Coronavirus
Estudiantes universitarios piden flexibilidad en la evaluación

Alumnado, colectivos de representación estudiantil y sindicatos de estudiantes reclaman a las universidades y al Gobierno que despejen la incertidumbre sobre la evaluación y el futuro académico de las personas matriculadas y aseguren soluciones justas atendiendo a las desigualdades y a las circunstancias del confinamiento.

Facultad de filosofia Deleuze
Facultad de Filosofía de la U.Complutense de Madrid. Álvaro Minguito
22 abr 2020 06:00

El acuerdo educativo anunciado el pasado 15 de abril para la enseñanza obligatoria y Bachillerato coincidió en fecha con el comunicado del Ministerio de Universidades que establecía que el curso universitario concluiría en los plazos establecidos y que confirmaba que los estudiantes serían evaluados. Ya hacía más de dos semanas que la mayoría de instituciones educativas habían cancelado la docencia presencial, un mes en el caso de algunas comunidades autónomas. “Cada universidad, en el ejercicio de su autonomía, desarrollará los procedimientos necesarios para realizar dicho objetivo”, exponía el texto del Ministerio liderado por Manuel Castells.

La siguiente frase recogía el cómo de esta continuidad y evaluación: consultando “con el conjunto de la comunidad universitaria” y anunciando “a la mayor brevedad posible” los procedimientos a su personal docente y laboral y al estudiantado. Sin embargo, los alumnos aseguran no sentirse tenidos en cuenta en el proceso y, en cuanto a la transmisión de información, colectivos que les representan coinciden en resumir la situación de cientos de miles de personas universitarias en un sentimiento: incertidumbre. El calendario de exámenes prevé la celebración de pruebas entre mediados de mayo y principios de junio, y a fecha de hoy sigue habiendo muchos estudiantes matriculados en asignaturas de las que, aseguran, no saben cómo van a ser evaluados.

competencias, autonomía y responsabilidades

“El Ministerio siempre ha mantenido la voluntad de respetar la autonomía de las universidades, pero en esta situación la fragmentación de la toma de decisiones está derivando en una gran intranquilidad, ya que algunos rectorados no están aclarando y no están teniendo una comunicación fluida con el alumnado para que sepa cómo van a ser evaluado”, resume Alfonso Armesto Prósper, responsable de políticas educativas y acción estudiantil de Estudiantes en Movimiento.

La brecha digital y social que afecta también al alumnado de enseñanzas post obligatorias animó al colectivo a idear soluciones: “Proponíamos un reacondicionamiento del calendario académico que redistribuyera los plazos”, explica Armesto, consistente en recuperar la docencia presencial en cuanto fuera posible y terminar a partir de ahí el curso redistribuyendo plazos, para “garantizar que ningún estudiante se quedara atrás”, tal y como explica el alumno de la Universidad de Santiago de Compostela. Sin embargo, la propuesta quedó descartada, por su complejidad, en una reunión que mantuvo el sindicato con el Ministerio.

“La voluntad de respetar la autonomía de los rectorados está derivando en una gran intranquilidad, porque en muchos casos hay un retraso importante en comunicar al alumnado cómo va a ser evaluado”, resume Alfonso Armesto

Lo que sí han conseguido es que en muchas universidades se vaya a celebrar exámenes presenciales, una propuesta “de mínimos” derivada del reacondicionamiento, que Armesto reconoce que era “ambicioso”, pero también “acorde a la situación de segregación derivada de la docencia telemática”. Júlia Pérez, portavoz del colectivo valenciano Acontracorrent —que forma parte de la red estatal Estudiantes en Movimiento—, apunta en la misma dirección: “La crisis del coronavirus ha agravado unas diferencias que ya existían entre el alumnado”, resume.

Universidad
Universalidad en la universidad: el reto que deberá afrontar el ministro Castells

El prestigioso sociólogo Manuel Castells se erige como cabeza visible de la educación superior en un contexto en el que las principales demandas estudiantiles continúan vigentes: mayor financiación pública, reducción de tasas y becas más justas para que la universidad sea accesible a todo el mundo. 

