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Memoria histórica
Floreal Cuadrado, historias de un falsificador
Vamos con la tercera parte de las historias sobre falsificadores libertarios. Esta vez centrada sobre la persona de Floreal Cuadrado.
Dado que ha llegado a mis manos el interesante libro “Comme un chat. Souvenirs turbulents d'un anarchiste, faussaire à ses heures ,vers la fin du vingtième siècle”, escrito por Floreal Cuadrado, me decido a sacar la 3ª parte sobre falsificadores. Para quien esté interesada en las dos anteriores, estás se encuentran en la web del periódico Diagonal, en el blog de Ni cautivos... Más que extender el listado sobre los artistas de la copia, me centraré sobre los usos y prácticas que Floreal relata en su libro. Además, su maestro principal, es nada más y nada menos que el inimitable Laureano Cerrada, lo que siempre da un sabor especial al menú que hoy presentamos.
Para meternos en harina, comentar que Floreal era miembro de los GARI (Grupos de Acción Revolucionaria Internacionalista); que en 1974, conoce a Silvio Matteucci y a “Maurice”, que formaban parte del grupo 1º de mayo. Los dos últimos estaban fabricando documentos falsos bajo la tutela de Laureano Cerrada (este llevaba desde los años 40 falsificando todo lo que se pudiera falsificar para poder ayudar, primero a la resistencia antialemana y después a la resistencia antifranquista). Cuando terminó la lucha de la guerrilla antifranquista, Cerrada ayudó con sus papeles falsos a Defensa Interior y posteriormente al grupo 1º de Mayo. Expulsado de CNT a principios de 1950 por sus “métodos inadmisibles” se dedicó a vivir de lo que ganaba falsificando documentos para el hampa francesa; nunca cobró un céntimo por los papeles que proporcionó a los grupos libertarios. Cerrada hacía poco que acababa de salir de la cárcel y estaba estrechamente vigilado por la policía francesa y sin blanca, así que había contactado con “Maurice” y les había propuesto ir al 50 por ciento. Él les enseñaba el oficio y asesoraba, y ellos le daban la mitad de las documentaciones creadas.
Durante una cena en un discreto apartamento, Silvio y “Maurice” proponen a Floreal que se sume al grupo. Floreal trabaja en aquellos momentos en un estudio de arquitectura como dibujante, y colabora con el periódico Le cri du Peuple, así que está familiarizado con diversas tipografías. Le proponen hacerse cargo de los sellos o tampones, que forman parte de los documentos de identidad. En realidad, ninguno de los tres ha falsificado nunca, pero bajo la tutela de Cerrada irán superando las dificultades que surjan.
Silvio y “Maurice” se dedican sobre todo a la impresión de los documentos, mientras Floreal se encarga de la reproducción de los diversos sellos que llevan. Para este último todo es nuevo, sus compañeros le explican que hay sellos húmedos (los que llevan tinta) y otros secos. Le dan un aparato amplificador de imagen, “un cuenta-hilos” con el cual es mucho más sencillo descifrar el diseño, e incluso ver los errores, no solo en los falsos sino también en los verdaderos. Cuestión, no hace falta hacer sellos o documentos perfectos, con que lo parezcan vale. Explican que para reproducir cualquier sello, hace falta agrandarlo 10 o 15 veces, para que el trabajo sea fácil y rápido. Después enumeran los materiales necesarios, entre ellos un “episcope” para aumentar los tampones y un aparato de reproducción que permitía reducir el dibujo y adaptarlo al formato del sello. Después, los lugares donde poder comprarlos y finalmente le dan unos cuantos carnets de identidad, de diferentes prefecturas (pues cada una tenía su sello propio), para que trate de reproducirlos.
Floreal se pone al asunto, se agencia unos cuantos libros de tipografía y va descubriendo que hay varias idénticas a las que usan los documentos administrativos. No tarda en aprender que muchos de sus problemas se pueden solucionar con materiales que se ofertan en las tiendas de artes gráficas, y leyendo atentamente la prensa especializada en el tema. Lo siguiente es adquirir un banco de reproducción, para realizar los tipos que servirían para más tarde iluminar las placas de cinc. El que mejor le iba era un “Durst”, aparato muy utilizado por fotógrafos profesionales. Un bastidor, una lámpara, placas de cinc fotosensibles y ácido sulfúrico para grabarlas. Para los tampones húmedos, hacía falta caucho líquido para los retoques y para los secos un polvo que usaban los protesistas que se mezclaba con un disolvente. También había que tomar contacto con un fotograbador legal, para conseguir parte de los materiales, ya que un particular iba a llamar posiblemente la atención.
