Migrante Bidasoa
Un migrante se adentra en el bosque junto al Bidasoa. Nico Rodríguez

Migración
Irun, el cerrojo migratorio de Francia

Los controles policiales en las inmediaciones del río Bidasoa fortifican con inseguridad y muerte la frontera.

En menos de un año, cuatro personas han muerto ahogadas en el Bidasoa, otra se suicidó en Irun y tres más han fallecido arrolladas por un tren en el lado francés. Todos son migrantes llegados desde países subsaharianos que en su tránsito hacia Francia se topan, de nuevo, con una mortal frontera. Aquellos que recorrieron el continente africano, malvivieron en países que no era el suyo y surcaron el océano en una pequeña patera nunca pensaron que, una vez en Europa, la muerte podría volver a ser una opción.

En la plaza San Juan de Irun, frente al Ayuntamiento y bajo una pequeña estructura que hace de refugio, 15 migrantes se agolpan en torno a una mesa de camping. Frente a ellos, Ion Aranguren, miembro de Irungo Harrera Sarea, les explica los próximos pasos que deberán seguir en su camino a otros países europeos, en su mayoría a Francia. Mamady e Ibrahim son dos jóvenes de poco más de 20 años que hace unos meses llegaron a España en patera. Ahora, les esperan sus familiares en Francia, pero desconocían que, aún dentro de Europa, sería tan complicado avanzar hasta su destino. 

Desde el año 2015, las fronteras francesas han sufrido una fuerte militarización derivada de la alerta antiterrorista. Se han aumentado las devoluciones en caliente y las irregularidades policiales, pese a los acuerdos del espacio Schengen, que permiten la libre circulación de personas. Los controles se suceden en el puente Santiago, que une Irun y Hendaia, pero la policía francesa deja pasar sin problemas a las personas de piel más clara, mientras detiene y pide la documentación a quienes tienen la tez más oscura.

Euskotren migrantes irun
Algunos migrantes tratan de llegar a Hendaia en Euskotren. Nico Rodríguez

Las medidas policiales se endurecieron aún más en la muga a partir de 2018. El 18 de junio de ese mismo año, 46 personas originarias de Guinea, Mali y Camerún se presentaron en la estación de autobuses de Donostia y fueron obligadas a quedarse allí, a escasos 30 kilómetros de la frontera. En las siguientes jornadas, las llegadas de migrantes se sucedieron con el mismo patrón y perfil, obligados a esperar varios días incluso semanas hasta cruzar la frontera. 

Se intercepta a los migrantes sin documentación en los fuertes controles que realiza la Police Aux Frontières (PAF) en la muga y se les devuelve inmediatamente a Irun, abandonándolos a su suerte en esta ciudad. Una situación que motivó la rápida intervención de colectivos sociales como Irungo Harrera Sarea, que, solo desde marzo a septiembre de 2019, atendió y cubrió las necesidades más básicas de más de 6.000 personas allí atrapadas.  

Migrantes en tránsito

Ibrahim Yabate llegó a Irun hace unos días. Salió de Costa de Marfil y viajó a Marruecos en avión. “Me considero un privilegiado”, dice este joven mientras mira a algunos de sus compañeros que tuvieron que atravesar a pie el desierto en Mali o Mauritania. Una vez en la costa marroquí, Ibrahim se subió a una zodiac junto a una decena de personas. No recuerda quién les llevó hasta allí, pero sí que les cobraron. Pasaron tres días y tres noches en el mar Mediterráneo, con escasa comida y agua, sin apenas espacio para moverse. “El desierto es muy duro, pero todo el mundo teme al mar. Nunca sabes si llegarás a tierra”, recuerda Yabate. Al tercer día y con la zodiac a la deriva, un barco de la Cruz Roja les rescató en el mar de Alborán. 

La comunicación entre los miembros de Irungo Harrera Sarea y los migrantes se hace complicada en ocasiones. A pesar de que normalmente todos hablan francés, hay conceptos que se escapan. Mamady Traore sabe español y puede aclarar posibles confusiones. Nacido en Guinea-Conakry, salió de su país en busca de una vida mejor y con la esperanza de lograr mantener a su familia. Llegó a Marruecos y, “con mucho sufrimiento”, pasó varios meses allí. Al igual que Ibrahim, después también se subió a una patera. “Pasamos muchas horas sin comida ni agua, la gente se quería morir”, recuerda. Al menos 4.404 personas fallecieron en el Mediterráneo en las rutas de acceso a España durante el año 2021. A Mamady un barco pesquero que avisó a la Cruz Roja le salvó de una muerte casi segura. 

