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Transexualidad
No sé si soy un hombre o una mujer
“Las normas de género que debieran servir para que me entienda a mí misma no me valen. Necesito un mundo que vaya más allá de las categorías mujer y hombre”. Una entrevista con Josebe Iturrioz.
Entrevista original en euskara Irutxuloko Hitza (traducción al castellano de Nagore Iturrioz)
Josebe Iturrioz (Ordizia, 1978) comenzó su andadura en la plataforma política Plazandreok y en el año 2000, fundó el colectivo transfeminista Medeak junto con otras compañeras. Medeak ha hecho un gran trabajo para integrar en Euskal Herria los planteamientos y discursos transfeministas, y según Iturrioz, la aportación que el transfeminismo ha hecho al movimiento feminista de Euskal Herria ha sido muy positivo.
Nos han dicho que ser trans es haber nacido en un cuerpo equivocado. ¿Hay una única forma de ser trans?
Por supuesto que no. Hay tantas formas de ser trans como personas transexuales. Lo que pasa es que ese formato o paradigma que mencionas, desgraciadamente, está muy extendido. Ese formato genera una lógica totalmente dual, ya que divide psique y cuerpo. Según ese argumento, tu cuerpo está equivocado. A mi parecer, no son los cuerpos los que se equivocan sino la sociedad y sus regímenes de género. Esos regímenes definen a los hombres y mujeres por oposición, y a todos aquellos cuerpos que no entramos dentro de esa marca dual, se nos entiende en conflicto. Y serán nuestros cuerpos los que padezcan los daños colaterales de esas normas sociales.
Yo entiendo mejor la transexualidad de esa forma, y además creo que esta visión posibilita una relación más saludable con el cuerpo. Nos permite pensar que tu vagina o tu pelo facial no condicionan tu masculinidad o feminidad, sino que puedes ser una mujer barbuda, un hombre con coño, una mujer con pene, una mujer con pelo corto, etc.
Para mí esa es la clave. Es necesario reflexionar sobre la forma de generar otros significados desde nuestros cuerpos, una que haga nuestras vidas más vivibles. Pensemos en crear una autodeterminación corporal real, desde la que cada cual gestione su identidad de genero, su orientación sexual y sus prácticas sexuales como quiera y pueda.
¿Entonces el transfeminismo cuestiona el binarismo de genero?
El binarismo es un concepto muy amplio que atiende a la forma que tenemos de organizar el mundo. Al organizar la realidad diferenciamos entre hombres y mujeres, pero son conceptos que planteamos en oposición: blanco o negro, hombre o mujer, falso o verdadero etc. Además, esas categorías funcionan de forma jerárquica. Esa idea es imprescindible para entender la interseccionalidad de las discriminaciones. El hombre blanco de clase alta estará en la cúspide de esa pirámide, y quienes se hayan clasificado en categorías opuestas a las de él, se situarán por debajo. Estas categorías son excluyentes entre ellas, y puesto que las entendemos en lógicas de oposición, no nos permiten pensar que tengamos características distintas. Aunque son categorías opuestas sabemos perfectamente lo que significa cuando decimos “este tío es muy femenino”. Además, las formas que pueden tener los hombres de ser femeninos son muy diversas. Puede haber un hombre que físicamente sea muy masculino pero que tenga una sensibilidad especial. Entonces, ¿ese tío ya no es un tío? ¿hay que negarles a los hombres la posibilidad de tener características femeninas?
La biología también tiene mucho que ver con esos discurso. Sin ir más lejos, el partido político Vox, del que tanto se habla últimamente, se maneja mucho en estos discursos biologicistas. En mi opinión, el sexo no se puede entender en lógicas duales, es un continuum. Si lo analizamos desde un punto de vista biológico, parece ser que al desarrollar las características genitales todas y todos tenemos vulva, y posteriormente se desarrolla de ahí la genitalidad. En ese proceso el sexo no se clasifica en esos dos bloques antagónicos, macho o hembra, sino en el continuum o línea que existe entre esas dos categorías. Los cuerpos nos movemos en esa línea,y no nos definimos por oposición. Es imperativo que salgamos de ese dualismo para comprender la complejidad de los cuerpos.
