We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Antiespecismo
Sin biodiversidad no hay vida, sin ética animal tampoco
A estas alturas ya deberíamos haber aprendido que siempre es mejor buscar lo que nos une que lo que nos diferencia. Todas las luchas que han acabado en victoria tienen algo en común: la unión de las personas que lucharon. Somos muchas las que sabemos que sin biodiversidad no hay vida. Pero no tantas se dan cuenta de que sin ética animal tampoco conseguiremos que este mundo sea habitable en un futuro.
La organización Futuro Vegetal parece tener las cosas claras. El pasado día 20 de abril, su co-fundador Bilbo Bassaterra dio una conferencia organizada por el Comité de residentes del Colegio España en París. Explicó el funcionamiento horizontal y descentralizado de la organización y señaló los problemas derivados de nuestro sistema alimentario actual. Para llamar la atención sobre estos, propuso un activismo basado en actos de desobediencia civil no violenta.
En concreto, Futuro Vegetal se centra en señalar e informar sobre algo que el resto de organizaciones ecologistas se resiste a admitir abiertamente: la necesidad de dejar de financiar la ganadería. Se trata de una industria que causa el 14 % de las emisiones de gases de efecto invernadero; tanto como todos los medios de transporte juntos del mundo.
El documental Comiendo nuestro camino a la extinción hace un repaso de las consecuencias medioambientales de la explotación de varias especies de animales. La ganadería también es el sector que causa mayor deforestación, con su consecuente destrucción de hábitats y la pérdida de comunidades y culturas humanas y no humanas.
Esto la convierte en una de las principales culpables de la pérdida de biodiversidad. Actualmente estamos viviendo la Sexta Extinción Masiva, la primera de este planeta que estamos causando nosotros y nosotras mismos/as con nuestras acciones. Esto debería preocuparnos no solo por el estrés y sufrimiento que causamos a los individuos del resto de especies animales, que intentan sobrevivir ante las amenazas que les obligamos a afrontar por el cambio climático. También debería preocuparnos porque cada especie forma parte de un ecosistema de unas características únicas. Cuando se pierden muchos individuos de una especie o desaparece esa especie, perdemos todo el ecosistema que esta sostenía.
Empobrecimiento del planeta
Estamos empobreciendo este planeta a un ritmo acelerado, acercándonos a un punto de no retorno. Desde 1970, las poblaciones de mamíferos, peces, aves, reptiles y anfibios han disminuido un 68%. No podemos devolver a la vida a animales extintos. Entonces ¿por qué no protegerlos antes de que sea demasiado tarde? Porque implica cambios estructurales que desafían nuestra comodidad y ponen en duda nuestro criterio sobre lo que se necesita para tener una buena vida.
Es hora de replantearnos a nivel personal, pero también colectivo, qué necesitamos para vivir felices sin seguir destruyendo todo lo que nos rodea y sin seguir despreciando la vida de los demás. Es el momento de despertar nuestra conciencia social o lo que alguien antiespecista llamaría empatía: la capacidad de ponerse en el lugar del otro y compartir sus sentimientos. Es hora de admitir nuestra animalidad y dejar de maltratar, explotar, beneficiarnos y ningunear al resto de especies. Todas tienen el mismo derecho a vivir aquí que nosotros y nosotras.
A nadie le gusta sufrir, y evitar el sufrimiento de todos podría ser lo que nos una en esta lucha. Todos y todas vamos a tener que afrontar las dificultades de un cambio climático descontrolado en mayor o menor medida, según lo que decidamos hacer y no hacer.
Nuestro sistema alimentario esclaviza
Futuro Vegetal señala la ganadería, una acción humana que causa un sufrimiento extremo al mayor número de individuos en este planeta (justo por detrás de la pesca). Lo hace hablando de respetar la vida del resto de animales, pero sobre todo indicando las consecuencias medioambientales y sociales de la explotación animal.