Desde Irun, Mamady cuenta su historia de forma breve, justo cuando se dispone a dar otro paso clave en su vida. Junto a otros tres jóvenes migrantes camina hacia un taxi que les dejará cerca del puente de Santiago. Al otro lado del río Bidasoa avista un nuevo comienzo, el destino por el que se ha jugado la vida y ha recorrido miles de kilómetros. Frente a ellos, el puesto de la gendarmerie. En unos minutos tratarán de cruzar el puente con la esperanza de entrar en Francia. 

Refugio seguro

Los centros de acogida de la Cruz Roja en Irun atendieron a casi 8.000 migrantes en 2021, la cifra más alta en los últimos cuatro años. Estos son los datos que recoge la Cruz Roja, por lo que si ha habido migrantes que no han acudido a estos dispositivos, los números podrían ser mayores. En 2020, fueron 2.300, y en 2019, 3.700. Un flujo migratorio que logra seguir su camino y no quedarse embotellado en esta ciudad fronteriza en gran parte por la labor que desarrolla el grupo activista Irungo Harrera Sarea. Esta red de más de 100 personas comenzó a autoorganizarse en el verano de 2018. 

Los miembros de la red se organizan en dos grupos. Por un lado, los gautxoris son las personas que acuden a la estación de tren o autobús para recoger a los migrantes y trasladarlos al recinto de la Cruz Roja. Reciben los avisos de cuándo llegan a la ciudad y acuden sin importar la hora que sea. Por otra parte, quienes atienden, acompañan e informan a las personas que se agolpan en la plaza San Juan. 

“Amparados en la seguridad nacional hacen un control migratorio descarado, solo paran a negros y árabes”, dice Ion Aranberri,  de Irungo Harrera Sarea

Para Josune Mendigutxia, activista de Irungo Harrera Sarea, la labor del grupo es muy exigente: “Acaba a altas horas de la noche y es difícil de compaginar con la vida personal y laboral”. La información que ofrecen a los migrantes pone el foco en el río Bidasoa tras las últimas muertes: “Han estado cuatro o cinco días en una patera sin moverse, sin agua y sin comida, perdidos en el Atlántico y no les parece tan peligroso cruzar nadando”, comenta Mendigutxia. Y explica que a estas personas les llega la información de otros que han logrado cruzar con éxito a Francia por esta vía, ya que “el que muere no avisa”.  

Irungo Harrera Sarea migrantes
Irungo Harrera Sarea ayuda e informa a los migrantes que llegan a la ciudad. Nico Rodríguez


Es posible que Ibrahim o Mamady no logren pasar la frontera en su primer intento, ni en el segundo. Por ello, es probable que se tengan que quedar en la ciudad de Irun durante algunos días hasta conseguirlo. La Cruz Roja dispone de un centro en el barrio de Hilanderas, con alrededor de 25 voluntarios, para acoger a los migrantes y que no se queden en la calle. Con espacio para 90 personas, aquí pueden pasar la noche, asearse, recibir comida o asistencia sanitaria básica. 

Si bien este dispositivo acoge a un número de personas muy importante, las quejas se han sucedido en algunas ocasiones porque los migrantes se han tenido que quedar en la calle pese a que había camas libres. Así, en noviembre, Irungo Harrera Sarea se movilizó para colocar tiendas de campaña fuera del recurso de Hilanderas para las personas que no cumplían los criterios de estancia. Por su parte, desde la Cruz Roja señalan que los criterios de sus centros son públicos y los establece la Secretaría de Migración. Lo cierto es que en la página web del Ministerio estas reglas no son visibles. “Desde Cruz Roja se ha atendido a todas las personas que cumplen los perfiles de acceso al dispositivo”, sentencian. 

