Temporeros
Se demora el realojo de los temporeros migrantes en Albacete

Las protestas originadas por las condiciones de insalubridad que sufrían unas 400 personas en su confinamiento obligado por un brote de coronavirus, han forzado a las autoridades municipales y de Castilla La Mancha a su realojamiento. A seis días de detectados los positivos, los temporeros esperan que hoy, 22 de julio, comience su traslado.

Temporeros Albacete
La fábrica abandonada en donde más de 400 temporeros viven hacinados y en condiciones insalubres.

La pandemia todo lo cambia, incluso la desatención y el olvido que durante al menos 15 años han tenido las autoridades municipales y de Castilla La Mancha con la situación de las personas migrantes temporeras que viven en asentamientos.

Seis días después de detectarse los primeros casos positivos en el asentamiento las Peñas, y con todo el tejido social pidiendo desde hace meses que se adopten protocolos y medidas para evitar esta situación, las personas migrantes que allí infraviven, siguen esperando su realojo. Se espera que hoy comiencen los traslados al pabellón de la Institución Ferial de Albacete (IFAB), especialmente acondicionado para la acogida.

No ha sido el coronavirus lo que ha movilizado a las autoridades, sino las protestas que se sucedieron el domingo último, cuando un numeroso grupo de temporeros, personas de origen migrante, rompieron el encierro al que estaban sometidas. Exigían información y, sobre todo, un trato humanitario. “Las medidas de seguridad que desde la autoridad sanitaria se han indicado para toda la población es imposible que se puedan cumplir allí”, asegura la portavoz de Médicos del Mundo, Idoia Ugarte.

No ha sido el coronavirus lo que ha movilizado a las autoridades, sino las protestas que se sucedieron el domingo último, cuando un numeroso grupo de temporeros rompieron el encierro al que estaban sometidos

No consta que entre los manifestantes hubiera casos positivos, ya que los 23 detectados hasta el momento entre las más de 400 pruebas PCR realizadas, habían sido trasladados con anterioridad a un dispositivo montado por la Cruz Roja. No obstante, la tensa situación enfrentó a personas temerosas de un posible contagio con el grupo de indignados hartos del abandono institucional y la falta de información que están viviendo.

“Es algo que venimos denunciando hace muchos años desde las entidades sociales que trabajamos en los asentamientos. Y a raíz de la pandemia la situación se hizo más crítica si cabe”, destacan desde Médicos del Mundo, entidad que ha demandado en reiteradas oportunidades la universalización de la tarjeta sanitaria y el realojamiento de quienes habitan en estos asentamientos.

Albacete vive desde hace años la paradoja de las regiones dedicadas al campo. Necesita mano de obra para la temporada agrícola, pero socialmente no existe una apertura real a las miles de personas que llegan para cubrir esos puestos. No se ha creado una infraestructura adecuada para albergarlas, no hay políticas de acogida desde las instituciones, ni tampoco se facilita el alojamiento en alquiler de viviendas particulares o en la hostelería local. Ni siquiera en tiempos de pandemia se han dispuesto medidas asistenciales extraordinarias.

Como denuncian desde el Colegio de Trabajo Social de Castilla La Mancha, “hasta la fecha ninguna administración ha decidido realizar una acción integral que les diera a las personas que ahí residen un tratamiento digno. Las administraciones siempre han mirado paro otro lado, era necesario hacer un trabajo preventivo en numerosos frentes, también en el sanitario. Dadas las circunstancias derivadas del covid, ¿nadie pensó que esto podía pasar?”, preguntan.

Temporeros
Crónicas del fuego
Incendios que arrasan poblados chabolistas en la provincia de Huelva. Tres en apenas cinco días. Historias de supervivencia en medio de la exclusión y el olvido.

La misma situación que en Lepe y Huelva. O en Lleida, donde según denunciaron colectivos sociales, al menos 17 hoteles se negaron a alquilar habitaciones a temporeros migrantes, unas reservas que iba a sufragar el futbolista del Mónaco, Keita Baldé.

Hubo un aviso previo, el 19 de abril se detectó un caso de coronavirus en un asentamiento temporero, pero sus pequeñas dimensiones no generaron alarma social ni movilizaron a las autoridades sanitarias y responsables políticos a tomar alguna medida integral. Entonces un vecino radicó una denuncia en la Comisaría Nacional de Policía de Albacete pidiendo se atendiera esta situación. “Como ciudadano deseo formular denuncia por las condiciones tan indignantes e inhumanas en las que se encuentran las personas que están viviendo en la nave abandonada. Viven hacinadas y sin las condiciones mínimas de habitabilidad ya que carecen de luz y aseos, teniendo que coger el agua de una fuente pública, no guardando ninguno de ellos las medidas de higiene necesarias en este tiempo de pandemia”, expuso. La denuncia se desestimó de inmediato.

El 9 de julio hubo una reunión entre diferentes instituciones sociosanitarias y entidades sociales. “Veíamos que ya era acuciante tomar medidas. Y el jueves pasado es cuando llegó una notificación de parte de Sanidad avisando del brote. A partir de ahí todo lo que se ha desencadenado”, describen desde Médicos del Mundo.

