Brasil
Los quilombos en Brasil: lugares de resistencia

La historia de los quilombos es la lucha contra el racismo que estructuró la sociedad brasileña desde la época colonial y que continúa en nuestros días. También es la historia por el derecho al territorio en el que vivían sus ancestros, antiguos esclavos.

Brasil Quilombo - 3
Feria Agroecológica de Mujeres del Bajo Sul. Foto: Acervo Koinonia

La historia de la lucha por la tierra en Brasil se remonta al siglo XVI, cuando la Corona Portuguesa dominaba el territorio brasileño. Con el sistema esclavista las grandes haciendas concentradas en pocas manos sacaban rédito del trabajo esclavo de millones de personas procedentes de Angola, Guinea Ecuatorial, Congo, Mozambique y Nigeria en las plantaciones de café, azúcar o algodón. Pueblos como los Yorubá, los Kinbundu, Kicongo, Benguela, Mina fueron arrancados de sus tierras y llevados al Brasil colonial.

El sistema esclavista de las américas contabilizó unos doce millones de esclavos. Brasil fue el lugar que más población esclava tuvo, se estima que cerca de un 40% acabó en este país. Una de las resistencias al sistema esclavista se dio en los quilombos, espacios de resistencia que perviven hasta hoy. En aquella época las comunidades quilombolas estaban constituidas por grupos de esclavos, algunos habían conseguido fugarse y se organizaban en territorios normalmente fértiles y aislados para sobrevivir.

Las experiencias fueron diversas, algunos eran pequeños y otros llegaron a tener miles de habitantes. Según el etnólogo Edson Carneiro, “era la continuación de África en suelo brasileño”. Este fenómeno no solo se dio en Brasil si no en muchos puntos de América Latina: los Cimarrones y los Garífunas en Centroamérica, Cumbes en Venezuela, Palenques en Colombia y Cuba.

Los quilombos eran el refugio de los negros pero también de algunos indígenas, desertores y blancos mestizos, ya que era común que los quilombolas mantuvieran relaciones comerciales con las localidades vecinas

Los quilombos eran el refugio de los negros pero también de algunos indígenas, desertores y blancos mestizos, ya que era común que los quilombolas mantuvieran relaciones comerciales con las localidades vecinas, cambiando productos agrícolas por manufacturas. Quizá el más conocido fue el de Palmares, era del tamaño de Portugal y llegó a tener unos 30.000 habitantes. Liderado por Dándara y Zumbi, consiguió permanecer durante casi todo el siglo XVII.

Cuando cayó el quilombo, después de un largo asedio, Zumbi fue capturado y su cabeza fue colocada en una plaza pública para servir como ejemplo a otros aquilombados o esclavos. Su historia fue recuperada años después y hoy, en la fecha de su muerte, se celebra el Día de la Conciencia Negra, simbolizando la resistencia y la lucha contra el racismo y la esclavitud.

Después de tres siglos, en 1888, Brasil abolió formalmente la esclavitud, fue el último país en hacerlo. Aunque sobre el papel los esclavos habían sido liberados, según Givânia Silva, fundadora de la Coordinación Nacional de las Comunidades Negras Rurales Quilombolas (Conaq) “la abolición fue apenas una narrativa política desde la mirada de los esclavistas, impulsada por la modernización del capital y por los intereses extranjeros y no por la lucha de los esclavos que durante tres siglos resistieron de diferentes formas”.

Feminismos
“No somos feministas de habitación propia, sino de barracón”
La antropóloga Aída Bueno Sarduy recupera mitos africanos que han perdurado en la tradición oral afrodescendiente en Cuba y Brasil.

La tesis de Givânia parece tener sentido, pues tuvieron que pasar otros cien años para que los antiguos esclavos y los quilombolas fueran reconocidos por el Estado. “Durante este siglo, se silenció la existencia del pueblo negro y de los quilombos, no hubo ninguna ley que les reconociera como sujetos políticos y su historia fue borrada”, afirma la fundadora de Conaq.

