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Catalunya
A un año del Octubre catalán: impunidad y desorientación, el rearme necesario
A un año del 1 de Octubre, recordemos de lo que ha sido capaz un pueblo, no olvidemos que eso es experiencia acumulada. Sigue ahí y puede irrumpir si somos capaces de reorganizar un horizonte de lucha. Aprovechemos en Catalunya y en todo el Estado las grietas abiertas
El 1 de octubre de hace un año nos ganamos a pulso – en las calles y colegios – el derecho a la autodeterminación. La mitad de la población decidió ejercer la desobediencia civil en una demostración de empoderamiento popular inaudito en cualquier país europeo desde hace décadas. La mitad de los colegios electorales fueron ocupados durante el fin de semana. Cientos de miles de personas experimentaron por primera vez la represión policial del Estado. El sindicalismo alternativo logró que la huelga general que habían convocado fuera la herramienta para dar continuidad al 1O y denunciar la represión de Estado. Un 3 de octubre que supuso la huelga con mayor seguimiento desde los años ochenta.
Pero Octubre fue una excepción al procesismo. Una dinámica de arrastre escalonada en los días de septiembre que llevó a las élites políticas catalanas más allá de lo que se imaginaban. Arrastradas a un desafío ante el Régimen y el Estado que eligieron dilatar. Un año después y con una acumulación de experiencias, aciertos y errores, aquí viene una contribución a los balances y reflexiones que estas semanas llenan revistas y periódicos.
Impunidad
Nos encontramos en un contexto de impunidad policial y judicial. No ha habido investigación ni gestos de reparación por parte del Ministerio del Interior de las agresiones policiales durante el 1 de Octubre, de los abusos e irregularidades cometidos por los cuerpos policiales del Estado. De hecho, se han desoído las recomendaciones de Amnistía Internacional y de la propia ONU sobre el tema. Además, se están obstruyendo las investigaciones del juzgado 7 de Barcelona - sobre las agresiones policiales en los colegios electorales de la capital catalana - como ha denunciado el gobierno municipal (quien ejerce de acusación popular). Por otra parte, estas semanas hemos conocido los mensajes que se intercambiaron los magistrados de la judicatura española durante el otoño catalán. Una muestra más de la carcoma del aparato judicial. Y por supuesto, no olvidemos el abuso de la prisión preventiva hacia los presos y presas políticas.
En estas condiciones es imposible que veamos un juicio justo y con unas mínimas garantías, es impensable que de ahí salga una sentencia legítima. Ésta será una de las cuestiones que van a marcar la agenda política de los próximos meses: el proceso judicial contra el independentismo, que afecta a 29 procesados – y más de mil investigados. Nos espera un curso en que deberemos ser nosotras quienes juzguemos al Estado y a su aparato judicial. Un aparato judicial que se organizó décadas atrás para apuntalar el «todo atado y bien atado» de la transición y que ahí sigue como herramienta clave del Régimen. Pero también, una 'justicia' que cada día está más deslegitimada a ojos de tuiteros, raperos, actores, activistas, mujeres, migrantes,... y la lista sigue. Nos tocará cierto virtuosismo para ligar todas esas deslegitimidades si queremos ganar fuerza frente a un Régimen que cada día cobra formas más autoritarias y amenazantes.
Desorientación y parálisis
La represión en todas sus formas (policial, judicial, política, social,...) lo que intenta es paralizar y hacer retroceder. Y para ser honestas, en buena medida lo está consiguiendo. Una parálisis que tanto se traduce en proclamas de reafirmación sin estrategias concretas; como en dilatar y moderar las expectativas. Ambas nos afectan al conjunto del soberanismo. Estamos ante la constatación de una crisis estratégica después de una derrota por la fuerza. Sin embargo, la crisis estratégica no es de hoy: el 9N descafeinado, las elecciones plebiscitarias, los 18 meses, la vuelta a la «pantalla pasada» del Referéndum sin explicaciones del independentismo dominante,… y los piolines como golpe de realidad.