Nadie quiso verlos

La situación de las personas temporeras no es nueva. Hace 15 años que se hacinan en la nave industrial ubicada sobre la Carretera de las Peñas que da nombre al sentamiento y que décadas atrás funcionara como fábrica de la empresa “Cereales Saltó”.

En la actualidad viven allí unas 400 personas, número que en algunas temporadas ha superado los 600 y que en forma constante no suele bajar de 50. “El perfil de quienes la habitan es hombres jóvenes, sanos y sin patologías previas”, explican desde Médicos del Mundo, es decir que la enfermedad es consecuencia de las condiciones en las que viven. “Son víctimas de lo que están pasando”, aclaran.

La nave tiene techos de chapa altos y agujereados, en días de lluvia se mojan todas las pertenencias. En verano la temperatura puede superar los 40 grados y en invierno las bombonas alivian el frío. En el exterior se acumulan montañas de basura, producto de la evidente desatención de los servicios de recolección municipales. “Hay hacinamiento, un sitio donde no hay suministro eléctrico ni agua potable más que un punto de agua en una parte del asentamiento, pero lejano”, denuncia Ugarte.

Se trata de una fuente instalada hace años a la entrada de los terrenos. No hay baños y para ducharse, bajo un árbol han improvisado una zona separada con mantas que permite un mínimo de privacidad.

“Quienes sí nos hemos preocupado y hemos estado trabajando con las personas desde el principio de la pandemia, hemos ido repartiendo kits sanitarios, haciendo talleres de formación sobre cómo prevenir, cosa que era bastante… no sé qué nombre darle porque hablar de medidas higiénicas o de distanciamiento cuando allí lo que hay es hacinamiento, pues es bastante complicado y difícil”, asegura la portavoz de la entidad médica.

“Los empleadores no le proporcionan un sitio digno para dormir, asearse, descansar; en la ciudad, al igual que en otros lugares de nuestro país, nadie les alquila una habitación, una casa donde descansar”

“Son víctimas” reiteran desde Médicos del Mundo, concepto al que se suman los trabajadores sociales porque “solo les queda buscar emplazamientos como este para hacinarse e infravivir. “Los empleadores no le proporcionan un sitio digno para dormir, asearse, descansar; en la ciudad, al igual que en otros lugares de nuestro país, nadie les alquila una habitación, una casa donde descansar”, denuncian.

Además, hacen hincapié en las precarizadas condiciones laborales que padecen por su condición migrante. “Muchas veces los empleadores no les hacen contrato y otras muchas las mafias intermediarias se quedan con el 80% de su ínfimo sueldo; con lo que quizás están trabajando de sol a sol por 2 o 3 euros la hora”, evidencian.

En La Mancha es la campaña de ajos y cebollas y como en todo trabajo, la precariedad de una mano de obra –a veces irregular–propicia situaciones de explotación laboral. Se paga por cada caja de 20 kilos recolectada, unos 400 ajos que deben ser cortados a cuchillo en la raíz y en el tallo. La presión por llenar varias cajas al día para ser productivos implica hacer miles de cortes diarios y el riesgo de sufrir heridas sangrantes en las manos.

Racismo y xenofobia

Cuando el jueves 16 se conocieron los primeros casos de coronavirus en el asentamiento, los mensajes racistas ganaron las redes. Y si bien no se recuerdan episodios reseñables en la historia albaceteña, ante el altercado del domingo el portavoz del grupo popular en el Ayuntamiento, Manuel Serrano, pidió la intervención del Ejército en la ciudad “en número suficiente para devolver el orden a la ciudad y la tranquilidad a los vecinos”.

Los desproporcionados mensajes de odio preocupan a las organizaciones sociales. “En ello queremos incidir. El problema no son ellas, sino la situación en la que viven. Es importante que la ciudadanía conozca cual es la realidad, no hablamos de personas enfermas que están contagiando, sino de personas con una precariedad absoluta y en condiciones socio sanitarias que las colocan en una posición de gran vulnerabilidad”, concluye Ugarte, para quien “se ha tardado demasiado en abrir un recurso, llevamos ya mucho tiempo”.

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En los mismos términos se han pronunciado desde el Colegio de Trabajo Social, pidiendo a la ciudadanía que “empatice con la situación, con sus miedos a verse de repente rodeados de policía, sin llegar a comprender lo que pasa, y la necesidad de esconderse o huir ante una posible detención o un confinamiento, que es necesario, pero que quizás le impedirá tener ingresos en los próximos días, y por extensión no poder comer”.

La noticia del traslado a IFAB habría generado enojos en los barrios cercanos al nuevo emplazamiento, incluso en la tarde del martes se valoraba la posibilidad de una manifestación vecinal para pedir que los llevaran a otro sitio. Como contrapartida, grupos de vecinas autorganizadas estarían organizando un aplauso de recepción, respetando las medidas de distanciamiento social, para decirles que en Albacete son bienvenidos.

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Hace 15 años los africanos de ese asentamiento en Albacete se movilizaron por primera vez en la historia europea para exigir condiciones de vivienda dignas. Unos días antes nos habían pedido hacer una película para mostrar a sus familias en Mali. La historia se repite y ojalá no suceda lo que ocurrió hace 15 años y que puedes ver aquí: https://vimeo.com/59356137

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