Cuando la cantidad de nombres, materiales o aparatos nuevos lo desborda, recibe el asesoramiento de Cerrada, a quien no conoce personalmente, pero que por medio de Silvio y “Maurice” soluciona sus problemas. Por su parte, ellos estaban bloqueados con la coloración del papel, solucionado también por Cerrada, y posteriormente con la reproducción de la filigrana. Cerrada es un falsificador a la antigua usanza, tiene soluciones para casi todos los problemas y ellos le ayudan con las nuevas tecnologías y herramientas, con las que el viejo ferroviario no esta familiarizado. Para la filigrana, Cerrada les propone el bálsamo o aceite del Canadá, que ofrece muy buenos resultados, pero que debido a su pastosidad, no deja de atascar los rodillos de la offset, y hay que parar a limpiarlos cada poco tiempo. Eficaz pero lento.
Por aquella época, Floreal se queda sin trabajo, pero dispone de dos años de paro, que le van a servir para dedicarse por entero al aprendizaje de su nuevo oficio de falsificador. Además, como miembro de los GARI, sabía perfectamente la gran ayuda que sería, el disponer de documentaciones falsas para sus acciones, pues hasta hacía poco, aún funcionaban con carnets robados. Además en algunos casos, para la falsificación de sellos, aún se recurría al antiguo método de reproducirlos en patatas.
Con el tiempo, tras dos años de mucho trabajo, Silvio y Robert acaban su trabajo de falsificación y tras repartir con Cerrada, se toman un respiro. Dan a Floreal el trabajo que les quedaba, y comparten con él las enseñanzas del ferroviario. Así que Floreal da el paso y se lanza tanto a las labores de impresión, como también a hacer documentos de identidad españoles. Estos eran más complejos que los franceses, constaban de tres partes; el anverso y el reverso eran simples cuatricromías y no representaban ningún problema que no se pudiera solucionar con un buen fotograbado y una impresión cuidadosa. El problema surgía entre esas dos partes, pues había un papel acartonado de color amarillo con filigrana, cuya opacidad no permitía el uso del bálsamo del Canadá. Si no se puede superar el problema, hay que tratar de esquivarlo, y la solución fue conseguir carnets donados o robados verdaderos, mojarlos, separarles las capas, conservar la acartonada verdadera y pegarle las exteriores falsas. Los resultados nada tenían que envidiar a los salidos de la imprenta nacional española. Respecto al plástico que los cubría, se podía encontrar en cualquier comercio, igual que la plastificadora.
El papel para documentos en Europa, era comercializado por pocas empresas. Casi todas usaban los mismos tipos, así por ejemplo, los permisos de conducir en España y Alemania estaban hechos con el mismo papel, solo se diferenciaba por el color, rosas los primeros y grises los segundos. En España no había ningún problema para conseguir el papel gris, era de venta libre, al igual que el rosa en Alemania, así que Floreal da otro paso, tira de contactos, y se establece como falsificador a nivel europeo. Es en esta misma época cuando por medio de un amigo suyo, toma contacto con los polimilis de ETA, que habían atracado un furgón con decenas de miles de carnets de identidad españoles en blanco. Proponen a Floreal un intercambio, un millar de estos carnets vírgenes por otro millar de carnets franceses falsificados por él. Tras comprobar la buena calidad de los mismos, procedieron al intercambio, lo que permitió a Floreal abandonar el bricolaje artesanal con los documentos españoles. Con estos carnets estuvieron funcionando los grupos autónomos libertarios, quienes a cambio del favor, fueron suministrando a nuestro protagonista (algunos de ellos trabajaban en agencias de alquiler) numerosas fotocopias de carnets de identidad y de permisos de conducir. Mientras otro compañero que trabajaba en una importante empresa de crédito, mandaba a la vez cientos de fotocopias de carnets de identidad…y Floreal se puso a duplicar.
Para estos tiempos, ya falsifica autónomamente certificados de matriculación, tarjetas de la seguridad social y lo que le pidan los grupos revolucionarios europeos.
Cuando Floreal llevaba una temporada aprendiendo su nuevo oficio, bajo las directrices del viejo ferroviario Laureano Cerrada, se enteró, de que su padre, Liberto Cuadrado, anarquista, miembro de la resistencia en Francia, había pasado a España bajo la identidad de José Cisneros. Pasó con unos papeles falsos de gran calidad, que le permitieron tanto cruzar la frontera, como vivir en la España de Franco sin hacerse detener…esos papeles llevaban la firma de su maestro. Pocos años más tarde, gracias al nivel alcanzado por Floreal, consiguió que muchas personas que integraban diversos grupos revolucionarios, pudieran cruzar fronteras y afrontar situaciones delicadas sin demasiados apuros.
Fuentes: Comme un chat. Souvenirs turbulents d'un anarchiste, faussaire à ses heures, vers la fin du vingtième siècle, Èditions du Sandre, 2015. (Floreal Cuadrado)