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Opinión
La cajetilla de tabaco, el retrovisor roto, el brazo tonificado y el jet privado
Unos minutos después cuando ya la señora y su hijo se habían alejado del lugar de los hechos, apareció un conocido del que considero que tiene una importante altura moral y ética. Le comenté la anécdota y me contó un incidente en el que unos chavales le habían arrancado los espejos retrovisores del coche. Conocía a sus padres y madres y fue a recriminarles la acción de sus hijos, pero casi tiene que salir huyendo, y desde luego aparte de una espuerta de voces, nada positivo consiguió.
Tras exponer nuestras anécdotas mutuas, el compañero me confesó que él tampoco le hubiera dicho nada a la tiradora de paquetes de tabaco vacíos.
Después de esta experiencia callejera veo en un canal de televisión como ponen de ejemplo de brazos tonificados a los de la reina Leticia, unos brazos que recuerdan a los de las personas que sufren la terrible enfermedad de la anorexia, brazos esqueléticos ensalzados como modelo a seguir. Es como si pusieran como ejemplo, el paquete de tabaco tirado o los retrovisores rotos.
No es la primera vez que los medios de comunicación ponen como ejemplo de belleza a esta figura de la realeza que tiene a simple vista un grave problema por su extrema delgadez. Claro, ella es un modelo a seguir, porque para el machismo capitalista monárquico una reina tiene que ser ejemplo de belleza, salud, buen hacer y elegancia y para eso trabajan las empresas que controlan los medios de comunicación. Que ensalzar un físico con extrema delgadez pueda ser un mal ejemplo que agrave los problemas de salud de algunas personas no concierne a las empresas de comunicación, que eso sería intervencionismo y republicanismo.
Republicanismo que desde luego carece cualquier medio de comunicación televisivo, que no es capaz de enfocar la última visita del suegro de doña Leticia, como lo que es, el peor ejemplo que un monarca patriota español puede dar a sus súbditos. Defrauda, se va a un país con monarcas aún más ricos y déspotas que los borbones y vuelve de visita a casa de un amigo a pillarse una semana de fiesta en jet privado pagado por no se sabe quién y no es capaz ni de dar una rueda de prensa pidiendo perdón como hizo cuando le pillaron cazando elefantes con su amante. Menos mal, que seguramente los abogados cristianos estarán ofendidísimos por el abandono de hogar del emérito, sus amantes y el detalle de no ir a vez a su señora e hijos en cuanto pisó tierra española y seguro que le han solicitado a sus amigos obispos y cardenales que procedan a la excomunión del emérito.
Desde luego que los buenos ejemplos también a veces son ensalzados por los medios de comunicación, eso sí, a su manera. Así, incluso realizan campañas de publicidad para que contribuyamos a que consumamos menos para frenar el cambio climático, emitiendo un anuncio en medio de la final de la Copa de Europa de fútbol en el que un jugador multimillonario de forma habilidosa y sirviéndose de un balón, baja la calefacción de su casa de lujo de 23 a 20 grados centígrados. Menos mal que este anuncio se ha emitido casi en verano, porque como tengamos que poner la casa a 20 grados en invierno en vez de bajar la calefacción la mayoría tendríamos que poner las estufas y endeudarnos para pagar la factura, no porque seamos tontos por tener la tarifa regulada como nos acusaba entre las risas de los presentes el presidente de Iberdrola Ignacio Sánchez Galán, sino porque permitimos que señores como el citado y el emérito nos roben y se rían de nosotros con total impunidad y alevosía.
Y, es que, si nos ponemos a hablar de factores que contribuyen al cambio climático, desde luego los responsables no somos los consumidores individuales sino las grandes empresas, aunque hay algunas personas que deberían cambiar sus hábitos. Así, el emérito emite 340 toneladas de dióxido de carbono en sus vuelos cada año. Según el Diario.es las 340 toneladas de los vuelos de Juan Carlos equivalen a las que liberan 130 coches en 12 meses. O un automóvil que durara 130 años. En este sentido, cada hogar español consume unos 9.900 kw/ h al año, según una encuesta del IDAE. Como a cada kw/h se le atribuyen 0,4 kg de CO2 (si no hay fuentes de energía renovables), el consumo anual promedio de las casas es de 3,96 toneladas. Hace falta juntar la huella de carbono de 85 hogares para sumar las emisiones anuales de los vuelos de Juan Carlos. 850 hogares para cubrir la cantidad de CO2 de la actividad voladora del emérito entre 2008 y 2018. Vamos que el “sin mérito” solito contamina más sólo con sus viajecitos en avión que todos los vecinos de Rus y Canena juntos.
Todo un ejemplo a seguir.
Hace falta juntar la huella de carbono de 85 hogares para sumar las emisiones anuales de los vuelos de Juan Carlos.
Probablemente, la tiradora de paquetes de tabaco, seguirá haciéndolo, es muy posible que su hijo también tire cosas al suelo. Los medios de comunicación seguirán poniéndonos como ejemplos saludables cuerpos y comportamientos de personas que no son sanos pero a los que hay que idolatrar por su posición, también nos dirán como los multimillonarios contribuyen con sus esfuerzos para cambiar el cambio climático y son un ejemplo de lucha al que tenemos que imitar y, además, nos aseguraran que el hijo no va a seguir los malos hábitos del padre porque para eso es un rey y está muy preparado.
En definitiva, tenemos mucho que hacer, señalar un mal ejemplo cuando lo veamos, denunciar los motivos que llevan a los medios a que nos pongan malos ejemplos como modelos a seguir, señalar a los verdaderos culpables del cambio climático y también, y, esto es lo más fácil, no fiarnos de los borbones, que ganan las regatas antes de empezarlas y emiten más dióxido de carbono que toos los coches viejos juntos de mi pueblo.
El rey, el rey, la ley, la ley
Otra cosa más que tragar
Yo pago, tú pagas, el paga, ¿el paga?
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Sinceramente no sé como la clase obrera permite que haya gente como yo, que no hago nada en todo el día salvo rascarme la bolsa escrotal y escribir por aquí cuando me aburro mucho. Mientras tanto, no me falta de nada, ni me preocupa absolutamente nada el precio de calefacción, alimentos, etcétera.
Y seguiré así, lalala, hasta el fin, como Jesús Gil.
Y los de abajo seguirán currando hasta que se jubilen y palmen casi al mismo tiempo.
Sin darse cuenta de que basta que se junten unos cientos,
para darle la vuelta a la tortilla y convertir lo imposible en posible,
y lo posible (trabajar hasta morir) en imposible.
Amén.