Últimamente ha aumentado la visibilidad de la transexualidad. ¿Qué opinas del imaginario que se está trasmitiendo en los medios de comunicación y televisión?
Es un imaginario muy estereotipado, con un componente sensacionalista importante. Aunque también hay programas más serios, que intentan darle profundidad al tema, pero siempre desde los testimonios personales. Además les dan voz a modelos de transexualidad muy concretos, a aquellos que tienen muy clara su transición y que al nombrarse han hecho un cambio de nombre total. Rara vez aparecerán aquellos que cuestionan el propio sistema.
Los transexuales siguen apareciendo como un objeto de análisis esperpéntico. Tratan el tema desde el sensacionalismo y se centran en aquellos elementos que dan morbo. Con frecuencia se pregunta a ver si esa persona tiene intención de quitarse las tetas, ponerse pene… en lugar de explicar el planteamiento que hay de fondo. A los heterosexuales en cambio, no les hacen este tipo de preguntas. Normalmente no sabemos nada sobre la genitalidad de esas personas; no sabemos si le falta un testículo o si ha tenido una circuncisión. En los medios de comunicación le dan importancia a la parte pornográfica de la transexualidad.
¿Cuándo empezaste a militar en el movimiento feminista?
Me di cuenta con 17 o 18 años de que tenía un sentimiento muy fuerte en mi interior. Sentía que me estaban robando la vida. Probablemente por eso, con 19 años, mientras estudiaba en la universidad, entré en la plataforma Plazandreok. La diferencia de edad era grande pero pasé muchos años en el colectivo. En el año 2000, las jóvenes de Plazandreok creamos el grupo Medeak. Se creo de una forma muy inocente, siempre estábamos intentando coger la calle. En aquella época el feminismo estaba en declive, y había un conflicto entre el movimiento feminista autónomo y el mixto. Nosotras, por el contrarios, estábamos fortalecidas. Queríamos sacar las banderas y hacer la revolución. Y así empezamos a hacer teatro en la calle, concentraciones…
En los comienzos de Medeak fueron esenciales una serie de jornadas que se programaron en Arteleku. En esas jornadas participaron Paul Preciado y el grupo Erreakzioa (un grupo de artistas feministas compuesto por Azucena Vietites y Estibaliz Sadaba), Ahí empezamos nuestra andadura.
En 1999 tradujeron al castellano El género en disputa de Judith Butler y aunque lo intentamos, no entendíamos nada. Empezamos a plantearle a nuestro entorno y a nosotras mismas ¿qué es ser queer? A través de las jornadas de las que participamos en Arteleku empezamos a comprender cuáles eran los planteamientos de la teoría queer. También fue entonces cuando empezamos a hacer talleres Drag king, y a trabajar con muchos grupos cuyas prácticas artísticas eran muy innovadoras. Empezamos a generar redes a nivel estatal y fue entonces cuando se creó el monstruo del transfeminismo en Euskal Herria.
En Euskal Herria pusisteis muchos planteamientos patas arriba. ¿Qué aportaciones le ha hecho el transfeminismo al feminismo de Euskal Herria?
En Euskal Herria existía una tradición feminista concreta, una que partía de una discriminación triple (clase, nación y genero) y nosotras pusimos en cuestión el concepto de mujer en sí. Eso, por un lado, genero malestar, como es lógico. Pero por otro lado, este nuevo punto de vista tuvo una acogida muy buena. Al fin y al cabo, las ideas transfeministas posibilitan integrar otro tipo de discursos, como por ejemplo el discurso decolonial o el de la diversidad funcional. Y a la vez dan la posibilidad de plantear otro tipo de alianzas.
Ahora llega de España a Euskal Herria uno de los debates más conflictivos sobre prostitución. En Euskal Herria, hemos gestionado los debates sobre prostitución de forma diferente.
Por otro lado, en Euskal Herria, por ejemplo, hace diez años, en las coordinadoras para organizar el 8 de marzo, más de una decía que el lesbianismo no era un tema para el 8 de marzo. Hoy en día cuestionar eso es impensable. Yo creo que hoy en día el transfeminismo goza de reconocimiento en Euskal Herria, incluso del reconocimiento del feminismo clásico. Tenemos una relación muy buena con los demás colectivos, y nuestras aportaciones se han tomado en cuenta siempre.
