Medios de comunicación
Quique Peinado: “Vendemos parte de nuestra vida por dinero porque no quedan más cojones. Y ya”

El presentador de Buenismo Bien o Radio Gagá reivindica a la buena gente y opina que demasiado poco hablamos de las condiciones materiales de la existencia.
19 feb 2022 06:33

Sus tuits se viralizan con facilidad, es una cara conocida de la tele, le puedes escuchar también por la radio, o leer en Infolibre. A veces habla de deporte y en general habla de muchas cosas, parece no tomarse nada demasiado en serio, y al mismo tiempo, no estar de broma. Quique Peinado es un personaje mediático, con todo lo que ello implica. Un personaje mediático y un tío de barrio, un mediático tío de barrio a quien, como a todo lo mediático, a veces le caen aplausos, y otras, esas hostias verbales tan poco cariñosas que colonizan las redes.

En una terraza, bajo el sol de invierno, todo eso queda muy lejano. Andamos cerca del lugar donde coincidimos hace más de veinte años, cursando segundo de periodismo en la Universidad Complutense de Madrid. Y, aunque ha llovido mucho desde entonces y ha pasado de todo, Peinado conserva el mismo pelo, y —al menos a mí me lo parece— una mirada parecida ante la vida.

Tenerte aquí delante me hace recordar que hemos sido jóvenes. Ahora que se habla tanto de la juventud como si fuese una especie extraterrestre, ¿te parece que se puede hacer un balance de las diferencias entre lo que nos tocó a nosotros y lo que le está tocando a la chavalada de ahora?
Yo tampoco conozco mucho a la gente joven de ahora. Cuando la gente habla de “es que los jóvenes de ahora…”, digo, a ver, si en España cuando volvió Operación Triunfo con la generación esta de Amaia, la gente flipó en plan: ¿los jóvenes son así?, porque llevábamos años y años sin saber cómo coño eran los jóvenes, habían desaparecido de la esfera pública.

Creo que mucha gente hablamos de los jóvenes como un mito, como si supiéramos cómo son, pero tampoco lo tengo muy claro. Intento atenderlos y entenderlos. Y, la verdad, me parece que la chavalada de hoy nos da bastantes vueltas a la de mi generación en un montonazo de cosas y son conscientes de muchísimas más cosas que tienen que ver sobre todo con ellos mismos.

En un análisis lógico, de materialista puro, entiendo que son una generación con súper pocas expectativas y con súper pocas certezas. Es verdad que la vida no te da certeza de nada, no sabes cuándo te vas a morir, no sabes cuándo vas a enfermar, no sabes cuándo nada. Pero la vida sin certezas, sin certezas básicas, es muy jodida. Por eso yo creo que hablan tanto de la salud mental, si ya te metes en 31, 32, 33 o 35 años sin tener la certeza básica de nada… no les envidio. Creo que nosotros somos igual la última generación a la que le pudieron engañar con lo de si estudias te funcionará.

Pero todo esto sucede con un contexto de fondo. Así, resumiendo, ¿qué ha pasado en estas dos décadas largas?
Hay un movimiento político claro, un movimiento del tablero en favor del capital y del neoliberalismo brutal. Movimiento del tablero que ha comprado todo el mundo, no solo la derecha, sino del centro a la izquierda y la más izquierda. Sitapha Savané, el jugador de baloncesto, que es amigo mío, dice una frase que lo define todo: “Yo soy de extrema izquierda, lo que antes se llamaba ser de izquierda”. Hay un avance del neoliberalismo y un avance del capital que lo inunda todo, que se ha convertido en dogma y, claro, en el momento en el que, sobre todo, el PSOE entra en las tesis neoliberales, el movimiento del tablero es muy difícilmente reversible. El neoliberalismo salvaje es enemigo del confort más básico del ser humano, de quienes no son élite. A partir de ahí, está todo torcido.

El neoliberalismo salvaje es enemigo del confort más básico del ser humano, de quienes no son élite

Pero pareciera que paralelamente se han democratizado los lugares de enunciación y se oyen más voces y más diferentes que antes. Tú ocupas un lugar de enunciación bastante visible. ¿Qué te da y qué te quita esto?
¿Qué consecuencias tiene para mi hablar o exponerme?, negativas casi todas. Yo las que percibo son las negativas, es duro y yo estoy hasta los cojones. Hasta los cojones de mí mismo a unos niveles que flipas. Pero también es verdad que yo por las mañanas me lavo los dientes y luego tomo café todos los días, todos los días mi intención era tomar primero café y luego lavarme los dientes, pero nunca lo hacía. Y llega un momento en el que dije ya no me voy a preocupar más porque eres incapaz de primero tomar café y luego lavarte los dientes todas las mañanas. ¿Sabes cuando todos los días haces una cosa que dices: otra vez? Pues a mí me pasa eso con hablar. No sé no hacerlo, igual que no sé no querer a la gente a la que quiero. Es una manera de ser que te condena muchas veces a la infelicidad y eso. Pero bueno es que es la mía.

