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Bengalas en el bosque. Prólogo a ‘Biciosas’, de Ana Amigo

En ‘Biciosas’, Ana Amigo reflexiona sobre los discursos acerca de la bisexualidad desde los años setenta hasta principios de los dos mil, la invisibilidad de esta opción sexual en general, y la ausencia de activismos organizados hasta la última década, intentando explicar los porqués y cómos de todo esto.
Bisexual Orgullo Crítico Minguito
Manifestación del Orgullo Crítico en Madrid de 2019. Álvaro Minguito

Este libro que tienes en las manos se echaba mucho en falta. Idealmente, debería interesar no solo a la gente bisexual, sino a todas las constelaciones feministas-lgbti-queer y +, y a nivel social en general. En los últimos años se han publicado algunos trabajos sobre bisexualidad (como Resistencia bisexual: mapas para una disidencia habitable, de Elisa Coll, o Bifobia: etnografía de la bisexualidad en el activismo LGTB, de Ignacio Elpidio Domínguez), a los que ahora se suma este de Ana Amigo que, esperemos, sea seguido a su vez por otros. La autora recuerda en estas páginas la emoción que le produjo la lectura del final de Resistencia bisexual, cuando Elisa Coll escribe: «No estoy segura de este libro ni de hacia dónde llevo mi vida en general así que me expongo de esta manera, abriéndome en canal y disparando esta bengala en el bosque, esperando que podamos estar así un poco menos solas en nuestras dudas». Y es que estas investigaciones vienen a cubrir una amplia laguna sobre la bisexualidad tanto en el ámbito activista como el académico: son −y voy aquí a tomar prestada la expresión de Elisa Coll− bengalas disparadas en el bosque, que irradian luz en estos espacios, y otros como el de los medios, los grupos políticos, etc.

Ana Amigo combina en este libro la investigación de corte académico y su experiencia activista, algo muy de agradecer, y que explica que los temas que analiza, y su metodología de trabajo sean otras. O que la forma lingüística elegida sea ese «femenino de rebeldía» al que se refiere Brigitte Vasallo (2019). Podemos llamarla metodología queer, o “collage”, para usar un término acuñado por ella misma: una combinación de un análisis exhaustivo de las referencias sobre el tema, con el de archivo y prensa, la realización de cinco entrevistas a activistas, otras fuentes (como posts de Twitter), y un diario, en el que recoge reflexiones personales-políticas y relativas al proceso de investigación. Me ha gustado mucho, además, ver cómo se pone aquí en valor que el conocimiento es siempre colectivo; este libro, como tantos otros, bebe de todas estas fuentes señaladas, y de intercambios, debates y conversaciones, muchas veces cotidianas, con otres y otras.

Estas investigaciones vienen a cubrir una amplia laguna sobre la bisexualidad tanto en el ámbito activista como el académico: son −y voy aquí a tomar prestada la expresión de Elisa Coll− bengalas disparadas en el bosque, que irradian luz en estos espacios

Escribo este prólogo con la alegría también que da ver un trabajo de investigación, que tuve el placer de dirigir, convertido finalmente en libro-bengala, disponible ahora ya para toda la gente interesada en estos temas. Ana reflexiona en estas páginas sobre los discursos acerca de la bisexualidad desde los años setenta hasta principios de los dos mil en nuestro contexto, la invisibilidad de esta opción sexual en general, y la ausencia de activismos organizados hasta la última década, intentando explicar los porqués y cómos de todo esto. Hay aquí un análisis también de cuáles han sido sus demandas principales, su relación con las organizaciones políticas de gays y lesbianas, y sus dificultades para crear un espacio político propio. El libro concluye con un análisis sobre los debates actuales, y las posibles alianzas políticas entre activistas bisexuales y otras luchas hermanas. En otras palabras, la autora nombra una serie de problemas (la invisibilidad de la gente bisexual, la ausencia de organización colectiva hasta estos últimos años, la bifobia, entre otros) y visibiliza su dimensión política y social, problematizando la propia bisexualidad al mismo tiempo. Y lo hace de una manera nada pedante ni complicada, como si le diera la mano a la persona que lee desde el principio del libro y le dijera, ven, que te voy a contar.

Este libro desmonta muchos lugares comunes, estereotipos y prejuicios hacia la bisexualidad que seguimos oyendo a día de hoy, como que todo el mundo es bisexual, es una fase, no es política, etc. Ana muestra sus dudas, plantea preguntas, contradicciones, limitaciones… y las pone sobre la mesa, compartiéndolas con la persona que lee. Esto es algo muy valioso de este libro: son estos los ingredientes necesarios para seguir pensando de manera crítica y avivando la reflexión colectiva, frente a las ortodoxias, las intransigencias, y los actuales marcos discursivos del conmigo o contra mí… vengan de donde vengan (tanto desde la ultraderecha como desde el feminismo conservador y transodiante).

