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Filosofía
A propósito de las últimas palabras de Michel Foucault
Este texto nace de unas palabras póstumas de Foucault en su último curso en el Collège de France: “Sólo puede haber verdad en la forma del otro mundo y la vida otra”. Un grito de guerra contra el statu quo que nos permite volver a pensar la filosofía y la experiencia política en el presente.
Para abrir la posibilidad de otro mundo y de una vida otra, es necesario saber lo que somos “ahora”, es necesario realizar un trabajo meticuloso de diagnóstico del presente. Se trata de una manera singular de mirar hacia la actualidad que rompe las evidencias y saca a la luz los procesos de saber y poder que nos configuran. Una mirada que huye del origen, del fundamento y de la universalidad. Si aún es posible y deseable la figura del intelectual hoy, es en la medida en que sea capaz de realizar un análisis del presente de este calibre.
Se trata de un diagnóstico que recorre la historia para mostrar que lo que ahora es no ha sido siempre. Nuestras certezas más enraizadas se han formado a partir de encuentros, casualidades y azares. Nuestras necesidades tienen una historia frágil y precaria. Ver de qué manera se han conformado las verdades de nuestro presente, sacando su historia a la luz, nos permitirá pensar cómo podrían ser de otro modo. Decir el presente, entonces, como único camino para deshacerlo, en los lugares donde asome lo intolerable.
La tarea de escribir la historia de las sujeciones del presente, describiendo lo que somos hoy, es lo que Foucault llama ontología del presente. Y el impulso que guía esta ontología del presente es abrir espacios nuevos para el pensamiento y para la vida. La ontología señala los juegos del poder y el saber que se dan en el presente, pero para combatirlos, para provocar su transgresión. Una tarea de este tipo exige poner en práctica una actitud de resistencia, analizar las experiencias que nos permiten entender lo que somos, entender lo intolerable que habita en nosotros y en nuestro presente, para forzar la posibilidad de otro mundo y otra vida.
El trabajo histórico sobre el presente, que ocupa el lugar de cualquier filosofía posible, es una tarea inevitablemente crítica(1). La crítica consiste en sacar a la luz las condiciones de posibilidad históricas de nuestra experiencia, pero para abrir la posibilidad de experimentarnos de una manera diferente. Vemos la herencia kantiana trastocada por la voz de Nietzsche. La actitud crítica, entendida de este modo, es una actitud de insumisión a cierta manera de vivir, a cierta manera de ser gobernados.
La crítica es “la voluntad decisoria de no ser gobernado”, “no ser gobernado de ese modo”, “no ser hasta tal punto gobernado”, de “no ser gobernado a ese precio”. “La voluntad de no ser gobernado es siempre la voluntad de no ser gobernado así, de esta manera, por estos, a este precio”(2).
La finalidad de la actitud crítica, que politiza la experiencia filosófica, no sería denunciar los excesos del poder o sus ilegalidades, sino anular sus efectos de normalización
La finalidad de la actitud crítica, que politiza la experiencia filosófica, no sería denunciar los excesos del poder o sus ilegalidades, sino anular sus efectos de normalización, sus efectos de sujeción. Se trata de desatarse, de devenir ingobernable. La actitud crítica responde a la máxima ética de no ser gobernado y no necesita más razón para justificarse.
Pero no se trata de apelar a cierta libertad originaria y rebelde, que rechazaría cualquier tipo de gobierno. La actitud crítica desarrolla un arte de la insumisión arraigado en un conjunto de interrogaciones alrededor del ejercicio concreto del poder. Se alza ante lo intolerable que habita en el momento presente. Entonces debemos preguntarnos: ¿dónde se producen nuevas maneras de ser en la actualidad? ¿Dónde encontramos los desafíos actuales a determinadas prácticas de gobierno intolerables?
Hemos buscado una respuesta a estos interrogantes en otra parte. Creemos que la última vía abierta por Foucault comunica con los análisis que encontramos en un libro-bomba, tremendamente actual, que se llama A nuestros amigos, escrito por cierto Comité Invisible. En 2007 el Comité Invisible escribió La insurrección que viene, pero en 2015 se publicó A nuestros amigos, que empezaba con las siguientes palabras: “Las insurrecciones, finalmente, han llegado”. La primavera árabe, el 15M, la plaza Syntagma, Occupy Wall Street,…
El Comité invisible entiende estos movimientos de las plazas como una secuencia de movimientos entrelazados que ponen de manifiesto los indicios de una mutación. Habitando en medio abierto, sin lenguaje propio, puede que estos movimientos estén inventando nuevos modos de ser, nuevas maneras de vivir. La primavera árabe, el 15M, el 1 de octubre, nos han proporcionado escenas en las que se vuelven a dibujar los límites entre lo tolerable y lo intolerable. Cuerpos ocupando espacios que no debían, desafiando con la vida el orden policial. Gestos espontáneos que provocan que sabiendo lo mismo que sabíamos antes, no lo toleremos más.
La primavera árabe, el 15M, el 1 de octubre, nos han proporcionado escenas en las que se vuelven a dibujar los límites entre lo tolerable y lo intolerable
El Comité Invisible nos dice que si los movimientos de las plazas están produciendo una mutación es porque “no parten de ideologías políticas, no parten de una explicación del mundo, sino de verdades éticas”. Me interesa el apellido éticas, porque precisamente son las verdades éticas las que hacen que algo mute en el campo político.
Amador Fernandez-Savater en su lectura del Comité Invisible nos dice que “las verdades éticas no son descripciones del mundo, sino afirmaciones a partir de las cuales lo habitamos y nos conducimos en él”. Son verdades con las que nos equipamos para vivir en el mundo. Y algo que me parece muy importante, son verdades que nos vinculan a otros que perciben lo mismo, formando cierta comunidad. A partir de esas verdades éticas podríamos construir modos de vida quizá deseables por un tiempo. Quién sabe si estamos ante una manera actual de perseguir “otro mundo y una vida otra” más tolerable, más vivible.
El libro del Comité Invisible se dirige a los amigos, porque cuando leemos, como cuando vivimos, lo importante es ver si se produce el encuentro, si se forma la comunidad para hacer que las cosas cambien, para dejar que lo nuevo sea. Porque el principal interés de la vida y del trabajo es llegar a ser alguien diferente de quienes éramos al principio.
Me gustaría escribir para terminar, aquí, en este espacio abierto a la lectura, unas palabras de Deleuze: “Nada es más triste que envejecer sin haber encontrado los libros que verdaderamente hubieran amado. Ustedes conocen la especie de amargura de ese intelectual que se venga contra los autores por no haber sabido encontrar a aquellos que amaba… Es preciso que, en última instancia, solo tengan relación con lo que aman”. Es preciso que cuando escribimos lo hagamos para nuestros amigos.
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(1) “Pero ¿qué es la filosofía hoy –quiero decir la actividad filosófica- si no el trabajo crítico del pensamiento sobre sí mismo?” (Michel Foucault, El uso de los placeres, p. 12)
(2) Qu’est-ce que la critique? p.45
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Qué inspirador para mí lo que compartes! Pensar y amar. Sí.
¿Qué omos y dónde estamos, en este momento?, comités invisibles, actitud crítica t experiencia filosófica, desafíos, ética, etc... Me gusta mucho la aportación del artículo y la propuesta de este rincón para pensar. gracias.