Vamos, que te puede.
No sé callarme. Hay una cosa que a mí me gustaría que se entendiera mucho: lo peor de mi trabajo es la exposición para mí, porque no me gusta ser el centro de atención, y hay gente que piensa que eso es una ganancia, que uno hace las cosas para ser el centro atención y que eso sobre todo te reporta unos beneficios económicos, que ahí ya es donde dices bueno, a mí solo me produce pérdidas. Pero también es verdad que si no lo hiciera, probablemente las consecuencias para mi serían peores. Lo único que me da pena es que a veces expongo a la gente a mi alrededor, que tengo dos hijos y piensas hostia los niños, y eso te duele.

Tú que “saltaste a la fama” con la tele, te hago una pregunta honesta, no en plan chauvinista, ¿qué nos perdemos quienes no vemos la tele?
Yo creo que la gente no se pierde nada, pero sí hay que ser conscientes de que para llegar a mucha gente hay que estar ahí. Y esto es una decisión consciente, es decir, yo siempre que pueda voy a estar en los sitios donde le pueda llegar a más gente. Hemos pecado muchas veces de situarnos fuera de ahí, porque pensamos que significa comprar según qué servidumbres y según qué contradicciones y hemos preferido no comprar esas contradicciones a costa de no llegar.

Se critica a la gente que llega a la política institucional, bueno, pues en la política institucional se consiguen muchas cosas, y desde los espacios masivos de comunicación se consiguen muchísimas cosas y luego tú pagas el precio personal que quieras pagar

Se critica a la gente que llega a la política institucional, bueno pues en la política institucional se consiguen muchas cosas, y desde los espacios masivos de comunicación se consiguen muchísimas cosas y luego tú pagas el precio personal que quieras pagar. Yo lo pago gustoso porque me lo pagan, nunca mejor dicho, pero yo esa decisión la tomo. Por mi naturaleza, pues esto no va a durar mucho por lógica, pero de momento está durando.

Entrevistas a gente muy importante entre jijijís y jajajás en Buenismo Bien, ¿es el buen rollo una herramienta política?
A mí me dijo Pablo Iglesias que es la mejor, y creo que Iglesias es un estudioso de la comunicación política como hay pocos en España. Me dijo que los espacios televisivos más influyentes políticamente eran Polonia y El Intermedio. Y dije, hostias. La persona que traduce el pensamiento político de Pablo Iglesias es Manu Levin, que es un exguionista de El Intermedio. Tampoco lo he analizado mucho, pero él me lo dijo así. Me acuerdo que me lo dijo categóricamente. Con lo cual, supongo que es verdad.

¿Y se puede ser combativo, incisivo, desde el buen rollo?
Yo creo que sí. Cuando tú y yo éramos jóvenes, el humor este cabrón, el humor como cínico, yo creo que estaba muy arriba. Me parece que ahora eso está cada vez más esquinado y lo que llega más es lo que se hace desde la empatía, sobre todo desde la naturalidad. La gente no te compra si no eres tú. Y eso es una cuestión de análisis puro y duro. Creo que una de las figuras que lo demuestran un poco es Yolanda Díaz, que la gente le compra muchísimo porque la ve como una persona que se expresa desde la empatía y desde la tranquilidad.

Trabajas con Manuel Burque en Buenismo Bien, pero también en Radio Gagá. En este invierno neoliberal que comentabas antes, y tal como está el patio, pareciera que no pudiésemos aspirar a mucho más que a currar con amigos y estar de buen rollo.
¿Sabes lo que pasa? Que, además, la gente lo ve, yo creo que eso es parte del éxito. Por ejemplo, cuando ven Estirando el chicle, o a Ibai por ejemplo, ven que lo que hay son sinergias que son de verdad, que lo que pasa ahí es de verdad. Entonces, cuando ellas llenan el Wizink, el Palacio de Deportes, todo el mundo lo toma como un triunfo. Si no hay eso, yo creo que la gente hoy día es muy complicado que te compre en comunicación, u otros ámbitos de la vida. Incluso en la política.