Además, creo que hemos influido en esos grupos, porque en parte han modificado sus discursos. Hay a nuestro alrededor personas que no piensan como nosotras, pero hemos aprendido a dialogar entre nosotras. Hace unos años para muchas era impensable que una persona transexual entrara en el movimiento feminista, porque no lo entendían como una problemática feminista. Ahora en cambio, todas las feministas entendemos que la transexualidad es un tema que compete al feminismo.
Tu trayectoria en el colectivo Medeak es muy amplia. A menudo habéis usado los talleres “Drag King” como herramienta política. ¿Cuáles son las posibilidades que brindan esos talleres?
En los talleres que nosotras hacemos, en la primera parte trabajamos ampliamente los contenidos teóricos, durante cuatro horas nada menos. Suele ser una clase magistral larga y dirigida por varias personas. Posteriormente, se hace un taller práctico de otras cuatro horas y para finalizar, intentamos salir a la calle o a algún espacio de fiesta. Es una formación que abarca todo el día. Estos talleres ofrecen muchas posibilidades, entre otras, la de cuestionarnos la masculinidad y la feminidad, es decir, desnaturalizar los conceptos hombre y mujer y cuestionar esa dicotomía, esa definición tan limitada y rígida. Además los talleres Drag king permiten hacer esto de un modo práctico. Mediante el taller la gente puede ver como se construye la masculinidad y además se dan cuenta de que para construir masculinidad, primero deben deconstruir la feminidad que ya tienen interiorizada.
De esta forma las participantes se dan cuenta de que para ser mujer es necesario utilizar infinidad de prótesis y tecnologías. Si son capaces de despojarse de esas técnicas y adoptar las de la masculinidad adecuadamente, pueden vivir una nueva experiencia, una que de pie a plantearse muchas cosas como por ejemplo ¿qué es ser un hombre? ¿qué es ser leído como un hombre? ¿cómo se puede vivenciar el cuerpo desde un lugar político distinto? Además, los talleres nos permiten identificar los privilegios que nos han robado como mujeres.
Los talleres suelen ser muy físicos y paradójicos. Tienen una parte catártica. Las mujeres a menudo conectan con experiencias muy traumáticas a través del taller. A lo largo de los años me he dado cuenta de que tenemos una percepción de la masculinidad muy perversa y violenta. En el taller, las participantes tienen que crear y teatralizar un personaje, y eso requiere de un trabajo previo. Suelen crearse perfiles de hombres muy violentos, como por ejemplo pederastas etc. A veces, hay quien intenta generar otro tipo de masculinidad más positiva, pero no suelen funcionar mucho. La gente puede tener una experiencia traumática en un taller drag king, y es que vivenciar la masculinidad a veces puede ser muy traumático, sobre todo si se tiene una referencia de la masculinidad traumática e impuesta como puede ser el caso de alguien que ha recibido malos tratos. Los talleres son muy interesantes como técnica pero lo que yo he visto es que las mujeres no vivimos la masculinidad de una forma positiva. De todas formas, es importante decir que en general lo pasamos muy bien en los talleres.
Además también tienen otro aspecto muy interesante, dan la posibilidad de entender a los hombres desde otro punto de vista. Te das cuenta de que su identidad también es una teatralización. Después de tantos talleres, muchas masculinidades me hacen mucha gracia porque son muy hiperbólicas. Se ponen de manifiesto cosas muy tontas como por ejemplo cuál es la forma adecuada de estrechar una mano entre hombres. Las mujeres no sabemos estrechar la mano como un hombre. Parece una tontería pero es una expresión de poder, si sabes como estrecharle la mano a un hombre le estás diciendo que comprendes su código.
Te defines como transgénero poniendo en practica el lema feminista de “lo personal es político”. ¿cómo te ha afectado tu trayectoria política en el ámbito personal?
Desde pequeña me he entendido a mí misma como alguien en conflicto con la corporalidad normativa y el género. Muchos relatos de personas trans dicen haber identificado claramente su transexualidad desde la más tierna infancia, pero yo no lo he tenido nunca claro. No sé si soy un hombre o una mujer. Además no sé hasta que punto quiero darle una respuesta cerrada a esa pregunta. Ahora tengo cuarenta años y si miro atrás soy consciente de haber vivido un nivel de violencia muy alto: violencia física, simbólica y estructural… e identifico esto en todos los ámbitos de mi vida.
