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Urbanismo
La ciudad en la App: redefiniciones en lo urbano, lo cotidiano y el conflicto
En la última década, las configuraciones del espacio urbano han estado cada vez más determinadas por relaciones “bajo demanda” en el marco de la expansión de la economía digital. Este tipo de intercambios y conexiones, mediadas por plataformas digitales, han ido colonizando numerosos espacios en la producción, el consumo, lo urbano y el paisaje empresarial, convirtiendo la app en un canal para relaciones sociales y el algoritmo en un modulador de estas. Así, nos encontramos ante un escenario en el que la vida cotidiana y las formas de habitar la ciudad están cada vez más atravesadas por la plataforma. Estas experiencias de la ciudad digital son heterogéneas y están marcadas por movilidades desiguales. La ciudad digital abarca desde el “nómada digital” que trabaja en remoto desde un céntrico barrio para una empresa emergente, hasta la trabajadora migrante que ha sido asignada a través de una aplicación y que se desplaza desde la periferia para acondicionar su apartamento. Pero también forman parte de esta plataformización las formas de transporte privado en la vía pública a través de Uber o Cabify, el consumo cultural a través de Netflix, Max o Movistar, la compra en Amazon de bienes que atraviesan todo el planeta hasta llegar a nuestros hogares, y las relaciones sociales establecidas a través de plataformas como Nextdoor, MeetUp, Tinder o Bumble.
Sin embargo, estas nuevas realidades no han estado exentas de conflicto y resistencias. Frente a las nuevas formas de articulación de la relación capital-trabajo y su impacto sobre las dinámicas y geografías urbanas han surgido múltiples formas organización y agencia colectiva: movimientos de inquilinas que se han organizado frente a la proliferación de apartamentos turísticos en los barrios y las subidas de los alquileres, trabajadoras y trabajadores de reparto que han reinventado alternativas sostenibles y nuevas formas de acción sindical, o trabajadoras del hogar que se han organizado frente a las implicaciones de la digitalización del trabajo doméstico, entre otras.
Las dimensiones y sus hibridaciones de la ciudad plataforma
Las diferentes dimensiones de las problemáticas de la plataformización se entrelazan, estimulan y relacionan entre sí, generando una ciudad plataformizada. En primer lugar, no podemos entender estos procesos sin dar cuenta de las reconfiguraciones del capital. La expansión de lo digital en los mercados ha supuesto cambios en las economías que han implicado el desplazamiento o desaparición de algunas compañías y sus modelos y auge a otras. Pero estas transformaciones no solo suponen cambios en los mercados, sino que se sitúan más allá generando un escenario de transformación del espacio urbano, de cómo son percibidos estos espacios y las prácticas socioespaciales que se dan en él.
Estos efectos se manifiestan a lo largo de la cadena productiva superando los límites geográficos de la ciudad, siendo especialmente patente en el caso de la logística. El modelo del consumo bajo demanda basado en la inmediatez no se puede entender sin que haya una cadena de transportes de los bienes desde los lugares de producción a los lugares de consumo. Estos lugares de consumo son las ciudades, reconfiguradas como espacios “limpios” de núcleos de producción de bienes (fábricas), dejando lugar a que sean espacios en disputa, premiando el consumo y turismo.
El acceso a la “big data” se ha convertido en catapultador de estas dinámicas, de la mano de una intensificación del control y monitorización constante de las interacciones digitales
El consumo mediado por lo algorítmico consolida una transformación de patrones y lógicas cuando compramos bienes y contratamos servicios, configurando un nuevo sujeto consumidor, más individualizado y, paradójicamente, socialmente desintegrado, a pesar de encontrarse permanentemente digitalmente interconectado. Las empresas que han tomado como estrategia la gestión a través de plataformas digitales vienen utilizando el uso de los algoritmos como un motor para el consumo, acelerando procesos y parcializando a los consumidores. El acceso a la “big data” se ha convertido en catapultador de estas dinámicas, de la mano de una intensificación del control y monitorización constante de las interacciones digitales de los distintos usuarios en el espacio urbano por parte de las plataformas.
En el marco del llamado “urbanismo de plataforma”, la generación de políticas urbanas desde las instituciones está teniendo un papel clave a la hora de modular, favorecer o aplacar estos impactos para quienes habitan las ciudades. Sin embargo, los servicios prestados a través de las plataformas requieren de la adaptación de infraestructuras urbanas, generación de áreas o distritos tecnológicos en la ciudad y resignificaciones de los espacios públicos, imponiendo un urbanismo sujeto a las necesidades de estas empresas. En definitiva, se ha convertido en una urgencia para gobiernos y administraciones tomar decisiones que se debaten entre encontrar formas de mitigar los impactos de la plataformización o buscar vías de rentabilización para las empresas que supongan la adecuación del espacio público a los ritmos y formas de consumo bajo demanda.
El impacto sobre las subjetividades generadas en estas nuevas formas de capitalismo también han sido especialmente relevantes en torno al trabajo. Si bien es conocido cómo durante las últimas décadas los discursos del “empresario de sí mismo” se han extendido, las plataformas han supuesto una vuelta de tuerca en este sentido. Este fenómeno se ha hecho muy patente en el terreno laboral dada la formulación del trabajo en las plataformas, caracterizado por el (falso) trabajo autónomo contribuyendo a crear una ilusión de gestión del propio sujeto como si él mismo fuera una empresa. Así, el discurso del trabajador neoliberal plataformizado se configura bajo la búsqueda de libertad económica y de movimiento, y para la creación de oportunidades de “emprendimiento”, aun cuando una parte notoria del trabajo de plataformas ha sido la realización de actividades tradicionales pero bajo un régimen de desregulación o atipicidad laboral.