Problematizando los binarismos

El libro analiza las categorías de bisexualidad y hermafroditismo, explicando cómo la primera «no se convierte en una categoría política, una etiqueta identitaria, hasta entrados los 80 en el ámbito activista y teórico angloparlante. Por lo que parece, esta realidad se da antes en el contexto español que en el anglosajón, pudiendo encontrar textos del año 1976 en revistas libertarias» (pág. 16). La autora señala cómo, a pesar de encontrar fuentes que hablan sobre bisexualidad en los años 70 y 80, no se organizan grupos políticos bisexuales como tal sino que la bisexualidad formó parte del movimiento por la liberación sexual. En las entrevistas que realiza hay asimismo menciones a mujeres que se identificaban (o eran identificadas) como bisexuales en los colectivos de feministas lesbianas en las décadas de los ochenta y noventa.

El recorrido histórico que realiza la autora, estudiando el impacto del VIH/sida en el colectivo bisexual, o la intersección con el movimiento feminista (MF), es fundamental para entender los debates y problemáticas actuales en relación con la(s) bisexualidad(es). La pandemia del SIDA supuso el señalamiento de los gays como «grupo de riesgo» (expresión que, posteriormente, se conseguiría cambiar a la menos estigmatizante «prácticas de riesgo»), y también de las personas bisexuales, como agentes de transmisión del VIH y de otras enfermedades de transmisión sexual (ETS). Los medios apuntaron a la bisexualidad como una amenaza a la familia nuclear (se hablaba, entre otros temas, de cómo los varones bisexuales podían contagiar a sus mujeres y sus hijes). En relación con el movimiento feminista, este (o más bien, los colectivos de feministas lesbianas) hicieron una importante labor durante años de cuestionamiento de la heterosexualidad obligatoria. Como recuerda Lola Robles, escritora y activista feminista, en una de las entrevistas, «te tenías que definir», y la bisexualidad se percibía como una fase, como algo poco claro, no visible, no político, cuando el resto de las activistas estaban batallando, cada una como podía y/o quería, con la salida del armario en su entorno familiar y laboral.

Hay otro tema en el que Ana se detiene más adelante, y es el análisis de la bisexualidad como una identidad (o no). Y aquí, como en otras ocasiones a lo largo del libro, entreteje la reflexión teórica con su propia vivencia: «Yo no me defino como bisexual porque reconozca el potencial para sentirme atraída romántica y/o sexualmente hacia más de un género; me defino como bisexual porque reconozco el potencial para sentirme atraída romántica y/o sexualmente hacia más de un género y eso se encuentra penalizado socialmente. Si no fuese así, si no hubiese una norma, no tendríamos necesidad de definirnos, de nombrarnos en disidencia» (pág. 22).

Llamarse bisexual también es más complejo de lo que se tiende a pensar: te pueden atraer al mismo tiempo mujeres y personas no binarias, por ejemplo. Ana reflexiona también, en clave queer, sobre un posible uso estratégico y antiesencialista de las categorías identitarias (es el caso, por ejemplo, de bisexuales que se autodenominan bolleras como estrategia política).

Queerizando «lo queer»

Nuestra forma de concebir el sexo/género y las opciones sexuales sigue siendo binaria en muchos ámbitos (como el educativo o el médico), y los discursos y prácticas sobre la bisexualidad han contribuido a cuestionar estos binarismos. Desde los feminismos decoloniales, autoras como María Lugones, mencionadas en estas páginas, ya denunciaron hace años cómo esos binarismos son parte de un pasado y una agenda colonial que no cuestiona la dicotomía de género propia de la sociedad occidental. Otras dicotomías coloniales son la raza o la capacidad y, como recoge aquí Ana, «entre estos cruces coloniales o puntos de encuentro entre cuerpos no blancos y bisexuales se encontraría, por ejemplo, afirmar que son promiscuos en esencia, poco fiables o transmisores de enfermedades y/o infecciones de transmisión sexual» (pág. 25).

Las teorizaciones queer abrieron, ya a finales de la década de los ochenta, la Caja de Pandora al hablar de múltiples identidades sexo-genéricas, corporalidades, prácticas, etc., y al cuestionar el cisheterosexismo y la monogamia como sistema. La bisexualidad, que había sido vista históricamente en los activismos, en general, como una «traición», y como algo no político, se comienza a analizar con otra mirada. Muy interesante la cita que se recoge aquí del trabajo de Amherst (2017), cuando señala que «si bien la sexualidad puede constituir un lugar de certidumbre inamovible para algunas personas, no tiene por qué ser así para todo el mundo. La sexualidad puede presentarse como una forma de confusión radical» (pág. 19). Y Ana continúa, ahondando en esta idea: «Como una forma de confusión que nos sirva como arma política contra aquello que se encuentra socialmente naturalizado. Porque dejar espacio para la inestabilidad, la incertidumbre, lo impredecible, incontrolable y lo incómodo, también es político. Porque esas realidades existen, están ahí, habitando las fronteras… difuminándolas» (pág. 24).