¿Crees que hay una búsqueda de algo cierto, sólido, digamos, en medio de la incertidumbre que describías antes?
Yo creo que sí, y en el confinamiento fue brutal. Nosotros decidimos hacer una cosa que llamamos “Buenismo diario”, que era que todos los días después de cenar nos conectábamos y no era ni un programa, era como que hablábamos de cosas. Ahí mucha gente se subió al programa, mucha gente, a día de hoy, que fíjate si ha pasado tiempo, dice joder, es que en el confinamiento fue la hostia... La gente encontró en muchas, en muchos que se dedican a la comunicación, como el vínculo antiguo con la radio por la noche. Este vínculo muy cercano con el comunicador. Yo he percibido que la gente busca eso y hablo de la gente en tercera persona, pero en realidad yo también lo busco.

Todo eso está muy alejado de cierta dinámica en las redes en las que todo parece batalla cultural.
El concepto batalla cultural, del que hablan tanto, yo tampoco lo termino de entender muy bien. O sea, no sé cuál es ese terreno de juego, qué se juega, qué se gana y qué se pierde ahí. Cuando lo oigo y leo “la derecha está dando una batalla cultural”, no sé si lo que ha hecho Alberto Garzón de mantenerse en sus palabras con lo de las macrogranjas de manera tan clara, ha sido una afrenta a esto de la batalla cultural. Es decir, me da igual por dónde esté circulando esto, y lo que valoréis vosotros que podéis hacer con ese discurso, porque lo que he dicho es lo que he dicho. No sé si eso son las batallas culturales, pero desde luego me parece que igual lo que hay que hacer es mantener tus discursos, y lo que tú crees y decirlo y contarlo y ya está.

Y tú, que hablas de muchas cosas en muchos sitios, ¿de qué crees que deberíamos hablar más y de qué deberíamos hablar menos?
Yo soy profundamente materialista, creo que las condiciones materiales atraviesan la vida de la gente, no creo que no exista todo lo demás, pero son lo que arrastra todo lo demás. Y creo que los análisis absolutamente materialistas de las cosas, gente con perspectiva materialista de las cosas, faltan en general. Yo por ejemplo, digo mucho lo de que no me gusta trabajar. Esto es una actitud absolutamente política. El trabajo no te define, el trabajo no te dignifica, el trabajo es una condena en la que vendemos parte de nuestra vida por dinero, porque no quedan más cojones, y ya. Posiblemente, hablar así de los consensos básicos que nos ha venido a dar el capital haga falta. Me dicen, pero joder, ¿y tú te quejas con el curro que tienes? Si con el curro que tengo me quejo, imagínate lo que se tendría que quejar uno que tiene un curro mucho peor pagado que yo, más jodido y de más horas y de más todo. Esos análisis materialistas de las cosas: yo creo que sí, que harían falta.

Si con el curro que tengo me quejo, imagínate lo que se tendría que quejar uno que tiene un curro mucho peor pagado que yo, más jodido y de más horas y de más todo

Respecto a hablar menos… Es que hay cosas que no se sostienen ni un minuto. Vivimos en una era en la que los análisis de lo que pasa son profundamente emocionales, se apela a emociones muy bajas y turbias de la gente. A impulsos súper bajos. Todos los debates que se montan en torno a esos impulsos, que los tenemos todos —ahí se pudre todo, te pudre a ti, a mí...— todo lo que tenga que ver con entrar en esos marcos, comprar esos marcos de discusión y de acción no llevan a nada.

También a veces creo que la opinión pública es bastante mejor que la opinión publicada. Pero a lo mejor no.

¿A veces no se abusa un poco de esta retórica tipo lo emocional mal y lo racional bien?
Me refiero a las emociones bajas. Todos tenemos emociones constantemente que debemos controlar para vivir en sociedad. Todos tenemos ganas de hacer cosas tremendas y todos tenemos instintos bajísimos y todos tenemos prejuicios y todos tenemos interiorizadas un montón de cosas. Apelar a eso es lo jodido.

Otra cosa es apelar a los sentimientos de la gente, apelar a poner en valor a las buenas personas, a la gente que hace cosas que de verdad son importantes.... No se trata de no apelar a las emociones, todo lo contrario, se trata de no apelar a las emociones bajas, que no son patrimonio de nadie.