La policefalia de la derecha catalana que tanto puede hacer un discurso legitimista republicano y planes sin base material, como interpelaciones de diálogo; llamar a la movilización, como permitir que los Mossos repriman movilizaciones independentistas; mantener una política neoliberal mientras llaman a implementar las leyes sociales prohibidas por el TC,...; digamos que no ayudan a clarificar la situación ni a orientar al movimiento. Digamos que se intuye el procesismo de la última década.
En todos estos meses hay un episodio paradigmático que es la investidura de Quim Torra. Dejando a un lado el personaje-Torra y asumiendo las amenazas represivas hacia varios candidatos, el proceso de investidura de la presidencia del Govern fue un error por parte del conjunto del soberanismo. La parálisis y timidez de ERC, atenazada por el discurso legitimista-Puigdemont, no permitió poner encima de la mesa cierto giro a la izquierda proponiendo un candidato de su cuerda. Un paso hacia adelante que podría haber cambiado la política de alianzas de la última década. A su vez, ERC se encontró atenazada por un discurso también legitimista por parte de la CUP que no permitía hacer un balance de fondo de cuales habían sido las debilidades expresadas en Octubre. Y por último, un discurso superficialmente transversal de los Comuns quienes mantenían al PSC en la ecuación. Un PSC que no sólo no es soberanista, no sólo apoyó el 155, sino que tampoco es un socio de fiar en lo social.
Para añadir algo más de desorientación al asunto, apareció el ejecutivo de Sánchez con vagas proposiciones de diálogo, autogobierno,... lo que significa la senda del Estatut de Autonomia, por supuesto dentro de la Constitución, una vez más. Sin entrar a muchos debates y reflexiones que este asunto podría suscitar sólo quiero señalar uno: lo que nos puede atraer a las no-nacionalistas sobre el movimiento catalán es precisamente la impugnación al Régimen que hay de fondo; su potencial destituyente/constituyente; su necesidad rupturista. Un potencial que en ocasiones se vela y en ocasiones irrumpe. Seguramente no haya nada menos motivador y menos “ampliador de la base” que un pasteleo constitucional entre los de siempre.
“Ampliar la base”
Uno de los debates que surgen recurrentemente en los momentos de impasse del independentismo es el de como “eixamplar la base” (ensanchar/ampliar la base). Varias voces han señalado una crítica que comparto hacia ese lema: la velada suposición de que uno está en la posición correcta y lo que debe es sencillamente convencer. En primer lugar, hay una mayoría social holgada a favor de un referéndum de autodeterminación (entorno al 80%), sin embargo eso no se traduce mecánicamente en una adhesión al proyecto republicano-independentista. Si vemos los números de participación del 1O y el voto dual del 21D por territorios nos damos cuenta de ello. En segundo lugar, el debate sobre “ampliar la base” demasiado a menudo esconde quien lidera y dirige esa base. No pone encima de la mesa que una dirección de corte liberal es imposible que suscite simpatías por una parte importante de las clases trabajadoras y populares que se mantienen al margen del asunto y desconfían – con razón – de una derecha catalana que es responsable de la merma de sus condiciones de vida.
En definitiva, si el proyecto republicano excluye un horizonte confederal (como hoy sucede, cuando podrían ser compatibles), será difícil que se consiga una base social de corte popular suficientemente grande para imponerse. Si el proyecto republicano sigue sin significar algo tangible en materia social, sigue sin hacer hoy una política anti-austeritaria, difícilmente valdrá la pena involucrarse para capas importantes de las clases populares y trabajadoras.
Referéndum forzado
Tímidamente vuelven a salir voces reclamando un referéndum de naturalezas múltiples: pactado, unilateral, reconocido internacionalmente, todas a la vez,... Y seguramente, como señalaba David Caño en Sentit Crític, esa sea la piedra angular que permite organizar de manera más amplia al espectro soberanista; más allá de la lucha anti-represiva.