La estudiante hace alusión a las movilizaciones que despertaron los recortes en educación, el incremento de las tasas o la LOMCE: “Ahora se está volviendo a materializar el conflicto porque se ha hecho más evidente todavía las dificultades que afrontan las estudiantes de extracción popular: no todo el mundo dispone de un ordenador propio, y a veces nos requieren programas que no podemos instalar”, ejemplifica Pérez. 

el debate del aprobado general

Aunque las demandas del alumnado son numerosas y difieren en complejidad, los colectivos consultados coinciden en el rechazo a la propuesta —promovida por el Sindicato de Estudiantes y apoyada por algunas iniciativas surgidas a raíz de la crisis del covid-19— del aprobado general. La medida se percibe por los portavoces de colectivos como una “patada hacia adelante”, ya que “sería postergar un problema que es estructural, y según cómo se hiciera podría suponer o eliminar contenidos que son necesarios o concentrarlos para el siguiente curso”, apunta Armesto.

La portavoz de Acontracorrent profundiza en la idea. “Es pan para hoy y hambre para mañana”, resume, haciendo referencia a la previsible sobrecarga de materia acumulada que seguramente se derivaría del aprobado general y que resultaría inasumible, “especialmente para los sectores populares, que compaginan sus clases con trabajo para pagarse los estudios, o para aquellas personas que tienen familiares a su cargo”. “Creo que es alargar al problema y que hay que ser realistas, saber qué situación vivimos y qué podemos exigir por el bien de las alumnas”, concluye la estudiante.

Fuera del debate y más allá de la reestructuración del calendario académico que propone Estudiantes en Movimiento, el colectivo pide la devolución de tasas que se han pagado por asignaturas matriculadas del segundo cuatrimestre de las que no han podido recibir formación. Yuba González, delegado de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Sistemas Informáticos (ETSISI) de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), ilustra esta petición con los resultados de un sondeo que realizaron desde la delegación, y que arroja que casi la mitad de estudiantes de la ETSISI quieren desmatricularse de alguna asignatura, ya sea porque no hayan podido seguir la docencia, porque no se sientan académicamente preparados o por motivos económicos. 

También por las consecuencias del confinamiento, el sindicato estudiantil estatal reclama la gratuidad de segundas o terceras matriculaciones en asignaturas que se suspendan este curso —“que suponen unos importes sangrantes”, apunta Armesto— y pide flexibilizar la entrega de Trabajos de Fin de Grado (TFG) —especialmente de ramas experimentales—, además de insistir en la ampliación del número de becas y la eliminación del condicionante académico —el sindicato celebra que la nota exigida para optar a las ayudas vaya a disminuir hasta el 5, pero insiste en la necesidad de suprimir el criterio totalmente—. 

Los colectivos coinciden en señalar la falta de coordinación entre los diferentes organismos e instituciones y las informaciones cruzadas, a veces incluso contradictorias, que se han ido dando

Pero aunque las universidades tienen autonomía, los colectivos coinciden en señalar que la falta de coordinación entre los diferentes organismos e instituciones y las informaciones cruzadas —a veces incluso contradictorias— que se han ido dando han colaborado en el sentimiento de incertidumbre, del mismo modo que tampoco obvian los ámbitos de actuación de las administraciones públicas y otros organismos.

En este punto, Yuba González añade el papel de las agencias de acreditación como la ANECA o las autonómicas, que realizan recomendaciones a las universidades y las evalúan para acreditar sus titulaciones: “Las agencias pautan que las convocatorias de junio y julio se tienen que hacer presenciales. Si una universidad va en contra de esta recomendación, puede salir perjudicada cuando la agencia la evalúe para hacer la renovación de la acreditación y mantener el título como oficial, y pienso que el miedo a que la agencias no las acrediten influyen en que vayan con pies de plomo en algunos aspectos”, explica.

docencia telemática, descontento generalizado

En cualquier caso, más allá de señalar culpables, la situación ha derivado en miles de quejas que han convertido a instituciones educativas en trending topics. Bajo los hashtags #LaUAnoactUA, #laUVanoresponde, #EscuchanosUPVEHU, #vergUGRenza, #UCMNoRespeta, #AsiNonUVigo o #QuemadUS, los universitarios manifestaban su enfado o malestar por la situación que afrontan.