Devoluciones y controles

Abdul fue recogido por varios activistas de Irungo Harrera Sarea en el puente de Santiago. “Nos encontramos a un chaval sin apenas masa muscular y sin poder andar”, cuenta Josune Mendigutxia. Abdul, migrante subsahariano, entró a Europa tras viajar de Libia a Italia. Allí pidió asilo en Alemania y llegó incluso a embarcarse en un avión, pero no pudo viajar porque sufría una hernia discal y no podía ni sentarse. Tras su paso a Francia, fue retenido y trasladado al Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Hendaia, donde permaneció tres meses antes de su expulsión. Ion Aranberri, compañero de Mendigutxia, rememora otro episodio con las devoluciones: “Estábamos de gautxoris en la estación y llegó la Policía Nacional. Oímos un portazo y dejaron a un chaval”. En este caso, se trataba de un migrante albanés y le habían devuelto desde Francia. Una situación que se repite con frecuencia.

Según datos de la policía francesa de fronteras, entre noviembre y marzo de 2021 las autoridades galas han devuelto a España 15.757 inmigrantes en situación irregular. La mayoría, 12.288 personas, cuando intentaban cruzar la frontera y el resto cuando se encontraban ya en localidades francesas cercanas a Irun o la Junquera. 

Además de las devoluciones, los controles étnicos también ponen bajo el foco a la policía gala. El investigador de Transiteus —proyecto de la UPV/EHU y SOS Racismo que se enmarca en el ámbito teórico de la migración en tránsito, Giacomo Donadio, cree que el verdadero motivo de estos controles es la inmigración porque “no se han controlado las fronteras con Alemania o Bélgica, solo las del sur”. Estas vigilancias fronterizas cumplen los requisitos legales pero Iker Barbero, investigador también de Transiteus y profesor de Derecho de la UPV/EHU, recalca las actuaciones de cada policía: “Actúan de manera irregular cuando detienen y engañan a una persona para que renuncie a sus derechos o firme para que se le haga volver, por ser negro o por parecer mayor de edad”.

“La policía francesa actúa de manera irregular cuando detiene y engaña a una persona para que renuncie a sus derechos”, advierte Iker Barbero, de Transiteus

Los diferentes agentes sociales y políticos que trabajan con los migrantes en la muga denuncian que la policía interviene en estos controles de una forma racista. El hecho de que los Estados respondan con medidas policiales a los problemas humanitarios, como sucede en Irun y Hendaia, supone un grave problema “Amparados en la seguridad nacional hacen un control migratorio descarado, solo paran a negros y árabes”, señala Jon Aranbarri. Por su parte, Jon Iñarritu, diputado de EH Bildu, denuncia que ha presenciado “controles de perfil étnico que están prohibidos por la ley”. Iñarritu ha pasado la frontera junto a personas africanas sin que a él le hayan pedido ni información ni documentación, todo lo contrario que a sus acompañantes. 

Respuesta institucional

David Nuño es teniente de alcalde en el Ayuntamiento de Irun y está al frente de uno de los puntos más calientes de una ciudad fronteriza con 64.000 habitantes, la delegación de Bienestar Social. En marzo se ha cumplido uno de los objetivos del Ayuntamiento con la apertura de un nuevo recurso con 150 plazas, a pocos metros del que ya existe, para dar respuesta a la llegada de migrantes en tránsito. Un espacio que el lehendakari Iñigo Urkullu ofreció habilitar recientemente para acoger a los migrantes ucranianos. “Vivimos en una ciudad muy tensionada, a la que llegan miles de personas huyendo de la guerra y de la miseria, y no son capaces de regularizar su situación. Mientras que los ucranianos lo hacen en un mes”, compara Nuño. 

La guerra de Ucrania ha invisibilizado las muertes en el Bidasoa y, para el teniente de alcalde de Irun, ha desvelado también la diferencia “abismal y dolorosa” que existe entre los migrantes europeos y los africanos. “Se ha montado una ola de solidaridad para salvar y alojar a los ucranianos mientras a los subsaharianos se les mantienen las líneas rojas. Mali está en guerra, Siria, Sahara… ¿el problema es que son negros?”, se pregunta Josune Mendigutxia, de Irungo Harrera Sarea.  