Por eso, yo he necesitado el feminismo para poder sobrevivir y también para poder comprenderme a mí misma. Me ha ayudado a no caer.
El feminismo provoca micro revoluciones, y posibilita generar una red de seguridad donde no es necesario justificarse constantemente. Hablamos mucho de la autodeterminación de los pueblos pero en lo que a la autodeterminación de mi cuerpo se refiere, es decir, para comprender mi cuerpo, el feminismo es indispensable.
Más tarde, sentí que al feminismo que yo conocía le faltaba algo, no podía quedarse ahí. Tenia un malestar interior. Entonces empecé a interesarme por la teoría queer. Creo que soy una persona muy densa y no puedo dejar de buscarme a mí misma desde una perspectiva ontológica. Siempre me planteo este tipo de preguntas ¿quién soy?
Esos malestares han acompañado paralelamente mi trayectoria política, teórica y practica. Por eso mismo Medeak, al igual que yo, encarnamos muy bien aquello de que “lo personal es político”. Bueno, nosotras y la mayoría de feministas claro. Al fin y al cabo, la mayoría de feministas entramos en el feminismo porque necesitamos un espacio de seguridad. Un espacio de seguridad no es sólo un lugar donde desarrollar prácticas políticas sino también un lugar habitable.
Siempre me he sentido muy fea, y siempre he sentido que no cabía en mi cuerpo. Cuando iba a comprar ropa, pensaba que a todo el mundo le quedaba todo bien y yo no me encontraba a mí misma. Mediante los talleres drag king empecé a verme a mí misma de otro modo. La masculinidad, para mí, ha sido un lugar liberador. Me di cuenta de que no tenía que entrar siempre en las tiendas de chicas, que no tenía que llevar sujetador si no me gustaba. Los talleres drag king, en la practica me dieron la posibilidad de cambiar mi forma de vestir. Entendí que la ropa era una prótesis y vi la posibilidad de representarme a mi misma como quisiera. Para mí esto fue esencial en lo que a autogesitión del cuerpo ser refiere. En mi vida lo político y lo personal van de la mano, y es que el feminismo es eso al fin y al cabo.
Has dicho que en los talleres Drag king se usan las prótesis y las tecnologías como herramientas de experimentación. ¿Por qué decidiste empezar a tomar hormonas?
La verdad es que este es un tema que me genera bastante conflicto, y creo que es algo que nos pasa a muchos transexuales. Cuando tenía 28 años tuve claro que me definía como transgénero. En un momento concreto decidí que no necesitaba tomar hormonas, y me sentí muy cómoda en esa situación. Pero de algún modo siempre he tenido esa duda. Ahora he empezado a tomar hormonas y para mí suponen un peligro importante, porque son sintéticas. Además, generan una representación política de la masculinidad. Es decir, las hormonas que yo tomo generan los efectos que los médicos han diseñado. Mis hormonas no son naturales, no se han extraído de un hombre e insertado en mi cuerpo sino que han sido diseñadas para generar unos efectos concretos. Hay hombres que tienen testosterona pero tienen pechos. Mis hormonas están pensadas para reducir mis pechos.
En este proceso, he decidido tomar hormonas como forma de experimentación. Por una parte, me gusta el proceso pero por otro tengo un conflicto con el concepto de las hormonas en sí. La verdad es que lo de las hormonas no ha sido nada fácil. Me ha removido mucho, y la percepción que la gente tiene de mí ha cambiado mucho. Me genera muchas dudas y me hago muchas preguntas ¿para qué ser un hombre? ¿para qué ser una mujer?
Como mujer te sientes en casa en el feminismo, pero como transexual sientes una profunda soledad. La gente te hace preguntas muy dolorosas con total naturalidad. Por poner un ejemplo, con el tema de las hormonas mucha gente me ha preguntado para qué tomo hormonas, “eso mata, son malas” y yo pienso “¿pero tú te has visto?” Tú llevas 40 años tomando anticonceptivos, qué me estas diciendo a mí. La gente se permite hacer preguntas muy duras e invasivas.