Volviendo un poco a lo que comentabas antes de que estás contra el trabajo, tú te quejas de que estás cansado y luego no paras, ¿qué te pasa? ¿Cómo salimos de esa contradicción?
Todas las cosas que yo hago se ven, pero yo no hago tantas cosas. Trabajo menos que tú y menos que la mayoría de la gente. Tú vas por la mañana, coges el metro, llegas a tu oficina, tienes un curro, te pegas ocho horas, te vuelves, otra hora de metro, llegas a tu casa, has currado mucho más que yo. Y luego hay una cuestión que hay que tener en cuenta. Yo hasta los 34 años tenía un sueldo normal de un curro normal y en ocho años he ganado más dinero, bastante más dinero que los 20 anteriores. Entonces, ¿cómo voy a no aprovechar esto cuando esto se va a acabar? Sobre todo, teniendo dos hijos a los que les quiero dejar algunas cosas hechas. ¿Cómo no lo voy a aprovechar cuando yo sé lo que se paga por currar y lo que me pagan a mí por currar? La mirada siempre es: primero, lo hago porque lo tengo que hacer. Y segundo, porque la vida es muy larga y en el futuro, cuando el foco se pase, yo quiero vivir muy tranquilo y trabajar lo menos posible.

Esto de hablar de dinero te lo echan en cara. Es extraño que quede mal hablar de pasta en un mundo que se rige por la pasta. ¿Tiene un potencial político que hablemos de nuestros sueldos?
Yo hablo de dinero para que quede constancia de que soy un privilegiado. La gente no sé qué se pensará que tengo, pero bueno, tengo una vida normal plus. Lo que yo digo es que la gente que tenemos un cierto privilegio, lo que tenemos que hacer es pagar más impuestos. Ser consciente del privilegio que tenemos y actuar en consecuencia.

¿Te ha tocado la parte buena? A mí de puta casualidad, con 34 años, me cambió la vida para siempre porque entró la tele en mi vida y empecé a tener una vida que ni sospechaba, ni esperaba, ni quería. Así que eso de ir diciendo, bueno, aquí estamos tirando, en la batalla… ¿La batalla, señor? Si estamos como queremos, joder. Me parece que lo honesto es decir eso. Hay una cosa distinta, que es la gente que es rica de cuna, que tiene patrimonios y cosas que le vienen heredadas, así que tiene asegurado todo su ciclo vital. Es gente que tiene unas vidas que son tremendas. 

Yo estaba en un porcentaje como súper arriba de la gente que gana dinero y cuando me di cuenta dije, ¿pero qué clase de desigualdad social hay para que yo esté tan súper arriba? Cuando yo estoy a años luz de la gente que es rica de verdad y que tiene el poder real y el dinero real de esta ciudad, en este país. El salario moda de España, el salario que tiene más gente, son 18.000 euros brutos, ¿con 18.000 en una ciudad como Madrid qué haces? 

La gente puede llegar a pensar que si trabajas muy duro acabas llegando. No, hay gente que hemos tenido suerte y punto.

De lo que soy consciente es de la suerte que he tenido, porque además no he hecho nada más ni nada menos de lo que ha hecho otra gente, ni tengo más mérito, ni lo mío es fruto del esfuerzo, habrá una parte que me cayó de talento y lo supe encauzar, pero nada más. No he hecho absolutamente nada, nada más de lo que hace cualquier otra persona en su trabajo, pero me ha tocado la parte buena de esto y eso hay que decirlo. Y tiene que quedar claro, porque la gente puede llegar a pensar que si trabajas muy duro acabas llegando. No, hay gente que hemos tenido suerte y punto. 

Ya que estamos hablando de pasta, cuestionando la meritocracia, y profanando la ética del trabajo, mientras damos cuenta de lo importante de las certezas, ¿qué opinas de la renta básica universal?
Como filosofía me parece indiscutible. Sobre todo si en el futuro nos están diciendo que cada vez va a estar todo más tecnificado y que muchos de los trabajos de esos que llaman no cualificados —que yo no sé de qué otra manera se pueden definir pero no cualificados me parece una mierda de etiqueta— se supone que van a desaparecer. La gente no cualificada, ¿qué va a hacer?, ¿la vamos a dejar morirse? Tendrá que haber una renta básica de todos los beneficios que se saque de eso. Yo tengo una carrera de mierda, saqué el instituto normalito, no tengo tres máster como los chavales ahora que tienen doble grado y máster y no sé qué. Entonces, ¿toda esa gente nos vamos a quedar fuera? No puede ser.