Así fue hasta que en 1988, en el contexto del proceso constituyente, el Movimiento Negro Unificado lograra que en la nueva constitución del Estado se reconociera el derecho de las comunidades quilombolas y sus descendientes sobre las tierras que habían ocupado tradicionalmente. Pero esto volvió a suceder sólo sobre el papel. Hoy, apenas el 9% de las comunidades quilombolas obtuvieron reconocimiento legal de sus territorios aunque el Gobierno Federal reconoce la existencia de al menos 3447, mientras que la Conaq habla de al menos 6000 en todo el país.

UN PAPEL PARA VIVIR


Desde la nueva Constitución (1988), la organización de los descendientes de quilombolas aumentó. En los primeros años de los 90 nace la Conaq, en homenaje al Quilombo de los Palmares, para impulsar los derechos de estos pueblos. Fue así que en el 2003, bajo lapresidencia de Lula, los quilombos pudieron acceder efectivamente a políticas públicas y comenzó un proceso en el que miles de personas empezaron a recordar esas historias que les habían contado sus familiares, aquellas que habían sido borradas y que les conectaban con las luchas de los quilombolas. Esto le ocurrió a Edna, nacida en el Quilombo de Gurutuba en Minas Gerais, su familia decidió abandonar la comunidad a causa de la escasez del trabajo que produjo una grave sequía.

Edna vivió lejos del quilombo durante un tiempo, estudió y formó familia, pero siempre supo que algún día volvería a la comunidad, donde ahora cría a sus hijos pequeños y es una de sus líderes. Hubo un momento, hace unos años, que ella empezó a recordar las historias que la abuela le contaba, al pie del fuego, mientras preparaba la harina de mandioca, cuando caía el día. Empezó a recordar cómo había sido su infancia en el quilombo, cómo eran los juegos y su muñeca de paño, cómo olía el campo de algodón cuando florecía y a qué sabía el beijú que su madre preparaba.

Brasil quilombos - 2
Foto: Fabiene Gama. Acervo Koinonia.

Aunque tenía pocos años, también recuerda cómo fue la lucha por la tierra en su comunidad. Era el tiempo de los grileiros, personas que usurparon ilegalmente grandes áreas de terreno, convirtiéndose en sus dueños a través de la falsificación de documentos, esta práctica se desarrolló intensamente a mediados del siglo XIX y persiste hasta hoy.

“Cuando Antonio Pulú y compañía vinieron a tomar nuestras tierras con armas, para defendernos nuestros padres pusieron a los niños en primera línea, después las mujeres y los hombres detrás armados con hoces. Recuerdo nítidamente esa máquina viniendo y destrozando las plantas y nosotros en el frente. Antonio Pulú gritaba que el tractor nos pasaría por encima si no nos quitábamos de en medio”, cuenta Edna.

De las 47.000 hectáreas que pertenecen al Quilombo de Gurutuba, el mayor de Minas Gerais, solo el 3% está en manos de la comunidad

En los años 70 y 80 los conflictos por la tierra entre quilombolas y grileiros eran frecuentes y en ocasiones de mucha violencia. Edna cuenta que perdieron algunas vidas y que fue por eso que los gurutubanos decidieron recular y no pudieron recuperar el resto de su territorio. De las 47.000 hectáreas que pertenecen al Quilombo de Gurutuba, el mayor de Minas Gerais, solo el 3% está en manos de la comunidad, “es triste cuando vemos que las tierras en las que nuestros antepasados cultivaban hoy son propiedad de los granjeros y pasto para el ganado”, dice Edna.

Muchas veces los grileiros y los terratenientes pactaban con los quilombolas, normalmente ellos trabajaban el campo dándoles la mayor parte de la producción y a cambio les dejaban quedarse en su territorio, muchas veces con engaño de por medio. Fue el caso de la familia de Edna, “nuestra tierra de origen queda al otro lado del río, mi abuela recibió herencia de mi bisabuela y uno de los grileiros además del cambio de terreno prometió darnos un documento del terreno que nunca apareció”.