En casos como el de la Universidad de Granada (UGR) la polémica vino marcada por una caída del servidor de la Universidad que avivó el debate sobre si las instituciones están realmente preparadas para la docencia telemática. Sin embargo, la mayoría de tuits bajo esos hashtag hacen referencia a supuestas situaciones inacción, incoherencia o falta de comprensión por parte de algunas universidades o docentes. 

Bajo hashtags como #laUAnoactUA, #laUVanoresponde, #EscuchanosUPVEHU o #vergUGRenza, los estudiantes universitarios manifestaban su enfado y lamentaban la falta de comprensión de instituciones o de algunos docentes

“Los mismos que el primer día nos dijeron que sin asistir a clase no se podía aprobar la asignatura son los que ahora quieren examinarnos sin darnos clases online”, lamenta Diana, estudiante de la Universidad de Alicante (UA). “Las cosas siguen igual, habrá exámenes y solo tenéis un minuto para responder cada pregunta, no podéis volver atrás. ¿Esto es mirar por los estudiantes? Yo creo que no”, añade Paula, estudiante de la EHU, en sus redes sociales. Júlia Pérez apoya el argumento: “Parece que estén más preocupados porque no copiemos que porque aprovechemos el cuatrimestre, han cambiado formas de evaluar por preguntas con trabajos imposibles, y un compañero de otra carrera me comentó que la web restringía el tiempo que podías ver la pregunta, lo que mentalmente nos satura muchísimo”, defiende. 

No todos los profesores están respondiendo igual, y los estudiantes no dudan en reconocer que también hay ejemplos positivos de docentes que se han mostrado comprensivos con la situación o que están desarrollando la docencia telemática lo mejor que pueden, y saben que también los docentes atraviesan situaciones difíciles, pero en algunos casos la adaptación de la docencia presencial a la telemática ha sido insuficiente o incluso inexistente. “Hay asignaturas en las que están subiendo solo los apuntes. Exigimos un mínimo de calidad en la docencia telemática para poder seguir la asignatura y que sea evaluable: clases, vídeos grabados o por lo menos presentaciones de Power Point con audio”, resume González, delegado de la ETSISI.

Una encuesta de la delegación de ETSISI concluye que la inmensa mayoría afirma tener problemas con la docencia telemática, que solo uno de cada cuatro cree que podría afrontar satisfactoriamente todos los exámenes y que la mitad quiere desmatricularse de alguna asignatura

De hecho, esta delegación de alumnos ha elaborado un informe con las respuestas de 600 estudiantes de la Escuela sobre cómo afecta a los matriculados el covid-19 y, entre los resultados, destaca que la inmensa mayoría (93%) asegura haber tenido problemas en alguna asignatura y que solo uno de cada cuatro cree que podría afrontar satisfactoriamente los exámenes de todas o casi todas las asignaturas. Un 17% afirma tener problemas materiales (acceso a ordenador, conexión de internet deficiente, etcétera) que les dificulta o imposibilita seguir las clases.

Coronavirus
Cuatro de cada diez familias con ingresos bajos no disponen de ningún tipo de ordenador

Teletrabajar, atender a clases online o entretenerse con alguna serie son privilegios a los que no pueden acceder en las dos de cada diez viviendas con ingresos inferiores a 900 euros que no tienen acceso a internet. 

También en Acontracorrent han realizado sondeos entre el estudiantado y, aunque todavía no han analizado todas las respuestas, Júlia Pérez adelanta que las problemáticas más repetidas son la incertidumbre del alumnado, el haber pagado asignaturas que no están siendo impartidas y cuyos contenidos no van a recuperarse, y la certeza de que la situación no va a acabar con el confinamiento. “Va a haber un problema muy grande si el año que viene se nos mete con calzador los contenidos que no hemos dado en este curso si ya de por sí muchas veces no llegamos, por no hablar de que ahora muchos docentes asumen que por estar 'en casa' no hacemos otra cosa que estudiar y omiten la situación personal, material, psicológica o de salud de cada estudiante”.  