Precariedad y conflicto en la ciudad plataforma
Uno de los marcos donde se manifiestan más explícitamente estas hibridaciones es en el trabajo precario de plataforma, como el trabajo doméstico o de cuidados. La colonización del sector de los cuidados por parte de distintas plataformas (care.com, taskrabbit o Domestico24) ha desencadenado en una progresiva feminización del trabajo digital precario en un sector constante y esencialmente demandado. Ante esto, observamos importantes cambios, como la transición del modelo de “interna” a la fragmentación del trabajo en micro-tareas, o la ruptura de los vínculos afectivos entre trabajadoras y clientes.
De manera análoga a otros ámbitos precarizados del trabajo digital (entre los que se encuentran una heterogeneidad de sectores como el reparto, el turismo, o el transporte), el grueso de las trabajadoras está formado por población migrante, a menudo formando lo que las feministas han conceptualizado como “cadenas globales de cuidados”. En estos casos, el capitalismo de plataforma interacciona con las regulaciones migratorias produciendo una mano de obra migrante sin más alternativas que la plataforma. Así, operan como “infraestructuras de llegada” desde el que ocupar los márgenes del mercado de trabajo y siendo un elemento clave en la expansión de estas compañías.
Estas formas de trabajo atípico basadas en la desregulación y flexibilidad laboral generan vacíos para que prolifere el trabajo informal en las plataformas. Un caso paradigmático es el del alquiler de cuentas, sometiendo a riders sin regularizar a la explotación por parte de los propietarios de cuentas. Lejos de tener un carácter excepcional, la normalización de estas prácticas sustenta el funcionamiento cotidiano de estas aplicaciones y opera como mecanismo multiplicador de precariedades. Esta irregularidad imperante tiene importantes implicaciones para la seguridad laboral, a menudo atravesada por múltiples violencias como las sufridas por trabajadoras del hogar expuestas a menudo a situaciones de abuso y violencia sexual.
Las anteriores manifestaciones y realidades de la economía de plataforma se expresan a nivel espacial, habitando lo urbano e interactuando con este de maneras muy específicas. En el caso del trabajo doméstico, la frontera del hogar supone una invisibilización permanente, tanto de estas formas de trabajo como de las distintas violencias. Habitualmente al ser llevadas a cabo en el espacio privado y formar parte de la actividad reproductiva, las plataformas de cuidados se mantienen ocultas del debate público y permanecen en la periferia de los debates actuales de política y regulación de la economía digital. Esto ha llevado a estos colectivos del trabajo doméstico a trazar estrategias de acción para recuperar el espacio público a través de la acción y organización colectiva.
Además la gestión empresarial algorítmica busca eliminar cualquier posible interacción del trabajador con la empresa, acentuando la unidireccionalidad de mando
Riders y VTCs se han convertido en parte del paisaje urbano, espacio que pasa a ser su lugar de trabajo. Apenas hay tiempo para un uso no laboral de la ciudad, la plataforma incentiva permanecer siempre en conexión a la espera de nuevos pedidos o viajes. El algoritmo, un jefe incorpóreo pero omnipresente, sanciona a quien escapa de estas lógicas de disponibilidad permanente. Además la gestión empresarial algorítmica busca eliminar cualquier posible interacción del trabajador con la empresa, acentuando la unidireccionalidad de mando y eximiendo a las compañías de la necesidad de rendir cuentas.
El aumento de mecanismos de control, la precarización marcada por la temporalidad y la proliferación de formas contractuales que buscan externalizar en el trabajador la responsabilidad de la actividad económica ha supuesto importantes desafíos en el terreno de la acción colectiva. También resulta difícil incorporar a los sectores más vulnerables del mercado de trabajo al conflicto, no obstante, diferentes experiencias en los sectores de implantación de las plataformas han dado cuenta de la posibilidad de generar redes y articular respuestas que supongan un freno a algunas de estas dinámicas.
Uno de los grandes éxitos de estas experiencias ha sido la creciente incorporación de jóvenes, migrantes y mujeres, pudiendo desplegar nuevas formas de organización y acción, y la incorporación de nuevas demandas y reclamaciones. Así, estas experiencias de nuevas configuraciones sindicales construidas desde la base y bajo modelos autoorganizativos se presentan como la oportunidad para reconfigurar un nuevo tejido de alianzas que establezca una red de solidaridades.
I Curso de Verano GECU
Desde el Grupo de Estudios Urbanos Críticos (GECU) consideramos que es importante formarnos ante estas realidades y lanzamos nuestro I Curso de verano “Capitalismo bajo demanda, espacio urbano y conflicto social en plataformas digitales”. En él abordaremos cómo se hibridan, relacionan y entrelazan las dimensiones de la plataformización urbana, abriendo un espacio de diálogo entre investigadores, colectivos sociales y participantes desde donde pensar mejor la ciudad plataforma.
El curso que se celebrará en Madrid los días 19, 20 y 21 de Junio en el Centro Asociado de la UNED - Escuelas Pías (C/Tribulete, 14) y el Ateneo La Maliciosa (C/ de las Peñuelas, 12), que podrá seguirse online y en diferido, ha abierto ya su inscripción. Además de las distintas sesiones temáticas que abordarán algunos de los principales aspectos del Capitalismo de Plataforma, contaremos con un Taller organizado por La Laboratoria - Espacio de Investigación Feminista y una mesa redonda con colectivos y organizaciones sociales (Sindicato de Inquilinas e Inquilinos de Madrid, SEDOAC y Riders x Derechos / Observatorio TAS. Trabajo, algoritmo y sociedad (TAS) que han estado al frente de luchas emergentes contra algunos de los impactos sociales y urbanos de la plataformización.