Pasaron los años y hoy el quilombo sigue esperando la titularidad de la tierra. El proceso de titulación es arduo y si dentro del área quilombola existen inmuebles u otros ocupantes como terratenientes o trabajadores rurales, el estado brasileño debe expropiarles y compensarles económicamente. “Es por eso que titulan tan poco, porque cuesta dinero al Estado, pero es cuestión de prioridades, nosotros nunca interesamos”, dice Edna.

Durante este tiempo, según el gobierno de turno, las prioridades iban actualizándose: bajo el periodo de Lula se expidieron 75 títulos, los gobiernos de Dilma otorgaron 94, Michel Temer 33 y desde la asunción de Bolsonaro sólo 14 títulos fueron entregados a los quilombos. El camino de lucha por la propiedad de la tierra —que aún sigue, pues el 91% de las comunidades no tiene la titularidad— fue violento y dejó a muchos sin casa, algunos perdieron la vida en intentarlo. Fue el caso del líder Seu Antônio do Barroso, como era conocido en la comunidad, que acabó asesinado hace escasos meses defendiendo lo que le pertenecía.

Según el último informe del Ministerio Público Federal de la República, entre los años 2010 y 2019 hubo 6.726 casos de violencia registrados por esta entidad, notándose un aumento en los cuatro últimos años, con picos en 2017 y 2019. Según considera el informe, la mayoríade los episodios estaban asociados a conflictos por la tierra. Los pueblos indígenas y las comunidades quilombolas son los más afectados.

UNA TIERRA QUE PUEDES LLAMAR TUYA

El Quilombo Rio Das Rãs, en el estado de Bahía, es uno de los pocos que tienen la titularidad de la tierra. Iane cuenta que cuando recibieron la noticia de que ya estaba listo el documento, la comunidad echó a suertes quién iría a recogerlo. “Nos tocó a nosotros. Mis padres, mi hermana que apenas caminaba y yo, fuimos a por él, fue un momento histórico”, cuenta Iane, hoy muy activa en la Asociación del quilombo y militante del Movimiento Negro Unificado. “Cuando recibimos el título de la tierra las cosas mejoraron porque teníamos la seguridad que nos daba ese papel de propiedad, entonces ya no tuvimos más amenazas y empezamos a vivir en paz”.

Brasil quilombos- 1
Foto: Fabiene Gama. Acervo Koinonia.

Este documento expedido por el gobierno de Brasil está a nombre de la Asociación del quilombo y es de propiedad colectiva. Iane cuenta que las decisiones se toman en asamblea y se rigen por estatutos. Según lo que se estipula por ley, la tierra quilombola, como la de los pueblos indígenas, no puede venderse ni fraccionarse, la propiedad colectiva respeta el espacio de cada núcleofamiliar y sus cultivos y el resto son espacios comunes: áreas culturales, iglesias, centros de religiosidad de matriz africana, escuelas y puntos de encuentro.

“La peculiaridad de las áreas quilombolas o indígenas es que, una vez que son tituladas no pueden volver más al mercado, salen completamente de los circuitos comerciales por lo que son espacios de resistencia a la lógica capitalista”

“La peculiaridad de las áreas quilombolas o indígenas es que, una vez que son tituladas no pueden volver más al mercado, salen completamente de los circuitos comerciales por lo que son espacios de resistencia a la lógica capitalista”, explica Ana Gualberto, especialista en comunidades negras y asesora del Observatorio Quilombola de la organizaciõn civil Koinonia, con la que El Salto conversó. “La legislación fue pensada para garantizar que las comunidades no se extinguieran y la única forma de que esto sucediera fue dejar fuera todo intento de comercialización”, explica Gualberto.

Las condiciones no son fáciles en muchos de los quilombos, algunos no tienen agua potable, internet o luz, como en el quilombo en el que vive Iane. “En mi casa no hay aguapotable, la tengo que ir a buscar fuera”. Otro de los problemas es el aislamiento, en el quilombo Rio das Rãs llevan 30 años peleando porque el Estado pavimente una vía que les conecta con la principal ciudad. “Nos impide ir a la ciudad a por medicamentos, a hacer compras básicas o ir al hospital”, cuenta Iane.

