manera injustamente aleatoria.
Periodismo
Jesús Cintora “Nunca había estado tanto tiempo fuera de la televisión o la radio... no sé por qué será”
El expresentador de Las mañanas de Cuatro publica ‘El precio de la verdad’ (Editorial B, 2024), un ensayo sobre el estado actual del periodismo español.
Contigo empezó todo
El Salto libros El Salto lanza su propia línea editorial con un libro sobre la otra historia de España
El Salto Libros se estrena con el volumen ‘Contigo empezó todo’, del periodista Eduardo Pérez, otra visión de la historia de España a través de 30 episodios olvidados. Suscríbete y te lo enviamos gratis.
Que no te lo cuenten
Que no te lo cuenten De infiltrados y organizaciones humanitarias
VV.AA.
Destacamos un nuevo caso de agentes policiales infiltrados en movimientos sociales y recordamos que Israel ya lleva 8 ataques a entidades de ayuda humanitaria
La vida y ya
La vida y ya Acampadas
Alguien anuncia el comienzo del taller y se acerca un montón de gente. Practican cómo resistir de forma activa y no violenta ante la policía.

Últimas

Deportes
Deportes Ilegales de Vallecas: rugby de barrio y deporte feminista
Este sábado 18 de mayo tuvo lugar el I Torneo Ilegales en Vallecas, una propuesta para fomentar el tejido social y los lazos entre mujeres de diversas generaciones.
Gobierno de coalición
Gobierno de coalición Sumar pisa el acelerador y se anima al choque con Sánchez
En el grupo parlamentario están decididos a aprovechar la crisis de los “días de reflexión” para marcar perfil propio y recobrar iniciativa con medidas de agenda “social y democratizadora”.
Más noticias
Cómic
Cómic ‘Grandville’, de ucronías antropomórficas y viñetas ‘steampunk’ victorianas
‘Grandville’, el cómic creado por Bryan Talbot, situó París en una realidad alternativa donde es la ciudad más grande de un mundo poblado por animales, y advirtió del riesgo de creer que los horrores pasados no se repetirán.
Formación El Salto
Formación El Salto Fotoperiodismo y movimientos sociales: una mirada a las luchas desde abajo a través de un objetivo
La Escuela de Periodismo Crítico de El Salto ofrece su primer curso presencial, en el que abordaremos, de la mano de nuestros fotógrafos, cómo plasmar a través de la imagen movilizaciones y resistencias.
Que no te lo cuenten
Que no te lo cuenten De infiltrados y organizaciones humanitarias
VV.AA.
Destacamos un nuevo caso de agentes policiales infiltrados en movimientos sociales y recordamos que Israel ya lleva 8 ataques a entidades de ayuda humanitaria
Opinión
Geopolítica El efecto mariposa en la geopolítica de nuestro tiempo
El planeta se encuentra inmerso en cuatro encrucijadas, cada una de las cuales por sí misma, tiene la potencia para dislocar el mundo que conocimos.
LGTBIfobia
Lesbicidio Cientos de personas en vigilia ante la embajada argentina: “Fue lesbicidio”
Una vigilia en el centro de Madrid señala la responsabilidad del gobierno de Milei en el asesinato de tres mujeres lesbianas en Buenos Aires que fueron quemadas vivas el pasado 6 de mayo: “Es el responsable”.

Recomendadas

Migración
Migración y Asilo La Europa Fortaleza ya está en marcha en Líbano
Líbano devuelve 200 refugiados a Siria en el primer retorno supuestamente voluntario desde que Von der Leyen anunciara el pacto anti-inmigración con Beirut.
Entrevista La Poderío
Cristina Consuegra “La cultura es aquello que te posiciona contra la barbarie”
A Cristina Consuegra es difícil encajarla en una cosa. Consuegra es un torbellino de colores que lo lleva to' palante. Lo mismo organiza un festival de cine de índole nacional en los barrios, que la escuchas en la radio, por citar algo. Consuegra es mucha Cristina y Cristina es demasiada Consuegra.
LGTBIAQ+
Lesbofobia El triple lesbicidio en Argentina evidencia el impacto de los discursos de odio
La escasa repercusión mediática de un brutal feminicidio de tres mujeres lesbianas en una pensión de Buenos Aires alerta sobre la normalización de los discursos estigmatizantes.