Migrantes hendaia
Una vez en Francia los migrantes viajan en autobús hasta sus respectivos destinos. Nico Rodríguez

El 95% de las personas que llegan a Irun lo hace con el propósito de seguir su destino al norte de Europa. Son datos del Gobierno Vasco que cuenta con el programa Harrera para atender al resto, a las personas migrantes que piensan quedarse en Euskadi. Aquí reciben desde cursos de euskera a charlas sobre extranjería, donde se les informa sobre autorizaciones de estancia y trabajo, renovaciones, reagrupación familiar, estancia por estudios, regularización por arraigo social y laboral... Este programa se lleva a cabo en convenio con asociaciones como Cruz Roja, CEAR Euskadi y Goiztiri, que propician también recursos para la primera acogida.

Ibrahim Yabate ha logrado pasar la frontera de madrugada y acercarse a la estación de autobuses de Hendaia. Su objetivo ahora es Bayona. No viaja solo, a su lado se ha sentado Wakeel, otro migrante costamarfileño que llegó hace un par de días a Irun. Aparentemente su largo camino está a punto de acabar y un nuevo comienzo les espera. Pero hoy tampoco será el día, o eso parece. Un viajero del autobús ha avisado a la gendarmerie y ambos migrantes tienen que bajarse. Por suerte, la policía no procede a su devolución y los dos jóvenes podrán intentar la misma jugada un par de horas más tarde. Ahora sí, por fin, llegan a Bayona y separan sus caminos. Uno viaja a París, para vivir en un piso con su tío. El otro, hasta Marsella, donde tiene unos amigos. 

Migración
Migración Sobrevivir al Mediterráneo para morir en el Bidasoa
Otro migrante que muere en la frontera vasca, un menor que viajaba desde Guinea Conakry hasta Francia y se topó con los controles étnicos europeos


El Mediterráneo se ha tragado la vida de miles de personas, pero el Bidasoa también ha sido su verdugo. Yaya Karamoko, costamarfileño de 28 años; Abdoulaye Koulibaly, guineano de 18 años; Sohaïbo Billa, costamarfileño de 40 años e Ibrahim Diallo, senegalés de 24 años. Cuatro muertes en apenas un año que contrastan con la apertura de las fronteras europeas para acoger a los ciudadanos ucranianos. “¿Es porque somos negros?”, se pregunta Mamady frente a los controles franceses. Los galos tienen la llave para abrir o bloquear la frontera, pero los migrantes seguirán llegando a Irun con el objetivo de ganarse la vida y de mantener a las familias que dejan en África. 

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Migración
Estados Unidos Más de 10 días de huelga de hambre en un centro de detención para migrantes en Estados Unidos
229 inmigrantes detenidos dentro del Centro de Detención del Noroeste, en Tacoma (Washington), continúan en huelga de hambre como respuesta a la muerte del trinitense Charles Leo Daniel por razones desconocidas.
Migración
Hibai Arbide “As estratexias de manipulación espallan moitas versións diferentes para diluír a veracidade”
Xornalista, avogado e activista, Hibai Arbide comparte a súa lectura da actual situación política en Grecia e o papel dos medios de comunicación nun contexto de crecente deslexitimación do xornalismo.
Migración
Frontera Sur Llamando a la Europa fortaleza: “Queremos protección”
El desamparo espera a quienes consiguen llegar a Europa, tras sortear sus blindadas fronteras, en una Europa que avanza hacia la normalización de su vertiente más restrictiva, a través del Pacto Europeo de Migración y Asilo.
Educación pública
Iglesia Semana Santa: negocios, procesiones en colegios, inmatriculaciones y fervor
Más allá de la expresión cultural, la Semana Santa tiene una esfera económica que genera millones de euros y otra social que le sirve a la Iglesia Católica para legitimar sus privilegios dentro del Estado español.
Industria
Transición industrial Mecaner, un cierre injusto o cuatro alternativas con mirada ecosocial para mantener la fábrica de Urduliz
ESK y LAB han presentado el ‘Plan de Transición Ecosocial’ que ha elaborado la cooperativa Garúa como una herramienta para la búsqueda de soluciones al ERE propuesto por la multinacional Stellantis.
Palestina
Palestina Viaje al fondo del horror
El fotoperiodista Javier Bauluz cubrió la primera Intifada, la primera gran rebelión del pueblo palestino desde la creación del estado israelí.
Argentina
Argentina Myriam Bregman: “El de Milei es un típico gobierno neoliberal con recetas ortodoxas clásicas”
Quien fuera candidata de la izquierda a la presidencia en las elecciones en las que Milei salió victorioso, evalúa las consecuencias del gobierno de La Libertad Avanza y las respuestas que están dando los distintos actores políticos.
Maternidad
Maternidades Reaprender la espera
El tiempo de gestación es largo y va a un ritmo distinto al que acostumbras: el ritmo natural al que desarrolla una playa, un monte, un océano. Y no estamos ya habituados a darle la mano a la pausa.
Momus Operandi
Momus operandi Todo es una narración
Nos dicen que las mentiras son la única realidad. Que aprendamos a mentirnos, que nos engañemos, que no nos importa la salud, ni los derechos laborales, ni las violencias estructurales.
Ríos
Radiografía fluvial de España La tierra que no amaba sus ríos
Los ríos ibéricos agonizan. Casi la mitad de las masas de agua está en mal estado. Presas, sobreexplotación, contaminación y crisis climática son sus principales amenazas, con la agroindustria como mayor agresora.
Accidentes laborales
Accidentes laborales Detenidos tres empresarios en Galicia tras la muerte de un migrante que trabajaba sin equipo de protección
El joven de 28 años, que estaba empleado con un contrato irregular, falleció el 26 de febrero tras precipitarse desde una carretilla elevadora sin la protección necesaria para esa labor.