¿La cirugía es la última meta?
Parece que hubiera una única forma de ser transgénero. Esa forma única requiere tomar hormonas, elegir un nuevo nombre, nombrarte en femenino o masculino etc. Siguiendo esa lógica yo debería nombrarme en masculino pero no lo hago, me nombro en femenino. Me llamo Josebe, y mis amigas me llaman Itu, es un nombre neutro. No he pedido ningún cambio de nombre y en principio no voy a someterme a ningún tipo de cirugía.
Seguramente, tomar hormonas no sea un proceso seguro y constante. Tendrá parones y altibajos, como los tiene hoy en día. Gestiono mi cuerpo de ese modo. La experiencia de los talleres drag king ha tenido que ver con esto, me ha agenciado en ese aspecto, me ha ayudado a entenderme a mi misma como transgénero. Es más, me tranquiliza pensarme como transgénero aunque también me identifico como mujer. Pero mi relato vital tiene algunos matices, y a mi el transgenerismo me ayuda a explicar muchas cosas sobre mi misma. Ya no soy hombre ni mujer, no me siento en el bando de los hombres, no al menos hasta que ser mujer signifique otra cosa.
Ahora he empezado a tomar hormonas y veo a los hombres de otra forma. A veces a los jóvenes que veo muy machunos les digo: estoy tomando hormonas y estoy harta de los referentes masculinos que tenemos. Os veo todo el rato a hostias entre vosotros y esa masculinidad da miedo. Debe haber una responsabilidad para cambiar esa masculinidad. Creo que se pueden crear masculinidades feministas.
Por eso el drag king y la teoría queer me han ayudado a comprender muchas cosas, pero mi situación es muy compleja, quiero decir que sigo estando en tierra de nadie. Estoy probando. Estoy tomando hormonas, pero no quiero nombrarme en masculino. Este tipo de opciones ponen patas arriba muchos valores de mucha gente.
Para mucha gente es mucho más fácil que yo diga “de aquí en adelante seré Antonio, nómbrame en masculino, y me operaré para tener pene”. Para la gente la indefinición es lo complejo, yo represento un cortocircuito tanto para ellos como para mí misma. Quiero cuidar mi cuerpo porque sólo tengo uno. Además estoy cuestionando un sistema médico hegemónico en el que no quieren a personas como yo.
El intentar llevar al extremo ese reto implica poner tu vida patas arriba. Al experimentar con el cuerpo, el propio cuerpo se mueve y también se mueve la percepción que la gente tiene de él, y eso se nota mucho. Además, mucha gente está esperando el momento. ¿Cuándo hay que empezar a hablarle en masculino? Pero no hay sentencia final.
Las normas de género que debieran servir para que me entienda a mí misma no me valen. Necesito un mundo que vaya más allá de las categorías mujer y hombre, un mundo en el que existan mujeres barbudas y donde entren muchas otras casuísticas.
Para muchas la huelga del año pasado supuso un hito histórico. ¿Cuáles son los retos del transfeminismo?
Nos encontramos ante una crisis epistemológica feminista muy grande a nivel estatal. Al observar el discurso que muchas personas trans están desarrollando me siento muy en conflicto. El feminismo se está convirtiendo en algo mainstream en cierta forma, y cuando leo en las redes sociales que las personas masculinas no podemos estar ahí… yo soy parte del movimiento feminista y nunca me he planteado dejar de serlo porque sea masculina. Creo que no visibilizar a las personas masculinas en el feminismo es un error. No somos el enemigo. En este momento creo que estamos en otra fase más interesante, que tenemos que hacerle frente a este reto y que tenemos que desenredar este nudo.
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Amigue mie, tienes un cacao mental que nunca vas a poder ser feliz.
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Itu jamas hay k dudar k para ser lesbiana lo primero hay k ser mujer, y luego, lo k se pueda un abrazo, me a hecho mucha ilusión verte una entrevista muy especial muy interesante, un abrazo voy al medico muxutxux
Ayer Paul B. Preciado, hoy este/o/a persona.
La mayoría de los trans son mujeres trans (como yo) y sin embargo solo ponéis hombre strans.
El feminismo radical de actual, es tan misándrico que obvia a los gays y trans femeninas.