Ahora bien, es evidente que a este Régimen no le cabe el derecho a la autodeterminación, el cual quedó deliberadamente fuera en la transición. Lo que quizás es menos evidente – aunque no menos cierto – es que sin superar/romper/derribar el Régimen actual el derecho a la autodeterminación será sistemáticamente vulnerado. Todo plan unilateral que no lleve consigo un plan que desarme al Régimen en su conjunto chocará ante la fuerza de éste. Por supuesto, también todo plan de una vía dialogada que no asuma ese desarme se encontrará empantanado entre las paredes constitucionales de la Moncloa. Por que la política, además de legitimidad, es una cuestión de fuerza, una cuestión de poder.
El encarcelamiento de los Jordis supuso un jarro de agua fría. La concentración que llenó de velas el centro de Barcelona el 17 de Octubre de 2017 tenía un sabor amargo, una impotencia atravesada que no te atreves a expresar. Te recordaba que – con todo – ellos seguían teniendo mucha fuerza, seguían ostentando el poder.
Nosotras no vamos a tener el poder que da un Estado – y al ritmo que llevamos tampoco las llamadas “estructuras de Estado” que prometió Junts pel Sí en la legislatura pasada –. Frente a su fuerza de Estado, nosotras tenemos que cultivar la fuerza que da la desobediencia civil masiva, la fuerza que da la autoorganización popular, la fuerza que da parar la economía de un país, la fuerza que da la autogestión… y como condición necesaria: la fuerza que da debilitar al propio Estado, hacerlo entrar en crisis. Los caminos no explorados por Grecia, los caminos no explorados por Catalunya, los caminos que combinan al mismo tiempo: medidas para aguantar los momentos de conflicto (medidas de control económico, reformas drásticas de la arquitectura institucional, desobediencia institucional sostenida,…) con estimular esa fuerza popular de movilización y autogestión. Y mientras se echa el pulso por un referéndum que será necesariamente forzado, quizás constituimos otro poder que lo haga posible.
Para terminar...
Escribía Montserrat Roig desde Leningrado que la nostalgia cuando una se hace mayor deja de ser ese masoquismo juvenil y se transforma en “una molestia, o una pérdida de tiempo”. No dejemos que la nostalgia del octubre catalán nos ciegue en forma de molestia o de masoquismo, porque ante el giro conservador, autoritario y reaccionario de las derechas nos jugamos el cierre de la crisis política del Régimen del 78. Recordemos de lo que ha sido capaz un pueblo, no olvidemos que eso es experiencia acumulada. Sigue ahí y puede irrumpir si somos capaces de reorganizar un horizonte de lucha. Aprovechemos en Catalunya y en todo el Estado las grietas abiertas: la crisis de legitimidad del aparato judicial, la crisis de credibilidad de la Monarquía, la inestabilidad política general. Alimentemos cada conflicto, cada lucha social, sindical y política. Porque los horizontes se levantan a pie de calle, al calor de la experiencia.
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no creo en el nacionalismo como forma de avance, me gusta más el internacionalismo y no lo veo en Catalunya por ningún sitio, les muestran las banderitas y se ponen como locos, aquí y allí, levantar el puño significa más cosas q las que reivindican, no me gusta.
"...organizar un horizonte de lucha..." Me parece muy bien, pero si esa lucha es violenta solo puede llevar a la escalada que ya vimos en Euskadi.
Cuidado con la violencia que retrae el apoyo internacional y solo lleva a un sufrimiento infructuoso.
Pero que Cataluña!!!!!!
Formábamos parte de reino de Aragón
Jamas existieron ni países ni territorios catalanes.PERTENECIAIS AL REINO DE ARAGON
Tenéis imaginación para inventar la historia
Jajajajajajajaja
Menuda pelicula de indios: ¿pediros perdon por imponer la independencia!? Pedir perdón vosotros por asaltar la democracia, violentar las leyes y querer imponer otra Ley a la medida de los corruptos que llevan 40 años robando... ni engañais ni convenceis. No pasareis
Me da k sale a mentira x cada dos líneas, se falta a la verdad de forma descarada