Últimas

Ocupación israelí
Palestina El Salto te ofrece una camiseta para apoyar económicamente a la UNRWA
No cesamos de buscar nuevas vías para visibilizar un mayoritario clamor social que pide un alto el fuego al que apenas se da cabida en el discurso mediático convencional. Todos los beneficios de esta campaña irán destinados a la UNRWA.
Derecho a la vivienda
Derecho a la vivienda La PAH València clama por el derecho a una vivienda digna: “¿Duermen tranquilos?”
Centenares de personas protestan frente al palacio de la Generalitat para exigir que se haga efectivo el derecho a la vivienda ante la insoportable alza de los precios.
Sidecar
Sidecar Crisis intratable en la República Democrática del Congo
Una y otra vez los actores externos han fracasado a la hora de contener la escalada de violencia en la República Democrática del Congo.
Deportes
Rugby femenino +35 Las Milnoh Granada, un club de rugby femenino +35 creado y gestionado por mujeres
32 mujeres nacidas en mil novecientos y pico, federadas en un equipo que les ha dado un espacio propio, sentido de pertenencia, una tribu donde “yo soy porque somos”
América Latina
Caribe Haití: el fracaso neocolonial y el “eterno castigo de su dignidad”
La crisis de gobernabilidad que vive Haití después del alzamiento paramilitar que liberó a más de 3.600 presos y expulsó al primer ministro es un capítulo más de una historia colonialismo y dependencia.
Trabajo sexual
Estudio sobre trabajo sexual De la Policía, los dueños de locales y los clientes: así es la violencia que sufren las trabajadoras sexuales
Las trabajadoras sexuales sufren múltiples violencias y un estudio las recoge en sus propios términos. Las violencias más frecuentes por parte de los clientes consisten en la retirada del condón sin consentimiento o malos tratos verbales.
Urbanismo
Urbanismo La nueva Ley del Suelo va al Congreso bajo la acusación de fomentar pelotazos urbanísticos
Sumar y Podemos no garantizan el apoyo a la ley, que limita las posibilidades de declarar nulos los planes urbanísticos, así como la acción ciudadana contra las irregularidades urbanísticas.

Recomendadas

Memoria histórica
Marc Solanes “Mi bisabuela luchó en el frente y fue considerada una mala madre, pero lo hizo por sus hijas”
En ‘Las niñas de Elna’ (Pollen, 2024) el periodista reconstruye la historia de las mujeres de su familia resolviendo enigmas para resignificar la imagen de la mujer en la historia.
Euskal Herria
Korrika Correr a favor del euskera cruzando fronteras
La Korrika es el mayor evento de Euskal Herria. En la última edición de esta carrera de más de 2.500 kilómetros ha participado un tercio de la población vasca.
Cine
María Alché y Benjamín Naishtat “El cine puede proponer imágenes y reflexionar, y por eso Milei necesita destruirlo”
María Alché y Benjamín Naishtat dirigen ‘Puan’, una película optimista y amarga, entre la comedia y el cine social, que ofrece nuevas lecturas tras los primeros cien días de gobierno de Milei en Argentina.