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Por eso la principal demanda de los estudiantes y de los grupos que los representan se resume en una cosa: flexibilidad. González pone como ejemplo la propuesta de la delegación de la ETSISI de que el alumnado pueda elegir entre hacer exámenes en junio o julio o septiembre, para que dé más tiempo a preparar la asignatura, y valora positivamente medidas propuestas por resolución rectoral de la UPM como la reducción de temario o el logro de que permanezca la evaluación continua, y que no resulte excluyente —como es habitual— de cara a optar a la evaluación final si se suspenden las pruebas continuas. 

Sin embargo, todavía hay demandas que no han sido escuchadas y que no dependen de las universidades. Entre ellas, la de permitir la movilidad a los estudiantes para recoger apuntes de cara a enfrentarse a los exámenes, a la que Alfonso Armesto añade la devolución del importe invertido en residencias de universidades públicas durante el estado de alarma. Júlia Pérez se muestra en este punto preocupada por el futuro: “En una ciudad tan universitaria como València, previsiblemente empeorará por la crisis, y habrá gente que no pueda permitirse pagar un alquiler, lo que puede hacer que su situación empeore en cuanto tiempo invertido en el transporte, por ejemplo”.

respuesta colectiva

Júlia Pérez estudia Bellas Artes en la UPV, una titulación con carga lectiva eminentemente práctica, y cuenta que la facultad no estaba respondiendo al estudiantado cuando exigía saber cómo y cuándo será evaluado, lo que les animó a crear una plataforma por redes sociales en la que unificar las quejas. “Al crear ese espacio que visibilizaba públicamente las problemáticas de los estudiantes, la facultad se reunió con nosotros”, cuenta.

Por eso piensa que la organización y focalizar estrategias, es importante, y también por eso considera que las alianzas con delegaciones pueden resultar “estratégicas”, pero ubica roles diferenciados entre sindicatos y delegaciones, aunque ambos representen a un mismo colectivo. “Las delegaciones juegan un papel más conciliador con las instituciones, mientras que colectivos Acontracorrent asumen una posición más reivindicativa”. Yuba González sostiene que desde la delegación de la ETSISI se está “moviendo mucho trabajo que pasa desapercibido, y que el problema con las delegaciones suele estar en la comunicación de lo que hacemos y en qué afectan esos cambios que se consiguen”. Por eso, en su caso, han promovido iniciativas como el canal de Telegram o están muy activos en Twitter tratando de dar un servicio al estudiantado, resumiendo o haciendo comprensibles —por ejemplo— resoluciones rectorales que les afectan.

En la línea del servicio público, Estudiantes en Movimiento recoge, desde los colectivos de universidades públicas que integra el sindicato, iniciativas de asesoría para estudiantes de todas las provincias, además de centralizar los diferentes bancos de apuntes que existen en cada colectivo y que fueron concebidos como una forma de apoyo entre universitarios. También a nivel local han surgido nuevas ideas: estudiantes de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH) han creado un escudo estudiantil para reunir las propuestas de la comunidad educativa.

“Las redes sociales son ahora la única forma de reivindicación que tenemos, pero es sabido que ante situaciones adversas, la autoorganización y la búsqueda de formas de respuesta colectiva es un fenómeno que se repite”, analiza Armesto. Como en los barrios, también en la universidad la pandemia ha evidenciado la necesidad de tejer redes y de prestar ayuda mutua, aunque el confinamiento obligue a emplear otros métodos.

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Rafalé
24/4/2020 19:28

Gran artículo! Sin duda, la incertidumbre es la palabra que mejor puede definir la situación de los alumnos, pero también la de los profesores, administrativos, sindicatos, rectores, políticos y tantos otros sectores envueltos de forma directa o indirecta. Como bien decía uno de los entrevistados, la estrategia parece la de tirar “patada hacia adelante”, sin embargo cabría tener perspectivas más profundas. ¿De verdad es tan necesaria la evaluación basada en la calificación? Por supuesto, pasa el tiempo y esos debates se siguen postergando. Si no es ahora, ¿cuándo?

Un placer leerte, Lis!

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