Coronavirus
La travesía de Brasil

Personas en movimiento, colectivos sociales, redes de solidaridad y resistencias populares responden a la catástrofe social y sanitaria generada por el bolsonarismo y las elites económicas en medio de la pandemia del covid-19.

La falta de recursos básicos en muchas de las comunidades rurales se debe, según Gualberto a que “muchas de las políticas públicas a las que podían acceder los quilombos y que mejoraban sus condiciones de vida, bajo el gobierno de Bolsonaro no se extinguieron pero sí fueron completamente desarticuladas y vaciadas de recursos. Es como si estuvieran matando a Zumbi de nuevo”, dice. Pero la titularidad de la tierra les permite algo muy importante, un lugar para vivir y sentir pertenencia, por eso los quilombos luchan por este reconocimiento.

“En el quilombo donde vivo, aunque existe vulnerabilidad social, todos tenemos casa y si alguien no la tiene no necesita comprar el terreno, cada familia puede plantar en cualquier lugar que no esté en uso, además la comunidad te acoge, es un lugar para vivir, un lugar para llamarlo tuyo”, cuenta Iane. “Para las comunidades no hay dinero suficiente que pague la tierra en la que vivieron sus antepasados, sólo hay que garantizar que otras generaciones puedan vivir ahí y aprendan las historias de resistencia de sus antepasados de la forma más cotidiana, como siempre se hizo”.

Muchas veces la memoria se queda en una imagen, una forma de cultivar la tierra, el río donde las mujeres lavaban la ropa, esa comida de la que habla Edna, el recuerdo del padre de Iane haciendo capoeira, el batuque de los gurutubanos, los rezos y esas palabras que fueron arrancadas de África y que significaron resistencia. Dándara y Zumbi, así como muchos otros, aún caminan por las tierras de los quilombolas.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Afrodescendientes
Día mundial de la cultura africana Mujeres Afrodescendientes: Guardianas y transmisoras de saberes ancestrales
En 2019, la Unesco proclamó el 24 de enero como el Día Mundial de la Cultura Africana y Afrodescendiente, dedicando especial atención a las numerosas aportaciones de las mujeres a la historia y la herencia cultural de los pueblos negros.
Afrodescendientes
Memoria Afro Lucía Mbomío: “A las personas que migran siempre se las tiene por recién llegadas”
Un proyecto audiovisual y fotográfico recoge en la exposición “Afromayores. Alcorcón y periferias” la memoria y genealogía de personas afro de la tercera edad en España.
En el margen
Okobé “La fotografía es tener ojo. Si tienes ojo y eres capaz de captar la belleza con una mirada, ya está”
Nacido en Barcelona, Okobé tuvo desde pequeño un gusto patente por el arte. Tras probar la música y lo audiovisual, el fotógrafo se ha decantado por instantáneas con las que trata de capturar la belleza del momento.
Gobierno de coalición
Gobierno de coalición Sumar pisa el acelerador y se anima al choque con Sánchez
En el grupo parlamentario están decididos a aprovechar la crisis de los “días de reflexión” para marcar perfil propio y recobrar iniciativa con medidas de agenda “social y democratizadora”.
Sanidad pública
Sanidad Pública Madrid ha aumentado un 140% el presupuesto dedicado a privatizaciones sanitarias en la última década
Catalunya lidera el porcentaje de gasto en conciertos, con un 22,6%, seguida de Madrid, con un 12,3%, mientras el nuevo proyecto de ley no blinda los contratos con entes privados.
Migración
Migración y Asilo La Europa Fortaleza ya está en marcha en Líbano
Líbano devuelve 200 refugiados a Siria en el primer retorno supuestamente voluntario desde que Von der Leyen anunciara el pacto anti-inmigración con Beirut.
Contigo empezó todo
El Salto libros El Salto lanza su propia línea editorial con un libro sobre la otra historia de España
El Salto Libros se estrena con el volumen ‘Contigo empezó todo’, del periodista Eduardo Pérez, otra visión de la historia de España a través de 30 episodios olvidados. Suscríbete y te lo enviamos gratis.
Entrevista La Poderío
Cristina Consuegra “La cultura es aquello que te posiciona contra la barbarie”
A Cristina Consuegra es difícil encajarla en una cosa. Consuegra es un torbellino de colores que lo lleva to' palante. Lo mismo organiza un festival de cine de índole nacional en los barrios, que la escuchas en la radio, por citar algo. Consuegra es mucha Cristina y Cristina es demasiada Consuegra.
Opinión
Geopolítica El efecto mariposa en la geopolítica de nuestro tiempo
El planeta se encuentra inmerso en cuatro encrucijadas, cada una de las cuales por sí misma, tiene la potencia para dislocar el mundo que conocimos.