Ante un reto común como el cambio climático, tenemos la oportunidad de cambiar un sistema que nos maltrata y nos hace egoístas y egocéntricos. Sin duda es el momento de poner sobre la mesa las razones por las que deberíamos dejar de explotar animales. Pocas veces se plantea de forma respetuosa y factible, pero es una opción que garantizaría un mundo mejor para todos los habitantes de la Tierra, sin dejar a nadie atrás, sea humano o no.
Si nos planteamos dejar de explotar animales, las razones mencionadas a continuación podrían ser algunos argumentos concretos de unión que defendiésemos juntos y juntas antiespecistas, ecologistas y cualquier persona interesada en el concepto de justicia social y la defensa del derecho a una vida digna, sin discriminaciones ni abusos de ningún tipo:
- Porque biológicamente no necesitamos nada de origen animal para vivir.
- Porque condenamos a millones de animales a una vida de dolor y sufrimiento hasta que los matamos en un matadero.
- Porque la explotación animal no es rentable. Un estudio reciente publicado en la revista Nature Food revela que la industria cárnica recibe más del 80% de subsidios de la Unión Europea, de la PAC.
- Porque el sistema alimentario actual abusa de las personas que trabajan en el campo. Pensemos en las temporeras. Además, ofrece puestos de trabajo que nos destrozan psicológicamente dejándonos secuelas de por vida. Pensemos en los puestos de trabajo en un matadero. Sabemos que los accidentes que se producen al manejar animales que no quieren morir ponen en riesgo la salud e incluso la vida de las personas que trabajan ahí. Las condiciones laborales son abusivas, hay un alto índice de alcoholismo y las secuelas psicológicas graves se comparan a las del estrés postraumático que viven los soldados al volver de una guerra. Algo muy similar les ocurre a muchas personas que han trabajado en un laboratorio de experimentación animal.
Es cierto que estamos tan inmersos en nuestros problemas que nos cuesta ver los problemas de las poblaciones no humanas en el mundo. Y son problemas que causamos con nuestras acciones, es decir, está en nuestras manos solucionarlos.
De todos los mamíferos de la Tierra, hemos hecho que el 60 % sea ganado explotado, el 36 % somos seres humanos y tan solo el 4 % son mamíferos salvajes. En cuanto a aves, el 70 % son explotadas y el 30 % viven en libertad. Cuando decimos “explotados” nos referimos a animales que criamos de manera forzada, mediante inseminación, y los obligamos a vivir toda su vida en condiciones inaceptables para cualquier individuo consciente y capaz de sentir dolor y placer. Luego, los obligamos a morir en un lugar diseñado para matar al mayor número en el mínimo tiempo, no para evitar el sufrimiento de nadie.
La ética animal crea un mundo mejor para todos
La ética animal es una disciplina académica que estudia las relaciones entre los seres humanos y el resto de animales no humanos. Considera y plantea cuestiones como los derechos de los animales, la discriminación que sufren por pertenecer a una u otra especie, la conciencia animal, la conservación de fauna salvaje y nuestras interacciones con ella y el estado moral de los animales no humanos.
Sin ética animal no habrá un mundo habitable porque es nuestra mala relación con el resto de especies lo que nos ha llevado a la crisis ecosocial en la que nos encontramos. Nuestra visión limitada y errónea sobre nuestra posición de poder en el mundo justifica que abusemos de otros que son diferentes a nosotros/as y no tienen medios para defenderse: desde personas mayores o sin hogar a pollos que hemos seleccionado genéticamente para que engorden a un ritmo tan acelerado que tienen dificultades extremas para vivir en su propio cuerpo.
Es decir, para salir de esta necesitamos cambiar ese sentimiento de superioridad y anular un derecho imaginario que nos asignamos para explotar todo lo que nos rodea: ya sean individuos humanos y no humanos, o ya sean lo que llamamos “recursos naturales”. Necesitamos estudiar ética animal para superar ese egocentrismo que nos tiene encerrados en nosotros/as mismos/as y nos impide ver que solo somos una especie más en un mundo que no nos pertenece.