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América Latina
Chile, una cordillera que se levanta
Inspirados por los sucesos de Ecuador, los estudiantes encendieron la mecha de la desobediencia en Chile.
Quizás el levantamiento indígena en Ecuador ayudó como detonante al pueblo chileno. Pero fueron los jóvenes estudiantes los que encendieron la mecha de la desobediencia. Cansados de ver como los poderosos roban su futuro un día sí y otro también decidieron saltar las tranqueras del miedo para lanzarse a las calles a manifestar su descontento.
Junto con ellos salieron los jubilados que sienten como día a día resulta más difícil parar la olla y llegar a fin de mes con unas pensiones de miseria debido al inhumano sistema de pensiones llamadas AFP implantadas desde la dictadura.
A la protesta de los estudiantes, profesores, jubilados se sumó el pueblo nación mapuche en pie de resistencia desde hace siglos, contra los proyectos extractivistas
Además de los jóvenes y los ancianos, los profesores también se cansaron de la sordera de un gobierno que no atiende sus demandas de mejores condiciones de trabajo, el pago de una deuda histórica, una reforma curricular que pretendía eliminar la titularidad de las asignaturas de Historia y Educación Física, entre otras reformas que han convertido a la educación en una mercancía.
A la protesta de los estudiantes, profesores, jubilados se sumó el pueblo nación mapuche en pie de resistencia desde hace siglos, contra los proyectos extractivistas, la mega-minería que hiere las montañas, las hidroeléctricas que asesinan ríos y gentes, los monocultivos y las forestales que arrasan con milenarios bosques nativos, secan todo a su paso y condenan a la pobreza a las comunidades. Muchos territorios se encuentran militarizados y dirigentes encarcelados mediante montajes del Estado.
Pero más allá de los estudiantes, los profesores, los jubilados, pescadores y mapuches se cansó el agua de estar secuestrada por latifundistas, mientras miles de campesinos padecen una terrible sequía y ven morir a sus animales y sus cultivos se mueren de sed. Se cansó el mar de ver como las salmoneras, pisciculturas y los barcos de pesca le extraen todo y a cambio solo le devuelven contaminación. Se cansó el aire de Quintero y Puchuncaví de la contaminación de las termoeléctricas.
Y como si los bosques, los mares, los animales y la gente no tuvieran suficiente. Los políticos que desgobiernan al pueblo se burlan diciendo que quienes van a los consultorios saturados lo hacen por tener vida social, o que si quieren pagar menos en el metro tienen que madrugar más. Entonces llegó a tal grado el hartazgo que todo un pueblo se levantó y salió de su letargo a las calles a reclamar sus derechos vulnerados. Las manifestaciones son pacíficas e interminables y dentro la indignación y rabia hay espacios para la música, el arte y la danza. La gente ha perdido el miedo y ha empezado a mirarse a los ojos.
El gobierno y los poderosos, lejos de atender las legítimas demandas, contestaron desde el primer día con represión, sacando a los militares a las calles e implantando la doctrina del shock
Pero el gobierno y los poderosos, lejos de atender las legítimas demandas, contestaron desde el primer día con represión, sacando a los militares a las calles e implantando la doctrina del shock paso a paso con la complicidad de los medios de comunicación. Organismos de Derechos Humanos denuncian cientos de detenciones ilegales, torturas, violaciones y desapariciones forzadas. Frente a ese terror que se pretende volver a instaurar, enormes muchedumbres han quebrado el miedo sembrado desde la dictadura y se mantienen firmes entendiendo que no solo es un pueblo en rebeldía sino la Tierra misma que gime de dolor, es una cordillera que se levanta.