Últimas

Cómic
Cómic ‘Grandville’, de ucronías antropomórficas y viñetas ‘steampunk’ victorianas
‘Grandville’, el cómic creado por Bryan Talbot, situó París en una realidad alternativa donde es la ciudad más grande de un mundo poblado por animales, y advirtió del riesgo de creer que los horrores pasados no se repetirán.
LGTBIfobia
Lesbicidio Cientos de personas en vigilia ante la embajada argentina: “Fue lesbicidio”
Una vigilia en el centro de Madrid señala la responsabilidad del gobierno de Milei en el asesinato de tres mujeres lesbianas en Buenos Aires que fueron quemadas vivas el pasado 6 de mayo: “Es el responsable”.
Palestina
Acampadas pro palestinas La acampada de la Universitat de València cambia de estrategia
La asamblea anuncia que levanta la ocupación permanente de un espacio del campus y que seguirán realizando acciones de protesta.
Movimientos sociales
Opinión Garanticemos la autonomía de los movimientos
Hay que establecer unas relaciones sanas de respeto mutuo y de no injerencia con los partidos y sindicatos que postulan un cambio social profundo
Formación El Salto
Formación El Salto Fotoperiodismo y movimientos sociales: una mirada a las luchas desde abajo a través de un objetivo
La Escuela de Periodismo Crítico de El Salto ofrece su primer curso presencial, en el que abordaremos, de la mano de nuestros fotógrafos, cómo plasmar a través de la imagen movilizaciones y resistencias.
Sidecar
Sidecar Fantasmas de 1968
Las universidades estadounidenses se han transformado paulatinamente en organizaciones policiales y carcelarias público-privadas, que responden ante los benefactores y los políticos, no ante los estudiantes ni el profesorado.
Neocolonialismo
Francia El níquel, la batería detrás del proyecto de recolonización de Macron en Nueva Caledonia
Las protestas de la población canaca se producen contra una reforma electoral que beneficiará aún más a los colonos asentados recientemente en la isla. De fondo están los beneficios de la minería de níquel, que la metrópolis quiere acaparar.
Literatura
Día das Letras Galegas As poetas queer ante Luísa Villalta: “A poesía é unha ferramenta para poder cambiar o espazo que habitamos”
Afra Torrado, Cinthia Romero e Lara Boubeta, tres poetas disidentes galegas, xúntanse para reflexionar sobre o seu vínculo coa poesía, a importancia de referentes na literatura e a implicación que ten o Día das Letras Galegas.

Recomendadas

LGTBIAQ+
Lesbofobia El triple lesbicidio en Argentina evidencia el impacto de los discursos de odio
La escasa repercusión mediática de un brutal feminicidio de tres mujeres lesbianas en una pensión de Buenos Aires alerta sobre la normalización de los discursos estigmatizantes.
Cuidados
Darcy Lockman “Antes de los niños no hay mucho que hacer y la desigualdad se tolera más fácilmente”
La psicóloga explica con datos en ‘Toda la rabia’ por qué la crianza intensifica la desigualdad en las parejas pese a todos los incentivos para que los hombres cuiden.
Instituciones culturales
Descolonizar el museo Colombia pide a España que devuelva el Tesoro de los Quimbayas
El Ministerio de Cultura de Colombia solicita formalmente el retorno de la colección Quimbaya que se encuentra en el Museo de América en Madrid.