La bisexualidad, esa opción sexual, y esa etiqueta identitaria que ha contribuido a fragmentar el binarismo heterosexual/homosexual, y a recordarnos la fluidez del deseo, apenas ha sido analizada dentro del marco de las teorías queer

Sin embargo, la bisexualidad, esa opción sexual, y esa etiqueta identitaria que ha contribuido a fragmentar el binarismo heterosexual/homosexual, y a recordarnos la fluidez del deseo, apenas ha sido analizada dentro del marco de las teorías queer. En nuestro contexto, como he mencionado anteriormente, hay muy poca bibliografía sobre bisexualidad en general, y llama la atención, como bien se señala aquí, «el hecho de que apenas se haya abordado esta temática en profundidad desde los estudios queer en el contexto español» (pág. 30). «Este curioso silencio», señala la autora más adelante, «limita el análisis que se hace de la sexualidad, al tiempo que dificulta que el discurso y la teoría bisexual se desarrollen de manera no esencialista» (pág. 38). Silencio que contribuye, a su vez, a fortalecer unos binarismos que, desde las teorizaciones queer, se ponen en cuestión. De ahí la apuesta de la autora: «Cabe reflexionar entonces sobre la necesidad de queerizar las teorías queer introduciendo la bisexualidad como elemento desestabilizador del discurso» (pág. 38).

De especial interés me parece, no solo seguir incidiendo en las necesarias «gafas interseccionales» en los feminismos, sino también las fértiles intersecciones entre bisexualidad y teorías queer y crip, con su cuestionamiento de la normalidad y su crítica al capacitismo. El libro se cierra con un análisis de los debates actuales, y con una invitación a seguir pensando en las vías abiertas para el futuro del activismo bisexual: en concreto, las alianzas bi-bolleras, las bi-trans, las bi con las personas no binarias, las bi con las asexuales, etc.

«Creo que estaremos de acuerdo en que es necesario comenzar a (re)generar un discurso político bi en el estado español que vaya más allá de denunciar la bifobia y la invisibilización. Necesitamos organizarnos, pensar(nos) y teorizar(nos) para que nuestros enfoques sean tenidos en cuenta a la hora de seguir generando discurso. Sin embargo, debemos tener en cuenta que si algo tiene de bueno que el discurso teórico de la B haya tardado tanto en empezar a ganar peso es que nos aporta la posibilidad de elaborarlo estableciendo como base una alianza feminista y queer» (pág. 94).

Os recomiendo mucho este libro, que viene a contribuir a ir reduciendo los silencios y fantasmas sobre la(s) bisexualidad(es) en los activismos y el ámbito académico, al tiempo que anima a la auto-organización colectiva y a las alianzas políticas con otras luchas, ambas clave en los tiempos que corren. Ojalá en un futuro nadie tenga que lanzar bengalas en el bosque, ni en la noche, pero, de momento, este libro-bengala, aquí y ahora, brilla con luz propia y puede ser muy útil para que la gente se sienta menos sola en sus dudas y se anime, nos sigamos animando todas y todes, a la reflexión y la acción colectivas.

REFERENCIAS

Amherst, M. (2017). Las intermitencias del deseo: sobre la verdad, la bisexualidad y el deseo. España: Melusina

Coll, E. (2021a). Resistencia bisexual: mapas para una disidencia habitable. España: Editorial Melusina

Domínguez, I. (2017). Bifobia: etnografía de la bise- xualidad en el activismo LGTB. España: Editorial Egales

Vasallo, B. (2018). Pensamiento monógamo, terror poliamoroso. España: La oveja roja.

Queer
¿Quién teme que lo queer sea para todo el mundo?
Al hilo de los libros '¿Quién teme a lo queer?' y 'El feminismo queer es para todo el mundo', reunimos los materiales para construir un espacio en el que guarecernos.
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La filosofía se sitúa en un contexto en el que el poder ha buscado imponerse incluso en los elementos más básicos de nuestro pensamiento, de nuestras subjetividades, expulsando así de nuestro campo de visión propuestas teóricas y prácticas diversas que no son peores ni menos interesantes sino ajenas o directamente contrarias a los intereses del sistema dominante.

En este blog trataremos de entender los acontecimientos del presente surcando –en ocasiones a contracorriente– la historia de la filosofía, con el objetivo de poner al descubierto los mecanismos que utiliza el poder para evitar cualquier tipo de cambio o de alternativa en la sociedad. Pero también de producir lo que Deleuze llamó líneas de fuga, movimientos concretos tanto del presente como del pasado que, escapando del espacio de influencia del poder, trazan caminos hacia otros mundos posibles.
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