Lo que pasa es que cuando intentas leer, ves análisis de todo tipo, entonces ahí es donde yo no puedo entrar porque no tengo conocimiento suficiente. Ahora, como concepto y sobre todo si el futuro al que vamos es este que nos está diciendo, es indiscutible. Filosóficamente, no veo la manera de estar en contra, a no ser que no se crea que el ser humano tiene derecho a una vida digna.

Y, ¿no te parece que hay un poco de eso, que va cobrando legitimidad pensar que hay gente que no se merece una vida digna, y ganando impunidad decirlo abiertamente?
Mira, en el estreno de la peli del Open Arms, Oscar Camps dijo una frase que me dejó muy loco. Dijo: “Nosotros sufrimos una oposición muy fuerte de la gente de extrema derecha que piensa que les da igual la gente que se ahoga en el mar. Si todos estos políticos estuvieran en el barco conmigo y vieran una persona ahogarse, no serían capaces de no tirar la mano”. Y además, dijo una frase que me marcó: “La gente tarda mucho tiempo en ahogarse en el mar. Es horrible porque estás viendo cómo una persona se ahoga y no puedes hacer nada”.

Muchas veces gente a la que quieres dice unas cosas que te quedas “¿qué dices?, si tú no eres eso, yo lo sé”. Me genera una tristeza tremenda. Y cuando estás en comunicación, o lo que sea, dices: joder, qué estamos haciendo mal si no podemos hacer nada por cambiar eso

La gente recibe muchísimos impulsos, estamos en casa, tenemos un móvil y creemos que estamos en el mundo entero. En este marco puede ser que sea más asumible esto de que no todo el mundo tiene derecho a una vida digna. Hay mucha gente que vive ahí como en esa especie de realidad creada y que tiene esos sentimientos. Muchas veces es gente a la que quieres, que dice unas cosas de vez en cuando que te quedas “¿qué dices?, si tú no eres eso, yo lo sé”. Me genera una tristeza tremenda. Y cuando estás en comunicación, o lo que sea, dices: joder, qué estamos haciendo mal si no podemos hacer nada por cambiar eso.

Me cuesta pensar que haya muchísima gente mala, hay gente mala, hay hijos de Satanás de arriba a abajo que no hay por dónde cogerlos, y hay gente que nació mala y que se morirá mala. Pero esa maldad colectiva, esa gente que es capaz de decir esas cosas de manera tan abierta, me cuesta creer que haya tanta gente así. Simplemente hemos creado esa especie de realidad paralela en la que gente que tiene unos intereses por encima, que son económicos, sobre todo, es capaz de crear una mancha de aceite muy grande, que parte de un puntito arriba y que se acaba extendiendo y sepulta a mucha gente. Y es súper triste pensarlo.

¿Presuponer que nadie, por muy cenutrio que sea, dejaría ahogarse a una persona delante suyo sin intervenir no es un poco buenista?
Buenista mal sería si yo fuera un día al Open Arms, me hiciera una foto allí y dijera “el mundo es maravilloso porque existe el Open Arms”. No, el mundo es una puta mierda, pero lo que hace el Open Arms es la puta hostia. Yo defiendo a la gente que hace las cosas bien, puede haber muchos grises, pero hay cosas que están bien y cosas que están mal. Valoro a la gente que hace las cosas bien, ya no te digo solo en el ámbito del activismo, de la política, sino en el ámbito del día a día: la gente que cuida del de al lado, la gente que está pendiente de los demás. Todo eso a mí me parece que hay que ponerlo en valor pues venimos de épocas en las que el ejemplo de lo que había que hacer era todo lo contrario. Nosotros crecimos con American Psycho, los referentes culturales eran los brokers, la gente que conseguía mucho. A día de hoy eso sigue existiendo, pero creo que está en retroceso. 

Leí hace tiempo un artículo que hablaba de que no sé quién decía que el amor es admiración, que las relaciones de pareja tienen un componente de admiración, de fascinación, etc. Yo creo que a lo que tenemos que acercarnos más que a admirar es a la bondad y a la gente que hace las cosas con buenos sentimientos, que se equivoca, que se tropieza, que no es perfecta.  Creo que la aproximación a la vida tiene que ser esa, sin dar ninguna lección moral a nadie: yo valoro más al bueno que al listo, que al talentoso, que al triunfador, yo valoro a la buena persona. Y me parece que así debe de ser.

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barbarapgs
22/2/2022 20:20

Una entrevista muy amena de elle :)

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Rafael Santana
20/2/2022 16:28

Me gusta esta honestidad franca.

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herrerocm
1/2/2022 14:39

Sara, que buena entrevista!!

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